viernes, 9 de diciembre de 2016

REFORMAR LA CONSTITUCIÓN, MAREAR LA PERDIZ


Escribo hoy porque el pasado día de la Constitución no tenía ganas, me fui a pasear entre las ruinas de un pequeño pueblo abandonado, arrasado por el olvido, entre zarzas y cascotes de escombro; quise conmemorarlo así , a modo de premonición y huérfano de toda fe constitucional.
 Todas las dictaduras han tenido su Constitución, todas las monarquías y todas las repúblicas, todos los estados y de todo pelaje: capitalistas, comunistas y fascistas. Desde siempre, la cuestión esencial no se dirime entre variables de un texto constitucional, sino que sigue planteada, como siempre, entre   heteronomía o autonomía,  sumisión o libertad, estado o democracia, ser constituyentes o ser constituidos...ser o no ser.

lunes, 5 de diciembre de 2016

GEOSITIOS , PUEBLOS, DEL SILENCIO



Coincido con lo que dice Monticedo en su blog Tierras de Burgos: no es lo mismo un pueblo deshabitado que otro abandonado. Que todavía salga humo, aunque sea ocasional, por las chimeneas de unas pocas casas o que la vegetación se coma las paredes hasta borrar su existencia y su memoria. Algo habría que hacer para remediarlo, porque un paisaje deja de serlo cuando nadie lo mira y, aún más, cuando nadie lo habita. 

El paso del tiempo deja su sedimento en sólidos estratos, como poso y testimonio del correr de los siglos, pero es insoportable la ausencia de sedimento, memoria, cuando se trata de vidas humanas. No deberíamos permitir el olvido de quienes habitaron esos pueblos hoy abandonados, ni deberíamos dejar sólos a los que mantienen vivos los últimos pueblos habitados. Ellos y nosotros deberíamos hacer algo. Por de pronto, sólo se me ocurre una heroica resistencia y un viaje iniciático, para mantener abiertas las calles que fueron veredas y las veredas que fueron calles.


Podríamos recordar en piedra los últimos nombres, de las gentes que definitivamente se fueron, al igual que conservamos en los mapas el nombre de ríos y montañas, de generación en generación. No podemos permitirnos el olvido de sus vidas resistentes. Podríamos levantar pequeños hitos monumentales que desafiaran al olvido, un leve amontonamiento de sutiles estratos, con el sedimento de sus sueños y los nuestros. Podríamos hacer geología humana, del conocimiento y del sentimiento, en estos paisajes únicos y sublimes, olvidados, de Las Loras:

ALBACASTRO-CENICEROS-CORTIGUERA-FRESNO DE NIDÁGUILA-HORMICEDO-ICEDO-LORILLA-MOZUELOS DE SEDANO-PUENTES DE AMAYA-SIERO


Podríamos trazar un camino de poética peregrinación por esos pueblos, para que los caminantes puedan conocer-sentir la ausencia y la presencia de lo humano, una ruta emocional por los pueblos del silencio. Propongo poner allí una sencilla campana, que puedan tañir los solitarios caminantes a su paso entre las ruinas. Y un tendal multicolor de pañuelos tibetanos, para que cada nuevo caminante cuelgue allí uno con su nombre, como alegre ropa tendida a la esperanza, a modo de empadronamiento renovable, solidario y poético.


Un abrazo de agradecimiento a quienes tuvieron la sensibilidad de sentir y difundir el recuerdo de los últimos pueblos habitados:

-A Elías Rubio:
*Los pueblos del silencio
Libro editado en el año 2000 (Burgos, Gráf. Aldecoa). ISBN: 84-923878-0-7)

-A José Díaz Martín:


-A Faustino Calderón:


-A Monticedo:


-A Espacio Tangente:






domingo, 4 de diciembre de 2016

UNA ERMITA QUE NO ES, AL FINAL DE UNA TROCHA IMPOSIBLE




Hace muchos años, tomando un café en Fuencaliente y mirando al horizonte alto de Las Loras, vimos una construcción in-sólita; dijimos: un día tenemos que subir allí, parece una ermita, es un misterio...y ese día fue ayer. Tomamos el camino desde el coqueto parque de Quintanas de Valdelucio, donde hay un arbolario ilustrado, un estanque, un jardín con paseos que miran a su monumental iglesia renacentista, un cementerio moderno y unos bancos para reposar bajo nidos de cigüeñas ausentes. Tomando altura, traspasamos la raya que separa el sol de la sombra, una raya definitiva que te mete de repente en la realidad del invierno, un frío de mil demonios, cuando a sólo unos metros disfrutábamos el calorcito del sol en pleno diciembre. Subimos sorteando brezos hasta alcanzar el pie de los cantiles y dar allí con una trocha imposible, que trepa burlando el vacío, buscando la ermita que resulta ser una nave agrícola abandonada, decorada por dentro con grafitis surrealistas y una ventana que mira hacia los páramos de Sargentes, erizados de molinos eólicos. Transitando por abajo del Valle parece que aquello es lo más alto, pero no, llegando arriba descubres que hay más altos, que la lora continúa por allí, prolongándose hacia arriba, en altísimos campos de siembra, en valles escondidos encajonados entre peñas. Bajamos por el inmenso valle colgado, poblado de encinas en las laderas tumbadas a la solana, un larguísimo valle colgado y ciego -paralelo al Valdelucio-, que se hunde poco a poco en caóticas peñas cuando se acerca al pueblo de Ribas, peñas que vemos plegarse poco a poco, hasta alcanzar la verticalidad absoluta, cuarteadas y rotas por el paso del tiempo y por las heladas de muchos, muchísimos inviernos como éste. Al paso, aparecen un buitre fisgón que nos mira desde los cantiles y dos tractores laboriosos que rompen el silencio, adiós, buenas tardes.











 
  
 
 
 



 
  


 
 
 
 
 











miércoles, 30 de noviembre de 2016

EN EL HOMENAJE A UN MAESTRO






Acto de homenaje vecinal a Jesús Olea, en el Barrio de España (Valladolid)

El pasado domingo estuve en Valladolid para no perderme el homenaje que la asociación de vecinos del Barrio de España rendía a Jesús Olea en el día del maestro. Emocionado, pude darle un fugaz abrazo entre la multitud que quería hacer lo mismo...y no pude evitar una contradictoria mezcla de agradecimiento y amargura, mientras actualizaba mi memoria de entonces y mi conciencia de ahora.