Desde
hace unos cuantos
años
sigo a “Contratiempo”, una revista de crítica y pensamiento, que
dirige
la
arquitecta
y escritora argentina
Zenda
Liendivit y
que tiene
su punto de mira en una
permanente
reflexión sobre la metrópolis contemporánea, la
ciudad-producto de
esta
neurótica época que denominamos
“modernidad”.
Curiosamente, me interesó
porque en ese momento de mi experiencia personal,
buscaba explicaciones a una ruralidad que yo
sentía
dañada y
necesitaba saber por qué ese “daño” me afectaba tánto, tan
vitalmente a mí, a
un urbanita nativo, nieto de campesinos inmigrantes, alguien
que
habiendo
cumplido el sueño de volver
a vivir
en el campo, sin
embargo lo
sentía “pesadamente”,
como
un deber de histórica restitución y hasta
de venganza...en
nombre de mis abuelos desterrados, contra la metrópolis que les
llevó al destierro.
Hoy
he seleccionado dos extractos de su último número publicado,
correspondiente a su segunda época, en el invierno argentino de
2018 y en este ibérico verano, que se acaban.
Las
fotografías son de Nahuel Track (Agencia Sinestesia) y los textos
pueden leerse completos en:
http://www.revistacontratiempo.com.ar/banquete_invierno.htm
TECNIFICACION
DE LA EXISTENCIA Y AUTONOMÍA DE LA TÉCNICA
Marco
Marian
En
1952, el filósofo francés Jacques Ellul, empezó a escribir La
technique ou l'enjeu du siécle que
terminó dos años más tarde. En principio el libro fue rechazado
por los editores, y no tuvo mucho éxito en
Europa. Más tarde la obra apareció en América
en 1962, doce años después de haber sido escrita, gracias a Aldous
Huxley. En sus páginas el autor analiza el
fenómeno técnico definiéndolo como el
factor determinante de la sociedad contemporánea.
A
seguir su primer obra, en 1977 y en 1988, Ellul escribe Le
systeme technicien y Le
bluff technologique. En esta trilogía
podemos encontrar las características fundamentales de la tecnología
que el autor llama con el nombre de Técnica. Sus antiguas
características han desaparecido para dar paso a otras nuevas.
Para
empezar, la técnica, como fenómeno y
sistema, niega cualquier otra dimensión externa a la suya, como
puede ser la de una realidad trascendente, inaccesible a la
experimentación y a la cuantificación. La existencia se convierte
en un nominalismo, en una obsesión por las cifras, por las
estadísticas, por una mejor capacidad de cuantificación.
La
técnica se convierte en autónoma respecto a la máquina; es esta
última que depende de la técnica, que al día de hoy asume la
totalidad de las actividades de la existencia y no solamente las
relacionadas con la producción. Sin embargo, la máquina es un
factor decisivo de la técnica, que tiende a mecanizar todo. Estos
dos elementos tienen una relación estrecha. La máquina ha creado un
medio inhumano y los seres viven en una atmósfera antihumana.
BANQUETES
DE FIN DE ÉPOCA
II
Lo
que aglutina el feminismo es odio, no de clase sino biológico. Ubica
a la condición de mujer, como si fuera un plus de la naturaleza, en
el centro de los reclamos, y deja a los que no son mujeres en una
situación por lo menos de desconfianza. Nada más útil este
enfrentamiento, que opera en base a sospechas y juicios. Ese otro
pasa a ser simplemente el que está al lado (y ahora, a decir verdad,
un poco aterrado). Por lo que tampoco puede oponerse. La mujer
feminista no está “empoderada”: está autovictimizada para
extraer de allí motivos de lucha. Una lucha que distrae la atención
de lo que realmente importa y que constituye la explotación de unos
en manos de otros. Relegada históricamente, se cobra revancha. Y con
esa actitud se afirma y supone que es la protagonista principal de
esta comedia de enredos. Todavía no cayó en la cuenta que no hay
revoluciones mundiales, patrocinadas por Hollywood y por medios
hegemónicos de países centrales; que su enemigo, o no existe o es
tan explotado y mercantilizado como ella misma. Y que el famoso
patriarcado es una entelequia lista para aglutinar voluntades a bajo
precio, domesticar cuerpos y sacarlos a la calle. Lo peor es que esas
multitudes, al no contar con una formación o discusión seria, al no
contar con verdaderas reivindicaciones (o estas ya fueron superadas,
o no es la calle el lugar para dirimirlas), al no saber muchas por
qué están allí (más allá de los eslóganes, la purpurina, la
coreografía un poco fascista de los pañuelos levantados todos al
mismo tiempo, como en el saludo de The Wall, y la ropa haciendo
juego) pueden manejar muy mal la frustración. El feminismo es el
movimiento más reaccionario que surgió en estas últimas épocas:
quiebra la posibilidad del diálogo con el otro, o lo otro, para
pensar estrategias de liberación verdaderas, contra enemigos reales,
no ficticios, y se asienta en aquel fundamentalismo biológico. El
feminismo actual es producto de una lenta e inexorable degradación
del pensamiento crítico. Encontró su germen en esta indigencia. Por
ello, la pertenencia es tan fomentada desde las dirigencias. Para que
esas mujeres sigan allí. Hagan ruido y lío. Y alimenten el festín
de ese neoliberalismo que debe respirar tranquilo frente a sus nuevos
frentes de batalla.
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