Un istmo |
Un
aforistmo es un aforismo a mi manera, un mínimo istmo que me une a la
península del Otro. Son unas escasas palabras, a veces movedizas, como un
atisbo de poesía, un retazo de sinceridad que se me escapa por los poros y
que emerge, sin querer, en forma de sentencia, muchas veces un puente entre el
agua y el aceite y, casi siempre, la botella de un náufrago.
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Una
franja estrecha de tierra me une a este mundo oceánico, cada mañana
voy y vengo por ella, entre mi casa, la tuya y la nuestra.
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Tengo,
como Thoreau, tres sillas en mi casa, una para Soledad, otra para
Amistad y para Sociedad reservo una tercera.
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Lo
dice mi tarjeta de identidad, que éste soy yo y ésta es mi
dirección, hasta pone mi fecha de vencimiento, y no tiene por qué
ser mentira.
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Ya
quisiéramos tener casa propia, con buenas vistas a los paisajes de
adentro, con amplios ventanales y balcones abiertos a un patio de
luces, por mínimo que fuera.
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La
verdad, hay días que dudo si a este deseo que me abrasa se le puede
llamar vida.
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Quiero
montes públicos, no como los ambulatorios o las escuelas, no como
los ejércitos ni como yo mismo...ni privados ni estatales, quiero
montes propiamente públicos, comunales.
&
No
me canso de mirarla, es una mujer que se pone a tejer el mismo jersey
casi todos los días a la misma hora, pacientemente, en el mismo
banco del parque y a la misma sombra del mismo árbol, a la misma
hora de la tarde casi siempre. Hoy no podía faltar y también
estaba ahí, tejiendo pacientemente, pero hoy no ha sido como casi
todos los días, hoy por primera vez ha mirado por encima de sus
pequeñas gafas y ha visto que yo la miraba y me ha sonreído y luego, pacientemente, ha seguido con lo suyo, tejiendo y tejiendo.
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Sentaditas
enfrente, mis dos vecinitas entreabrían sus piernas y se reían de
mí, que las miraba de reojo como un tonto ensimismado de casi doce años...¡yo, el que
pensaba que las niñas guapas no se tiraban pedos! Como todas las del
barrio, su casa era molinera y en verano todas ellas tenían las puertas
abiertas de par en par. Ese día pude ver el patio de su casa al fondo de aquel
pasillo de color melocotón, iluminado por girasoles amarillos y
sábanas blancas, muy blancas.
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Claro
que sé cómo arreglar este averiado mundo, y tú también, por eso
no te lo digo.
&
No
somos iguales, no, que ella ejerce de mujer muy blanca. Después de tantos
años juntas y todavía ni sabe cuál es mi nombre de pila, todavía
tiene vergüenza de pagarme la semana en metálico y lo hace por
transferencia, he ahí mi rencor de clase, que no pueda llegar a quererla.
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Hay
quien dice de la Historia con mayúscula que no es más que un cuento. Incluso, una
invención de los demonios que sólo sirve para adormecer a los niños
de por vida, a base de fábulas entremezcladas de imaginarios amores
entre sapos y princesas, de reales batallas y pueblos enteros
entregados como ajuar o dejados en herencia. Y épica sobre todo, mucha hípica,
un ruido de tropeles a caballo y en cinemascope, que a los niños dormidos
los convierte en patriotas.
&
"Pura
publicidad estatal es la Historia", empezó argumentando el
conferenciante invitado, un catedrático anarquista..."¡¡señor, más rigor
intelectual!!", le increpó airado un doctor honoris causa que se
hallaba entre el público. Se hizo primero un largo silencio, luego el
público giró cuarenta y cinco grados a babor y soltó un tímido
repiqueteo de aplausos desganados, como sin remite ni dirección. Así, la
cosa no acabó como el rosario de la aurora, menos mal que el público
era muy educado y profesional y que, al final, el conferenciante
pudo cobrar lo suyo.
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Un
pan como unas ostias, uno para combatir el hambre, otro para
compartirla y otro para distribuirla, tres panes distintos y un solo
hambre verdadero.
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Una
masa de individuos caminan juntos y
entremezclados sin aparente objeto ni sentido con cuidado de no pisarse. Van extraordinariamente deprisa para ser la hora que es, nadie se mira ni se detiene a conversar, sólo cuando lo manda un semáforo o un
escaparate espectacular.
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Ojopláticos
de no parar de mirar y de mirarse, una gran masa de ciudadanos de
todos los géneros y sexos, grandes y pequeños, se amontonaron
aquella primera tarde de suelta, sin llegar a tocarse. La
Policía no esperaba menos de ellos tras aquella sacrificada
cuarentena de guerra contra el virus, cuarenta días estirados que
se hicieron más largos que cien años de soledades.
Todos
los comercios estaban cerrados, menos un quiosco ambulante que vendía
pipas haciendo el agosto en una esquina de la calle peatonal, la más
comercial de la villa.A
falta de conversación y escaparates, paseaban más apaciguados de lo
que habían previsto las encuestas. Paseaban tranquilos, con la
mirada perdida, como mística, mientras comían pipas y más pipas,
como buscando novedades en aquel horizonte de cogotes, alguna nueva
normalidad que llevarse a la boca.
