martes, 23 de mayo de 2023

BERNARDO DEL CARPIO, ENTRE BORGES Y EL FLAMENCO

 

Cueva-tumba situada junto al Monasterio de Santa Maria la Real (Aguilar de Campoo), donde -según la leyenda- fue enterrado Bernardo del Carpio, primer héroe del romancero castellano.

 

Cada poco encontramos nuevos y sorprendentes rastros del más antiguo personaje de leyenda del romancero, Bernardo del Carpio, en la literatura escrita en lengua castellana como en la tradición oral y en el folclore, especialmente en el cante flamenco.

1. Entre Borges y el flamenco

 Resumo a continuación un texto del escritor argentino Carlos García, con ese mismo título (“Bernardo del Carpio, entre Borges y el flamenco”):

La ceguera y la propia pusilanimidad, obligaron a Borges a convivir con su madre, que, para colmo, vivió casi cien años. Sin embargo, considero que la figura angular de su vida, al menos de su novela familiar, fue el padre: dueño de una “ilimitada biblioteca inglesa” y escritor él mismo, aunque frustrado, un hombre apacible y melancólico (cf. C. García 2016).

No es casual, pues, que una de las primeras piezas literarias de Borges, quizás la primera de todas, una obra de teatro escrita hacia 1906, estuviera relacionada con una figura que siente piedad filial para con su padre: Bernardo del Carpio.

 

Borges niño
 

 No conozco ediciones completas del “Bernardo del Carpio” de Borges, sino apenas los fragmentos reproducidos por Torre Borges (1987, 29). La letra de este manuscrito difiere considerablemente de la que muestra otro muy temprano: “The Gods” (Helft 2013, 23). Considero que en ese caso fue Borges el amanuense, mientras que el texto sobre Bernardo del Carpio fue puesto por escrito por otra mano.

La figura de “Bernardo del Carpio” no fue un invento de Borges: existió realmente, al menos en el imaginario del pueblo español. Borges toma y reelabora en ese texto un personaje de la épica hispana, conservada en varios romances y canciones que relatan, en una vertiente, la lucha de un hijo por liberar y recuperar a su padre y restaurar el honor de ambos.

Desde Menéndez Pidal en adelante, la mayoría de los estudiosos coincide en afirmar que Bernardo no fue una figura histórica, sino que fue creada como réplica local a la épica francesa y a los nacionalismos que esta propiciaba. Bernardo habría sido el vencedor de los franceses en Roncesvalles (aunque hay quien supone que Bernardo existió realmente y sí venció a los franceses, pero en otro sitio o en otra fecha)".

Texto completo en este enlace: Entre Borges y el flamenco

2. Los libros de flamenco, la prosa de Azorín y el comercio de cal de Bernardo del Carpio

Recojo aquí el resumen de otro curioso texto, cuyo autor en este caso es Luis Suárez Ávila, del Puerto de Santa María (Cádiz, 1944), posiblemente el decano de los investigadores flamencos y máxima autoridad mundial en el Romancero, sobre la memoria y reverencia que sienten y conservan los gitanos de la baja Andalucía en torno a la leyenda del héroe del romancero, Bernardo del Carpio. 

Resumen:

“Así hallé en 1570 el bautizo de un gitano al que le pusieron Bernardo del Carpio, que se casó en Triana con una Bárbola Fernández y que fueron padres de otro Bernardo del Carpio en 31 de enero de 1616. En Sanlúcar, en el Archivo de la Parroquia de La O, en 1730, encontré otro Bernardo del Carpio, gitano, que estaba casado con Luisa Lutgarda Medrano, también gitana y eran padres de Bernardo del Carpio, nacido el 23 de mayo de 1730, y de dos hijos más: Bartolomé Joseph y Joseph Felipe. También en Sanlúcar, en 1760, hallé en el Catastro de Ensenada a un Bernardo del Carpio, oficial de herrero y esquilador de ganado. En 1783, en el Censo ordenado por Carlos III, en Sanlúcar, otro Bernardo del Carpio, casado con Josefa Valencia son padres de otro Bernardo del Carpio, viudo. En esa misma fecha, la gitana sanluqueña Bernarda del Carpio es madre de un hijo pequeño.

También en Sanlúcar, el 7 de septiembre de 1790, un nuevo Bernardo del Carpio aparece en un documento de la Hermandad de la Caridad y Pobres Desamparados. Pero lo más impresionante es que, un buen día, al cabo de muchos años, con la guía de teléfonos en la mano, estaba yo buscando el número de no sé quién en Jerez y me hallé, de pronto, con lo siguiente: “Carpio del Carpio, B. del / Acebuche, 14, 956311885”. Y me dije: “Aquí llamo yo”. Marqué el número y me salió un señor: “¿Don Bernardo del Carpio?”, pregunté. “No –me dijo–, Bernarda era mi madre, que ha muerto el 4 de septiembre de 1998 con 81 años”. Y no se me ocurrió otra cosa que preguntarle con el santo y seña de los gitanos: “¿Usted vende cal?”. “Por los cuatro costados”, me respondió. “Pues vamos bien”, le dije y le añadí que por qué le habían puesto ese nombre a su madre. Me dijo que era un nombre familiar, que un tío de su madre, a quien querían mucho, se llamaba Bernardo del Carpio y que había uno o dos más en su familia, más antiguos. En efecto, en el Archivo Histórico de Jerez encontré luego al tal tío, en la calle Acebuche, 14, empadronado en 1889, llamado Bernardo del Carpio Medina. Y, en el número 5 de la misma calle, a dos mujeres llamadas Bernardina del Carpio, madre e hija.

