Hace
unos días leí en el blog de mi amiga Ane (“musgo de estrellas”) un texto
dedicado al hexagrama 49 del “libro de las mutaciones” (I Ching), que versa
sobre la revolución y que logró
interrogarme sobre mi propia idea de revolución integral.
Me
inquieta, de alguna manera, el hecho constatado a partir de mi propia
experiencia, de que cuando hurgo en lo que pasa a mi alrededor y en la
conciencia que de ello se deriva, cuando aparece lo que creo una nueva idea, no
tardo en descubrir que alguien ya la pensó mucho antes que yo; sin tratarse de la
misma experiencia histórica, cosa imposible, parece que sí lo es el estado de
conciencia que conduce a esa idea, en este caso acerca de la revolución
necesaria: ¡una conciencia que nos es común a personas desaparecidas hace miles
de años y a personas que vivimos en la actualidad, en lugares y tiempos tan remotos
y diferentes!, en una sucesión de ocasiones cíclicas, como si de las estaciones del
año se tratara. Esto me lleva a pensar que entre esas personas y yo hay mucho más en común
de lo que pudiera parecer a primera vista aunque, como en el caso del hexagrama
49, sean personas que vivieron en China hace más de tres mil años. Dice Ane:
49.-Ko
(La Revolución). Los cambios son ahora posibles.
“Un
tiempo que anuncia cambios. Sin embargo el cambio primero se debe fomentar en
uno mismo, mediante la modificación, mejoramiento y renovación del carácter y
las circunstancias.
Este
tiempo de cambios no es tan sólo para uno mismo, debe ser por el bien de todos, incluido uno mismo. Cuando nuestra
independencia interior es tal que los acontecimientos no nos inquietan por muy
adversos o beneficiosos que sean, adquirimos la confianza necesaria para lograr
los objetivos. Cuando hemos podido mantener el equilibrio durante momentos de
tensión o situaciones delicadas, se manifiesta una revolución: aparece la
fe. No es posible crear algo nuevo sin fe. No es posible crear sin creer.
Recibir
este hexagrama quiere decir que aunque nuestra preparación para la revolución
tiene lugar en el plano inconsciente, la revolución misma requiere dar un paso
consciente. Ahora necesitamos asegurarnos de que nuestros motivos son correctos
y necesarios, en armonía con el tiempo propio y el Tiempo, para que se
manifieste lo que es universalmente justo. La victoria está asegurada por el
poder de la verdad interior. Sólo necesitamos esperar activamente”.
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