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Andorra
no es menos peninsular ni menos ibérica que Gibraltar, pero al menos allí todavía se habla más
catalán que inglés.
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No deja de tener su gracia que haya veintitantos países europeos pagando clases particulares de inglés, soñando hablar el idioma de un país que huye de Europa como del diablo. Resulta que el viejo proyecto de Europa era ésto, un negocio de la lengua.
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En
los mapas de Iberia no sé qué pintan islas y ciudades
africanas, como las islas Canarias o las ciudades de Ceuta y
de Melilla...claro, que son sólo mapas, unos dibujos, no la geografía
en persona.
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Sólo
una mujer desdentada querría amar a un hombre sin dientes. Lo pienso
y me entra una melancolía infinita.
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Sólo
los androides querrán tener descendencia, pero a mí eso no me
consuela.
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Me
daba pena aquel hamster dando vueltas y vueltas en su domicilio, así
que lo solté y lo que pasó me dió aún más pena, porque a los dos
metros de libertad se murió de un infarto.
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Doy mil versos y a cambio recibo un sólo beso, tal es mi ansia y todo me parece
poco, así que a partir de ahora mismo voy a cambiar besos por versos, por igual y al mismo peso.
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Así
terminó su homilía: ...mirad, hijos míos, cómo la madre Naturaleza
provee y cuida de sus criaturas, mirad como alimenta a los pajarillos
sin apenas esfuerzo, ved cómo traspasan en vuelo todas las
fronteras sin necesidad de presentar papel alguno. A continuación, el
cura hizo migas las ostias y las arrojó piadosamente al suelo,
entre los feligreses sentados en los últimos bancos de la iglesia.
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Ostias
como panes, decía el refrán al revés y viceversa, puños como verdades.
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Para
ya, mi niño, que en ese cubito de arena ya no te caben más playas de plástico.
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Ay si la nueva normalidad al menos madre fuera un poco más educada y menos ordenada y no tan normal que da asco como decía padre eh madre al menos eso un poco más educada.
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Llegaron
a caballo tres meses más tarde, llegaron siguiendo una estrella de
cinco puntas, venían los tres jinetes juntos de Oriente y desde aquél día
en la ciudad de Madrid todas las cabalgatas de reyes ya fueron telemáticas.
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El 14 de Marzo ha sido declarado Día Internacional del
Amor On Line, que sepáis, que lo ha dicho la UNESCO.
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Entre
ellos todos se llamaban fascistas, menos los fascistas, que estaban a
lo suyo.
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En
este tiempo de clausura, me he vuelto tan goloso que me comería cien
libros cada día, eso sí, rellenos de crema pastelera aderezada
con azúcar glas.
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Y
escribiría un libro por minuto, por culpa de esta impaciencia mía,
tan lenta y tan precipitada que no tiene tiempo para nada.
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Por
aquel entonces, a las ocho de la tarde todo el vecindario salía a la
intemperie y aplaudía puntualmente, casi todos con cierta envidia,
qué bonito toldo tiene la del balcón de enfrente, quién pudiera
morir con la jubilación de una enfermera.
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Qué
fácil ha sido una tregua universal. Ha bastado un poco de miedo y
que lo mandara el Gobierno. Díganme si no es una lastima que los
telediarios dejen de ser tan aburridos y que todas las guerras sigan
pendientes.
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Todo
el mundo sabe que la única solución es un pacto universal entre iguales, para
compartir la tierra y el conocimiento, aquello que es de todos, para
hacer las paces en vida y no esperar al cementerio, para ensayar la
convivencia sin necesidad de obligarla...pero es tan obvio que
nadie se lo cree. Prefieren probar por medios imposibles pero ya
conocidos.
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Cada
vez que yo decía “ayuntamiento comunal” me respondían
“está muy bien, pero ¿qué hacemos con la gente del Estado?… no
habría renta básica para tanta gente en paro”. Y yo les digo que
toda esa gente algo sabrá hacer y que, con todo lo que está por
arreglar, seguro que a nadie le faltará el trabajo.
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Mirador, mirador...qué palabra más equivocada. El Alto de la Lorilla, camino de Villadiego o bajando a ver el Rudrón por San Felices y su Barrio de Nápoles, o la ventana a la que te asomas estos días con vistas a la Pandemia. ¡¡Mirador es quien mira!!, no ese balcón, no esa ventana, no ese lugar desde el que tú fisgas el mundo. Y mirador también soy yo, con mis propios ojos o con los tuyos prestados. Miradero y mirador, la ventana y tú o yo, cada uno en su sitio de mirar.
Porque si tú no te asomas con idea de descubrir el mundo, ¿qué valdría la descomunal belleza de los cañones del Rudrón, si tú, ni yo, si nadie la mira. Sólo con eso, con ese mínimo gesto de tus ojos, puede ser inaugurada y empezar a desvelarse la belleza del mundo. ¿Qué sentido, si no, tendrían dos inmensos trasatlánticos varados a los costados de Humada?...no podría ser más inútil su hazaña, más estéril su proporción ciclópea, Peña Amaya y la Ulaña, como barcos o castillos abandonados a su propia ruina de piedra flotante sobre las nieblas del valle. Si tú no los miras, ¿qué serían?. Pues nada, porque no pueden ser sin tu mirada o la mía.
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