“Oh, caballeros, la vida es corta...si vivimos, que sea para marchar sobre la cabeza de los reyes”
“A los bufones: seguid danzando bajo la tormenta”
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Qué oportunas estas dos citas que le sirven a Raúl Cortés de entradilla en su obra “La ópera de los caricatos”, inspirada en “Los últimos días de la Humanidad” de Karl Kraus. Yo no creo que estemos viviendo esos últimos días, ni de la humanidad ni del neoliberalismo, quien eso piense ignora la inteligencia del Orden dominante, que le ha servido hasta ahora para lograr su hegemonía mundial sin que haya una alternativa que le haga sombra. Todas las oportunidades de emancipación hasta ahora ensayadas son como llamadas perdidas, básicamente a cargo de las organizaciones "de izquierdas” surgidas al interior de la modernidad burguesa, en directa competencia con “las derechas” conservadoras, liberales y fascistas. He llegado a pensar que la causa última de esa continuada derrota no hay que buscarla en la carencia de poder político, puesto que desde la revolución francesa para acá una gran parte de la humanidad ha sido y todavía sigue gobernada por esas izquierdas, digamos estatales o convencionales.
Más bien, habría que indagar en otras posibles causas, por ejemplo en esa proverbial incoherencia entre lo que se dice y lo que se hace, que aqueja a la clase política en general, según sentencia sabiamente el refranero popular que refiere al gran trecho que va del dicho al hecho. Es esa culpa de incoherencia que especialmente persigue a las izquierdas cuando gobiernan, cosa que no le sucede a las derechas, que en eso son más consecuentes y que en el gobierno están como "en su sitio" ...bienaventurados los elefantes, se dice, porque se les ve venir. Las izquierdas solo parecen estar “en su sitio” (como las derechas), cuando son totalitarias en regimen de partido único. Las derechas, sin embargo, mientras gobiernan siempre parecen estar “en su sitio”, da igual que sean democráticas o totalitarias, su sitio es el de la Propiedad y el Estado.
A mi entender, eso es porque hacemos un juicio moral muy básico, pongo por ejemplo: una misma “putada” nos hace más daño si proviene de un amigo que si proviene de un jefe. Por eso que en las modernas democracias burguesas se tiene la sensación de que las derechas en el gobierno están “en su sitio”, de jefes, lo que no sucede cuando el poder del Estado lo ocupan las izquierdas convencionales, que parecen estar ahí de ocupas, con gobiernos precarios y provisionales, siempre como a punto de corromperse y pasarse a las derechas.
El pensamiento de izquierda convencional, básicamente socialista, es potente en su propuesta filosófica, en su teoría e intenciones, pero en su praxis se muestra muy vago, con débiles e imprecisas estrategias, improvisadas y a destiempo, es un pensamiento ciego a lo abstracto e invisible del poder dominante, que no es sino el misterio de la Sumisión Voluntaria propia de las mayorías sociales y del individuo medio que conforma las multitudes, ese individuo “moderno” acostumbrado a ser súbdito, una condición de ciudadanía que le viene de herencia y, sobre todo, por “la tiranía de los modos de vida”, que diría Mark Hunyadi, unos modos que están fuera de nuestro control a pesar de afectar al completo de nuestra existencia. Es una gran paradoja considerarnos libres y demócratas cuando somos prisioneros de modos de vida totalmente determinados que nos vienen impuestos. Esta paradoja “democrática”, como dice Hunyadi, se refuerza mediante otra paradoja ética: “en un momento en el que asistimos a una auténtica inflación ética por la multiplicación de comités, normativas, consejos, reglas, etiquetas éticas de todo tipo, destinadas todas a proteger el cumplimiento de los derechos individuales, los modos de vida, cada vez más exigentes, extienden más que nunca su influencia sobre los individuos. Esto quiere decir que todo este dispositivo ético sirve en realidad para "blanquear el sistema y los modos de vida" que de él se derivan, que pueden así extender su influencia siendo éticamente pasteurizados. Nuestra ética no sirve, pues, para criticar el sistema ni los modos de vida, sino para acompañarlos en su marcha triunfal. Frenar esa marcha es el mayor reto ético y político de nuestro tiempo”.
De no ponerle pronto remedio, mucho me temo que la sumisión voluntaria, a fuerza de costumbre acabe siendo un comportamiento “propiamente humano”, transmitido no solo culturalmente, también genéticamente, completamente normalizado y “natural”, que a eso apunta la inteligencia artificial y la doctrina transhumanista.
