RAÍCES,
IDENTIDADES, TERRITORIOS.
MÁS ALLÁ DEL ESTADO Y POR UN CAMBIO
LIBERADOR
Autores:
Pablo Sastre y Laia Vidal. Publicado en http://ecologia-social.net
Un
ser humano tiene una raíz en virtud de su participación real,
activa y natural en la existencia de una colectividad que conserva
vivos ciertos tesoros del pasado y ciertos presentimientos del
futuro. (Simone
Weil, Echar raíces)
Preguntas
principales y análisis
Nos
preguntan sobre la relación entre territorios, identidades y raíces
y el camino de la revolución y el cambio liberador en nuestros
tiempos. ¿No habíamos ya dejado atrás toda etiqueta nacional, no
éramos ya unos perfectos ciudadanos del mundo, gentes que nos
movemos de aquí para allá, libres de toda constricción y
restricción identitaria colectiva? ¿No es la defensa de la nación
contraria al internacionalismo y la solidaridad entre los pueblos? Si
estamos contra el Estado, ¿cómo podemos defender la
autodeterminación de las naciones sin Estado sin caer en el
estatismo? ¿Qué caminos se están trazando hoy en día, en pleno
siglo XXI, para trascender las limitaciones de los enfoques propios
del siglo XX? ¿Qué podemos aprender del pasado para dibujar el
futuro? ¿Qué implicaciones tiene nuestra concepción política del
mundo en la defensa de la vida en nuestro planeta, en nuestro lugar
en el ecosistema planetario como seres humanos?
En
la primera parte de este ensayo intentaremos humildemente plantear
algunas respuestas a estas grandes preguntas. En la segunda parte,
concretaremos los planteamientos y las propuestas que esbozamos en
relación a los territorios concretos donde habitamos, Catalunya y
Euskal Herria.
Antes
que nada, un breve análisis de situación que nos pueda ayudar a
entender por qué estamos dónde estamos. En primer lugar, decir que
nos sorprende, hoy en día, que no solo no se vea la necesidad de
tener en cuenta el enfoque territorial concreto en la proyección de
cualquier estrategia de cambio emancipador, sino que no se entienda
el enriquecimiento que supone a nivel humano, ecológico y
revolucionario, la diversidad territorial y cultural en los tiempos
que corren.
Si
esto aún es así, es por varios motivos, a nuestro parecer.
La
lacra de la incomprensión viene de lejos. Si partimos de la Nación
-entendida como lugar-territorio en el que nacemos- podemos decir que
existen dos proyectos relacionados con la Nación. Por un lado,
existe la Nación que toma el camino del nacionalismo y el
patriotismo,es decir, el camino burgués, que convierte a la nación
en patria y, en segundo lugar, la nación entendida como pueblo, es
decir el proyecto popular de nación. La primera tendencia es un
proyecto de las élites, tiende a hacer evolucionar el sentimiento y
la voluntad de la nación hacia fines abstractos, de superestructura
simbólica (bandera, himno...) mientras que el segundo es un proyecto
popular, la gente es y se siente pueblo, el sentimiento y la voluntad
se relacionan con aquello concreto, un territorio, las relaciones y
los vínculos reales que existen en éste, la ayuda mutua....se trata
más bien
de
un proyecto basado en una comunidad real, en modos de hacer y de ser,
y menos en una comunidad imaginada, en modos de pensar y de
pretender.
El
primer proyecto, el proyecto burgués de nación, emerge sobretodo
como reacción al estatismo de Estados más fuertes, es un proyecto
defensivo, que ve como única salida la alianza entre el Estado y la
Nación en una forma propia. Un ejemplo de este tipo podría ser el
sionismo. En él lo importante es el Estado, las instituciones, y
éstas pueden tomar formas monárquicas o republicanas sin que ésto
afecte a su esencia real. El segundo proyecto parte de una reacción
a unas opresiones que se sienten comunes por parte de unos pueblos
que comparten ciertas peculiaridades, y podríamos poner por ejemplo
el caso de Occitania o Bretaña. Estos pueblos, en los años 60's y
70's del siglo XX, no tuvieron un proyecto alternativo al proyecto
burgués por lo que hace a la nación. En su seno se daba un tipo de
nacionalismo de izquierdas, que bebía del sentimiento del pueblo,
pero que no pudo salir del mismo modelo (capitalismo-estatismo), que
propugnaba el proyecto burgués: su imaginación no iba más allá.
