jueves, 8 de agosto de 2019

PRAGMATISMO UTÓPICO


Imagen de Black Mirror


Pragmatismo utópico: organizar la resistencia, ensayar la revolución integral.

Aunque sea por un momento, imaginemos una sociedad capaz de conjurarse para compartir solidariamente los frutos de la tierra y del conocimiento humano, capaz de desarrollar formas de autoorganización que hicieran innecesaria la existencia de propietarios y gobernantes. Diríamos que eso es una utopía, un mundo soñado o pura ficción literaria. Diríamos que lo auténtico es lo que realmente sucede cuando estamos despiertos, en este lugar-mundo en el que sucede todo lo contrario, donde lo normal es que los frutos de la tierra, la tierra misma y hasta quienes producen los frutos, sean propiedad de alguien, de un individuo o de una corporación de individuos, al igual que lo son los frutos del conocimiento humano, aunque éste sea un producto necesariamente social, del saber humano real, el producido, acumulado y transmitido entre pueblos y generaciones.


Imaginemos que este mundo real fuera el sueño común de la mayoría de los seres humanos y, en consecuencia, una ensoñación imposible de materializar. Mientras durase, ese sueño sería el impulso que moviera y determinase la voluntad mayoritaria de la sociedad humana. Pero si la ensoñación no fuera permanente, si acaso llegara el momento de despertar, la realidad nos revelaría la naturaleza ficticia y distópica del sueño. Pues bien, ya hay muchos humanos -todavía muy pocos entre la mayoría- que están despertando de ese sueño, conscientes de que el mundo “normal” en el que viven es en realidad una distopía negativa, como lo son las más exitosas series de ciencia-ficción, que nos presentan oscuros mundos futuros, dominados por la tecnología y la perversión moral de personajes que acumulan y ostentan todo el poder cultural, económico, político, legal, militar y, por tanto, social. Que nos llevan a la unívoca y satisfactoria conclusión de que, en realidad, este mundo en el que vivimos es el mejor de los posibles.

Cuando estábamos a punto de organizarnos resulta que nos han descubierto, Era totalmente previsible, dado su totalitario control del poder, su dominio sobre todos los resortes, individuales y colectivos, de la vida humana. Ahora quieren anularnos por su tradicional método de banalización: en USA han creado una serie de ficción (variante del Gran Hermano), en la que a quince concursantes, gente como nosotros, se les coloca en un medio rural, emplazándoles a crear una nueva sociedad con reglas propias. Quieren presentar la utopía emancipadora como una representación, lo más "reality" y fiel a la utopía. Un mundo-otro  alternativo, tan real que asusta, tan indeseable como imposible. Quieren meterlo en el mismo lote que las utopías igualitaristas e identitaristas, donde colocaron a los anarquismos, comunismos, socialismos, nacionalismos, populismos, ecologismos y feminismos al uso, ya plenamente integrados en la nómina de la normalidad.

¿Tiene la normalidad solución de continuidad?...en modo definitivo es altamente improbable, pero en todo caso puede que sólo nos quede una opción a la desesperada, que consiste en organizar la resistencia como juego clandestino y pragmático, que nos permita transitar entre la globalidad y la proximidad, pasar de la representación teórica al ensayo pragmático de la utopía autoemancipadora. Es lo que podríamos hacer mientras  la audiencia se entretiene con la nueva distopía del Gran Hermano. Eso sí...corre prisa, hay que hacerlo antes de que convenzan a las mujeres de que los machos somos una especie mutante, irracional y muy peligrosa, que ha desplazado su cerebro al glande... y que ese es el mayor problema de este mundo, seguido del calentamiento global que provocan las vacas cuando se tiran pedos.

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