Jhon Holloway |
Reproduzco a continuación un artículo
del irlandés Jhon Holloway, profesor e investigador del Instituto de
Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla, México. Entre
los marxistas fue muy polémico su libro “Cambiar el mundo sin tomar el poder”
(2002) y no menos repercusión ha tenido su último libro “Agrietar el
capitalismo” (2011), publicado por la revista argentina "Herramientas". Su teoría de la “revolución intersticial” sostiene que la posibilidad de la revolución no está en la toma del Estado, sino más bien en los actos diarios de rechazo y organización contra la sociedad capitalista, a los que él denomina actos de antipoder. Aunque no estoy del todo de acuerdo con la misma, me parecce muy interesante su carta del pasado mes de mayo, dirigida a la gente del movimiento Blockupy Frannfurt, porque sus destinatarios muy bien podríamos ser toda la gente del mundo que somos y nos sentimos desposeídos, excluídos, por el capitalismo.
A
los mal adaptados del mundo, a todas y todos los que no nos conformamos con el
ocaso de la humanidad:
Ahora, más que nunca, el mundo mira en
dos direcciones a la vez.
Una cara mira hacia un mundo oscuro y
deprimente. Un mundo de puertas que se cierran. Un cerrar de vidas, de
posibilidades, de esperanzas. Estos son tiempos de austeridad. Tienes que
aprender a vivir con la realidad. Tienes que obedecer si quieres sobrevivir,
abandona tus sueños. No pienses que vas a poder vivir haciendo lo que te gusta.
Vas a tener suerte si encuentras cualquier trabajo. Tal vez puedas estudiar,
pero solamente si tus papás tienen dinero. Y, aún en ese caso, no creas que vas
a poder estudiar con un enfoque crítico. La crítica ha huído de las
universidades, y qué mejor que sea así. ¿Qué sentido tiene criticar cuando
todos sabemos que el mundo está fijo en su trayectoria? No existe ninguna
alternativa, sólo la realidad del dominio del dinero, así que mejor olvida tus
sueños. Obedece, trabaja duro en cualquier chambita que tengas la suerte de
encontrar, o si no, te espera una vida buscando en los botes de basura, porque
no habrá ningún Estado de bienestar para protegerte. Mira, mira lo que está
pasando en Grecia y aprende! Este es el empobrecimiento que te espera, ésto es
lo que te pasará si no te subordinas, este es el castigo que se imparte en esta
escuela de la vida a los niños que no se portan bien, que tienen expectativas
altas, que quieren demasiado.
La
lección de la desesperanza la aprendió muy bien, demasiado bien, Dimitris
Christoulas, quien se disparó en la Plaza Sintagma en el centro de Atenas hace
unas semanas. El farmacista jubilado de 77 años que había visto su pensión
aniquilada por las medidas de austeridad impuestas por los gobiernos de Europa
dijo “No puedo encontrar otra solución más que terminar mi vida antes de
empezar a buscar en los botes de basura para mi comida.”
Este es el significado de la
austeridad. Esto es lo que los gobiernos de Europa y del mundo están tratando
de imponer a la gente – todos los gobiernos, todos sirvientes del dinero, ya
sea que hablan desde posiciones de poder, como el gobierno alemán, ya sea que
son simplemente los funcionarios del sistema bancario internacional, como
Papademos o Monti. Las medidas de austeridad no imponen solamente la pobreza,
cortan las alas a la esperanza.
Esta es la dirección en la cual el
mundo está caminando, pero ¿no hay algo más? ¿no hay manera de cambiar el rumbo
del mundo? ¿no tiene otra cara este mundo, una que mira en otro sentido?
La muerte de Dimitris Christoulas mira
en dos direcciones: es una desesperanza y, al mismo tiempo, el rehusarse a
aceptar la desesperanza. En su nota de suicidio escribe “Creo que los jóvenes
sin futuro tomarán armas un día y colgarán a los traidores de este país cabeza
abajo como los italianos colgaron a Mussolini en 1945. La esperanza brilla en
la desesperanza profunda.