¿Por
qué su imaginación no iba más allá? Si hablamos del proyecto
popular de la nación tenemos que hablar históricamente de las
izquierdas y el anarquismo. Las izquierdas y los anarquistas pasaron
de un proyecto de identificación con su «patria chica» a un
proyecto de identificación no con una «patria grande» como el
Estado Nación, sino con una clase social.
Triunfó
más su identificación con la clase proletaria que con una nación.
Eso fue así por un lado porque su forma de vincularse y funcionar se
sentía más identificada con unas maneras de hacer comunes, que
tanto se daban en los pueblos y el mundo rural como más tarde se
dieron en los ateneos y fábricas de las ciudades, que con una
comunidad más abstracta que relacionaban con un proyecto
interclasista que no deseaban. La clase proletaria se identificó con
el sistema fabril, el economicismo, el paradigma del progreso, con un
solo medio vital -el trabajo- en detrimento de otros medios
configuradores de identidades. El anarquismo rural quizás no fue tan
allá, porque tampoco fue tan allá su desarraigo, sin embargo
tampoco supo trascender la patria chica con un proyecto más amplio
que no cayera en los paradigmas de la modernidad estatal. El
anarquismo, de hecho, confundió el odio al Estado con el odio a la
nación. Para contrastar el proyecto burgués que intentaba unir
Estado con nación, y debido a la primacía de las clases sociales
como factor identitario, se fundó un imaginario internacionalista
que relegaba en último lugar las cuestiones identitarias en un
sentido amplio, contraponiendo la solidaridad entre pueblos a la
defensa de un hecho nacional propio. Hoy en día este paradigma de
internacionalismo mal entendido también ha sido cooptado por el
sistema estatal-capitalista, que nos está llevando a un
cosmopolitanismo que se ha convertido en un proyecto globalista
destructor que parece tabú cuestionar, a riesgo de ser tachado de
reaccionario o de estar contra el progreso. Así pues, las
principales contradicciones de los enfoques nacionales, territoriales
e identitarios aún no están resueltas hoy en día, pero
afortunadamente existen numerosas luces al final del túnel, algunas
ideas y prácticas que intentaremos esbozar a continuación.
Nuevos
imaginarios para naciones no nacionalistas
Pensamos
que desde posturas libertarias debe existir una disociación entre
nación y estado. Creemos que es posible defender el hecho nacional
sin caer en el nacionalismo y que ello es fundamental hoy en día, en
un mundo donde el Estado ha triunfado, el pueblo cada vez está más
desestructurado con entidad propia de «los de abajo», «los sin
poder», y las personas concretas se encuentran más confundidas y
desenraizadas. Creemos que la nación tiene una raíz popular que el
proyecto de las élites eclipsa y coopta para sus propios fines.
Podemos hacer varias consideraciones al respecto de un proyecto
popular de nación en pleno siglo XXI:
- La
nación es sólo uno de los muchos «medios vitales» que definen al
ser humano y que lo sitúan en el mundo. Una planta para crecer y
desarrollarse necesita una serie de condiciones. Ahora las plantas
pueden crecer sin tierra-cultivos hidropónicos alimentados desde
arriba- pero saliendo del paradigma del progreso tecnológico las
plantas siempre se han alimentado de tierra, de sol, de aire, de
agua...de todo un entramado de factores interdependientes que
facilitan el despliegue de su vida y existencia. Todos estos factores
se interrelacionan y las constituyen....son factores concretos,muy
reales.
-
Una cosa es renegar de los Estados, la otra es renegar de las raíces.