Así, pues, hasta ahora viene siendo superior la inteligencia estratégica de las derechas, y hasta pienso que ahí tienen su principal fortaleza, más, incluso, que en su fuerza bruta, que ya es decir. Aplicada en la postmodernidad a darle gusto a la sumisión de los gobernados, hasta ahora esa inteligencia le ha permitido a las clases dominantes, de propietarios y gobernantes, reproducir su exitosa alianza en todas las latitudes, generación tras generación, con apenas unos breves lapsus “revolucionarios”. Y al igual que se dice “la arruga es bella” (por ser natural), también podría decirse de la desigualdad normalizada: tan “natural” como el instinto territorial de Propiedad que acaba en capitalismo natural, el modo de vida que sigue la ley natural del la selva, la que guía la evolución natural de las especies...todo tan natural como el instinto patriarcal de jerarquía, que acaba constituyendo ejércitos naturales, naturales tiranías y naturales naciones construidas a partir de naturales enlaces matrimoniales y conquistas militares no menos naturales, eso mismo que naturalmente llamamos "Patria" siendo en realidad Estado.
Pues bien, a contracorriente yo sostengo que el ideal de emancipación humana tiene un difícil porvenir, por ser antinatural, porque va a la contra de lo natural, del instinto estatal y capitalista de jerarquía y propiedad, en contra de la selección natural y de la ley natural de la selva. Por tanto, además de otros principios, el ideal de emancipación si quiere tener una mínima oportunidad precisa de otra inteligencia, de principios y estrategias nítidamente contrarias a la Ley Natural de la Selva.
Lo vengo diciendo, hasta ahora con escasa audiencia, con base en una poderosa intuición que intento completar y argumentar científicamente en lo que puedo: al ideal de emancipación ya no le sirven las izquierdas convencionales, las que agotaron sus oportunidades con el llamado Estado de Bienestar. Ya no sirven, porque el mundo que hoy tenemos es otro bien distinto al medieval y moderno mundo en el que viven anacrónicas, esas izquierdas alternativas, atascadas en un bucle de imaginarias revoluciones, imposibles si parten de los mismos supuestos, principios y estrategias, de mundos y revoluciones ya pasadas y agotadas. Lo explicaré, ahora resumidamente, porque de ello seguiremos hablando durante los próximos cien años: es Muy anacrónico el pensamiento moderno, de clase, propio de izquierdas y derechas, lo es porque en la encrucijada existencial en que estamos, cuando el culo ya nos huele a chamusquina, solo cabe un pensamiento ecopolítico y comunal, de especie, ya, con extrema urgencia.
Ese necesario pensamiento comunal y de especie, no lo concibo si no es actualizado a escala global y a las circunstancias concretas del peligroso tiempo en que vivimos, con la misma dimensión global de la amenaza existencial que concierne a toda nuestra especie. No lo concibo si además no se acompaña de una declaración unilateral de Desarme. Me refiero a un pensamiento con principios y estrategias pactadas, un pacto necesariamente anónimo y glocal (global y local al tiempo), para un compromiso y una política de especie a desplegar localmente, un pacto del Común y lo Común con un programa/compromiso pactado, que nos sirva para cuidar y compartir el mundo/ecosistema Tierra, mientras éste nos dure. Tiene que servir para seguir reproduciéndonos, al menos hasta un poco antes de que el Cosmos se deshaga del todo, disuelto como un azucarillo en agua, que eso sí que es lo natural-inevitable, lo que no hay especie ni Dios que lo pueda frenar.
Para ese Pacto comunal no hace falta esperar a nadie, lo pueden acordar ya tres personas cualquiera de una misma población que sean mayores de 14 años, en cualquier rincón del mundo, contra el regimen totalitario-global de la Propiedad y del Estado.
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Es ilusoria esa versión regresista de la Historia que fija el viaje al futuro de nuestra especie como un eterno retorno a una edad idílica, la de una antígua y medieval república igualitaria y comunal, que si alguna vez existió algo parecido, fue muy limitada y fugazmente, en breves lapsus de máxima debilidad, incluso de ausencia, del aparato estatal...y esa autonomía popular sabemos que solo llegó a darse mientras el aparato militar se recomponía y solo con un comunal limitado y condicionado a la propiedad privada y estatal (mal llamada pública).
