Ya
sabemos lo que sucederá el 20N, todo el mundo lo sabe, lo dicen las encuestas y,
por tanto, sucederá. Vivimos en un país en el que a casi nadie le interesa la
política, una encuesta reciente del CIS (Centro de Investigaciones
Sociológicas) afirma que el 66,7 % de los españoles muestra un interés nulo por
la política, sólo a un 25,4% le interesa bastante y a un 7,6% le interesa
mucho. A raíz de estos datos, podría pensarse
que la mayoría de los españoles, en buena lógica, no deberían ir a votar
el 20N. Pues no, la lógica salta por los aires cuando en la misma encuesta, el
83% manifiesta su voluntad de ir a las urnas, a pesar de que la mayor parte no tiene ningún interés y crea que da lo mismo quien gane las elecciones. Esta contradicción nos lleva a una primera
conclusión muy grave: en la actualidad, elecciones y democracia son términos mutuamente extraños y desvinculados.
Como dice Santiago
Alba Rico en un acertado artículo publicado en Diagonal, “el bipartidismo gobierna desde hace años sobre la base de
una “indiferencia” social frente a la cual los políticos se sienten
completamente libres de hacer lo que quieran: las urnas son tan vinculantes
como el sexo ocasional en una noche de borrachera. “
El
Partido Popular, que se nutre mayoritariamente del voto de esa mayoría
indiferente y apática, va a ganar las elecciones, mientras que el Partido Socialista se
verá desplazado del gobierno por contar con el apoyo de menos indiferentes que
el PP, a pesar de haber hecho tantos méritos o más. Mientras, el voto
consciente, el voto comprometido e interesado en la democracia, ¿dónde va?... de
momento, éste es el voto aparentemente perdedor. Pero sólo de momento. El 15M,
surgido de esa misma indiferencia de los ciudadanos y que se transformó en
energía social y redemocratizadora por culpa de la crisis, en las elecciones quedará
absorbido y disperso entre la abstención, el voto nulo y el voto a partidos
minoritarios de la izquierda plural. Pero no hay que desanimarse, todavía es
pronto, lo que va a suceder el 20N es lo propio, es el fruto podrido de una
democracia tan corrupta y manupalada como absurda.
La
democracia real tiene que seguir
floreciendo en las calles y plazas de España, paralela al poder, creando
espacios nuevos de participación ciudadana y de conciencia democrática. En el
15M cabe aún mucha gente y faltan, sobre todo, una clase trabajadora que está
agazapada, con su conciencia democrática y de clase adormilada, domesticada por
mansos sindicatos, integrados en la maquinaria del poder político y económico
dominante. Aunque hoy cierren los ojos, la realidad seguirá su curso
inexorable, la crisis se agravará y gran parte de los indiferentes que creían
tener un sitio en el capitalismo, se verán expulsados, se verán en el paro o
con salarios cada vez más bajos, con unos servicios sociales cada vez más
delgados y de peor calidad. Hay que pensar que queda aún mucha gente que cree
que esta crisis del capitalismo todavía
tiene arreglo. Por supuesto que lo tiene, claro que el poder tiene una solución
preparada, ¡claro que tanto Rajoy como Rubalcaba tienen una solución para la
crisis!...llevan tres años poniéndola en práctica: disminuyendo los costes de
producción, cargándose los recursos naturales, precarizando el trabajo, privatizando los servicios públicos,
saqueando los recursos públicos, siempre a costa de la precarización y el empobrecimiento
general. Sólo cuando la mayoría se vea
directamente atacada por la zarpa de la pobreza, cuando la mayoría salga
de su burbuja individualista buscando la solidaridad social, sólo entonces,
sabemos que vendrán al 15M. Mientras, no
queda otra que resistir en las calles y plazas, en los pueblos y en las
ciudades, hay que ir preparando ese gran espacio en el que habrán de caber todos los
ciudadanos, ahora indiferentes y mañana indignados. Hay que ir preparando una gran plaza democrática y anticapitalista. Y cuando
el día 20 de Noviembre veamos el resultado electoral, éste no debe sorprendernos y,
sobre todo, no debe desanirmarnos. Con este propósito, quiero recordar
aquí una frase de Jorge Riechmann, científico y poeta: “existe
una obligación
moral de combatir el pesimismo, pues cada persona que cree en el triunfo
del mal hace más probable su triunfo”.
2 comentarios:
En mi humilde opinión, el 15-M ha de elegir: ser (darse cuenta de que es) un movimiento político minoritario, o ser (¿darse cuenta de que es?) un movimiento político autoritario. Cuando argumentas que la mayoría que vota en las urnas es "indiferente y apática", y que las únicas personas conscientes, comprometidas e interesadas en la democracia están en el 15-M, te acercas muy peligrosamente, a mi entender, al autoritarismo (aun hablando de "Democracia real", al estilo del bi-pensar orwelliano). ¿Solo tienen valor los votos que a cada uno nos gustan? ¿Quién decide qué votos son más "conscientes y comprometidos" que otros? ¿Las propias urnas, o alguien distinto de ellas?
Si, por el contrario (como espero) crees que todos los votos deben valer, y valen, igual (porque la igualdad es importante, porque todas las personas somos iguales), me da la impresión de que debéis asumir vuestra posición de marginalidad. Posición actual, por supuesto, desde la que podéis intentar convencer a más gente (¡mediante argumentos de más calidad, no gritando más!), tratar de influir en la toma de decisiones, etc. Lo que hacemos todos los demás, en suma, aunque sepamos que todavía somos minoritarios, pero teniendo muy claro que nunca, nunca, nos vamos a deslizar hacia el autoritarismo.
Gracias, en todo caso, por tus honestas reflexiones.
Si lees bien, lo que afirmo lo fundamento en las encuestas, no se trata sólo de mi opinión. Todos los votos –con independencia de su grado de consciencia- son para mí igualmente válidos. Eso es, precisamente lo que reivindicamos desde el 15M al reclamar una democracia igualitaria y de calidad. Quien se burla de la igualdad y de la dignidad de cada voto es quien coge el voto tras cada campaña electoral, lo utiliza para alcanzar el poder y luego lo desprecia todos los días de la legislatura, olvidándose del compromiso con la ciudadanía.
De todos modos, el problema está muy repartido: entre los electores que hacemos mal en delegar nuestra soberanía y responsabilidad personal en una casta política, y entre quienes pertenecen a dicha casta, porque no corresponden a ese compromiso con la ciudadanía y porque sacan tajada de la intrínseca corrupción del sistema, que se retroalimenta en un círculo vicioso, en el que además, los conceptos son manipulados y las palabras acaban perdiendo su significado (¿igualdad, democracia, libertad, sostenibilidad, ecología?...).
Hay que estar bastante desorientado para temer al totalitarismo del 15M y no ver que el totalitarismo ya está perfectamente implantado en el actual sistema de democracia capitalista.
De todos modos, gracias por tu reconocimiento.
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