Los zapatistas por ejemplo, o las kurdas, reniegan de los Estados
pero no de sus raíces. Pretenden defender el hecho nacional sin caer
en el nacionalismo,construir una democracia sin Estado, o una
autonomía sin Estado, o un mundo donde quepan muchos mundos...son
algunas de las formas de decir que esbozan un mismo proyecto, en el
que hace falta profundizar. ¿Por qué? Es suficiente echar un
vistazo a lo que está pasando en el mundo para darse cuenta de que
es, mayormente, la rebelión hoy en el mundo, la rebelión de los
pueblos enraizados - o de los que no han perdido completamente sus
raíces - o de los que, habiéndolas mayormente perdido, buscan
recuperarlas, o enraizarse aquí o allí...En este sentido, como
autocrítica para Occidente, sorprende ver como se idolatran,
veneran, defienden e importan las culturas «indígenas» de otros
lugares del mundo (por ejemplo, las de America Latina) mientras que
las propias se desconocen brutalmente, se niegan o se ven simplemente
como reminiscencias del pasado. Todo esto tiene que ver con la
defensa del progreso y la interpretacion lineal de la historia, de la
que somos herederos la mayor parte de pueblos occidentales. No
tenemos en cuenta ni defendemos nuestras propias raíces, puesto que
el proceso de estatización de nuestras comunidades ha sido
brutalmente impuesto, nos queda más lejano, y hemos acceptado este
proyecto de Estado-Nación como si fuera una «evolución natural»
de nuestras sociedades.
-
Hoy en día se hace necesario redefinir «las raíces». Hay que
hablar de las raíces reales: las que todas las gentes tienen o han
tenido, hasta su masivo desraizamiento en estados y ciudades. Raíces
que no surgen por estar durante generaciones en un sitio: ciudadanos
de siempre pueden no tenerlas, pueblos errantes pueden tenerlas muy
profundas. Enraizar es más una voluntad que un hecho: uno es en
donde se hace, en donde vive, estas identidades pueden ser más
cambiantes, pero no por ésto ser negadas. El enraizamiento puede ser
una cualidad del ser, más que un territorio. El enraizamiento tiene
muchas vertientes, con una base territorial o sin ella.
-No
hay que confundir las estructuras políticas que dominan un
territorio, con el territorio ni con la nación. Podemos definir el
nacionalismo como la voluntad de que las estructuras políticas
coincidan con los sentimientos-historia de un determinado grupo
étnico-cultural que se arraigue en un territorrio homogéneo, cosa
que genera muchos problemas y es un forzamiento innecesario de una
realidad mucho más compleja. La territorialidad cobra sentido con el
paso de las “ius gens” (comunidades autónomas) a la “ius
civitae” (el estado organizado en base al territorio y a la
propiedad individual). El perseguir una sola identidad para los
pueblos genera muchas problemáticas. Se apela a la historia, a la
territorialidad, al idioma, para defender en realidad la
estandarización bajo la forma de un Estado, a pesar de que este
promueve la homogeneización y el
autoritarismo
imponiendo un único modo de ser sobre la diversidad de los pueblos.
-El
nuevo imaginario y realidades que estamos desarrollando tienen una
doble vertiente: por un lado recuperar nuestra tradición asamblearia
popular, de derecho natural consuetudinario, basada en la propiedad
comunal y las relaciones de proximidad y amor, y por otro lado,
proyectar estas raíces hacia el futuro, hacia una nueva forma de ser
y estar en el mundo, una revolución civilizatoria: nuevas formas de
entender y concretar el común en el siglo XXI, descentralización,
convivencia y reintegración con la naturaleza para la resiliencia
ecológica y energética...Recuperar el pulso pueblo-poder
oligárquico, que parece que hemos perdido. Nos ganaron primero por
la fuerza y la imposición, hoy por la cooptación y la confusión.
Queremos
una sociedad que vuelva a ser pueblo y un ser humano que vuelva a ser
humano. Por
una verdadera independencia: análisis concreto histórico-actual y
propuestas de la autonomía y el comunal en Catalunya y Euskal Herria
Catalunya.Análisis
El
nacionalismo catalán tiene una clara raíz burguesa, mientras otros
«nacionalismos» de la península ibérica son de carácter popular
y la burguesía local los rechazó. Así, no se puede hacer un único
analisis del nacionalismo, se tiene que ver caso por caso. La
burguesía catalana optó por aceptar y reconstruir el nacionalismo
catalán, canalizando una voluntad y un sentimiento popular por una
vía concreta, que excluye a muchas personas que se sienten catalanas
pero que no se sienten identificadas con el proyecto burgués del
estado-nación catalán. Esto ha sido así históricamente y lo sigue
siendo hoy en día. El trabajo y la repercusión de la Plataforma por
el No-Si en 2014 mostró que hay muchas personas que cuestionan las
vías estatalistas a la independencia, pero que hace falta concretar
un proyecto.
