Apenas tenemos noticias del Kurdistán, el territorio atravesado por los ríos
Tigris y Eufrates, la Mesopotamia, cuna de civilizaciones, territorio fértil
como ninguno, cuyo nombre es hoy ocultado y borrado del mapa. Un territorio
ocupado desde hace muchos siglos por el pueblo kurdo, por 40 millones de habitantes
ignorados hoy por los medios de comunicación de Oriente y Occidente, un silencio
que tiene origen simple: el abundante petróleo allí existente. La llamada “comunidad
internacional” repartió ese territorio en cuatro países: Turquía (190.000 km2),
Irán ( 125.000 km2), Irak ( 65.000 km2) y Siria (12.000 km2). Está en el
corazón geográfico de Oriente Medio, en el ojo del huracán, en medio del
tablero de ajedrez en el que todo el mundo sabe que se juega la gran partida
geopolítica-militar de nuestro tiempo. Muchos de sus habitantes fueron forzados
al exilio, sólo en Alemania viven un millón de kurdos.
Desde hace décadas, el pueblo kurdo vive en contínua sublevación,
en un intento de autodeterminación aparentemente imposible, en permanente confrontación
con cuatro estados diferentes. El aglutinante de ese movimiento popular fue el
partido de los trabajadores kurdos (PKK), fundado en 1978, entre otros, por el
que hoy es considerado como líder e ideólogo del movimiento, Abdullah Öcalan.
Con la colaboración de la CIA y el Mossad, los servicios secretos de Turquía
detuvieron a Öcalan en Kenia, en 1998, y le condenaron a muerte; posteriormente esta pena le
fue conmutada por la de cadena perpetua y actualmente sigue preso en la
isla-cárcel de Imrali (Turquía).
En su origen, el PKK abordó su lucha de autodeterminación desde
una visión marxista-leninista, que pretendía la creación de un nuevo Estado.
Con el paso del tiempo esa perspectiva se ha ido modificando a raíz de la
propia experiencia del movimiento, abocado a una guerra de antemano perdida y
su enfoque actual es bien distinto. Ellos lo llaman “confederalismo
democrático”, una propuesta de radical transformación de la sociedad kurda,
organizada como nación sin estado. Öcalan, intelectualmente influenciado por el
sociólogo Immanuel Wallerstein y por el pensamiento libertario de Murray Bookchin, piensa hoy que su propuesta interesa
también al resto de pueblos del mundo que buscan hoy liberarse de la pesadilla
estatal-capitalista.
En partes bien lejanas del mundo, vemos como otros movimientos
rebeldes buscan su propia vía de liberación, en circunstancias completamente
diferentes, pero que tienen en común una componente libertaria, que enfatiza el
ideal del autogobierno de la sociedad (que no es otra cosa que la democracia), por encima del fracasado
objetivo de apropiarse del Estado, identificado éste, por fin, como un mal en sí mismo, subsistema integrado
en el organigrama y la estrategia global del sistema capitalista. No obstante,
la mayoría de la izquierda mundial sigue obcecada en el viejo y frustrado sueño
de la revolución concebida como “asalto al Palacio de Invierno”. Sabemos que
toda esa izquierda mayoritaria, de tradición marxista-leninista, extremadamente debilitada, está hoy
sumida en una profunda reflexión, lamiéndose las heridas de su continuada
derrota, y que de esa reflexión surge de vez en cuando una evolución en su diagnóstico de la realidad, una esperanza que nos
aproxima a la revolución integral que hoy toca. Cuando alcancen a comprender el
alcance civilizatorio de esa revolución, sabrán que ya ha comenzado, que no se
trata de un suceso concreto -ni electoral, ni militar- sino de un proceso permanente de renovación del ser
humano y de la sociedad hacia su emancipación y autonomía, que incluye
necesariamente la radical confrontación con el sistema estatal-capitalista, no
para arreglarlo, sino para lograr su erradicación definitiva.
La izquierda kurda ya hizo esa reflexión y modificó acertadamente
su pensamiento y estrategia (en los próximos años veremos si las actuales
negociaciones con el Estado turco no les desvían de su actual estrategia política hacia
el autogobierno comunal y confederal). Es cierto que vemos importantes carencias
en su pensamiento, excesivamente politicista, nacionalista y economicista, pero
no dejamos de reconocer en ello una aproximación a la idea de revolución
integral. Por eso, nos puede resultar
interesante seguir hoy la evolución del conflicto kurdo, como de otros
movimientos con esa misma componente libertaria –como el movimiento zapatista o
el comunalismo venezolano-, procurando tender puentes de acercamiento y
confluencia hacia la estrategia de revolución integral.
Cuando
aquí y ahora el estado español está desviando el debate político hacia el que llaman “problema catalán”, cuando las élites dirigentes de Cataluña
–incluida la izquierda estatista- están “comiéndole el coco” al pueblo catalán
con el proyecto perverso y regresivo de crear un Estado propio -tan ajeno a la
soberanía del pueblo como el Estado español-, parece oportuno recordar la idea
kurda de una nación sin estado, ni propio ni ajeno. Ningún Estado. Como ellos mismos afirman,
su experiencia histórica y su crítica al estado-nación les
ha llevado a “interpretar el derecho de los pueblos a su autodeterminación como
la base para el establecimiento de una democracia de base,
sin necesidad de buscar nuevas fronteras políticas”.
Notas:
-Para conocer la propuesta kurda de Confederalismo Democrático,
descargar AQUÍ el libro de Abdullah
Öcalan.
-Para conocer más sobre el movimiento kurdo de liberación, ir a la
web Solidaridad Kurdistán
1 comentario:
Y cada pueblo mantiene su esencia según su lengua... que sean las lenguas identificadas con el alma de los pueblos y preservadas y evolucionadas en el tiempo según el genio de los que comparten un mismo vehículo de comunicación!
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