miércoles, 11 de octubre de 2023

DEL ESCALAR O CAMINAR MONTAÑAS

 

En soledad o en compañía. La experiencia de soledad en la montaña y en diálogo con la naturaleza  denota un compromiso radical: en general con la vida y el cosmos, y en especial con nuestra especie (con la propia condición humana). Y las penalidades o las alegrías del caminar en compañía sabemos que ayudan a forjar vínculos de amistad que son de por vida. 

Caminar como arte. Para nosotros, humanos, los territorios de la alta montaña son lugares de paso, donde la vida no tiene lugar y donde, por tanto, no podemos permanecer por mucho tiempo, dado que allí nuestras necesidades vitales no encuentran manera de ser cubiertas. Así, “el caminar por las altas montañas es el modo que tenemos para otorgar una especial identidad a esos territorios, considerando el caminar como una práctica estética, un método tranquilo de reencantamiento del tiempo y del espacio” (*)

Cartografía del caminar. No digo que tenga que ser así, pero sé por experiencia que caminar puede llegar a ser una auténtica práctica artística si consiste en andar el territorio con sensibilidad perceptiva, abierta la mente hacia las emociones que conectan el entorno caminado y el cuerpo de quien camina. Con esas emociones, hoy reconozco que se puede crear conocimiento mediante la huella fotográfica del caminar, como experiencia de inmersión en un territorio, lo que de algún modo es cartografía creadora de paisajes y cultura. Y mira que me cuesta reconocerlo, por mi natural aversión a los aparatos fotográficos, que me viene  de cuando practicaba la escalada de dificultad en la alta montaña y me parecía tan innecesario como absurdo eso de cargar con el peso de la dichosa maquinita de fotos, todo para acabar destrozando con cada foto la in-tensa emoción que se siente escalando. Por entonces, hacer fotos durante la escalada me parecía un gesto superfluo, que banalizaba el tiempo y lugar de esa sublime experiencia  que es el transitar por la alta montaña, sea caminando o, más aún, escalando.

Un montañero puede ser cartógrafo de las cumbres, alguien que mapea el silencio”, como dice Eduardo Marco Miranda en su tesis doctoral. (*) Ahora que no escalo, que ya solo camino, lo comprendo mucho mejor. Ahora voy entendiendo cómo utilizamos el paisaje y su fotografía para representarnos a nosotros mismos, en un intento de significación, como queriendo proyectar nuestra identidad en el entorno-mundo y, ya de paso, ensayar un gesto tan humano como inútil: esa ilusoria pretensión de querer detener el tiempo en una foto.

 
La utilidad de lo inútil. Conviene leer “La utilidad de lo inútil”, de Nuccio Ordine, especialmente estos capítulos: 13.Montaigne: no hay nada inútil, ni siquiera la inutilidad misma;14.Leopardi flâneur (paseante): la elección de lo inútil contra el utilitarismo de un siglo soberbio y estúpido y 15.Théophile Gautier: todo lo que es útil es feo, como las letrinas.  Ya al comienzo del libro, Nuccio Ordine explica la paradoja del título: “El oxímoron evocado por el título merece una aclaración. La paradójica utilidad a la que me refiero no es la misma en cuyo nombre se consideran inútiles los saberes humanísticos y, más en general, todos los saberes que no producen beneficios. En una acepción muy distinta y mucho más amplia, he querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. Existen saberes que son fines por sí mismos y que—precisamente por su naturaleza gratuita y desinteresada, alejada de todo vínculo práctico y comercial—pueden ejercer un papel fundamental en el cultivo del espíritu y en el desarrollo civil y cultural de la humanidad. En este contexto, considero útil todo aquello que nos ayuda a hacernos mejores”.

Contra nuestros miedos. Reinhold Messner es el alpinista que en 1978, junto a Peter Habeler, realizó la primera ascensión al Everest (8.848 m) sin botellas de oxígeno, lo que hasta entonces se consideraba imposible; pues bien, no hace mucho, en 2004, decía Messner: “cuanto más arriba escalo, más profundamente siento mis miedos. Cuanto más alta es la montaña a la que subo, más amplia es la panorámica que tengo sobre mi propia existencia. Al ir a un lugar al que no pertenezco, se hace posible el arte de vivir: la orientación a través de la desorientación. Pues al fin y al cabo, todos los desiertos de este mundo están en nosotros mismos”.

