Hacía
un montón de años que no veníamos por aquí. Recuerdo perfectamente un 11 de
septiembre en el que estábamos Mayita y
yo marcando y colocando la señalización de esta senda, cuando nos
enteramos por la radio del ataque aéreo a las torres gemelas de Manhattan. Era
el año 2001 y hay que ver lo que ha llovido desde entonces. En el aparcamiento
había un montón de coches, a la vuelta nos contaron en el bar que había una
jornada de convivencia familiar, que celebra anualmente un colegio religioso de
Guardo. Al empezar la senda, muy cerca del aparcamiento habíamos visto a lo
lejos una concentración importante de gente y
se podía oir una algarabía de
niños a pesar de la distancia. No pudimos explicarnos cómo siendo tan
grandes los Campos de la Peña y teniendo tantísimos rincones hermosos, este
colectivo hubiera elegido uno horroroso,
bien pegadito a una torre de alta
tensión… ¡inverosímil!
Observo
con admiración que el cartel que instalamos hace diez años y las señales de madera
se encuentran en relativo buen estado a pesar del aparente abandono en que está
la senda, que desde entonces no ha recibido la más mínima atención por parte de
los ayuntamientos que se han sucedido desde entonces.
Iniciamos la senda subiendo a un chozo que se
encuentra a muy pocos metros y por encima del aparcamiento. El chozo fue
recuperado entonces y se le colocó una techumbre tradicional, que hoy ha
desaparecido. El vandalismo también se ha cargado la mesa de interpretación,
con base de hormigón, que instalamos
junto a su muro circular.
Continuamos
atravesando la gran pradera que se abre frente al aparcamiento, hasta encontrar
la primera indicación que nos informa que estamos entrando en la Tierra de Pedro Fernández. Avanzamos
por un estrecho sendero que nos conduce a una gran pradera en cuyo límite
superior topamos con un camino mucho más claro y ancho. A la izquierda se va para el
Collado que da vista a Velilla del Río Carrión y para la derecha seguimos la
ruta principal; en ella, al poco,
pasamos por delante de los restos de otros dos chozos: del Espinadal y de
Fuente Collada.
Continuamos
la senda entre una explosión de verdísimos helechos que inundan el robledal por esta parte, cuando llegamos
a una señal que nos indica una distancia de 20 minutos a la zona denominada “Arcinedo”
, al tiempo que nos anuncia la posibilidad de abandonar la senda para regresar
al lugar de partida, en el aparcamiento. Optamos por seguir hasta el Arcinedo.
Llegamos
a la zona en la que, de forma radical, finaliza el robledal y comienza el
encinar, que desde aquí podemos ver muy bien cómo ha ido conquistando las
laderas de la Peña.
Antes de iniciar la subida
a la Peña Mayor existe la posibilidad de acortar el regreso para volver a los Campos de la
Peña. En ese punto de la encrucijada, junto
al poste que lo indica, vemos los pequeños cráteres que dejaron como huella las
gentes que hicieron carbón vegetal por estos lugares, por la raya teórica que
separa el robledal del encinar. De la práctica del carboneo hay vestigios abundantes por toda la
ruta. Seguimos para arriba, hacia la
Peña , pasando muy cerca de unas colmenas, desde donde arranca
un camino ancho y claro que nos sube hacia la zona en la que se encuentran las
dos vaguadas que descienden de la cumbre. En ese punto, decidimos hacer un alto
para comer y coger fuerzas antes de afrontar la empinada ladera que nos
espera…pero sucede lo imprevisto, lo
increíble, lo que cambia de repente
todos nuestros planes: ninguno de los dos tenemos en nuestra mochila la preciosa bolsa de comida que habíamos
preparado en casa. Yo pensé que tú la habías cogido. Y yo que tú. Pues no pasa
nada, tiramos para abajo, no sea que nos entre la pájara por ahí arriba. Y así
lo hicimos, tomando una variante por una barranquera poblada de flores, y admirando los llanos boscosos que alcanza la
vista, por las latitudes de Saldaña y más
allá.
Sobrepasado
el colmenar por el que pasamos a la ida, descendemos por la gran pradera que se
estrecha hacia el sur. En esa parte, pasamos junto a una bocamina abandonada y junto a las escombreras que atestiguan una
importante actividad minera en esta zona. Otra señal nos dice que si seguimos
la misma dirección que traíamos llegaremos al pueblo de Muñeca y que si tiramos
hacia el occidente, llegaremos a los Campos de la Peña. Y por ésta nos vamos.
En
escasos 20 minutos llegamos al
aparcamiento. A cien metros del mismo, hay un mesón donde se puede tomar un
café o una buena comida casera. Estaba
lleno de cicloturistas. Una cervecita sin alcohol y para casa, tan ricamente,
recordando el tiempo en que realizamos la señalización de este sendero y
meditando las razones del actual abandono por parte del ayuntamiento de Guardo.
Una senda tan agradecida, ¡en un lugar
tan precioso! ...Si no lo cuida el ayuntamiento, debería cuidarlo la propia gente
de allí. Esperemos que así sea.
3 comentarios:
Qué curiosa fue aquella mañana del 11s...en la que yo también estaba con vosotros...
Y qué bonita es la zona del sendero!!
Perdón por el lapsus.
Un regalo:
http://blogs.20minutos.es/eneko/
ya verás cómo te gusta!
bss para todos.
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