La tesis de los cavadores (diggers). La contracultura de la década de 1960 era una piedra en un estanque con ondulaciones que se extendían hacia la sociedad en general. Los San Francisco Diggers, en el centro de esa ola, encarnaron los cambios culturales que aún se sienten y se ven hoy en todo el mundo. Filosofía de despedida. Cuando llegue el momento de dejar este mundo algún día, lo que puedes conservar es lo que regalaste. (Recogido en su web-archivo: http://www.diggers.org)
Escrito por Alice Gaillard y publicado por la editorial Pepitas de Calabaza, “Los Diggers, revolución y contracultura en San Francisco (1966-1968)” es un libro que recupera la historia de este movimiento social surgido en EEUU en los años previos al mayo del 68 francés, si bien estuvo inspirado en otro movimiento social muy anterior, originado en la Inglaterra de mediados del siglo XVII. Alice Gaillard es coautora, junto a Céline Deransart y Jean-Pierre Ziren, del documental Les Diggers de San Francisco, un trabajo cinematográfico que complementa a este libro. Con motivo de su realización, Gaillard se ha reencontrado, cuarenta años después, con la mayoría de los miembros originarios del grupo.
Me parece acertado y necesario actualizar la memoria de este movimiento social americano de los años sesenta, que tenía su semilla original en 1649, cuando fuera fundado por Gerrard Winstanley al finalizar la guerra civil inglesa, encabezando un transgresor grupo radical de campesinos cristianos que combatían desde dentro a la puritana sociedad inglesa. Constituían el ala izquierda de los demócratas levellers (niveladores) que también cuestionaron el derecho de propiedad privada. No deja de ser curioso que el movimiento social del mismo nombre, que resurgiera bajo su inspiración casi cuatrocientos años después, surgiera desde el interior de las comunidades hippies, también con la misma intención de subvertirlo.
Ya en 1648, Winstanley, autor de El Paraíso de los fieles había clamado contra la propiedad privada y
contra la desigualdad, que él consideraba su consecuencia inmediata:
"Mientras que los gobiernos sostengan que la tierra les pertenece, manteniendo el principio de la propiedad privada, de lo "mío" y lo "tuyo", jamás las gentes sencillas tendrán libertad… Así, algunos se elevan hasta el trono de la tiranía, mientras que otros son aplastados por el taburete de la miseria. Basta ya de encerrar y vallar todo lo que está sobre la tierra".
En esos años se publicaron muchos folletos que denunciaban lo mismo, apoyados en citas de la Biblia. Por ejemplo, en el titulado La luz que brilla se decía:
"Llorad, clamad pues, ricos. Dios vendrá a castigaros por toda vuestra opresión. Vivís del trabajo de otros hombres, pero no les dais más que salvado para comer, arrancando de vuestros hermanos alquileres e impuestos enormes. ¿Qué haréis, desde ahora? Pues el pueblo no estará ya sometido a vuestra esclavitud, ya que el conocimiento del Señor le iluminará".
Y en otro folleto se decía:
"Viven rodeados de riquezas, de honor, de placeres, del
clero, de hombres de leyes, de esposas, de niños y de todas las
formas culturales extrañas… No se atreven a vivir una vida de
amor universal".
«¿Por qué los hombres son tan locos que se destruyen entre
ellos? Sólo por mantener la propiedad civil, cargada de honores, de
poder y de riquezas. Ésta es la maldición bajo la cual gime toda la
Creación, en espera de la redención».
Según el parecer de quienes han estudiado a fondo la historia de los primitivos diggers ("cavadores" en castellano), la formulación más completa de su programa es la que se publicó en el libro de Pedro Chamberlen, en 1649, titulado Abogado del pobre. En este libro se proponía la nacionalización de los bienes de la Corona, del clero y de las empresas comerciales, cuyas tierras serían cultivadas por cooperativas, bajo el control del Estado; todo ello con el objetivo de "redimir a los pobres".
Cuando el movimiento estaba decayendo, en 1652, el mismo Winstanley publicó La Ley de la libertad,
con la esperanza de que Oliver Cromwell (*) aplicara sus ideas, inspiradas en
la Utopía de Tomás Moro; proponía un nuevo sistema económico para Inglaterra en el
que convivirían un sector privado y otro colectivo, bajo el control
del Estado y en el que cada persona aportaría el producto de su
trabajo a unos almacenes generales y de ellos sacaría lo que
necesitara, siguiendo el principio «a cada uno según sus
necesidades».
Hacia 1652 las colonias de los diggers fueron destruidas por los terratenientes locales, lo que significó su decadencia definitiva. Pero su huella no se perdió del todo, ya que a lo largo de los siglos XVII, XVIII, XIX y principios del XX, hubo municipios en América del Norte inspirados en las propuestas de los diggers y en la década de los sesenta, su organización en comunas agrarias, junto con su concepción comunal y espiritual influyeron de forma muy notable en la corriente más espiritualista del movimiento hippie, así como en otros movimientos sociales que propugnaban una vuelta al cristianismo primitivo.
