Günter Anders |
Gunter Anders centró su obra en unos pocos asuntos fundamentales:
la obsolescencia del ser humano en un mundo en el que el trabajo lo hacen las
máquinas, la televisión como producción de la realidad, la imagen como matriz
de la verdad, la manipulación genética como promesa de una futura felicidad y,
por último, la posibilidad de una planificación técnica del asesinato de miles
de seres humanos. Günther Anders ya nos advirtió: “nuestra
existencia transcurre no solo bajo la inminencia de una muerte individual, sino
de una destrucción planetaria, sucede que ya no vivimos en una época, sino en
su prórroga”.
En el torbellino de esa prórroga, me
permito un lapsus de sentido común y esperanza. Porque es lo que deseo y porque
me da la gana. Y lo planteo como un apunte inicial, un mero esbozo, para un programa político conservador-ontológico (1),
basado en nuestro más tradicional, escaso y necesario bien común, el sentido (de
lo) común, articulado en tres simples puntos:
Punto 1. La propiedad, compartir la Tierra.
Es
decir, que o compartimos la Tierra y los recursos que sustentan la vida, lo que
sólo es posible aboliendo ordenadamente (2) su apropiación privada, o bien desapareceremos como especie junto a
otras muchas…y sin certeza alguna de que, al menos, el Telediario de la 2 se
haga eco de la noticia.
Punto 2. La producción, abolir el trabajo asalariado.
O
sea, que o dejamos de producir cosas
estúpidas para el beneficio de propietarios estúpidos, que ya no nos necesitan
para seguir produciendo cosas estúpidas, o mutamos definitivamente en seres inertes
y obsoletos, de culo plano, embalsamados en conservantes, que conservan
perfectamente aquél estúpido rictus de
nuestro ultimo instante: descojonados de risa frente a la pantalla de su propio
reality show, eternamente redifusionado, como el Verano Azul de Chanquete.
Punto 3. La democracia, jugar todos, jugar a todo.
Vamos, que jugamos todos o se rompe la baraja. Que tenemos que cargarnos a los que nos
suplantan, a la clase política intermediaria, la que comercia con nuestra
voluntad autónoma y soberana, la que nos impide decidir por nosotros mismos
cómo compartir la Tierra y cómo producir
lo que realmente necesitamos. O, de no ser así, es muy probable que en una
próxima edición de Informe Semanal asistamos al espectáculo de muchos manifestantes
muertos (con la normal disparidad de criterios - según la procedencia de la fuente- sobre el número de participantes en el evento). Pero, a buen seguro que al menos uno será policía, un
trabajador asalariado: todo un servidor del Estado.
Notas:
(1)
En 1983, en la
iglesia de San Pablo de Francfurt, símbolo de la revolución de 1848 (la oleada revolucionaria que acabó con la Europa de la Restauración y con el predominio del absolutismo en todo el continente), Günther Anders recibió el premio
Theodor Adorno, el más alto galardón de la filosofía alemana. Recibió el
premio de manos de Walter Wallmann, un demócrata cristiano que por entonces era
burgomaestre de la ciudad y un declarado enemigo a muerte de las ideas de
G. Anders. En aquél acto dijo: "Honramos aquí al filósofo Günther Anders, porque
él nos contradice, nos advierte constantemente, nos sacude"; y G. Anders
le respondió: "En principio, soy sólo un conservador ontológico, que trata
de que el mundo se conserve para poder modificarlo".
(2)
Traducción de “abolir ordenadamente”:
transición urgente y al tiempo tranquila, hecha con convencimiento, democrática
y anárquicamente, de abajo hacia arriba, pueblo por pueblo,
ciudad por ciudad, sustituyendo todo gobierno de unos pocos por el gobierno de
todos.
1 comentario:
Qué razón tenía Gunter Anders. Sin embargo, lo que propones en este blog es harto complicado. Dicen que para gustos están los colores y cada uno tiene su manera de pensar. Así que me parece casi imposible la inclusión de todas las personas en este modelo.
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