El
«Procés» que lleva más de 7 años en Catalunya tratando de dar
respuesta a las inquietudes de cambio de la gente a través de la
supuesta «independencia» estatal, tiene aspectos negativos y
positivos que se podrían resumir en:
La
tergiversación del significado de democracia: si bien desde el 15M,
y mucho antes por parte de diversos movimientos sociales, la
impugnación de la democracia representativa y los partidos políticos
era muy clara (frases como «no nos representan» eran constantes en
las movilizaciones del 15M)
y la desafección hacia la clase política era creciente
(movilizaciones como las de «cerquemos el Parlamento» lo muestran),
actualmente y desde el inicio de los procesos de referéndum para la
independencia de Catalunya, la legitimidad y afección hacia la clase
política se renueva y se mantiene.
Se supone que un Estado más pequeño será más accesible a la
gente,menos corrupto, que los impuestos los pagaremos más a gusto
porque lo sentiremos como nuestro. Ya para el proyecto de
independencia y todo lo que implica a nivel presupuestario se habla
de fomentar el apoyo económico
popular a éste: emitir «bonos patrioticos», de avazamiento de
impuestos....Todo ésto deriva claramente en una renovacion de la
legitimidad estatal y en el aumento de la confusión Estado-Pueblo.
Se supone que con el proyecto de Estado catalán la clase política
se pone al servicio de la voluntad del pueblo, pero ésto solo son
apariencias pues en esencia nada cambia.
La
forma como se decide la pregunta del referéndum, como se convoca, la
misma pregunta -que incluye los conceptos de Estado y República como
intrinsecamente ligados a la independencia- cerca cada vez más las
mentes y las conciencias de las personas a lo que podría ser una
verdadera emancipación.
- Al
ser un referendum vinculante se supone que el gobierno hará lo que
pida el pueblo....pero...¿no será el pueblo quien estará
respondiendo a lo que quiere el gobierno? En este sentido, las
«organizaciones de la sociedad civil» (ANC, Omnium Cultural..), que
se presentan como mediadoras entre el pueblo y el gobierno
-constituyendo asi un tandem, un doble filtro a lo que sería una
verdadera democracia- , ya han dicho que estarán al lado de la
Generalitat. Asi mismo, la AMI (Asociación de Municipios para la
Independencia), se erige en representante del «mundo local», y se
doblega al gobierno diciendo que «se pondrá a disposición del
parlamento y del gobierno para hacer aquello que les pidan». En
nuestra sociedad queda claro pues, que ya no hay proyecto popular,
que ya no hay proyecto local, que ya no hay pueblo. Solo
instituciones, representantes, delegados, mandados, o lo que sea. O
esto quieren que pensemos....
- La
propaganda es apabullante y los ataques a la libertad de consciencia
constantes. Así no se puede pensar un proyecto de país, un proyecto
de sociedad. Es el ritmo que marca la agenda de los de arriba. Pero
hay mucha gente, desde hace años, que ya ha tomado en sus manos la
construcción de la independencia real:las decenas de PAHC's por el
territorio, los grupos de consumo y soberanía alimentaria, los
sindicatos de barrio, las comunidades de vida autogestionada... Todo
esto generalmente se ignora,o se pone en un lugar secundario y se
habla solo de la independencia a un nivel abstracto, simbólico e
institucional. Aparte, el paradigma de progreso capitalista o su
contrapartida de socialdemocracia radical, impregnan las campañas
por la independencia: unos apelan a la internacionalización, a las
infraestructuras, a la competitividad, al espolio fiscal... los otros
apelan al bienestar, a las pensiones, al paro...los dos comparten la
varilla mágica de que la independencia lo cambiaría todo. Y los dos
piensan desde un mismo paradigma, aunque desde distintas vertientes.
La típica división entre izquierdas y derechas pintada con motivos
nacionales que permitan dejar los equilibrios y las concreciones para
más adelante. Pero lo que queda en último lugar, aquello de lo que
no se habla, es de una tercera vía revolucionaria comunitaria, sin
Estado, sin capitalismo, con pueblo autogestionado.