La base de esta esperanza es un
sencillo No. No, no aceptaremos. No, no aceptaremos lo que ustedes nos están
tratando de imponer. No, no aceptaremos su austeridad. No, no aceptaremos la
disciplina del dinero, no aceptaremos el asesinato de la esperanza. No, no aceptaremos
las desigualdades obscenas del mundo en el cual vivimos, no aceptaremos una
sociedad que nos está arrojando hacia nuestra propia destrucción. Y no, no
propondremos políticas alternativas. No queremos resolver sus problemas porque
la única solución a los problemas del capital es nuestra derrota, el futuro del
capitalismo es la muerte de la humanidad. Aún si el capital resuelve esta
crisis, la próxima no va a estar muy lejos, y todavía más destructiva. No los
vamos a obedecer, políticos-banqueros, porque ustedes son el pasado muerto,
nosotros somos el futuro posible. El único futuro posible.
Esta es nuestra esperanza: nosotros
somos el único futuro posible. Pero nuestro futuro posible es nada más una
posibilidad. Su realización depende de nuestra capacidad de voltear al mundo.
¿Cómo cambiar el rumbo del mundo?
Dimitris Christoulas habla de los jóvenes que van a tomar armas y colgar a los
políticos de las lámparas. Esta idea se vuelve cada día más atractiva, y los
políticos del mundo saben que no es simplemente una fantasía: por eso los
políticos en Grecia tienen miedo de salir a la calle, por eso están dando más y
más armas y poderes a la policía en todo el mundo. Sin embargo, por atractiva
que sea la idea, no es a través de las armas como podamos darle vuelta al mundo
y crear algo nuevo. Nuestra rabia es de otro tipo.
Rabia y amor. Rehusar y crear. Esta es
la única forma de darle vuelta al mundo. El amor va de la mano con la rabia, la
creación brota de la negación. Nosotros somos la furia de un mundo nuevo que
está empujando hacia adelante y rompiendo con la obscenidad apestosa del viejo.
Nuestra furia no es la furia de las armas – la violencia es el arma de ellos,
no la nuestra. Nuestra furia es la furia de la negación, de la creación
frustrada, de la indignación. ¿Quiénes son esta gente, los políticos y los
banqueros que piensan que nos pueden tratar como objetos, que piensan que
pueden destruir el planeta y sonreír mientras lo hacen? Son nada más que los
sirvientes del dinero, los defensores viles y asesinos de un sistema
agonizante. ¿Cómo se atreven a tratar de quitarnos la vida, cómo se atreven a
tratarnos así? Nosotros rehusamos, nos negamos.
Gritamos un NO masivo que resuena en
todos los rincones del mundo, pero nuestra negación significa poco si no está
apoyada por una creación alternativa. Nuestro NO al mundo viejo no se puede
mantener si no creamos un mundo nuevo aquí y ahora. La rabia de nuestra
negación se desborda en una creación nueva. La democracia representativa ha
fracasado y construimos una democracia real en nuestras plazas, nuestras
asambleas, nuestras protestas. El capital es incapaz de proveer las necesidades
básicas de la vida y entonces formamos redes de apoyo mutuo. El dinero
destruye, y entonces decimos “No, vamos a crear otra lógica, otra forma de
juntarnos”, y así proclamamos “ninguna casa sin luz” y organizamos la
reconexión de la luz cada vez que se corte. Los recaudadores de deudas vienen a
quitarnos nuestras casas y organizamos protestas masivas para pararlos. La gente
tiene hambre y creamos jardines comunales. La búsqueda de la ganancia masacra a
los humanos y los no humanos y entonces creamos nuevas relaciones, nuevas
formas de hacer las cosas. El capital nos expulsa de las calles y de las plazas
y nosotras y nosotros ocupamos.
Todo esto no es suficiente, todo es
experimental, pero estos son los caminos a seguir, esta es la otra cara del
mundo actual, esta es el mundo nuevo de reconocimiento mutuo que lucha por
nacer. Tal vez no podemos cambiar el mundo entero para que sea como lo
queremos, pero sí podemos crear este mundo nuevo y lo estamos creando aquí y ahora, estamos creando grietas en el sistema, y estas grietas van
a crecer y extenderse y multiplicarse y juntarse. No vamos a aceptar el ocaso
de la humanidad. Lo podemos parar, lo vamos a parar, vamos a cambiar el rumbo
del mundo.
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