Atenas, cambio de guardia |
El
capitalismo internacional no puede estar más satisfecho: la idea de
que no hay alternativas se puede asentar todavía más en la
población europea y mundial. ¿Qué mejor prueba que un gobierno de
la izquierda radical practicando el neoliberalismo, aunque
suavizándolo un poco? Para hacer este viaje mejor hubiera sido no
hacer ninguno. Esta derrota de Syriza le puede costar muy cara al
pueblo europeo, empezando por el griego”.
En
Grecia se ha demostrado, una vez más, la inutilidad de la vía
electoral en caso de que se tenga la finalidad de acabar con el
sistema de dominación vigente y no una mera renovación de las
élites que, como viene sucediendo, a lo más que aspiran es a
efectuar un maquillaje formal del sistema, una imagen más atractiva a las masas de votantes. Con ello, contribuyen eficazmente a
consolidar el orden sistémico del que la izquierda política, ya
definitivamente, forma parte.
Esa
izquierda no aprende, ni quiere ni puede aprender. Syriza es el último
ejemplo de una trayectoria histórica condenada a la deriva perpetua.
A la vanguardia de los movimientos y partidos de la izquierda
europea, ha vuelto a demostrar que llegar al gobierno vale de poco
cuando el poder tiene su fortaleza en otro sitio que no es
el gobierno... en un lugar que, sin embargo, es bien conocido y
controlado por la competencia neoliberal : en el
cerebro de los que votan.
Cada
victoria electoral de esta izquierda acaba siendo una encerrona sin
salida, un viaje predestinado al descarrilamiento, que sitúa a los
viajeros cada vez más lejos del destino que pretendían. Lo hemos
podido comprobar durante la llamada “transición española a la
democracia”, en la que la izquierda puso en marcha las políticas
cautivas del “estado de bienestar”, su mejor contribución a la
renovación y consolidación del sistema de dominación.
En
circunstancias muy distintas, lo estamos viendo ahora en Grecia de
modo palpable. Cualquiera de los caminos posibles que hubiera seguido
la izquierda griega gobernante hubiera sido malo para el pueblo
griego. De ser consecuentes con el resultado del referendum, de
enfrentarse al sistema, el cerco y acoso a la economía griega
hubiera sido insoportable para la depauperada mayoría social de
Grecia, una mayoría que votó a Syriza a cambio de un estado de
bienestar que Syriza no le puede dar sin el consentimiento de los
titulares y propietarios del Estado y del Bienestar...y, con la
soberanía secuestrada de por vida, la democracia no puede acabar en
otra cosa que no sea una tragicomedia a la griega.
Pensaron y optaron
por la vía única, “para salvar al pueblo del desastre”, según ha justificado Txipras, el jefe del gobierno de la izquierda. Pero
el sistema en su conjunto, izquierda y derecha, hoy
no puede ofrecer al pueblo griego un estado de bienestar que no sea una
quimera, en un momento histórico en que el capitalismo se halla
sumido en una de sus crisis financieras más graves, necesitado de
tiempo para la recuperación de la tasa de ganancia y del
crecimiento perdidos, sin los que la acumulación de capital -su
razón de ser- le resulta sencillamente imposible si no es a costa de su propia existencia.
Porque el estado de
bienestar hoy sólo es viable en su microversión de beneficiencia
estatal. Porque en su versión completa sólo existe como ensoñación
consumista, sólo en el adicto cerebro de los votantes. Ahí es
donde se localiza el verdadero poder del sistema, donde germina la
sumisión al Estado, donde florece el fascismo y se reproduce la religión
capitalista, donde se pierde cada día la batalla por la
emanicipación.
Hoy,
así, no es posible otra cosa, donde quiera que se sitúe Syriza...
tanto si gobierna como si no. Las opciones reales ofrecidas al pueblo
griego se reducían a elegir entre el seguro “desastre” al que
conducía el NO y el no menos seguro “desastre” al que conduce
el SÍ.
Txipras
ha hecho un malabarismo fatuo durante varios meses de entretenida,
falsa e inútil negociación. Luego montó un referendum exprés con
el que escenificó perfectamente las irresolubles contradicciones de
la izquierda sistémica a la que representa: NO pero SÍ al sistema,
evitar el desastre y abrazarlo al mismo tiempo. Con ello ha prestado
un impagable servicio a la Troika y al sistema neoliberal, ha dejado
muy claro el mensaje de que “no hay otra alternativa”, que nada se puede hacer
al margen del sistema neoliberal, que nada sobrevive a la intemperie,
ningún pueblo libre y soberano...nada afuera ni en contra, sólo el
sueño de una existencia zoológica, sumisa y feliz es posible,
siempre SÍ o Sí, “democráticamente”.
Este
es el paisaje de la batalla en nuestro tiempo...el que se divisa
desde la intemperie, donde cuatro gatos del pueblo observan
expectantes mientras idean y preparan el próximo ataque.
2 comentarios:
Y sin embargo el hecho cierto es que estamos aqui por haber sobrevivido a la intemperie
La jugada puede salirle mal a los estafadores de cerebros pues se quitan definitivamente la careta y ello siempre supone un riesgo
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