lunes, 12 de agosto de 2013

LA ANTIGUA Y UNIVERSAL IDEA DE LA REVOLUCIÓN



Hace unos días leí en el blog de mi amiga Ane (“musgo de estrellas”) un texto dedicado al hexagrama 49 del “libro de las mutaciones” (I Ching), que versa sobre la revolución y  que logró interrogarme sobre mi propia idea de revolución integral.
Me inquieta, de alguna manera, el hecho constatado a partir de mi propia experiencia, de que cuando hurgo en lo que pasa a mi alrededor y en la conciencia que de ello se deriva, cuando aparece lo que creo una nueva idea, no tardo en descubrir que alguien ya la pensó mucho antes que yo; sin tratarse de la misma experiencia histórica, cosa imposible, parece que sí lo es el estado de conciencia que conduce a esa idea, en este caso acerca de la revolución necesaria: ¡una conciencia que nos es común a personas desaparecidas hace miles de años y a personas que vivimos en la actualidad, en lugares y tiempos tan remotos y diferentes!, en una sucesión de ocasiones cíclicas, como si de las estaciones del año se tratara. Esto me lleva a pensar que entre esas personas y yo hay mucho más en común de lo que pudiera parecer a primera vista aunque, como en el caso del hexagrama 49, sean personas que vivieron en China hace más de tres mil años. Dice Ane:

49.-Ko (La Revolución). Los cambios son ahora posibles.


Un tiempo que anuncia cambios. Sin embargo el cambio primero se debe fomentar en uno mismo, mediante la modificación, mejoramiento y renovación del carácter y las circunstancias.

Este tiempo de cambios no es tan sólo para uno mismo, debe ser por el bien de todos, incluido uno mismo. Cuando nuestra independencia interior es tal que los acontecimientos no nos inquietan por muy adversos o beneficiosos que sean, adquirimos la confianza necesaria para lograr los objetivos. Cuando hemos podido mantener el equilibrio durante momentos de tensión o situaciones delicadas, se manifiesta una revolución: aparece la fe. No es posible crear algo nuevo sin fe. No es posible crear sin creer.

Recibir este hexagrama quiere decir que aunque nuestra preparación para la revolución tiene lugar en el plano inconsciente, la revolución misma requiere dar un paso consciente. Ahora necesitamos asegurarnos de que nuestros motivos son correctos y necesarios, en armonía con el tiempo propio y el Tiempo, para que se manifieste lo que es universalmente justo. La victoria está asegurada por el poder de la verdad interior. Sólo necesitamos esperar activamente”.





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