-No
es possible una independencia basada en un modelo de bienestar,
riqueza y progreso que no tiene en cuenta el contexto mundial actual,
que aspira a situarse en la pirámide de poder y seguir viviendo en
una burbuja de «bienestar» mientras la mayor parte del mundo se
hunde. Sin un cambio de paradigma no hay independencia posible, solo
un nuevo Estado. Tendremos un estado, pero no tendremos la
independencia: somos, de hecho, mas dependientes que nunca: de los
bancos y sus creditos y monedas, de la energía que llega de otros
países, de nuestros jefes, de las ayudas estatales y
subvenciones....Si los motivos de fondo para luchar no cambian,
cualquier independencia será guiada por unos valores negativos que
destruirán más y más a Catalunya y sus gentes y entorno natural.
En
su posible lado positivo, el Procés puede tener algunos impactos en:
-
Romper el silencio que impera desde la transición respecto a la
represión franquista en Catalunya. Están saliendo a la luz los
numerosos casos de tortura por parte de la Operación Garzón en el
92, cuando Barcelona a luz de todos se estaba convirtiendo en ciudad
olímpica con voluntad y necesidad de integrarse plenamente en el
orden capitalista mundial, se hacen leyes para anular los juicios
sumarísimos y reivindicar la memoria de los olvidados....es
importante, no obstante, que con estos pasos tan importantes no se
nos distraiga la atención que nos olvidemos de cuestionar el nuevo
proyecto de «transición» a la catalana que nos quieren vender. Al
pasar del régimen dictatorial franquista a un régimen de
«democracia representativa», el Estado ganó autoridad y pudo
mantener prácticamente intactas todas las estructuras legales de
espolio del pueblo. Los movimientos sociales se relajaron y confiaron
en el aparato politico para solucionar los problemas, de manera que
el Estado pudo reducir su nivel de represión, llegando a cotas cada
vez más perfeccionadas y sutiles en los métodos de dominación y
ejercicio del poder. Hemos de evitar que esto vuelva a ocurrir.
- La
insistencia en la desobediencia, aunque sea a un nivel muy limitado,
a la legalidad vigente. Apelando a una legitimidad que puede ser
cuestionable (por no ser quizás tan mayoritaria como algunos
querrían), se pone sobre la mesa que las personas podemos no
obedecer el marco legal vigente si consideramos que constriñe en
nuestras voluntades y necesidades. Si esta conciencia de
desobediencia se ampliara a la necesidad de impugnar todo el sistema
social y de valores actual (propiedad privada absoluta, tiranía del
dinero y el trabajo, dominio de la ciudad y el paradigma urbano,
organización política estatista...) ya sería algo positivo, puesto
que el cambio necesario necesita y necesitará amplias dosis de
desobediencia. Pero....qué responsabilidades estamos dispuestos a
asumir? La desobediencia normalmente implica unas convicciones
profundas y unas responsabilidades asumidas, que un discurso
simplista, masivo, de transición fácil y rápida como se hace desde
el procés, no contempla. En el caso del procés, no estamos hablando
de un conflicto donde el pueblo organizado se enfrenta a todas las
formas de dominación sino que es un conflicto donde una u otra forma
de organizacion estatal sale ganando, con apoyo o sin apoyo de la
gente, y por lo tanto el pueblo siempre saldrá perdiendo y
desgastándose, a no ser que todo lo que se haga se haga con
consciencia y criterio revolucionario.
Inspiraciones
Ha
llovido mucho desde nuestras primeras reflexiones en 2014 acerca de
la cuestión independentista en Catalunya. En abril de 2015 conocimos
de primera mano la propuesta del Confederalismo Democrático kurdo y
sus reflexiones acerca del Estado y el nacionalismo y vimos en ello
un espejo de nuestras voluntades y pensamientos al respecto, con la
virtud de ser los kurdos un ejemplo real, en continua construcción y
automejora, de aquello que pregonan. Los kurdos, junto a todas las
personas que habitan en Rojava, ya no buscan la creación de un
Estado, sino vivir en comunidades libres y autogobernadas, basadas en
la democracia directa, sin sexismo y en equilibro ecológico.