De mi personal experiencia en las montañas, en soledad y en compañía, he aprendido que en nuestra relación con la naturaleza y especialmente en la alta montaña, más allá de donde la vida sucede cotidianamente, experimentamos un modo de sentir apasionado, entre sagrado y sublime, que nos habla del misterio de nuestra propia naturaleza humana.

El objetivo no es la cima, es el camino. Hasta hace poco, el ascenso a las grandes cumbres de la Tierra era certificado por una mítica periodista, Elizabeth Hawley, creadora de The Himalayan Database (www.himalayandatabase.com). Elizabeth era rigurosa exigiendo pruebas: fotos, vídeos y testimonios de otros escaladores; pero su trabajo no dejaba de ser artesanal y con la aparición de internet empezó a perder relevancia en beneficio de la web www.8000ers.com; cuando Hawley falleció en 2018, de hecho ya era esta web, fundada por Eberhard Jurgalski, la que confirmaba y certificaba la ascensión a las grandes cumbres, así como todos los logros y récords logrados en las altas montañas de la Tierra.

En 2019, con imágenes de satélite de alta resolución y la ayuda del Centro Aeroespacial alemán, Jurgalski y sus ayudantes demostraron que en algunos ochomiles, como el Manaslu, el Annapurna o el Dhaulagiri, muchos alpinistas nunca alcanzaron la verdadera cumbre, sólo quedaron cerca. Según sus investigaciones, apoyadas en grandes avances tecnológicos, únicamente tres alpinistas (el americano Ed Viesturs, el finlandés Veikka Gustafsson y el nepalí Nirmal Purja) completaron realmente los 14 ochomiles del Himalaya, los dos primeros sin oxígeno artificial. Según ese trabajo, Oiarzabal y Iñurrategi se quedaron en una cumbre secundaria del Manaslú, no llegaron a pisar la cima… y al legendario Reinhold Messner le faltaron cinco metros para coronar realmente el Annapurna. Cierto es que antes siempre hubo debate al respecto, sin darle mayor importancia porque, en general, los escaladores nos fíabamos de la palabra de quien decía haber llegado a una cumbre, más si además nos enseñaba una foto de ese momento. 

Pero después de la decisión del Libro Guiness sobre Messner, éste, muy indignado, exclamó con su habitual apasionamiento: "¡el objetivo no es la cima, es el camino!... ¡mi alpinismo no sabe de récords!".

 

Gozo y fatalidad en lo imprevisto. En marzo de 2004, el alpinista francés Patrick Berhault comenzaba junto a su compañero Philippe Magnin el mayor reto de aquella temporada: ascender a las 82 cumbres de más de 4.000 metros de los Alpes en sólo 82 días. Un reto que se vio tristemente truncado el 29 de abril cuando Berhault, de 46 años y uno de los mejores y más reconocidos escaladores europeos, se despeñó desde la arista que debía llevarle a la cima del Dom (**) cuando estaba a punto de terminar esa ascensión en los Alpes suizos. Se trataba de una escalada fácil, tan sencilla que ni siquiera subían encordados, cuando Patrick Berhault tuvó un fatal resbalón.

Ésto me hace recordar aquella ocasión en que tuve un “tonto” resbalón que a punto estuvo de costarme la vida. Fue en un descenso, al día siguiente de realizar la escalada invernal a Peña Santa de Castilla por la vía sur-directa, con algo más de 600 metros de pared vertical y de dormir precariamente en la cumbre, porque la habíamos coronado ya bien entrada la noche. Tras un complicado descenso en unos cuantos rápeles por la helada cara norte, bien equipados con piolet y crampones rodeamos la montaña por su base para volver al refugio de Vega Huerta. Cuando encarábamos la travesía por la vertiente sur, nos pareció que la nieve ya no estaba tan helada como en la cara norte; también es cierto que era casi mediodía y el sol estaba rompiendo la niebla de aquella fría mañana. Llevábamos todo el día calzados con los crampones y en ese tramo horizontal, con la nieve algo más blanda, nos pareció que estorbaban después de tanto hielo. Fue al querer cruzar un corto tramo  en la parte superior donde se iniciaba el cono de un corredor que veíamos concluir unos trescientos metros más abajo. Fue allí donde resbalé, en la parte más fácil, precisamente cuando acabábamos de quitarnos los crampones en un exceso de confianza, porque nos parecía que la nieve dejaba de estar helada. Fueron trescientos largos metros de caída vertiginosa y acelerada por ese larguísimo corredor, hasta parar en el fondo después de golpearme con numerosas rocas por el camino, que destrozaron mi mochila y parte de mi ropa, produciéndome heridas y contusiones múltiples por todo el cuerpo. Cuando mis compañeros de escalada pudieron bajar a recogerme, me dijeron que estaban contentos, porque habían visto la caída y lo que esperaban era recoger un cadáver. Me enteré después que Luis Felix, el compañero que me seguía, también resbaló detrás de mí, pero que tuvo la suerte de parar gracias a que cayó en una profunda grieta abierta en el corredor, a pocos metros de donde ambos habíamos resbalado. 