De otra parte, José Morón Moroncillo, romancista gitano de El Puerto de Santa María, nacido en 1870, que criaba gallos de pelea, ponía a sus pollos los nombres de Oliveros, Montesinos, Pulgar o Bernardo del Carpio, gallo este último nunca vencido en una pelea y que murió de viejo en Trujillo del Perú.

Todos estos “Bernardos del Carpio”, gitanos, me traen a la memoria hechos tan ilustrativos como la costumbre francesa del siglo XI de poner a los hijos nombres como Roldán, Oliveros o Montesinos, por mor de los cantares de gesta y la adopción por la familia Menéndez Pidal de los nombres de Jimena, Diego o Gonzalo. Por cierto, que cuando nació Diego Catalán Menéndez-Pidal, contaba él, tuvieron la tentación de ponerle de nombre Arnaldos, como el conde del romance.

A medida que iba recogiendo romances a los gitanos, percibí el abrumador número de textos de Bernardo del Carpio que iba encontrando. Los he recogido a Miguel Niño El Bengala, a Pepe Torre, a Jose El Negro, a Alonso, a Juana y a Dolores los del Cepillo, a Gabriela de los Reyes; a Juan de los Reyes Santos El Sopa, a Juan de los Reyes Pastor, a Luisa Pastor Monge, a Agujetas El Viejo, a Manuel Agujeta, a Jeroma La del Planchero, a Ramón Medrano… Fueron once textos de “Bernardo al pie de la torre + Bañando está las prisiones + Entrevista con el Rey” y dieciocho textos de “Bernardo del Carpio, Con cartas y mensajero”, además de otros tres antes recogidos por Manrique de Lara, en 1916, o uno hallado por Don Álvaro Picardo, en 1922. El tema de Bernardo del Carpio, el primero que recogí, es una constante entre los gitanos bajoandaluces.

La devoción de estos gitanos por el héroe del romancero, que gasta su vida pidiéndole a su tío el Rey Alfonso El Casto la libertad de su padre, el conde de Saldaña, preso en el castillo de Luna, les hace incluso adoptar su propio nombre. Bernardo y estos gitanos tienen parejas inquietudes. Bernardo del Carpio está encastrado en las vidas de estos gitanos que, durante generaciones enteras, en memoriales desgarradores, han estado reclamando a los respectivos reyes la libertad de sus padres, esposos, hijos, hermanos, presos, como forzados, en las galeras de El Puerto de Santa María, base e invernadero de las galeras reales de España, Capitanía General de las Costas de Andalucía y Capitanía General del Mar Océano”.

Texto completo en este enlace

3. Antonio Mairena cantó el romance de Bernardo del Carpio

"Romance de Bernardo El Carpio” por Antonio Mairena: Escuchar

 


Ésta es la primera vez que se graba el romance con el aire de la antigua soleá bailable. La melodía de lo que canta Antonio es la común entre los gitanos bajoandaluces, que la cantaban y la cantan aún en las bodas gitanas junto a la alboreá. De hecho la copla con la que cierra se suele cantar por alboreá y es muy común entre los cantaores bajoandaluces. Aunque Mairena fue siempre un defensor a ultranza de las tradiciones gitanas fue él el primero en dar a conocer al gran público este hermoso cante que se conservó hasta entonces en la intimidad de los hogares gitanos. Y es que finalmente en Antonio Cruz muchas veces podía más el artista que el gitano, cosa que le acarreó ciertos problemas con algunos de su raza, que no vieron con buenos ojos el que Antonio diera a conocer este cante tan vinculado a la ceremonia nupcial. El romance pone fin a este disco que supuso todo un revulsivo en el panorama flamenco de su época. La grandeza y fuerza que recorren sus surcos se perciben aún en las escuchas que hacemos hoy, casi medio siglo después. En esos años no había en el mercado discográfico una obra comparable a ésta, que abrió nuevas vías y públicos, lo que vino a demostrar que era posible llegar a más gente sin caer ni un ápice en la comercialidad. Antonio con este disco empieza, en definitiva, a enseñar a la afición una nueva forma de enfocar el cante flamenco. (Luis y Ramón Soler, 2004)

Salió Bernardo a cazar
una nochecita oscura
de perritos y lebreles
lleva cercaita la mula

Se ha levantao un vientecito
y una agüita mu menua
fue a ampararse a una torre
pa no mojarse la pluma 

Dentro de la torre suena
aquel de las fuerzas muchas
está cantando un romance
que Bernardo mu bien escucha

Dicen que yo tengo un hijo
y que Bernardo le llaman
toito el que me viene a ver
me cuenta de sus azañas

Si no las tienes pa tu pare
mi Dios,para quien las guardas:
Monta Bernardo a caballo
y pa El Carpio va que volaba

Buen rey, deme uste a mi pare
si mi obra se lo merece
con el puño de mi espada
y mi manita prudente

Pongase usté a trecho
que lo mando yo
como si lo mandara
el gobernador




 

 

 

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