Dicen: «No queremos jugar a este juego. Queremos crear un juego
nuevo. En vez de un Estado independiente, preferimos la autonomía».
En
este sentido la lucha kurda puede resultar una inspiración para un
movimiento mundial hacia una democracia verdadera, una economía
cooperativa y hacia la disolución progresiva de los Estados- Nación.
Su
objetivo no es reemplazar un gobierno de un Estado por un gobierno de
otro Estado, sino acabar con el gobierno de cualquier Estado.
Gobernar no con el poder sino contra el poder. Y dispersar de todas
las formas posibles el poder centralista del Estado. Quieren acabar
con el lema de «una bandera,
una lengua, una nación». Exponen: «En los últimos centenares de
años los pueblos han luchado contra el Estado y históricamente han
conseguido la independencia, pero no han conseguido la libertad,
porque no se han emancipado ellos mismos del Estado. Su concepto de
libertad queda dentro de los limites estatales». (...) «Como
kurdos, entendemos que nuestros problemas no se resolverán creando
un nuevo Estado-nación: ¿cómo podemos superar el caos con el
mínimo de sangre posible? ¿Cómo podemos encontrar una solución
diferente a las actuales fronteras estatales?
En
la otra punta del mundo, dentro de las fronteras de México, se alzan
desde la década de los 90 ejemplos de autogestión y autogobierno
que actualmente ya van más allá del zapatismo, organizando la
autonomía de los pueblos originarios por doquier. Por ejemplo, las
140 colonias y comunidades de Ayutla de los Libres, que han
reemplazado a las autoridades municipales por asambleas populares y
en donde se han enfrentado claramente dos modelos, el de los partidos
conservadores y el modelo de asamblea comunitaria, en un referendum
popular realizado este 10 y 11 de junio pasado.
Frente
a las leyes estatales reivindican autogobernarse en base a sus usos y
costumbres. También es conocido el proceso de autonomía en
Miochacán, donde han empezado un proceso que denominaron la
"autonomía sin permiso de nadie". "El camino a seguir
es la autonomía en los hechos. Un camino a partir del derecho
histórico de los pueblos indígenas. No hay que pedirle permiso al
gobierno. Hay que ir construyendo las condiciones para que haya
autonomía real. Hay que hacer mucho trabajo de base. Trabajar mucho
para que se den las condiciones y la determinación de la autonomía
surja de las bases, del pueblo". Así, tras constatar las raíces
de sus instituciones e historia comunal, reivindicaron al Estado los
recursos para efectuar plenamente su autonomía como comunidades. No
existen los partidos politicos, sino los comuneros habitantes de la
comunidad que son elegidos directamente por ella.
En
Cheran Keri, una lucha por la defensa de los bosques evolucionó en
un movimiento por la libre determinación y autogobierno, expulsando
a los partidos políticos y rigiéndose por usos y costumbres.
Tuvieron
que hacer sus luchas legales contra el Estado, pero en este caso por
una verdadera autonomía, no por una independencia simbólica e
institucional. Requirieron que en Cherán se respetara el derecho a
decidir y elegir a sus autoridades conforme a su derecho histórico,
sustentándose como comunidad indígena por medio de su Título
Virreinal de 1540.
El
proceso de autonomía que se ha dado ha permitido diferentes formas
de autogobernarse según las voluntades e idiosincracia propia de las
comunidades: por ejemplo la comunidad de Tanaco decidió no
participar en las elecciones por usos y costumbres de Cherán, e
iniciar un proceso que concluyó en su propio procedimiento electivo.
Tuvieron que reivindicarse para que el Estado los reconociera y la
comunidad de Cheran Keri se posicionó a su lado apoyando que se les
otorgara parte del presupuesto municipal de Cheran en proporción a
su población para desarrollar su vía autónoma.
En
otra comunidad, Pichátaro, el primer paso fue crear actividades de
concientización mediante talleres, foros o conferencias, donde las
autoridades civiles y comunales se nutrieron de información sobre
los derechos que mantenían como comunidad originaria, datos
estadísticos sobre la comunidad, documentos sobre las asignaciones
presupuestales al Municipio, ejemplos históricos de lucha de
comunidades originarias y la legislación internacional, nacional y
estatal en materia indígena. Toda esta información les sirvió para
exigir su derecho, derivado de la libre determinación y
autogobierno, de administrar y ejercer directamente los recursos
públicos que equitativamente les correspondían en relación con el
porcentaje de población del municipio.
