martes, 31 de julio de 2012

PRIMERO EL GOBIERNO, LUEGO EL SISTEMA


Manuel Monereo

Ayer  ví un vídeo de ATTAC.TV, titulado “El poder somos todos”, en el que Manuel Monereo, analista político, abogado laboralista, investigador del Centro de Estudios Políticos y Sociales, además de exdiputado de IU, hace una serie de reflexiones acerca de la crisis y la alternativa a la misma. Lo recomiendo, porque algunas de sus reflexiones dan en el clavo a la hora de hacer comprensible el análisis de la situación en la que estamos.

Sus reflexiones terminan con la respuesta a la pregunta ¿pero, existe alternativa?, que  responde  expresando su certeza sobre el cambio que se avecina, que según él ya ha comenzado y que, probablemente, se resuelva en el periodo que va entre los próximos meses de septiembre y marzo.
Hace una advertencia previa acerca de la ingenua creencia popular acerca de la alternativa, como si fuera posible que ésta se resolviera de un día para otro. Y tiene razón cuando afirma que la alternativa sólo puede producirse si existe un cambio en la conciencia social, un cambio capaz de producir una nueva mayoría social que, lógicamente, él  como yo, suponemos inclinada hacia la izquierda.
Dice Monereo que el ciclo pecado-culpa-expiación al que nos tiene sometidos el gobierno se está cerrando. Que, asumido el pecado y la culpa, ahora estamos en la fase de expiación, que estaría concluyendo y que tras ella, la sociedad se va a dar cuenta de que lo que el gobierno nos tiene reservado no es otra cosa que la condena a un largo infierno. Y ante ese convencimiento mayoritario, Monereo vaticina el inevitablemente cambio que se va a producir en la conciencia política de la sociedad y que propiciará la generación de una nueva mayoría social, condición necesaria para el surgimiento de un programa de cambio político, de una alternativa.

Tiene razón, porque él está pensando en una alternativa “de gobierno”. Y para ello, seguramente habrán de ponerse de acuerdo las alternativas "oficiales" de la izquierda, PSOE e IU, fundamentalmente. Y como fruto de dicho acuerdo,  saldrá un programa “para salvar al Estado de Bienestar”, que se implementará con las influencias de otros pequeños partidos de la izquierda e, incluso, del movimiento 15M, un programa de gobierno alternativo que se matizará en función de la cuota electoral resultante.

En el supuesto de que esta nueva mayoría se produjera, cosa incierta dado el panorama político  que presenta la izquierda española actual, hasta ahí alcanza mi coincidencia con el deseo de Monereo, porque considero urgente, estratégicamente prioritario, frenar los desmanes del gobierno pelele del PP,  la brutal agresión que sus políticas están causando al sector más débil de la sociedad. Eso es lo prioritario y, sólo por eso, estamos de acuerdo.  Esa opción puede producirse, -es deseable que se produzca- en el corto y medio plazo, ¡ojalá  se cumplan  las previsiones de Monereo sobre la agenda del cambio político!

Pero esta coincidencia en los deseos a corto plazo -es decir, cuando se tiene como objetivo exclusivo una alternativa “de gobierno”-  es manifiestamente insuficiente cuando se piensa en una alternativa “de sistema”, cuando se piensa que éste no tiene arreglo posible, porque el problema es el propio sistema.
Esta opción a largo plazo, la alternativa al sistema, no compite con la primera; es a mayores de aquella, porque es obvio que se necesita mucho más que un cambio de gobierno para sustituir al actual sistema capitalista y a sus instituciones básicas, la economía de mercado y falsa democracia. Pero se necesita un diagnóstico apropiado de la situación,  un programa alternativo al sistema, acompañado de una estrategia adecuada y, lo más difícil, se necesita crear  el movimiento de masas que lo sustente. Y este movimiento deberá producirse a partir de la confluencia ideológica y estratégica de los múltiples movimientos autodeclarados como antisistema –postmarxistas, libertarios, ecologistas, feministas, antiglobalización, etc- hoy fragmentados y neutralizados por la postmoderna cultura política de la diferencia identitaria y  los individualistas estilos de vida. 

Así pues, para cambiar el gobierno como medio de frenar la agresión capitalista bajo la excusa de la crisis, coincido con Monereo en que ya existe una amplísima base de confluencia social y política. Para que dicha confluencia vaya más allá, hacia el cambio del sistema, hay que ser conscientes de que casi todo está por hacer. Y en ese tránsito, a la izquierda le corresponde hacer su propio viraje ideológico hacia el pensamiento autónomo, dejando atrás sus trincheras socialdemócratas y más o menos postmodernas, dejando de contribuir a la retroalimentación del propio sistema capitalista mediante su recalcitrante y fracasado apoyo a la economía de mercado y a la democracia representativa.   

Necesitamos, pues, un movimiento de masas, global como el propio sistema al que se quiere sustituir,   verdaderamente alternativo a la economía de mercado y a la falsa democracia representativa. La ventaja es que en esta opción, necesariamente de transición y revolucionario, y por tanto, a largo plazo, no tenemos que sacarnos de la manga un programa, porque éste ya existe. Es la propia democracia en su pleno e inclusivo sentido: social, económico, político y ecológico; una democracia incompatible con cualquier forma de concentración de poder, con el dominio de unos individuos sobre otros y, por racional extensión, de dominio sobre la naturaleza. Un movimiento global que será una síntesis -socialista, libertaria, ecologista y feminista- y al que algunos hemos empezado a denominar “proyecto democracia”.  


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