sábado, 18 de junio de 2011

POR LOS CAMPOS DE LA PEÑA



Hacía un montón de años que no veníamos por aquí. Recuerdo perfectamente un 11 de septiembre en el que estábamos Mayita y  yo marcando y colocando la señalización de esta senda, cuando nos enteramos por la radio del ataque aéreo a las torres gemelas de Manhattan. Era el año 2001 y hay que ver lo que ha llovido desde entonces. En el aparcamiento había un montón de coches, a la vuelta nos contaron en el bar que había una jornada de convivencia familiar, que celebra anualmente un colegio religioso de Guardo. Al empezar la senda, muy cerca del aparcamiento habíamos visto a lo lejos una concentración importante de gente y  se podía oir una algarabía  de niños a pesar de la distancia. No pudimos explicarnos cómo siendo tan grandes  los Campos de la Peña y  teniendo tantísimos rincones hermosos, este colectivo hubiera elegido uno  horroroso, bien pegadito a  una torre de alta tensión… ¡inverosímil! 


Observo con admiración que el cartel que instalamos hace diez años y las señales de madera se encuentran en relativo buen estado a pesar del aparente abandono en que está la senda, que desde entonces no ha recibido la más mínima atención por parte de los ayuntamientos que se han sucedido desde entonces.



Iniciamos la senda subiendo a un chozo que se encuentra a muy pocos metros y por encima del aparcamiento. El chozo fue recuperado entonces y se le colocó una techumbre tradicional, que hoy ha desaparecido. El vandalismo también se ha cargado la mesa de interpretación, con base de hormigón, que  instalamos junto a su muro circular. 




Continuamos atravesando la gran pradera que se abre frente al aparcamiento, hasta encontrar la primera indicación que nos informa que estamos entrando en la Tierra de Pedro Fernández. Avanzamos por un estrecho sendero que nos conduce a una gran pradera en cuyo límite superior topamos con un camino mucho más claro y ancho. A la izquierda se va para el Collado que da vista a Velilla del Río Carrión y para la derecha seguimos la ruta principal; en ella, al poco, pasamos por delante de los restos de otros dos chozos: del Espinadal y de Fuente Collada.



Continuamos la senda entre una explosión de verdísimos helechos que  inundan el robledal por esta parte, cuando llegamos a una señal que nos indica una distancia de 20 minutos a la zona denominada “Arcinedo” , al tiempo que nos anuncia la posibilidad de abandonar la senda para regresar al lugar de partida, en el aparcamiento. Optamos por seguir hasta el Arcinedo.



Llegamos a la zona en la que, de forma radical, finaliza el robledal y comienza el encinar, que desde aquí podemos ver muy bien cómo ha ido conquistando las laderas de la Peña.


Antes de iniciar la subida a la Peña Mayor existe la posibilidad de acortar el regreso para volver a los Campos de la Peña. En ese punto de la encrucijada, junto al poste que lo indica, vemos los pequeños cráteres que dejaron como huella las gentes que hicieron carbón vegetal por estos lugares, por la raya teórica que separa  el robledal  del encinar. De la práctica del  carboneo hay vestigios abundantes por toda la ruta. Seguimos para arriba, hacia la Peña, pasando muy cerca de unas colmenas, desde donde arranca un camino ancho y claro que nos sube hacia la zona en la que se encuentran las dos vaguadas que descienden de la cumbre. En ese punto, decidimos hacer un alto para comer y coger fuerzas antes de afrontar la empinada ladera que nos espera…pero  sucede lo imprevisto, lo increíble, lo que  cambia de repente todos nuestros planes: ninguno de los dos tenemos en nuestra mochila  la preciosa bolsa de comida que habíamos preparado en casa. Yo pensé que tú la habías cogido. Y yo que tú. Pues no pasa nada, tiramos para abajo, no sea que nos entre la pájara por ahí arriba. Y así lo hicimos, tomando una variante por una barranquera poblada de flores, y  admirando los llanos boscosos que alcanza la vista, por las  latitudes de Saldaña y más allá.





Sobrepasado el colmenar por el que pasamos a la ida, descendemos por la gran pradera que se estrecha hacia el sur. En esa parte, pasamos junto a una bocamina abandonada y junto a las  escombreras que atestiguan una importante actividad minera en esta zona. Otra señal nos dice que si seguimos la misma dirección que traíamos llegaremos al pueblo de Muñeca y que si tiramos hacia el occidente, llegaremos a los Campos de la Peña. Y por ésta nos vamos.




En escasos 20  minutos llegamos al aparcamiento. A cien metros del mismo, hay un mesón donde se puede tomar un café o  una buena comida casera. Estaba lleno de cicloturistas. Una cervecita sin alcohol y para casa, tan ricamente, recordando el tiempo en que realizamos la señalización de este sendero y meditando las razones del actual abandono por parte del ayuntamiento de Guardo. Una senda tan agradecida, ¡en un  lugar tan precioso! ...Si no lo cuida el ayuntamiento, debería cuidarlo la propia gente de allí. Esperemos que así sea.













3 comentarios:

dijo...

Qué curiosa fue aquella mañana del 11s...en la que yo también estaba con vosotros...
Y qué bonita es la zona del sendero!!

nanin dijo...

Perdón por el lapsus.

mikaela dijo...

Un regalo:

http://blogs.20minutos.es/eneko/

ya verás cómo te gusta!

bss para todos.