Hoy me queda una gran cicatriz en un hombro y una lesión de columna que después de respetarme por más cincuenta años, ahora me impide doblarme si no es con dolor...y la verdad es que cuando me duele, muchas veces me viene a la memoria aquella magnífica escalada invernal a Peña Santa, que me dejara una huella de gozo y dolor al tiempo, lo que me parece una metáfora de la vida como camino, más o menos vertical, practiques o no la escalada.

En la escalada invernal a Peña Santa, en 1972.

 https://blognanin.blogspot.com/2010/12/viejas-fotos-recuperadas.html

Libros de montaña, montaña de historias. Durante años leí muchos libros de montaña y el que más releí fue “Conquistadores de lo inútil” de Lionel Terray (Grenoble 1921-Vercors 1965). Es posiblemente el libro de montaña más leído de todos los tiempos, en el que L.Terray describe su pasión a través de su aprendizaje en la montaña, de sus victorias en las altas cumbres y de su íntima amistad con sus compañeros de cordada: Gaston Rébuffat, Louis Lachenal, Maurice Herzog y otros. Son impresionantes sus relatos de escalada; el que más huella me dejó fue cuando en 1950, participando en la expedición francesa al Annapurna, Lionel renunció a la cima para asegurar el descenso de sus amigos Herzog y Lachenal, ambos con gravísimas congelaciones. Decía en el epílogo del citado libro: “si en realidad no hay ninguna roca, ningún serac, ninguna grieta que me esté esperando en algún lugar del mundo para detener mi carrera, llegará un día en el que, viejo y cansado, encontraré la paz entre los animales y las flores. El círculo quedará cerrado, y por fin seré el simple pastor que añoraba ser en mis sueños de niño”. 


Lionel Terray fue el legendario primer escalador del Fitz Roy, en Patagonia; del Chacraraju, en Perú; del Makalu, en Nepal o del Monte Huntington en Alaska. Esta última cumbre la alcanzó en compañía del joven Marc Marinetti, junto a quien perdería la vida en un incomprensible accidente de escalada a la corta edad de 44 años: fue en un fácil terreno de ensamble de tercer grado, tras superar la parte más comprometida de una vía de entrenamiento en el macizo de Vercors, muy cerca de Grenoble, su ciudad natal. Su muerte, ahora ha vuelto a recordarme aquel error y accidente que tuve en el descenso de la Peña Santa en los Picos de Europa. Siempre habrá personas a las que su pasión por las montañas les lleva a arriesgar su vida contra las fuerzas de la naturaleza, donde el menor error puede resultar fatal. Edmund Hillary, el alpinista británico que junto al sherpa Tenzing Norgay fueron los primeros en coronar el Everest y que que pudieron volver para contarlo, se preguntaba: “si escalas una montaña por primera vez y mueres en el descenso, ¿es realmente el primer ascenso completo a la montaña? Yo personalmente me inclino a pensar que tal vez es igualmente importante el descenso y que la escalada completa de una montaña supone llegar a la cima y volver abajo sano y salvo”.

Entonces, ¿por qué subimos montañas? La respuesta más sencilla y acertada fue la de George Mallory, uno de los más significados alpinistas de inicios del siglo pasado: “¿que por qué subo montañas?: porque están ahí”. Hay un ingrediente poético en esta respuesta, algo que me remite a unos versos de Paul Celan, que aquí me permito resumir y poner en prosa: La realidad no está simplemente allí, debe ser investigada y conquistada. ¿Quién dice que se nos murió todo cuando se nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó. Sólo verdaderas manos escriben verdaderos poemas. No veo ninguna diferencia entre un apretón de manos y un poema. La poesía es una especie de regreso a casa”.

