“El pueblo que ha perdido su
capacidad para producir su propio alimento tiene, tarde o temprano, que poner
la rodilla en tierra” (campesino colombiano).
Hace
unos días fui invitado en Aguilar de Campoo para intervenir en un encuentro de
juventudes comunistas, en el que se me pedía que hablara de mi experiencia como
activista del 15M local, junto a otras
personas vinculadas a diferentes movimientos sociales que actúan en el
territorio. El debate no llegó a producirse porque no se habían presentado
ninguno de los otros intervinientes invitados y, además, porque durante la
comida se produjo una desbandada de los participantes en el encuentro, urgidos
por emprender el viaje de regreso a sus ciudades de origen, tras la resaca de
la noche anterior. No obstante, me incorporé a la comida campestre allí
organizada y durante la misma mantuve una corta conversación con uno de
aquellos jóvenes militantes, inmigrante de origen colombiano. Le pregunté por
su visión del futuro político de Colombia y me decía que el futuro de su país acabará
tomando la misma dirección de los gobiernos de izquierda que están surgiendo en
Latinoamérica, en lo que se ha autodenominado -ésto lo digo yo- como “revolución”
bolivariana. En ese momento me vino a la memoria el contenido de un vídeo visto
por la mañana, gracias a la referencia proporcionada por Juan Pablo Basanta,
ingeniero agrícola y emigrante español que vive en Chile. El video se titula “Senderos de autonomía” y recomiendo
verlo.
En
contraste con la espesez explicativa de aquel joven comunista, de procedencia
urbana y estudiante universitario, me había impresionado la claridad de ideas
transmitida en ese vídeo por los campesinos que en él aparecen, en el que
explican su firme voluntad por construir su proyecto de autonomía personal y
comunitaria, desafiando el poder de los terratenientes y del propio Estado. En
su aparente pobreza de medios, causa admiración la calidad de las personas que
se aprecia en la forma de explicar su propio y rico proceso, tan político como
vital. Compárese con la miseria intelectual de cualquiera de los actuales
agricultores españoles o europeos, incluidos sus dirigentes sindicales, cuya
toda existencia y discurso giran en torno a las subvenciones del Estado y de la UE.
Hace
unos años pude comprobar personalmente ésto mismo en dos viajes a Brasil, que realicé en el
contexto de unos encuentros de intercambio de experiencias, junto a otros
agentes de desarrollo rural, con campesinos del estado federal de Minas Gerais,
al norte de Porto Alegre. Se trataba de colonos descendientes de europeos, que
allí están desarrollando una forma de vida autónoma, fundamentada en prácticas
de permacultura, con una organización cooperativa y comunitaria que
progresivamente va fortaleciéndose con la propia experiencia. Ibamos allí para
explicarles el modelo de desarrollo rural europeo y nos encontramos con gente que tenía ideas y prácticas mucho más avanzadas que las nuestras. La mayoría de los
campesinos con los que estuvimos eran gente comprometida con la idea de autonomía
personal y comunitaria, que transmitían en su conversación una sólida cultura
popular que les permitía explicarse con claridad y sinceridad, entre las que no
aparecía la palabra subvención, a diferencia con los agricultores españoles y
europeos, a los que se les ha acostumbrado a depender totalmente de las ayudas
estatales y europeas y que, por tanto, utilizan la palabra subvención en cada
frase que pronuncian.
Aquel
joven comunista venía a decirme que en su país, Colombia, como en toda
Sudamérica, el futuro político será decidido por las poblaciones urbanas, ya
que el campesinado es cada vez más minoritario y políticamente marginal, según
pude deducir de sus palabras. Con pena por la suspensión del programado debate
y por no poder alargar la conversación, continuamente me venía a la memoria mi
recuerdo directo de los campesinos brasileiros junto al de los colombianos que
protagonizan el video visto por la mañana. Me temo que la “revolución” bolivariana concluya en estados
oligárquicos y populistas de izquierdas, que aborten el emergente proyecto democrático, de autonomía
política y vital, de aquellos campesinos. Todo cuanto veo al respecto apunta hacia
la derrota, a un nuevo fraude de “revolución”. No obstante, fio mi esperanza al compromiso
vital de aquellos campesinos con la autonomía, a su capacidad de resistencia frente al dominio estatalcapitalista, aunque éste se
vista con la falsa seda del populismo
estatalista, en su versión bolivariana. Ellos son senderos de autonomía.
3 comentarios:
¡Qué difícil resulta a los europeos comprender la realidad de Nuestra América!
Las milicias campesinas en Venezuela:
http://www.noticias24.com/actualidad/noticia/144419/en-imagenes-las-milicias-campesinas-con-fusiles-al-hombro-en-el-calvario/
Campesinos colombianos piden a Venezuela instalar campamento humanitario:
http://dev.notitarde.com/Pais/Campesinos-colombianos-piden-a-Maduro-refugio-en-Venezuela/2013/07/22/216759
Ojalá esta info sirva para comprender ´alguito´.
Saludos.
Efectivamente, TNA, las fotos de las milicias venezolanas, armadas por el estado oligárquico, me ayudan a comprender mejor aquella realidad. ¡Claro que la realidad europea es diferente a la sudamericana!, lo que no cambia es la cuestión de fondo, que es universal: la necesidad de emancipación y autonomía, tanto individual como colectiva, del ser humano. Aquí impedida por estados oligárquicos y allí también. Aquí como allí la democracia es, todavía, un proyecto de futuro, que comienza por comprender la razón de todas las derrotas anteriores.
¡Salud!
Efectivamente ¡qué difícil es entender para los europeos la realidad de Nuestra América!
Lamento mucho no haberte podido ayudar a comprender aunque sea alguito: la cuestión de fondo no la juzgarás vos, al menos no en Nuestra América, con pueblos que tienen una "relación constitutiva" con la democracia, ¿o acaso creés que la inventaron los griegos?
Saludos.
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