20N- ELECCIONES GENERALES |
En las asambleas del 15M se
está debatiendo en estos días sobre la posición a tomar ante las próximas
elecciones generales. La cercanía de la convocatoria hace que sea necesario
adoptar una posición pronta y clara, antes de que la manipulación mediática y partidista
contaminen este debate. Incluso, se están produciendo propuestas muy explícitas para la
transformación del 15M en un partido político que debería estrenarse electoralmente en estas elecciones.
Reconozco que he tenido algunas dudas respecto a la posibilidad de participar
en las elecciones locales, mediante
agrupaciones electorales en las que los miembros electos funcionaran como
delegados de las asambleas locales; es un debate que considero abierto, ya que tenemos
mucho tiempo para ello. Pero no así en las elecciones generales que
tenemos a la vuelta de la esquina. La
cuestión merece una reflexión detenida que, a mi entender, gira en torno a las
tres posiciones siguientes que, simultáneamente, están presentes en el 15M:
1. Una primera posición hace referencia a los fallos del sistema
electoral y reclama una nueva ley electoral que repare dichos fallos, con la
finalidad de hacerla más justa. Sería la posición más cercana a Izquierda Unida, pero que es compartida por un amplio sector de la población e, incluso, de la clase
política.
2. Una segunda posición proclama
no sentirse representada por la clase política actual, haciendo referencia directa a la profunda
crisis de la izquierda tradicional, desdibujada
y apenas diferenciada del sistema
político dominante. Sería la posición de los abstencionistas que se sienten decepcionados por esa izquierda
y que aunque no cuestionan el
sistema de democracia representativa, esperan una regeneración de la izquierda hacia
posiciones más diferenciadas del neoliberalismo.
3. Y una tercera posición, que también es abstencionista, pero que lo es por
razones más radicales, basadas en
un rechazo frontal del sistema de democracia
representativa. Se trata de una posición
libertaria, que ha arraigado en el 15M de forma muy natural, a través de la
práctica asamblearia y de
una cierta formulación de la democracia directa como alternativa de “democracia real” frente a un sistema de
falsa democracia, que es
criticado no por los fallos de la ley
electoral, ni por la falta de representatividad de la izquierda, sino porque se considera
corrupto en orígen, por propia
definición.
Personalmente, me sitúo en
esta última posición, la libertaria. Y,
consecuentemente, considero que transformar el 15M en un partido político sería
un suicidio. No obstante, promuevo una posición abierta y favorable al consenso, que me lleva a
comprender (sin compartir) las posiciones reformistas de quienes no cuestionan el sistema dominante, (democracia representativa + capitalismo) y que todavía mantienen la creencia de que el
sistema tiene alguna posibilidad de arreglo mediante una mejor ley electoral
y mediante el mantenimiento del llamado “estado de bienestar”. Yo creo que al 15M le conviene seguir profundizando en la práctica de la democracia directa y
empezar a crear estructuras autogestionarias
orientadas a construir, sólida y gradualmente, una alternativa democrática real (ecológica, social, cultural
y económica, además de política): un verdadero contrapoder . Defiendo también que
el 15M no debe servirse del abstencionismo
por principio. Porque, ¿qué es más útil? , ¿que mucha gente no vaya a
votar, quedándose aislada en su casa y favoreciendo pasivamente al poder establecido?, ¿o que
gente que sí vota, pero que no quiere
que su voto sea considerado como un
cheque en blanco, participe en las
estructuras autogestionarias del 15M
y en su práctica de la democracia
directa? Yo quiero que ambos tipos de gente convivan en las asambleas ciudadanas del 15M. Por
sentido común.
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