El mejor alpinista es un alpinista vivo. Gaston Rebuffat fue miembro de la mítica generación de Lionnel Terray, Maurice Hergoz y Louis Lachenal, con quienes  en 1950 participó en la conquista del primer ochomil, el Annapurna. Fue autor de numerosas "primeras", muchas de ellas junto a su amigo Lionel Terray, como la norte de las Grandes Jorasses (1945) y también escaló en 1947 la temible pared norte del Eiger. Era, además, escritor, cineasta y conferenciante. Yo tengo grabadas en video algunas películas suyas en blanco y negro. Recuerdo haber leído en alguno de sus libros algo así como que  "un alpinista es alguien que conduce su cuerpo allí donde, un día, miraron sus ojos...y que además vuelve"… al parecer, repetía esta idea en todas sus conferencias: "el mejor alpinista es un alpinista vivo".

En “Reino de luz y silencio” decía que “la técnica debe hallarse al servicio de un entusiasmo, o de lo contrario reduce el mundo de las alturas a las proporciones de un gimnasio. ¡Pero qué larga es la marcha que conduce a las cumbres! Allí donde las casas, luego los árboles y por último la hierba terminan, donde comienza el reino estéril, salvaje y mineral; sin embargo, en su extrema pobreza, en su desnudez total, dispensa una riqueza que no tiene precio: la dicha que se descubre en los ojos de quienes lo frecuentan”. Hoy sigo apreciando el valor  que G. Rebuffat le daba a la amistad en la montaña, porque yo también he experimentado y sentido con intensidad que la “cordada” es la metáfora de un vínculo perdurable de por vida: la belleza de las cumbres, la libertad de los grandes espacios, los rudos placeres de la escalada, la identificación con la naturaleza recobrada, serían placeres estériles y a veces amargos sin la amistad de la cordada: amistad fraternal, hecha de cortesía, abnegación, luchas compartidas y alegrías también experimentadas en común”.

Ese estremecimiento. Del libro La Montaña es mi Reino”: tengo ya en mi haber algo más de mil ascensiones en todas las épocas del año; a veces se adueña de mí la impresión de que la montaña es mi reino. Con todo, cada vez que franqueo su puerta invisible, pero que «siento» perfectamente, me domina un ligero estremecimiento”.

A mí me pasaba cada vez que emprendía una excursión a la montaña, incluso actualmente, el día previo sigo sintiendo una cierta excitación. Ya metido en la escalada, siempre sentía un estremecimiento, casi un temblor como de emoción, durante los primeros metros, en el primer largo de cuerda, que después iba desapareciendo a medida que me alejaba del suelo; es curioso que siempre tuviera el mayor miedo en los primeros largos de cuerda. A propósito de ésto, decía G.Rebuffat: “de cualquier manera, la llegada a una cumbre jamás representa una victoria sobre la montaña, sino sobre uno mismo”. Y también que escalar es un instinto y que los niños trepan con mil amores a las ventanas, a los árboles y a las paredes, que lo hacen por el placer de escalar, descubrir, ver más lejos y desde más alto. ¿No es eso, en el fondo, lo que los mayores llaman «alpinismo»?

 


Escalar o caminar, pues, la vida. Además de sociólogo, antropólogo y especialista en la representación y las acciones del cuerpo humano (ha dedicado ensayos anteriores al dolor, el silencio o la risa, por ejemplo), David Le Breton (***) es un gran caminante y ha consagrado ya varios libros a esta pasión, entre ellos, quizá uno de sus más conocidos es elElogio del caminar”, publicado en castellano en 2015. Cuando se siente en la necesidad de justificar esta reincidencia acude a una paradoja: "para mí, caminar es volver a encontrar mis propias raíces en el mundo"

Le Breton dice en ese libro que fue la revolución industrial  la que estableció un nuevo marco en el asunto: "por reacción intelectual a su forma de entender el progreso como competencia en la aceleración mecánica, se revalorizó el desplazamiento a pie, atribuyéndole, entre otras, las virtudes de la introspección y la liberación de la prisa. A mediados del XVIII, Jean-Jacques Rousseau, gran defensor de la "marcha propia" y la "vida ambulante", renegaba de los viajes en diligencia "tristemente sentados y aprisionados en una pequeña jaula bien cerrada".