Inspirados en aquellos
Diggers, el movimiento surgido en San Francisco fue una comunidad contracultural muy activa entre 1966 y 1968, que fueron convirtiéndose en icono de un fuerte proyecto
comunitario y ecologista a través de la puesta en marcha de
multitud de iniciativas enfocadas a la abolición del dinero, como
pudieron ser las Free Stores (tiendas gratis) donde podías coger una cosa y llevártela, o la
Free Food (comidas populares donde los diggers repartían alimentos a
quien los quisiera). Convirtieron su eslogan «¡todo es gratis porque es vuestro!» en todo un referente de
su filosofía. Su verbo fue
“to act” en el doble sentido de representar y actuar y su palabra
“free” como liberación de las ataduras civilizatorias (dinero,
drogas, etc). Con el paso de los años son toda una leyenda de la
historia contracultural de los Estados Unidos. Y es que en apenas
tres años de existencia fueron los instigadores, revulsivos y la
conciencia crítica del movimiento cultural hippie que por aquel
entonces sufría una fuerte crisis de identidad. Uno de sus actos que
más importancia tuvo fue la realización en 1967 de la ceremonia de
“la muerte del hippie”.
En la reseña del libro publicado en España, se dice:
"Si lo que fundamenta la humanidad es el intercambio, desmontar las bases del intercambio alienado (y alienante) será el punto de partida de la revolución por venir. En este sentido la experiencia Digger tiene mucho que aportar, dado que con su «¡Todo es gratis porque es vuestro!» pusieron en marcha, a través de multitud de iniciativas, la anulación del dinero. Convertidos en una leyenda con el paso de los años, los Diggers —que tomaron su nombre de un grupo de campesinos pobres ingleses del siglo XVII que se reapropiaron de tierras baldías con la idea de «que los ricos trabajen solos por su lado y que los pobres lo hagan juntos por el suyo»— fueron la sal arrojada a la herida hippie, en el momento que más sangraba, además de la mala conciencia de aquella comunidad que surgió en el barrio de Haight Ashbury (sf, California)".
[…] Septiembre de 1966, los Diggers de San Francisco entran en escena. Con su teatro de calle, se apropian del pequeño barrio de Haight Ashbury, transformando a la juventud allí reunida, gracias a la fuerza atractiva de sus actuaciones y al verbo contestatario de sus octavillas, en una multitud activa ganada para la subversión. Hippies porque viven entre los hippies, consumidores, como ellos, de drogas alucinógenas como vía de emancipación, los Diggers, camellos de «ácido social», escupen vitriolo sobre esta comunidad mitificada por los medios, maldiciendo su apoliticismo y el individualismo extático de su llamada revolución psicodélica. En su teatro, los Diggers invitan a «cualquier loco de la calle» a venir a tomar un estofado caliente, a liberar las mercancías en sus tiendas gratuitas, a celebrar la Muerte del Dinero, etc. El teatro de los Diggers borra las fronteras entre el arte y la vida, entre el espectador y el actor, entre lo público y lo privado. Socava la autoridad bajo todas sus formas, sabotea la «identidad mental institucionalizada y fija» de cada uno y combina, en una palabra única y mágica, Free, el rechazo a la sociedad consumista y los deseos de liberación personal. […]Y en un artículo titulado "Especial los Diggers, revolución y contracultura en San Francisco" de http://www.indienauta.com recojo ésto a propósito de la publicación del libro:
"Gaillard, que no esconde su entusiasmo en el repaso de ese espídico, convulso período de tiempo, expone con orden y claridad la sucesión de actuaciones reivindicativas, hechos, debates, confusiones, limitaciones y, finalmente, ocaso, que tuvieron a los Diggers como protagonistas. Apenas un puñado de diversas personalidades —los choques serán habituales—, mucho arrojo y vitalidad alineadas durante un breve espacio de tiempo. Hubo genuina audacia, radicalidad y osadía en sus planteamientos. Ya fuera decretando la «muerte del dinero», cuestionando cualquier planteamiento jerárquico-normativo —«Si alguien pide ver al director, respondedle que el director es él»—, aunque fuera a costa de enfrentarse tanto con las, a su juicio, derivas doctrinarias y estructuras cerradas de la Nueva Izquierda, como con la indolencia del hippismo y el movimiento psicodélico. Había que actuar, y el establecimiento de las «free shops» y, sobre todo, la red sostenible de «free food», son los mejores ejemplos de las efímeras victorias del legado Digger. Pasos decididos hacia la aspiración final: una Ciudad Libre. Pero lo más alucinante, al menos para un servidor, es que la lucha de los Diggers resulta TOTALMENTE válida hoy en día. Porque los hippies han dado paso a los hipsters, que han sustituido el LSD por el Whatsapp —más adictivo aún—. La ropa ahora es vintage y los festivales vienen patrocinados por cervezas. Las guerras vergonzantes no se han detenido precisamente. Igual que el racismo. Proliferan los presidentes absurdos y el fascismo parece campar a sus anchas… Y todo comandado por un neoliberalismo que, pese a sus sonados y recurrentes fracasos, continúa imponiéndose como el único mantra aceptable por las élites —y buena parte de la masa borreguil—. Sí, seguimos necesitando nuevos marcos de referencia. Sí, leer la historia de los Diggers cuarenta años después aturde, atrae e importa".