Otras veces ya he manifestado que estoy muy de acuerdo con la tesis del antropólogo David Graeber, ya fallecido, y del arqueólogo David Wengrow en su obra conjunta “El amanecer de Todo”. De acuerdo en que la civilización no es ese cuento del Progreso lineal que va de un mínimo grupo de salvajes cazadores-recolectores a una inmensa Smart City gobernada por el Algoritmo. Estoy de acuerdo con ellos porque así lo ha evidenciado la investigación científica más reciente: que la igualdad no es un invento medieval de las pequeñas comunidades rurales, porque hoy sabemos que existieron grandes ciudades igualitarias en la edad neolítica, al igual que existieron poblaciones sometidas a grandes desigualdades, tanto en pequeñas aldeas como en grandes aglomeraciones urbanas; incluso sabemos que hubo comunidades que cambiaban de regimen en el cambio de estaciones, del verano al invierno; de acuerdo en que la agricultura no tiene la culpa de la ideología e institución de la Propiedad (como apropiación o robo de lo común), de acuerdo en que es en esta religiosa y “natural” ley de la Propiedad, y no en la agricultura, donde hay que buscar el origen conjunto del Patriarcado y del Estado.
De ahí que piense en la apremiante necesidad de un renovado paradigma revolucionario, a sabiendas de que si llegara a producirse esa revolución necesaria, de signo emancipador, integral y global, será por vez primera. Porque nunca antes, en ningún lugar de la Tierra, hubo una revolución social que podamos señalar como integral y global, nunca a escala de especie, nunca para acabar con la Propiedad y el Estado, sencillamente porque no podía ser, porque nunca antes pudimos tener el conocimiento que hoy tenemos, ni conciencia de especie por tanto. Solo sabemos de intentos limitados, más o menos bien intencionados. Lo que sí sabemos es que todos acabaron siendo derrotados.
Así, pues, a quienes piensan que hemos llegado al término de la historia humana y que ya no son posibles otros modos de vida que los sometidos a la Propiedad y al Estado, les digo que todo está por hacer y que, ahora sí, estamos en el preámbulo de un tiempo Necesariamente nuevo. Que ahora sí es posible una revolución integral y global, porque nunca como ahora pudimos tener la conciencia de especie que ahora empezamos a tener, aunque haya tenido que ser por efecto del Desastre al que asistimos inermes y asombrados. Solo es posible ahora que, por primera vez, sentimos cómo el mundo se nos ha quedado pequeño y que juntos, a escala de especie, corremos un mismo peligro de extinción.
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Durante estas últimas décadas cobraron impulso nuevas corrientes de pensamiento y nuevos movimientos sociales más o menos críticos, surgidos como disidencias o bien al margen de las convencionales izquierdas del Sistema. Todas apuntan la necesidad de actualizar el paradigma de la revolución social. Buena parte tienen un actuar meramente teórico y reaccionario en el sentido de que se limitan a contestar a los excesos y agresiones del Sistema, yendo a remolque de su agenda. Y eso, que está muy bien, es muy poco porque no cuestiona su existencia, no al menos al completo. La mayoría de alternativas dicen ser anticapitalistas, pero desean un Estado ilusorio y oximorón, uno que sea “ecologista y a la vez justiciero”. La mayor parte de estas corrientes y movimientos son residuales, provienen de los restos ideológicos sobrevivientes a la descomposición de las modernas revoluciones proletarias, todas estatales, entiéndase la URSS y la China Popular principalmente. Profesan un imposible anticapitalismo que no puede pasar de teórico, como su puesta en práctica ha demostrado con creces.
Las izquierdas presuntamente alternativas consiguen algo de adhesión en las redes sociales, de vez en cuando convocan manifestaciones con grandes pancartas, siempre como reacción instintiva, a remolque siempre de la agenda estatal y de su “opinión pública”. Me refiero a corrientes y movimientos como los del Decrecimiento, Ecosocialismo, Ecofeminismo, Renta Básica, Permacultura, Simplicidad Voluntaria, Bancos de Tiempo, Movimiento slow, Ecoaldeas, Municipalismo, Ciudades en Transición o el recién desaparecido movimiento de la Cooperativa Integral Catalana...etc, etc.
A estas corrientes y movimientos de carácter general, habría que añadir otros más identitarios, al modo nacionalista de "naciones sin estado", como el Confederalismo Democrático del Partido de los Trabajadores (PKK) del Kurdistán (territorio repartido entre Turquía, Irak, Siria e Irán), o el Movimiento Zapatista, reclamante de un estado indigenista propio en Chiapas, territorio perteneciente al actual estado mejicano.
