lunes, 11 de marzo de 2019

CONTRA EL FEMINISMO Y CONTRA LOS QUE LO ATACAN


No basta compartir la causa igualitarista, ni estar radicalmente en contra de la violencia machista. Si alguien, hombre o mujer, critica la deriva del feminismo como ideología identitaria y estatalista, ello es inmediatamente equiparado con posiciones de extrema derecha y, llevado al extremo, equiparado con la posición de quienes niegan el holocausto judío. Este feminismo convertido en ideología estatal e identitaria, ya es dominante y está muy cerca de convertirse en asignatura obligatoria en todas las escuelas, públicas y privadas. Y creo no exagerar si digo que el paso siguiente podría ser que cualquier crítica al feminismo llegue a ser tipificada legalmente como delito de opinión.

El bombardeo mediático es contínuo y machacón. La realidad objetiva, no siendo menos tozuda, es invisibilizada, ocultada por la profusión e intensidad de las campañas de propaganda y el ruido mediático. La segregación de sexos está servida como reminiscencia fáctica del más rancio catolicismo, ahora blanqueado por este feminismo de clase media, patrocinado por el capitalismo y el estado. La huelga feminista tiene asegurado su éxito porque cuenta con el patrocinio de las instituciones del estado y de las corporaciones capitalistas, mediáticas, financieras, nacionales y multinacionales. Pero, ¿por qué podría interesar este apoyo al feminismo, tanto a ministerios como a empresas, a la Guardia Civil como al Corte Inglés,a la Iglesia Católica o al Partido Comunista?...¿podría ser que siendo el feminismo un movimiento transversal e igualitarista, estuviera contribuyendo con ello a tapar la desigualdad estructural, la que origina el sistema capitalista y su aparato estatal de control social?...sólo es un suponer.


En general, todo movimiento identitario es muy útil al fortaleciminto del orden social dominante, porque focaliza la atención de los individuos y las masas en motivaciones de naturaleza emocional y reaccionaria, que no precisan de reflexión personal ni de libertad de conciencia, basta seguir consignas generales y abstractas sobre libertades, derechos e igualdades, sobre sexualidad o patriotismo, dejando a salvo “lo más sagrado”, el orden social estatal-capitalista que no podría sustentarse sin la conformidad y sumisión de individuos en masa. Basta observar que hoy los dos movimientos en auge son el nacionalismo y el feminismo. Todo le vale, lo uno y lo contrario, todo mientras no se cuestione la estructura totalitaria y patriarcal que a lo largo de la modernidad han venido conformando simbióticamente las instituciones estatales y el mercado capitalista.

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La mujer hacendosa y cariñosa hace tiempo que dejó de ser el ideal femenino; hoy el modelo es la “busineswoman” postmoderna, trabajadora de clase media, emprendedora y andrógina que practica footing, generalmente soltera y sin hijos, adicta a los viajes internacionales, a internet y a las redes sociales; si bien, junto a ella pervive el modelo de “rubia idiota-mujer fatal” y, también, todavía, pervive la figura del ama de casa autoinmolada en su entrega a la casa y a los consiguientes cuidados familiares. Aquí conviene recordar algo de historia, como que el reparto estricto de funciones entre sexos apareció con la era moderna y que de ningún modo podía ser igualitario; que siendo socialmente tan indispensables las tareas asignadas a la mujeres como las referidas a la producción de bienes (tradicionalmente asignadas al dominio “masculino”), lo cierto es que las mujeres nunca se vieron recompensadas por su participación en la reproducción social, porque se les adjudicaba, entonces y ahora, todo aquello que no puede ser expresado en términos monetarios y que, por tanto, carece de valor desde el punto de vista capitalista. Hay que recordar que en las sociedades precapitalistas, cuando el modo de producción no excindía el ámbito familiar del productivo, la igualdad entre sexos era condición normalizada; que la masiva incorporación de mujeres (o de emigrantes, mujeres y hombres) al mercado laboral, coincide casualmente con fases de freno o retroceso en la acumulación de capital, impulsada por la intrínseca necesidad de rebajar los costes salariales, bien para incrementar el beneficio, bien para compensar los balances. Pero nunca sucedió por causa de un ideal de emancipación humana, sino todo lo contrario.
Es el sistema de producción capitalista y su modo de reproducción a través de las instituciones estatales y de todo su despliegue educativo-propagandístico, lo que ha producido la neurótica excisión entre sexos que vivimos en esta postmodernidad que tanto se parece a una fase terminal.

Hoy es pensamiento mayoritario que “la modernidad” vino a atenuar la dominación patriarcal, pero, muy al contrario, yo creo que la ha intensificado mientras cambiaba de forma. El patriarcado tradicional no es responsable de la actual excisión de sexos, ese patriarcado es residual en la moderna y global sociedad capitalista de hoy, en la que sólo tiene categoría de tal en poblaciones cuya integración no se ha completado, como sucede en España, por ejemplo, en el interior de la población gitana y en la de religión musulmana (uno y tres millones, respectivamente). En la sociedad postmoderna, el tradicional patriarcado masculino, de origen religioso, ha sido sustituido por el tandem que forman capitalismo y estado.