Propuestas:
Entonces
en Catalunya de qué vamos cuando hablamos de independencia?
Hay
que tener en cuenta diversos factores que nos desvían de la
autonomía real y ir pensando una estrategia sobre la cual poder ir
avanzando en un proyecto que impugne el Estado y vaya más allá de
él en la recuperación de nuestras raíces. Un proyecto en qué
podamos valorar en qué grados cada
paso
nos acerca más a la autonomía o nos aleja de ella.
-En
primer lugar es imprescindible restaurar el tejido social. El «Estado
del bienestar» y en general, la ideología del bienestar, el
consumismo y el dinero, nos ha apoltronado y nos ha hecho esclavos y
cómplices de un sistema que hace aguas y que no nos hace felices. La
pobreza que predomina en las
comunidades
que hemos citado como inspiraciones es un factor clave porque hace
necesaria la autoorganizacion y autogestion de la vida cotidiana. En
los países en los que el Estado no ha desarrollado su faceta de
«estado del bienestar», dando mijagas a la gente a cambio de paz
social, es más fácil impugnarlo, y más necesario suplantarlo. Se
muestra claramente para quién trabaja, ya que no puede trabajar para
unos y otros, haciendo equilibrismos, como ha tratado de hacer aquí
la socialdemocracia. En este sentido, las crisis económicas,
energéticas, ecológicas, laborales, de valores, espirituales....que
nos azotan pueden ser una oportunidad para despertar de un sueño en
el que estamos sumidos, un gran golpe que nos haga reaccionar y
cambiar de rumbo. Pero este cambio de rumbo requiere fuerza, ilusión,
dedicación....porque sino el miedo y la incertidumbre se apoderaran
de nosotros haciendo que nos resistamos más y más a abandonar los
caminos trillados, aunque ésto nos lleve a un suicidio colectivo.
Hay que hacer una revolución en las personas, en la conciencia de
cada cual, en los valores. Un cambio de paradigma.
-
Hay que recuperar la verdadera historia popular de nuestros pueblos.
Recurrir, como hacen las comunidades originarias, a cualquier atisbo
histórico que podamos analizar y entender para retomar formas de
organización comunal que nos han sido robadas. El comunal no solo
era un tipo de propiedad, sino un modo de estar en el mundo. Sin
entender la cosmovisión que hacía posible el comunal, sin ir más
allá del politicismo, no podremos cambiar la dirección de los
acontecimientos. La historia y los referentes que nos vende el
nacionalismo burgués no es la historia de nuestro pueblo, sino la
historia de los vencedores. Los ilustrados, los amantes de la
revolución liberal, del republicanismo, del progreso, de la
tecnología...es una historia de las élites y que relega las
costumbres populares a mero folcklore.
En
este sentido estudiar profundamente la época medieval catalana, las
revueltas populares del siglo XIX, la revolución libertaria del 36,
los movimientos autónomos durante la transición, los disidentes de
toda época y condición, la simbología, los ritos, las
costumbres...todo ello nos dará unas bases argumentativas y una
fortaleza y sentido para aprender del pasado y proyectar el futuro.
- El
papel de las mujeres y de la resiliencia ecológica tiene que ser
prepoderante en una verdadera revolución. Nuestra comunidad se ha
destruido en primer lugar por la lucha contra las mujeres como
puntales de la sociedad.
La
ideología capitalista de la igualdad y el medrar dentro del sistema
ha dividido al pueblo empezando con minar las relaciones entre
mujeres y hombres, y se encuentra hoy en día atacando las bases de
la vida en sí misma.
Nuestros
hijos e hijas viven en un mundo hostil, alienado, donde «la gente no
está donde debería estar, que es el verdadero sentido de la
alienación.
