No
basta compartir
la causa igualitarista,
ni estar
radicalmente
en
contra de la violencia machista. Si
alguien, hombre o mujer, critica la
deriva del
feminismo
como
ideología
identitaria
y
estatalista,
ello es inmediatamente equiparado con
posiciones
de extrema derecha y,
llevado al extremo, equiparado
con
la
posición
de
quienes niegan el holocausto judío. Este
feminismo convertido
en ideología estatal e identitaria,
ya
es
dominante
y
está muy cerca de convertirse en asignatura obligatoria en todas
las escuelas, públicas y privadas. Y
creo
no exagerar si digo que el
paso siguiente podría ser que
cualquier
crítica al feminismo
llegue
a ser
tipificada
legalmente
como delito de opinión.
El
bombardeo mediático es contínuo y machacón. La realidad objetiva,
no siendo menos tozuda, es invisibilizada, ocultada por la profusión
e intensidad de las
campañas de propaganda y el
ruido mediático. La
segregación de sexos está servida como reminiscencia fáctica del
más rancio catolicismo, ahora blanqueado por este feminismo de clase
media, patrocinado por el capitalismo y el estado. La huelga
feminista tiene
asegurado su éxito porque
cuenta
con el
patrocinio de
las instituciones del estado y
de las corporaciones capitalistas, mediáticas,
financieras, nacionales
y multinacionales.
Pero,
¿por qué podría interesar este
apoyo al feminismo, tanto
a ministerios como a empresas, a
la Guardia Civil como al Corte Inglés,a
la Iglesia Católica
o
al Partido Comunista?...¿podría
ser que siendo el feminismo
un
movimiento
transversal e
igualitarista,
estuviera
contribuyendo con ello a
tapar
la desigualdad
estructural, la que origina el sistema capitalista y su aparato
estatal de control social?...sólo es
un suponer.
En
general, todo
movimiento identitario es muy útil al fortaleciminto
del orden
social
dominante,
porque
focaliza
la atención de los
individuos y las
masas en
motivaciones
de
naturaleza emocional
y
reaccionaria,
que
no precisan de reflexión personal ni de libertad de conciencia,
basta seguir consignas generales
y abstractas
sobre libertades,
derechos
e igualdades, sobre
sexualidad o patriotismo, dejando a salvo “lo más
sagrado”,
el
orden social estatal-capitalista
que
no podría sustentarse sin la
conformidad
y sumisión
de
individuos en
masa.
Basta
observar que hoy los dos movimientos en auge son el
nacionalismo y el feminismo.
Todo
le
vale,
lo
uno y lo contrario,
todo
mientras
no se cuestione
la
estructura
totalitaria
y patriarcal que
a
lo largo de la modernidad
han venido conformando
simbióticamente
las
instituciones
estatales y el
mercado capitalista.
-000-
La
mujer hacendosa y cariñosa hace tiempo que dejó de ser el ideal
femenino; hoy el modelo es la “busineswoman” postmoderna,
trabajadora de clase media, emprendedora y andrógina que practica
footing, generalmente soltera y sin hijos, adicta a los viajes
internacionales, a internet y a las redes sociales; si bien, junto a
ella pervive el modelo de “rubia idiota-mujer fatal” y, también,
todavía, pervive la figura del ama de casa autoinmolada en su
entrega a la casa y a los consiguientes cuidados familiares. Aquí
conviene recordar algo de historia, como que el reparto estricto de
funciones entre sexos apareció con la era moderna y que de ningún
modo podía ser igualitario; que siendo socialmente tan
indispensables las tareas asignadas a la mujeres como las referidas a
la producción de bienes (tradicionalmente asignadas al dominio
“masculino”), lo cierto es que las mujeres nunca se vieron
recompensadas por su participación en la reproducción social,
porque se les adjudicaba, entonces y ahora, todo aquello que no
puede ser expresado en términos monetarios y que, por tanto, carece
de valor desde el punto de vista capitalista. Hay que recordar que en
las sociedades precapitalistas, cuando el modo de producción no
excindía el ámbito familiar del productivo, la igualdad entre sexos
era condición normalizada; que la masiva incorporación de mujeres
(o de emigrantes, mujeres y hombres) al mercado laboral, coincide
casualmente con fases de freno o retroceso en la acumulación de capital,
impulsada por la intrínseca necesidad de rebajar los costes
salariales, bien para incrementar el beneficio, bien para compensar
los balances. Pero nunca sucedió por causa de un ideal de
emancipación humana, sino todo lo contrario.
Es
el sistema de producción capitalista y su modo de reproducción a
través de las instituciones estatales y de todo su despliegue
educativo-propagandístico, lo que ha producido la neurótica
excisión entre sexos que vivimos en esta postmodernidad que tanto se
parece a una fase terminal.
Hoy
es pensamiento mayoritario que “la modernidad” vino a atenuar la
dominación patriarcal, pero, muy al contrario, yo creo que la ha
intensificado mientras cambiaba de forma. El patriarcado tradicional
no es responsable de la actual excisión de sexos, ese patriarcado es
residual en la moderna y global sociedad capitalista de hoy, en la
que sólo tiene categoría de tal en poblaciones cuya integración no
se ha completado, como sucede en España, por ejemplo, en el
interior de la población gitana y en la de religión musulmana (uno
y tres millones, respectivamente). En la sociedad postmoderna, el
tradicional patriarcado masculino, de origen religioso, ha sido
sustituido por el tandem que forman capitalismo y estado.
