La primera y última "razón de Estado" es su Fuerza Militar, es el conjunto de sus ejércitos y policías. Esa es la fuerza que en esencia constituye su razón de ser y en la que los estados fundamentan su "derecho" -¿histórico, divino?- al monopolio de la violencia armada, sea contra otras poblaciones o contra las propias; es una razón de fuerza que emplea "normalmente" en tiempos de paz y máxima servidumbre voluntaria de las poblaciones, y "extraordinariamente" en los llamados "estados de excepción", que son esos tiempos en los que "la necesidad de la guerra" es bien aprovechada para justificar la propia necesidad del Estado.
El caso es que el pasado 26 de marzo, me sumé al manifiesto "No nos resignamos al rearme y a la guerra en Europa", que reproduzco a continuación, a la vez que hago un llamamiento para firmarlo (ya somos más de 21.000
firmantes).
Comparte y reenvía este enlace a todas aquellas
personas/organizaciones/colectivos que creas que pueden sumarse:
https://forms.komun.org/manifiesto-contra-el-rearme-y-la-guerra-en-europa
MANIFIESTO
No nos resignamos al rearme y a la guerra en Europa
¿Hay alguien, en Europa o en cualquier otra parte del mundo, que no
quiera defender a sus seres queridos de una posible amenaza? ¿Que no
desee alejar la sombra terrible de la violencia de su vida y la de los
suyos? ¿Que no sueñe con un futuro en el que sus hijos e hijas, los de
sus amigos y vecinas puedan vivir en paz, desarrollarse como personas,
tener trabajos dignos, habitar un planeta habitable, tener un techo
sobre sus cabezas, disfrutar de la cultura o de las relaciones sociales
enriquecedoras y constructivas y vivir vidas libres de todo tipo de
violencias? La sociedad necesita la seguridad que da una sanidad y
educación públicas de calidad para todas las personas, la juventud
necesita una casa donde vivir, nuestros mayores no quieren ver peligrar
su pensión y, sobre todo, no queremos que nuestros hijos y nietos vivan
el horror de la guerra.
¿En qué medida exactamente contribuye a ese futuro en paz el aumento
desenfrenado del gasto militar que se proponen aprobar los gobiernos
europeos sin debate ciudadano, sin transparencia ni detalle y con
urgencia? ¿Qué parte de esos miles de millones va destinada a mejorar la
educación, la sanidad, la terrible situación de la vivienda, la
precariedad en la cultura, la armonía medioambiental o la solidaridad
internacional? ¿No sería necesario invertir en mayores esfuerzos
políticos y diplomáticos que ante las amenazas de agresión busquen
caminos de diálogo todavía no explorados?
¿Es estúpido, simplista o naif desear esto, defender la paz y la
justicia social? ¿Es quizá más inteligente, elaborado y maduro creer que
los vientos de guerra, el lenguaje belicista y la apuesta por las armas
traerán un futuro mejor?
No, no nos resignamos a la guerra. El rearme de Europa no traerá la
paz, no contribuirá a la distensión, sino que nos acercará aún más a la
guerra. Los contextos militaristas suelen ir acompañados, además, de
retrocesos en derechos, libertades y políticas sociales, originan miedo y
alarma social, escenario idóneo para normalizar mecanismos de represión
y de autoritarismo, como ya se está empezando a ver.
Nos preocupa que esta estrategia lleve a una larga guerra con Rusia,
que sabemos que no es para defender el Derecho Internacional
Humanitario, la libertad, los derechos humanos o para proteger a los más
débiles. De ser así, la actitud frente a Netanyahu sería la misma que
frente a Putin. Esta Europa que calla o, peor aún, apoya a Israel en su
genocidio en Gaza y Cisjordarnia e incluso persigue a quienes lo
denuncian, necesita redefinir claramente cuáles son esos valores comunes
cuya defensa se plantea como justificación para el rearme.
