lunes, 12 de agosto de 2019

VOSOTROS NO SOIS MEJORES QUE DIOS


 
La eternidad, ese infierno
Como explica la santísima Wikybiblia, Fukuyama encontró su inspiración en Hegel y en alguno de sus exegetas del siglo XX, como Alexandre Kojêve. El motor de la historia, que es el deseo de reconocimiento, resulta ser un "thimos". Un thimos que​ se ha paralizado en la actualidad debido a la disolución del bloque comunista,  lo que deja como única opción viable una democracia liberal, tanto en lo económico como en lo político. 
Se constituye así el llamado pensamiento único, las ideologías ya no son necesarias porque han sido sustituidas por la economía. Los Estados Unidos y el capitalismo son la única realización posible del sueño marxista de una sociedad sin clases. En palabras de Fukuyama: "el fin de la historia significa el fin de las guerras y las revoluciones sangrientas, los hombres satisfacen sus necesidades a través de la actividad económica sin tener que arriesgar sus vidas en ese tipo de batallas".

A tenor de los indicios, lo que vulgarmente llamamos “historia” pareciera tener los días contados y estuviera a punto de confirmar la profecía de Fukuyama. Pero no, siento daros esta mala noticia. Contra todo pronóstico, resulta que la historia es eterna, como lo es el mismísimo infierno. Y así es porque vosotros así lo habéis querido. La historia todavía no alcanza a ser tan vieja y tan absurda como vosotros, ni como Yo mismo, que no me excluyo, Yo, vuestro único hijo. Incluso ya hay historiadores de indudable prestigio universitario que me dan la razón, que reconocen y pronostican la eternidad de la historia, aunque no sé si lo hacen pensando sólo en su nómina.

Queridos, os recuerdo que vosotros y Yo no tenemos la misma edad y que por eso, cuando me tratáis como a un amiguete estáis siendo patéticos, haciendo el ridículo más absoluto. Os recuerdo que vosotros sois mis ancianos padres y que me alumbrasteis en un momento de máxima crisis, para renovar vuestras vidas y que todo empezara a rodar de nuevo.

Pero, por lo visto, os asusta el poder de procrear, con la edad os habéis abandonado a la tradición y a su inercia, llegó un tiempo en que os pesaba la responsabilidad de ser padres y por eso me pasasteis vuestro legado. Gracias, majos, pero menuda herencia-papeleta que me habéis dejado. 

Al principio, cierto es que todo iba más o menos bien, cuando entre vosotros compartíais la tierra y el conocimiento. Incluso después, en momentos peores, me sentabais a vuestra izquierda, expulsabais a los mercaderes de los templos y hasta lavabais los pies a los pobres y a los leprosos...cierto es que con frecuencia pasabais de mí y que hasta me matabais de vez en cuando, pero también lo es que me resucitabais a los pocos días.

Yo acabé entendiendo esos vaivenes de vuestro carácter imprevisible, vuestros caprichos, al fin y al cabo vosotros os lo podíais permitir, porque erais mis progenitores, libres y todopoderosos, no como yo, que sólo era vuestro dios, una criatura que sólo podía estaros agradecido, por darme existencia, cualquiera que fuera mi suerte.

Pero os habéis pasado de frenada, queridos. Vuestro hijo único se ha hecho mayor, muy viejo, como le pasa a todo dios y como es natural. Resulta que estoy muy harto y muy fatigado, de la historia, de esta vida tan precaria que me habéis dado, de vuestras revolucionarias ocurrencias, de vuestro pasotismo de padres hippies, carrozones y trasnochados. 

Y ahora quiero descansar, no quiero más vida eterna, reclamo mi propio derecho a la eutanasia, quiero morir con dignidad. Y si no me lo concedéis me da igual, lo tomaré por mi propia mano, sabed que reniego de vosotros y que a estas alturas de los tiempos ya no me importa parecer un mal dios, ni ya me corto en decirlo: ahí os quedáis y que os zurzan, que os aprovechen los infiernos por toda la eternidad...que vosotros así lo habéis querido.

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