El
tránsito hacia la emancipación es un camino integral,
simultáneamente individual, social, ético, económico, político y ecológico, necesariamente revolucionario,
que no pasa cada cuatro años por las urnas, sino por construir la
autonomía cada día, contra toda dependencia y subordinación, hasta
superar la hegemonía del estado de dominación en que vivimos,
disolviendo sus instituciones (Propiedad, Mercado y Estado),
reintegrándonos en la naturaleza de la que somos parte, restaurando
la dignidad humana y la vida comunitaria como verdadera democracia de
iguales.
El
verdadero conflicto se sustancia hoy en dos frentes de fuerzas
contrarias e irreconciliables, emancipación (autonomía) contra
dominación (dependencia). Quien apoya a las fuerzas de la dominación
es su cómplice, está impidiendo -consciente o inconscientemente- la
revolución integral que es necesaria para avanzar hacia la
emancipación.
Pensamos
que, de por sí, el comportamiento humano no es fiable y que no lo es
por naturaleza, sea cual sea el sistema que organiza nuestras vidas.
Pensamos que la realidad social es un suceso natural, algo que sucede
inevitablemente, como la fotosíntesis o la erupción de un volcán.
Este es el pensamiento hegemónico, un pensamiento básicamente reaccionario, un
error fatal. Todavía no hemos llegado siquiera a imaginar que esa
realidad, como el propio proyecto de la vida humana, es algo que se
construye, que no tiene por qué estar predeterminado ni obedecer
leyes inexorables, como la matemática celeste que rige la órbita de
los planetas alrededor del sol. Todavía estamos lejos de imaginar
siquiera la revolución personal y social que es necesaria para
acabar con este pensamiento autodestructivo, que vela nuestra
comprensión de la realidad.
Tenemos
mala memoria, nos han enseñado a olvidar la historia y a despreciar
nuestra experiencia personal
e histórica. Nuestros
educadores quieren hacernos creer que nunca hubo un tiempo mejor que
el presente, otro
error fatal, que nos impide conocer
y aprender del pasado, que
ni siquiera nos sirve
para hallar consuelo a los males del
presente.
Partimos de un mal planteamiento, que acaba distorsionando toda
nuestra percepción de la realidad al modo que lo hace un narcótico
adictivo. Ya sólo pensamos aquello que nos han enseñado y lo
hacemos al modo y dictado de nuestros educadores. Cabe abrigar dudas
acerca de si en alguna época del pasado lo hicimos libremente, pero
lo cierto es que, en todo caso, hoy ya no pensamos por nosotros
mismos. Así, la realidad resultante es obra de pensamiento y
proyecto ajeno, sin que nosotros acabemos de verlo y, en
consecuencia, de creerlo.
Hemos
evolucionado malamente, somos seres amaestrados y dependientes,
incapaces de pensar y actuar con autonomía. No es de extrañar que
sigamos una estrategia vital
tan
desorientada y ajena,
fundada en el azar y en una
suerte de vida
que no nos es propia.
Seguimos
una
estrategia impuesta, un camino unívoco hacia
ninguna parte. Viajamos
del presente Estado
de dominación
hacia un futuro Estado
de desintegración...no
es un eslogan antisistema, es una constatación fundada en
señales evidentes y alarmantes. Fuere
cual fuere
nuestro
pasado histórico,
lo que queda de nosotros es
un despojo, un individuo
incapacitado para pensar y actuar por sí mismo, absolutamente
supeditada la
existencia a su
condición de objeto, un ser
subordinado
y dependiente, un
individuo aislado y
fragmentado, anulado para vivir en comunidad, un individuo que vive
en contra de su propia
naturaleza, un individuo
cuya vida no le es propia,
es carente
de sentido, está reducida
a su mínima expresión animal, a
subsistir como sea y a cualquier precio.
La realidad es diseñada sobre un dilema de falsas oposiciones:
izquierdas/derechas, occidente cristiano/oriente musulmán,
España/Cataluña, campo/ciudad, hombre/mujer, ciencia/religión,
público/privado, etc. Pero el verdadero dilema civilizatorio, la verdadera y oculta
confrontación no se dirime entre los fragmentos de una realidad
impuesta, sino en términos de
dominación/emancipación.
Lo digo a quienes piensan
votar en las próximas elecciones, votar no es un acto inocente, debéis ateneros a las consecuencias, más todavía si sospecháis que el resultado está previamente diseñado y amañado. Tras pensar bien vuestro voto, no en términos de
derechas/izquierdas, sino de dominación/emancipación, os propongo un sencillo
experimento: dibujemos dos columnas -fuerzas de la
dominación y fuerzas de la emancipación- a continuación, en cada
una de ellas, situemos a los partidos que se presentan a las
elecciones; luego, cada cual ha de elegir una de las dos columnas...no
quiero engañaros, este ejercicio tan simple puede cambiaros la vida. Lo digo por experiencia propia y por eso aviso: corréis el riesgo de
que se os pasen las ganas de votar.
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