La reivindicación del caminar como un acto de resistencia. Y en el mismo libro proseguía David Le Breton: "aquella velocidad encapsulada de las diligencias que exasperaba a Rousseau o el sedentarismo burgués contra el que se rebelaba Thoreau, pueden revisarse con cierta ironía desde nuestro hipertecnologizado siglo XXI: a "la humanidad sentada", por utilizar un término de Le Breton, "su cuerpo y su bipedación le molestan […] y su aspiración es deshacerse de él para así comenzar una nueva fase de la evolución, la de la virtualidad o las prótesis".

"Por eso, en el tiempo presente, que especula con el transhumanismo, es más importante que nunca la reivindicación del caminar como un acto de resistencia. Afortunadamente,  los caminantes siguen hoy recorriendo felices el globo, manteniendo su vínculo con la especie y burlándose del puritanismo ambiental provocado por la nueva religión de la tecnología" (David Le Breton, Elogio del caminar)

También lo pienso, solo que yo no diría tanto como "felices caminantes", teniendo en cuenta la que está cayendo.


Notas:

(*) Del libro y tesis doctoral de la que es autor Eduardo Marco Miranda: “La fotografía de paisaje en el Pirineo Central a finales del siglo XIX y principios del XX. Una revisión contemporánea desde la práctica artística del caminar por el territorio de alta montaña” (publicado en 2015 por la Universitat de Barcelona).

(**) El Dom (4.545 m) es el tercer pico más alto de los Alpes suizos, forma parte del macizo del Mischabel, del que es su pico más alto y es la séptima cumbre​ de la cadena alpina después de dos cimas del macizo del Mont Blanc y cuatro del Monte Rosa. 

 (***) David Le Breton es antropólogo y profesor de la Universidad de Estrasburgo. Es autor de Conduites à risque (París, 2002), Anthropologie du corps et modernité (París, 2005) y La saveur du monde: Une anthropologie des sens (París 2006).

domingo, 8 de octubre de 2023

AL ANETO, HACE MÁS DE CUARENTA AÑOS

Entre los papeles recién recuperados, llenos de notas y borradores, casi todos escritos a bolígrafo y algunos a lapicero, que tenía olvidados en el desván, estaban tres folios escritos a máquina en los que narraba mi primera ascensión al pico Aneto, máxima cota de los Pirineos. Por mis cálculos, debió de ser allá por el año 1981, hace pues cuarenta y dos años. Antes ya había estado en otras grandes cumbres pirenaicas, a las que ascendí con muy variados compañeros de escalada, vascos, catalanes y aragoneses, con ocasión de los dos años que pasé en la Compañía de Esquiadores-Escaladores (Candanchú), dependiente de la Escuela Militar de Montaña (Jaca). Fueron numerosas ascensiones y escaladas, unas cuantas al próximo y grandioso Pic de Midi d`Osseau y otras a muchas de las altas montañas que desde Candanchú teníamos cerca.

Más tarde tendría ocasión de conocer otras zonas de los Pirineos aragoneses, catalanes, franceses y navarros, por los valles de Pineta, Roncal, Ordesa, Gavarnie, Vignemale…y al Aneto subiría una segunda vez, con ocasión de un campamento de montaña que dirigí en el verano de 1986 o 87, no estoy seguro, organizado por la concejalía de juventud del ayuntamiento de Valladolid, en tiempos del alcalde Tomás Rodríguez Bolaños. En esa ocasión cometí la osadía e imprudencia de subir a unos treinta jóvenes a la cumbre del Aneto por la vía normal, que desde el refugio de la Renclusa pasa el Portillón y asciende por el glaciar hasta alcanzar la cumbre del Aneto tras superar el aéreo paso de Mahoma.

En la ocasión narrada en esos papeles recuperados, se trataba de un encuentro familiar, con escaladores valencianos, con algunos de los cuales yo ya había escalado antes, en Pirineos, en Gredos, en Picos de Europa o en la Montaña Palentina, así como en algunas de las zonas de escalada que tienen en su tierra, muy cerca de Onteniente y de Alcoy, en las ocasiones en las que yo bajaba  a visitarles, al menos una vez al año.