-000-
Recientemente,
como dice Robert Kurz , “el management postmoderno ha
descubierto las virtudes de una supuesta “inteligencia
emocional”, como programa de coaching que saca a relucir
las ventajas de la “gestión emocional” en las empresas (1).
Ha descubierto la posibilidad de gestionar el estrés femenino con un
enfoque utilitarista, a favor de empresas “más humanas y
eficientes”, de tal modo que las emociones relegadas antíguamente
a la esfera privada están siendo recuperadas por el sistema
productivo capitalista, explotadas ahora como técnicas dirigidas al
éxito profesional. Si quieren hacer carrera profesional, las mujeres
deberán forzar hasta la exageración sus habilidades, fuerza y
temperamento. En esta situación de estrés y guerra económica
generalizada, el management emocional ha venido en su auxilio para
gestionar el estrés femenino en beneficio "común"
de las mujeres y de
la estrategia empresarial.
-000-
La
extrema derecha está en contra de la huelga feminista, dicen que “el
feminismo es una ideología comunista, propia de la extrema
izquierda”, no van más allá; su sistema de pensamiento es
visceral, más emocional que reflexivo, su burda ideología es
simplemente reaccionaria, nacionalista y anticomunista, no necesita
pensar más, ese fantasma es todo lo que necesitan como enemigo, como
bandera y como reclamo electoral. La derecha nacionalista, el PP, se
ha sumado a esa deriva de la extrema derecha visto el actual panorama
electoral, favorable al auge de la extrema derecha.
La
extrema izquierda también dice estar en contra del feminismo, afirma su
carácter reaccionario porque lo consideran una ideología
identitaria y propia de la pequeña burguesía, carente de toda
conciencia de clase (2). Piensan que la ideología de
clase no es identitaria, como sí lo son el feminismo o el
nacionalismo, siguen creyendo en una clase trabajadora ideal, como
clase universal originada en la lucha de clases; no se han enterado
que es precisamente la experiencia histórica de la lucha de clases
la que ha alejado a los trabajadores de su ideal de "clase universal", la que la ha desclasado hasta convertirla en masa de trabajadores subsidiaria del poder, aunque éste
tome la forma de vanguardia “revolucionaria”, con la promesa
contradictoria e imposible de un Estado emancipador. Lo hemos visto
en su propia praxis, allá donde fracasó (como en la URSS) y allá
donde triunfó (como en la República Popular de China). El marketing
capitalista lo sabe muy bien: el individuo-masa quiere dinero antes
que nada, adora el consumo y tiende a emular los hábitos de consumo
y el estilo de vida de la burguesía; su estatus deseado es el de la
pequeña burguesía, la clase media, esa es su máxima aspiración, toda su esperanza “de
clase”.
Y
en el centro está el establishment, la clase media trabajadora que
sustenta el orden social, el Gran Centro, reformista-liberal-socialdemócrata, el espacio por el que compiten los partidos PSOE y
Ciudadanos junto a una coalición Podemos/Confluencias/Izquierda Unida descolocada y decadente, ya en franca
retirada. Estos últimos se declaran patriotas-no nacionalistas y
feministas a tope, nacionalistas constitucionales, entre monárquicos
y republicanos...feminismo liberal dice Ciudadanos, feminismo
progresista dicen PSOE y Podemos.
Y
al margen estamos una minoría anónima e invisible, con otra
lógica bien distinta, que les sitúa a todos ellos en un mismo
bloque a pesar de su aparente incompatibilidad, que me parece tan
ficticia como la que existe entre Coca-Cola y Pepsi-Cola, obligadas
a escenificar una batalla, por la necesidad de salvar su
negocio/sistema común ( ¿la Cola?).
De ahí esta locura que me ha dado, esta manía de pensar por mí mismo en la necesidad de una revolución integral protagonizada por individuos autónomos, constituyentes de comunidades convivenciales y realmente democráticas, en una rebelión global y solidaria que tiene su principal estrategia en la desconexión. Desconexión de las estructuras estatales y capitalistas, dirigida a su disolución. Desconexión y construcción simultánea del orden social que habrá de superar al regimen totalitario dominante. Desconexión desde abajo, que empieza por cada individuo autónomo, constituyente de las comunidades locales en las que transcurren la mayor parte de las relaciones humanas sustantivas y donde tiene lugar la práctica totalidad del metabolismo esencial que nos une a la Tierra.
(1)
“Virtudes femeninas. Crisis del feminismo y management
postmoderno”, de Robert Kurz,
publicado en “Materiales por la emancipación”, ver en:
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2016/08/03/virtudes-femeninas-crisis-del-feminismo-y-management-postmoderno-robert-kurz/
(2)
“El 8 de Marzo y el feminismo”, publicado en Nuevo Curso, blog
marxista, ver en:
https://nuevocurso.org/el-8-de-marzo-y-el-feminismo/
1 comentario:
Es reconfortante leer a alguien con capacidad crítica y que se atreva a llevar la contraria al pensamiento unificado pretendidamente progresista ( que hace del feminismo causa y bandera interesada) pero que no hace sino distraernos del verdadero problema que es el capitalismo y su explotación constante. Ahora incluso fagocitando un movimiento en origen tan necesario y libertario como fue el feminismo.
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