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Recientemente, como dice Robert Kurz , “el management postmoderno ha descubierto las virtudes de una supuesta “inteligencia emocional”, como programa de coaching que saca a relucir las ventajas de la “gestión emocional” en las empresas (1). Ha descubierto la posibilidad de gestionar el estrés femenino con un enfoque utilitarista, a favor de empresas “más humanas y eficientes”, de tal modo que las emociones relegadas antíguamente a la esfera privada están siendo recuperadas por el sistema productivo capitalista, explotadas ahora como técnicas dirigidas al éxito profesional. Si quieren hacer carrera profesional, las mujeres deberán forzar hasta la exageración sus habilidades, fuerza y temperamento. En esta situación de estrés y guerra económica generalizada, el management emocional ha venido en su auxilio para gestionar el estrés femenino en beneficio "común" de las mujeres y de la estrategia empresarial.

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La extrema derecha está en contra de la huelga feminista, dicen que “el feminismo es una ideología comunista, propia de la extrema izquierda”, no van más allá; su sistema de pensamiento es visceral, más emocional que reflexivo, su burda ideología es simplemente reaccionaria, nacionalista y anticomunista, no necesita pensar más, ese fantasma es todo lo que necesitan como enemigo, como bandera y como reclamo electoral. La derecha nacionalista, el PP, se ha sumado a esa deriva de la extrema derecha visto el actual panorama electoral, favorable al auge de la extrema derecha.
La extrema izquierda también dice estar en contra del feminismo, afirma su carácter reaccionario porque lo consideran una ideología identitaria y propia de la pequeña burguesía, carente de toda conciencia de clase (2). Piensan que la ideología de clase no es identitaria, como sí lo son el feminismo o el nacionalismo, siguen creyendo en una clase trabajadora ideal, como clase universal originada en la lucha de clases; no se han enterado que es precisamente la experiencia histórica de la lucha de clases la que ha alejado a los trabajadores de su  ideal de "clase universal", la que la ha desclasado hasta convertirla en masa de trabajadores subsidiaria del poder, aunque éste tome la forma de vanguardia “revolucionaria”, con la promesa contradictoria e imposible de un Estado emancipador. Lo hemos visto en su propia praxis, allá donde fracasó (como en la URSS) y allá donde triunfó (como en la República Popular de China). El marketing capitalista lo sabe muy bien: el individuo-masa quiere dinero antes que nada, adora el consumo y tiende a emular los hábitos de consumo y el estilo de vida de la burguesía; su estatus deseado es el de la pequeña burguesía, la clase media, esa es su máxima aspiración, toda su esperanza “de clase”.

Y en el centro está el establishment, la clase media trabajadora que sustenta el orden social, el Gran Centro, reformista-liberal-socialdemócrata, el espacio por el que compiten los partidos PSOE y Ciudadanos junto a una coalición  Podemos/Confluencias/Izquierda Unida descolocada y decadente, ya en franca retirada. Estos últimos se declaran patriotas-no nacionalistas y feministas a tope, nacionalistas constitucionales, entre monárquicos y republicanos...feminismo liberal dice Ciudadanos, feminismo progresista dicen PSOE y Podemos.

Y al margen estamos una minoría anónima e invisible, con otra lógica bien distinta, que les sitúa a todos ellos en un mismo bloque a pesar de su aparente incompatibilidad, que me parece tan ficticia como la que existe entre Coca-Cola y Pepsi-Cola, obligadas a escenificar una  batalla, por la necesidad de salvar su negocio/sistema común ( ¿la Cola?). 

De ahí esta locura que me ha dado, esta manía de pensar por mí mismo en la necesidad de una revolución integral protagonizada por individuos autónomos, constituyentes de comunidades convivenciales y realmente democráticas, en una rebelión global y solidaria que tiene su principal estrategia en la desconexión. Desconexión de las estructuras estatales y capitalistas, dirigida a su disolución. Desconexión y construcción simultánea del orden social que habrá de superar al regimen totalitario dominante. Desconexión desde abajo, que empieza por cada individuo autónomo, constituyente de las comunidades locales en las que transcurren la mayor parte de las relaciones humanas sustantivas y donde tiene lugar la práctica totalidad del metabolismo esencial que nos une a la Tierra.


(1) “Virtudes femeninas. Crisis del feminismo y management postmoderno”, de Robert Kurz,
publicado en “Materiales por la emancipación”, ver en:
https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2016/08/03/virtudes-femeninas-crisis-del-feminismo-y-management-postmoderno-robert-kurz/

(2) “El 8 de Marzo y el feminismo”, publicado en Nuevo Curso, blog marxista, ver en:
https://nuevocurso.org/el-8-de-marzo-y-el-feminismo/



1 comentario:

martinpescador dijo...

Es reconfortante leer a alguien con capacidad crítica y que se atreva a llevar la contraria al pensamiento unificado pretendidamente progresista ( que hace del feminismo causa y bandera interesada) pero que no hace sino distraernos del verdadero problema que es el capitalismo y su explotación constante. Ahora incluso fagocitando un movimiento en origen tan necesario y libertario como fue el feminismo.