Este verano recién pasado (junio de 2011), anduvimos por
Picos de Europa y exploramos algunos rincones nuevos. Dormimos en el alto de Panderueda y
desde allí tomamos una senda que a través de
un hermoso hayedo nos colocó en
el lomo del alto valle donde se localizan las fuentes del río Cares. Por ese lomo alcanzamos la arista del
Pico Gildar, donde yo había subido un
par de veces hace la tira de años, unos treinta y cinco, quizá. Ese itinerario
se puede continuar para alcanzar también la cima del vecino pico Cebollera, que
preside el recuenco donde el Cares tiene
sus más altos inicios.
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Cumbres de Cebollera y
Gildar, formando la cuenca alta del río Cares |
Fue
emocionante el hallazgo que
hicimos casi al comienzo del sendero. Era una lápida sobre el suelo, junto al
camino y junto a la tocona inmensa
de un roble milenario, una modesta
lápida que honra la memoria de personas
fusiladas en la guerra civil y durante la represión posterior, en el
largo periodo que va de 1936
a 1975, y cuyos cuerpos se hayan en fosas comunes
diseminadas por los Picos de Europa.
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En la tocona del roble milenario |
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Donde está una modesta lápida en memoria de los fusilados |
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Arista cimera del Pico Gildar,
por donde conviene ir con mucho cuidado
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Justo antes de que
el tiempo empeorara, aún nos dio tiempo a recorrer el Camín Encantau, que
discurre por el valle de Ardisana, en el
concejo de Llanes. Se trata de un bonito
sendero que se adentra por los paisajes rurales de dicho valle, con la
sorpresa añadida de que todo el sendero
está lleno de esculturas en madera que representan a seres mitológicos de la
tradición popular asturiana, que te
salen al encuentro en los recodos del
camino y en algunos rincones umbríos del
bosque.
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Una de las esculturas en madera del Camín Encantau |
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La mirada perdida sobre el lejano Naranjo |
Pero, antes de alcanzar el valle de Ardisana, hicimos
una parada en Arenas de Cabrales, para pasar una noche en el camping que allí tiene Pedro Antonio Ortega, "El Ardilla", recordado por la
historia del alpinismo español por ser uno de los cuatro escaladores que
conquistaron por primera vez la mítica pared oeste del Naranjo de Bulnes en
invierno. Aquello sucedió en 1973, en febrero, y yo fui testigo privilegiado de aquella
gesta.
En aquellos días se había preparado un gran revuelo en los medios de
comunicación en torno a la pared oeste del Naranjo, porque tres cordadas habían
coincidido en el refugio de Urriello para disputarse el honor de conquistar la
más preciada cima de las montañas españolas, por su pared más difícil y en
invierno. Se trataba de un hito histórico y
yo quise estar allí. Nos largamos a toda prisa mi amigo Luis F.
Bartolomé y yo hacia Asturias, con la intención de ser testigos de la hazaña en sus días culminantes y
hacer un reportaje para El Norte de Castilla, el periódico de
Valladolid, nuestra ciudad. Con mucha emoción, llegamos a la Vega de Urriellu y pudimos compartir alojamiento
con algunos de los mejores escaladores del momento, en el entonces pequeño
refugio del Naranjo, atestado de escaladores y periodistas. Yo tuve la suerte
de ascender por la cara sur, hasta el anfiteatro, junto a un escalador
asturiano, echando una mano a una cordada de cámaras de TVE que querían recibir
en la cumbre a los vencedores de aquella peculiar e inédita competición. Los
cámaras me comentaron que su trabajo más reciente lo habían realizado en
Managua, con ocasión del terremoto que había destruido la capital nicaragüense dos meses atrás, en diciembre del 72. A la bajada, coincidimos en la base de la pared con la cordada de
Gervasio Lastra y Fernando Martínez, que acababan de abandonar, retirándose por
los Tiros de la Torca,
un tanto asqueados del circo mediático que se había montado en torno a
aquella escalada. He encontrado un
relato que ilustra bastante bien aquella
situación:
“Febrero de 1973, un
nuevo invierno, frío y húmedo como todos los que se sucedieron durante aquellos
años y Vega Urriellu está atestada de candidatos para la Oeste. Los primeros en
llegar han sido César Pérez de Tudela, Pedro Antonio Ortega, El Ardilla, y Juan
Manuel García, El Torrijas. Al poco de llegar preparan la escalada de forma
minuciosa. "No había que dejar ningún cabo suelto -relata Tudela-, había
que asegurar todos los imprevistos, incluyendo la salida. Teníamos que evitar
quedarnos atrapados, para evitar aquello de rescatar al rescatador".
Mientras Tudela sube por la sur equipando el tramo final de la arista noroeste
con cuerdas fijas, El Ardilla equipa los dos primeros largos. De inmediato
llega hasta el Naranjo el empecinado Gervasio Lastra, quien reside en Potes,
junto con el madrileño Fernando Martínez. Esta rivalidad alerta tanto a
escaladores como a periodistas. Se iniciaría entonces una escalada como nunca
antes la hubo en España. Calificada como primer gran espectáculo del alpinismo
y como una verbena, la realidad es que las retransmisiones que se hicieron en
directo desde la pared supusieron que la auténtica dimensión del alpinismo
trascendiera a la opinión pública. Decenas de periodistas subieron a Vega
Urriellu. Se contrataron helicópteros y avionetas. A lo largo de veinte
jornadas, la televisión pública -la única que había entonces- informó de la
escalada en todos los telediarios, los principales rotativos y periódicos
dieron cumplida cuenta a diario de los sucesos del Naranjo. Tanto fue así, que
las retransmisiones desde Picos despertaban mayor expectación que los partidos
de fútbol”.
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Así de pequeño era entonces el refugio del Naranjo |
Han pasado la friolera de treinta y ocho años
desde entonces y el caso es que al llegar este verano al camping de Arenas, el
del Ardilla, y al entrar en la recepción veo unas fotos colgadas en la pared
que, de golpe, me llevan a aquella época, acercándome los recuerdos de aquella
excepcional aventura… ¡y en una de ellas descubro con emoción que estamos mi
amigo Luis F. Bartolomé y yo! Con Luis yo había estado escalando por aquí el
año anterior, en 1972, junto con otros
escaladores amigos de Valencia y Valladolid. Estas son las fotos recuperadas del olvido:
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Llegando a Urriellu en el verano de 1972 |
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Allí estábamos nosotros, en febrero de 1973 |
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El grupo de escaladores que lideraba César Pérez de Tudela |
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De izquierda a derecha: el Ardilla, J.A.Lucas ,el Murciano y Pérez
de Tudela,
después de su victoria sobre la
Oeste invernal del Naranjo de Bulnes. |
Desde Arenas de Cabrales, tras recorrer el Camín Encantau y tras la emoción de aquel feliz
descubrimiento, regresamos a casa pasando por Santander, donde nos dimos un
baño y donde hicimos esta foto de un grupo escultórico que nos encanta:
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Grupo escultórico de "Los Raqueros" (niños de condición humilde) |
1 comentario:
No mencionáis a mi padre Alvaro Fernández mas conocido entre la cuadrilla como El buitre, en l foto de febrero del 1973 es el segundo de la Izquierda.
Y en la de grupo de escalada que lidera Tudela también es el segundo empezando por la izquierda.
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