Entiendo que los dotados con mejor armazón teórico frente al sistema dominante son actualmente el movimiento Ecosocialista (con origen en el pensamiento ecoanarquista, comunalista según su primer mentor, el norteamericano Murray Boochin) y también el conglomerado de movimientos afínes, como el de la Vía de la Simplicidad (con origen en el pensamiento ecológico del australiano Ted Trainer), el movimiento por el Decrecimiento, el Ecofeminismo, así como la mayor parte del espectro ideológico del Ecologismo.
Recientemente, me ha sorprendido que Ted Trainer haya dirigido su crítica al movimiento por el Decrecimiento a la vez que al Ecosocialismo. Me refiero a dos escritos publicados en su web, respectivamente titulados “La respuesta es el ecoanarquismo, no el ecosocialismo” y “Una crítica (amistosa) al movimiento por el Decrecimiento”. A mi entender esta crítica de Ted Trainer tiene escaso fundamento, ya que su propuesta de Simplicidad no aporta nada realmente nuevo y cae en la misma indigencia estratégica de los movimientos a los que critica. Ted Trainer y su movimiento de la Simplicidad tampoco saben QUÉ HACER, NI CÓMO, para que el Sistema no se los coma, integrándolos sin problema, incluso poniéndolos de moda como atractivos "estilos de vida".
Todos esos movimientos “alternativos” de izquierdas tienen en común una misma matriz “moderna” aunque se digan “neos”, neomarxistas o neoanarquistas. Si me hago eco de la crítica de Ted Trainer es porque apunta a lo que quiero aquí exponer como epílogo de este escrito; me refiero a lo que considero es el error básico que lastra a los movimientos sociales que, como el Ecosocialismo o el Ecofeminismo, como el Decrecimiento o la Vía de la Simplicidad, tienen la pretensión de constituirse en “alternativas” frente al sistema dominante. Todos estos movimientos han producido teorías y experiencias muy valiosas, pero incompletas y fallidas a la vista de los resultados.Mi modesta aportación crítica, siendo modesta es radicalmente incompatible con el programa de todos esos movimientos. Primero, tiene que ver con un aspecto teórico acerca de la Propiedad: ya no se puede entender la ecología sin una previa concepción de lo que es la Propiedad, y de la Naturaleza junto al Conocimiento como bienes comunales universales. Hay que superar, por anacrónico, el viejo paradigma campesino-medieval de los bienes comunales. No es posible sobrevivir a los desastres del cambio climático, de la devastación de la biodiversidad, del agotamiento de las fuentes energéticas, de la banalización de la vida...manteniendo ese anacrónico paradigma que no reconoce a los comunales universales de la Naturaleza y del Conocimiento. No mientras se defiendan a la chita callando las mismas ideologías, de la Propiedad y del Estado, que provocaron y siguen provocando todas las guerras y todos los desastres encadenados que ahora afloran como su consecuencia.
La propuesta que vengo proponiendo pivota sobre dos aspectos fundamentales, uno teórico, en torno a un nuevo paradigma de la Propiedad Comunal Universal (comunales de la Naturaleza y del Conocimiento) y otro paradigma estratégico en torno al modo de organización comunal, a prefigurar en la Transición revolucionaria, que sirva para instituir un contrapoder popular, en modo de ayuntamientos comunales, vecinales/urbanos y paisanos/bioterritoriales, que acaben por disipar las estructuras sistémicas del Orden estatalcapitalista. Se concreta esta propuesta en un libre Pacto del Común, global y local, que también podríamos decir "de especie".
Porque, siendo la naturaleza y el conocimiento nuestros comunales universales, ya solo eso, por sí es una letal carga de profundidad dirigida contra la reproducción del Patriarcado y del aparato de dominación Estado/Mercado. Que muerto el perro se acabó la rabia.
PD: Se me olvidaba incluir en la lista de “alternativas" izquierdistas-fallidas al movimiento de la Revolución Integral liderado por Félix Rodrigo Mora, en el que me he sentido partícipe durante los últimos años, hasta la reciente aprobación "pseudoasamblearia" de sus Bases, que acaban con mi adhesión a esa corriente de pensamiento. Básicamente, porque en esas Bases se acuerda persistir en los mismos graves errores que el resto de "alternativas" izquierdoides: mantienen la anacrónica creencia anarquista en que la propiedad de la tierra deja de ser capitalista si es propiedad pequeña y campesina...y ni hablar del comunal universal-inmaterial del “Conocimiento” (sin el que es inimaginable la emancipación real de cualquier sociedad futura). Y en paralelo, esas Bases dejan en suspenso la duda de si pudiera ser mejor la vida, o al menos más soportable, en pequeños estados como los del medievo ibérico. Imposible ir por ahí a ningún sitio que merezca la pena. Y mira que lo siento.
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