miércoles, 5 de septiembre de 2018

BANQUETES DE FIN DE ÈPOCA, TECNICA Y FEMINISMO


Desde hace unos cuantos años sigo a “Contratiempo”, una revista de crítica y pensamiento, que dirige la arquitecta y escritora argentina Zenda Liendivit y que tiene su punto de mira en una permanente reflexión sobre la metrópolis contemporánea, la ciudad-producto de esta neurótica época que denominamos “modernidad”. Curiosamente, me interesó porque en ese momento de mi experiencia personal, buscaba explicaciones a una ruralidad que yo sentía dañada y necesitaba saber por qué ese “daño” me afectaba tánto, tan vitalmente a mí, a un urbanita nativo, nieto de campesinos inmigrantes, alguien que habiendo cumplido el sueño de volver a vivir en el campo, sin embargo lo sentía “pesadamente”, como un deber de histórica restitución y hasta de venganza...en nombre de mis abuelos desterrados, contra la metrópolis que les llevó al destierro.
Hoy he seleccionado dos extractos de su último número publicado, correspondiente a su segunda época, en el invierno argentino de 2018 y en este ibérico verano, que se acaban.
Las fotografías son de Nahuel Track (Agencia Sinestesia) y los textos pueden leerse completos en:
http://www.revistacontratiempo.com.ar/banquete_invierno.htm


 


  
TECNIFICACION DE LA EXISTENCIA Y AUTONOMÍA DE LA TÉCNICA
Marco Marian
En 1952, el filósofo francés Jacques Ellul, empezó a escribir La technique ou l'enjeu du siécle que terminó dos años más tarde. En principio el libro fue rechazado por los editores, y no tuvo mucho éxito en Europa. Más tarde la obra apareció en América en 1962, doce años después de haber sido escrita, gracias a Aldous Huxley. En sus páginas el autor analiza el fenómeno técnico definiéndolo como el factor determinante de la sociedad contemporánea.
A seguir su primer obra, en 1977 y en 1988, Ellul escribe Le systeme technicien y Le bluff technologique. En esta trilogía podemos encontrar las características fundamentales de la tecnología que el autor llama con el nombre de Técnica. Sus antiguas características han desaparecido para dar paso a otras nuevas.
Para empezar, la técnica, como fenómeno y sistema, niega cualquier otra dimensión externa a la suya, como puede ser la de una realidad trascendente, inaccesible a la experimentación y a la cuantificación. La existencia se convierte en un nominalismo, en una obsesión por las cifras, por las estadísticas, por una mejor capacidad de cuantificación.
La técnica se convierte en autónoma respecto a la máquina; es esta última que depende de la técnica, que al día de hoy asume la totalidad de las actividades de la existencia y no solamente las relacionadas con la producción. Sin embargo, la máquina es un factor decisivo de la técnica, que tiende a mecanizar todo. Estos dos elementos tienen una relación estrecha. La máquina ha creado un medio inhumano y los seres viven en una atmósfera antihumana. 


 
BANQUETES DE FIN DE ÉPOCA
II
Lo que aglutina el feminismo es odio, no de clase sino biológico. Ubica a la condición de mujer, como si fuera un plus de la naturaleza, en el centro de los reclamos, y deja a los que no son mujeres en una situación por lo menos de desconfianza. Nada más útil este enfrentamiento, que opera en base a sospechas y juicios. Ese otro pasa a ser simplemente el que está al lado (y ahora, a decir verdad, un poco aterrado). Por lo que tampoco puede oponerse. La mujer feminista no está “empoderada”: está autovictimizada para extraer de allí motivos de lucha. Una lucha que distrae la atención de lo que realmente importa y que constituye la explotación de unos en manos de otros. Relegada históricamente, se cobra revancha. Y con esa actitud se afirma y supone que es la protagonista principal de esta comedia de enredos. Todavía no cayó en la cuenta que no hay revoluciones mundiales, patrocinadas por Hollywood y por medios hegemónicos de países centrales; que su enemigo, o no existe o es tan explotado y mercantilizado como ella misma. Y que el famoso patriarcado es una entelequia lista para aglutinar voluntades a bajo precio, domesticar cuerpos y sacarlos a la calle. Lo peor es que esas multitudes, al no contar con una formación o discusión seria, al no contar con verdaderas reivindicaciones (o estas ya fueron superadas, o no es la calle el lugar para dirimirlas), al no saber muchas por qué están allí (más allá de los eslóganes, la purpurina, la coreografía un poco fascista de los pañuelos levantados todos al mismo tiempo, como en el saludo de The Wall, y la ropa haciendo juego) pueden manejar muy mal la frustración. El feminismo es el movimiento más reaccionario que surgió en estas últimas épocas: quiebra la posibilidad del diálogo con el otro, o lo otro, para pensar estrategias de liberación verdaderas, contra enemigos reales, no ficticios, y se asienta en aquel fundamentalismo biológico. El feminismo actual es producto de una lenta e inexorable degradación del pensamiento crítico. Encontró su germen en esta indigencia. Por ello, la pertenencia es tan fomentada desde las dirigencias. Para que esas mujeres sigan allí. Hagan ruido y lío. Y alimenten el festín de ese neoliberalismo que debe respirar tranquilo frente a sus nuevos frentes de batalla.

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