No
está con los suyos, está "a otra cosa", supuestamente más
importante y que no lo es. Tampoco está en el lugar donde mejor está
adaptado para vivir, está "en otro sitio", supuestamente
mejor». Hasta que no cambiemos este paradigma de raíz, que tenemos
tan metido dentro, todo cambio institucional no acabará con nuestras
dependencias, sino que las acentuará. Por otro lado, la matriz que
nos sustenta, que nos ha sustentado durante siglos, es la tierra, el
aire, el sol, los árboles, el agua...y todo ello está entrando en
una situación de caos, de impredecibilidad, que no somos capaces de
captar en toda su extensión y gravedad. Tenemos que volver a
reconectarnos con aquello que es parte intrínseca de nosotros, dejar
de dominar y controlar a la naturaleza. El proyecto indepedentista
tal y como se concibe habitualmente tiene un tinte ambientalista, de
pretendida sustentabilidad, pero que no cuestiona el «progreso»
material, ni el crecimiento económico, ni las grandes
infraestructuras, ni la globalización neoliberal...y no nos damos
cuenta que ya estamos en una situación límite en qué solo la
fuerza de las comunidades enraizadas con un fuerte componente de
ayuda mutua podrá resistir con más garantías al expolio
generalizado, la pobreza energética, la exclusión masiva....
-
Qué papel tienen las instituciones pues? Hay que recuperarlas, hay
que reemplazarlas, hay que participar en ellas, o qué hay qué
hacer?
Pues
en el momento actual, la insistencia en las instituciones y los
cambios desde ellas, nos debilita como pueblo. Las mejores energías
de las personas preparadas y bien intencionadas se derivan hacia
cauces institucionales, y las calles se vacían y se resienten. Las
retóricas oficialistas nos distraen.
Cuando
volvamos a ser una fuerza popular que pueda ser un actor de peso en
sus reivindicaciones de autonomía a los Estados -al Estado que sea-
se podrá priorizar la lucha legal, pero en la situación actual no
está claro que esto nos vaya a ayudar. Un Estado es antitético a la
autonomía y no parece factible que este mismo estado una vez
constituido apoyara la autogestión y la autonomía generalizadas.
Tendría que existir un movimiento popular de base con suficiente
fuerza e independencia de las instituciones para poder representar
una verdadera alternativa al sistema. A ello tendríamos que dedicar
todas nuestras energías presentes y futuras.
-Pasar
de la democracia independentista al comunalismo autonomista. Parece
cada vez más difícil reivindicar la democracia sin caer en el
estatismo, puesto que el sistema actual ha usurpado este concepto y
le ha dado tantos tumbos que ha perdido todo su referente original.
El comunalismo autonomista por otro lado, sería la propuesta de
autogobierno por comunas asamblearias en vez de ayuntamientos
institucionales, y de practicar una autonomía real en vez de luchar
por una independencia simbólica. Recuperar el significado de
«política» entendiendo no la política como arte de gobernar, que
es el proyecto de las élites, sino el hecho de vivir la política
como parte integral de una vida autónoma.
-
Las luchas de resistencia a la usurpación de lo «público» para no
perder aún más autonomía en el marco del sistema actual las
haremos impugnando siempre la naturaleza no democrática y a menudo
perversa de las instituciones actuales (solo hacer falta pensar en la
educación y la sanidad, que no son malas solo porque sean privadas,
sino por el paradigma de adoctrinamiento y delegación al que
responden) y defendiendo la necesidad de crear otro tipo de
instituciones comunitarias, como ya estamos haciendo desde los
márgenes del sistema. Será buena toda lucha que tienda a generar el
maximo de autogestión y autoorganización popular y que esté
conectada con la transformación global de la sociedad. Ojalá el
proceso de desobediencia legal que se predica a través del
movimiento independentista se extienda a una desobediencia integral
de todas las insituciones del sistema.
Para
saber más:
Manifiesto
por el No-Sí: la revolución sin Estado-Nación es la solución:
La
vía revolucionaria del No-Sí:
El
proyecto independentista desde una perspectiva revolucionaria:
Nacionalismos,independentismos
y anarquismo:
Plataforma
por el no-sí: www.no-si.cat y
su antología de artículos:
Independencia
sin Estado:
El
comú català:
Fragments
entorn a la revolució de Rojava:
Ayutla
de los Libres se regirá sin partidos políticos y por la autonomía;
es hora de que los pueblos se autogobiernen:
Historia
sobre los consejos y autogobiernos comunales de Miochacán:
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