La ciudadanía de nuestro país ha demostrado sobradamente en el pasado
su compromiso con la paz y con las políticas antibelicistas. Forman
parte de nuestra memoria colectiva reciente las multitudinarias
manifestaciones en contra de la guerra de Irak impulsada de manera
ilegal por el Gobierno de José María Aznar, el movimiento de rechazo a
la permanencia de nuestro país en la OTAN que llegó a movilizar más del
43% del voto emitido en aquel lejano referéndum, o el movimiento de
lucha contra el servicio militar obligatorio hasta su eliminación en el
año 2001.
El aumento del gasto militar europeo -hasta 800.000 millones de euros
en cuatro años- anunciado por la presidenta de la Comisión Ursula von
der Leyen, se va a realizar a través de un mecanismo de excepcionalidad
que evitará el debate en los parlamentos y, en general, la información
clara y detallada a la ciudadanía europea.
No podemos ni queremos aceptar que el dinero de nuestros hospitales
públicos, nuestras escuelas y nuestras Universidades públicas, nuestro
sistema de atención a la dependencia, nuestras políticas de protección y
de cobertura social para los momentos de dificultad, de lucha contra el
cambio climático, la violencia machista, el racismo o de protección
frente a emergencias, de cooperación, vaya a ser destinado a comprar
tanques, fusiles, cazas y misiles para la guerra, porque así lo hayan
decidido las élites belicistas que gobiernan actualmente Europa y los
EEUU.
La verdadera seguridad que necesitamos es la seguridad vital que nos
aportan con su sola existencia nuestras pensiones públicas, nuestros
médicos y médicas de atención primaria, nuestros tratamientos gratuitos
en hospitales públicos contra cualquier dolencia o enfermedad que nos
afecte, nuestra formación garantizada en escuelas y Universidades
públicas que nos dotan de igualdad, nuestro sistema de becas, nuestras
prestaciones por desempleo en caso de necesidad, el Ingreso Mínimo
Vital, nuestros bomberos y bomberas apagando incendios en nuestros
montes o rescatando gente en nuestros pueblos y ciudades cuando se
desata una emergencia, o el desarrollo y puesta en práctica de políticas
públicas feministas que avancen en la defensa y protección de los
derechos de las mujeres y en la lucha por la erradicación de las
violencias machistas.
Los climas bélicos se diseñan en cómodos despachos, pero son los
pueblos quienes pagan las consecuencias. Por ello, este momento es de
extrema importancia para disipar la tensión creciente y defender un
modelo de paz, de bienestar social y de ampliación de derechos para
todos. El momento presente requiere de responsabilidad, políticas
audaces, altura de miras y cultura de paz.
No nos resignamos a la guerra, porque no queremos la paz de los
cementerios, porque la historia nos demuestra que el único camino
realista para conseguir la paz no es militar, sino político. Pónganse
manos a la obra y trabajen por la paz, se lo exigimos.
https://centredelas.org/mapes-interactiu-industria-militar-espanyola/?lang=es
Mapa Interactivo “La industria militar en España”
El objetivo de este mapa interactivo es visualizar las empresas que fabrican armas, materiales o componentes de armas, y servicios que suministran al Ministerio de Defensa español o se destinan a la exportación. En este mapa solo se muestran las empresas más relevantes que encontramos en España.
El Ministerio de Defensa de España tiene unas 500 empresas suministradoras de bienes y servicios. Este mapa muestra las empresas más importantes de producción militar, considerando como tales armas, bienes y servicios que tienen una función militar; y se han descartado todas aquellas que suministran servicios de carácter doméstico (catering, limpieza, energía, etc.). Se ha aplicado una discriminación en función de la facturación militar, mostrando solo aquellas empresas que muestran ventas superiores a un millón de euros anuales, las cuales están marcadas en color rojo. El resto de empresas se muestran en color amarillo y son de menor relevancia.