Y por último, me pareció interesante lo que decía Blai Dalmau Solé en el epílogo del libro "El Comú catalá" titulado "Recordando el espíritu de lo común con una balada":
"A pesar de que,
finalmente, los pueblos resistentes de toda Europa, al igual que los
Diggers, fueron arrebatados por el estatismo y el capitalismo, su
resistencia no ser, ni mucho menos, en vano: "nuestro espíritu
no podrán nunca desterrar" y "su sueño perduró ".
Efectivamente, el espíritu del común resistente a la modernidad
resuena cada vez más fuertemente hoy en día, inspirando y alentando
a muchos de los que buscamos alternativas realistas y deseables a la
Civilización moderna, una Civilización que ya ha mostrado
claramente que sufre de fallas múltiples y profundas y que sus
estructuras fundamentales están en decadencia y amenazan con
producir graves colapsos.
En este contexto, las
instituciones comunales y asamblearias, las costumbres fraternales y
convivenciales, la cultura popular y libre ... las cosas que
defendían, en buena medida, nuestros antepasados resistentes a la
modernidad se presentan como un faro que, plantado en el pasado, nos
ayuda a iluminar el presente y orientar mejor en la travesía hacia
el futuro. Este faro luminoso es de suma importancia para encarar
satisfactoriamente lo que, en mi opinión, es el gran reto del siglo
XXI, a saber: construir una nueva Civilización que, superando las
diversas fallas de la modernidad, pero también aprovechando los
avances y descubrimientos que en estos últimos siglos hemos logrado,
esté configurada realmente en favor de la Vida, es decir, una
Civilización en concordancia con los principios de Amor, Comunión,
Cooperación, Verdad y Autonomía".
El mundo se dio la vuelta, la Balada de los Diggers en catalán
"Para rememorar estos
hechos y recordar el espíritu de los vencidos, Leon Roselsson,
cantautor de canciones políticas radicales, compuso en 1975 la
balada "The world turned Upside down "(" El mundo se
giró "). Dedicada particularmente a la historia de los Diggers,
la balada evoca sin embargo el espíritu general y esencial de la
resistencia comunitaria y popular ocurrida en Europa frente a los
embates del capitalismo y el estatismo ... un espíritu que, hoy que
este sistema está en bancarrota, conviene, quizás más que nunca,
rememorar. Es por eso que Juan Pedregosa y yo hemos traducido y adaptado al
catalán dicha balada y la cantamos a menudo en los encuentros más
distendidas que hacemos con amigos y compañeros. Cuando David
Algarra me invitó a hacer una contribución para El Común Catalán,
pensé que resultaría apropiado aportar, como complemento artístico,
esta balada, ya que evoca de forma sintética y bonita los
principales sentimientos, ideales y experiencias de nuestros
antepasados que se dedicaron a construir y defender la forma de vida
del pueblo común, por el bien común y desde del sentido común.
Nuestra versión de "El
mundo se dio la vuelta" se puede escuchar y descargar por
Internet (www.elcomu.cat y www.blaidalmau.net) e invitamos a todos los que quieran a cantarla en veladas, fiestas
y conciertos". He aquí la letra tradicida al castellano:
Mil seiscientos cuarenta
y nueve,
en una colina agreste,
apareció el grupo de
los Diggers
haciendo sentir el
clamor de la gente.
Contra los
terratenientes
y sus leyes,
eran despojados
reclamando lo suyo.
En son de paz venimos
arar y sembrar,
a cultivar la tierra
comunal
para hacer crecer el
grano.
La tierra es dividida
pero la uniremos
y así volverá a ser
un tesoro común para
todos.
El pecado de la
propiedad
lo rechazamos:
nadie debe comerciar con
la tierra
lucrándose
privadamente.
Robando y asesinando
se la quedaron
y ahora levantan muros
contra nuestra voluntad.
Para atarnos de manos y
pies
ellos hacen las leyes;
el clero nos vende el
cielo
amenazándonos con el
infierno.
Pero no nos preocupamos:
su Dios sagrado
engorda los ricos
mientras los pobres
pasan hambre.
Espadas no nos hacen
falta,
trabajamos juntos;
no nos inclinamos ante
patrones
ni pagamos alquiler a
los señores.
Personas libres somos
a pesar de ser pobres.
Levantémonos Diggers,
levantémonos por la
gloria!
De los terratenientes,
las órdenes
llegaron:
enviaron a sus mercenarios
para ahogar aquel gran
clamor.
"Destrozar sus
hogares!"
"Quemad su trigo!"
los dispersaron
pero su sueño perduró.
Pobres, adelante;
ricos, tenga cuidado;
la tierra es un tesoro
para todos
no propiedad de ricos y
nobles.
Para todas todo
que todas somos uno.
Nuestro espíritu no
podrán nunca desterrar.
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