Nos juntamos en Benasque y enseguida nos dirigimos al Pla (1) de Senarta, donde montamos nuestro campamento familiar, éramos diecinueve entre adultos y niños. Este lugar nos serviría de base para las excursiones y escaladas que hicimos durante aquellos felices días. La escalada aquí relatada, al Aneto (2) por la arista de Salenques-Tempestades (3), la hice con Vicent Pastor, un magnífico compañero de escalada cuyo rastro perdí después de aquella memorable ascensión, para mí inolvidable.

Como entonces acostumbrábamos a no hacer fotos mientras escalábamos, pasados tantos años me ha costado precisar por qué brecha alcanzamos la cresta. Sí recuerdo muy bien que fue una decisión improvisada, sobre la marcha y sin ninguna información previa, solo porque aquel corredor nos pareció atractivo y directo a la arista. Pasado el tiempo y ya con internet he podido concluir que aquella escalada tuvo que ser por el corredor norte del pico Margalida, que es una de las escaladas en hielo que a día de hoy sigue siendo una de las más codiciadas por los pirineistas. Vicent y yo la hicimos a principios del verano, pero en aquel momento no podíamos imaginar las dificultades que íbamos a encontrar, ni el riesgo al que estuvimos expuestos durante los mas de doscientos metros de ese corredor, mucho más que en los dos mil metros de escalada que teníamos por delante, toda la arista, hasta alcanzar la cumbre del Aneto.

Transcribo a continuación el texto original escrito en esos tres folios, hace cuarenta y dos años:

 

AL ANETO POR LA CRESTA DE SALENQUES-TEMPESTADES

Iba a ser mi primera ascensión al Aneto y quería hacerla por un itinerario más interesante que el clásico y más frecuentado que arranca del refugio de la Renclusa. Lo tenía decidido hace tiempo antes de visitar esta parte de los Pirineos, cuando ví las primeras fotos y leí los primeros escritos sobre el Aneto. Subiríamos por la cresta de Salenques, el recorrido más largo, ¡una trepada de casi tres kilómetros!, la escalada más interesante y difícil de la zona, catalogada “D” en buena roca. El proyecto prometía grandes satisfacciones y, en efecto, no nos defraudaría.

1.Escrito a máquina original. 2. Mapa de cordales, zona de la cresta Salenques-Tempestades  y 3. Mapa del recorrido que seguimos, durante dos días, hasta el Aneto por los glaciares de Barrancs y Tempestades, para descender luego por el glaciar de Coronas


Desde nuestro campamento en el Pla de Senarta (1.380 mts) nos acercamos en coche hasta el final de la pista, donde había un aparcamiento lleno de vehículos, incluida alguna caravana. La senda que conduce al refugio de la Renclusa se encontraba a aquella hora tan transitada como cualquier calle céntrica de Valladolid. Nos alegramos de no haber elegido el itinerario normal al Aneto por el refugio de la Renclusa. Eramos cuatro: Ramón, Carlos, Vicent y yo, Nanín. Enfilamos rápidamente la dirección de Aigualluts, un “pla” amplio y muy hermoso, húmedo y muy verde, desde donde el Aneto se ofrece a los montañeros de forma majestuosa. Una densa niebla nos impidió esta primera e impresionante visión del rey del macizo. Cuando llegamos a la bellísima cascada donde rompen los riachuelos que encharcan el Pla de Aigualluts, a pesar de su lejanía y de la niebla, se intuía, casi se veía al Aneto, dos mil metros por encima de nosotros; yo tenía impresa en la memoria su imagen singular, con el primer plano de la cascada, tantas veces repetida en fotos ya clásicas.

Vicent Pastor, uno de los tres amigos valencianos con los que estaba subiendo y con quien alcanzaría la cumbre al día siguiente, ya había subido al collado de Salenques en una ocasión anterior. Ese era el lugar que habíamos elegido para efectuar el vivac, por lo que seguimos su paso, decidido y ligero, como si la niebla no existiese. Una estrecha garganta, una zona de grandes desprendimientos, una empinada canal, una gigantesca tartera y una inacabable pedrera por la que descendía un nevero helado nos hicieron sudar a pesar del frío y la niebla que reinaban a esa altura, alrededor ya de los dos mil metros de altitud según nuestros cálculos, sin que por ningún lado se viera nada parecido al collado de Salenques. Vicent nos lo confirmó: la niebla nos había desviado por otro camino. Ganamos altura hasta ver la lengua de un glaciar. No podía ser otro que el glaciar de Barrancs. Tras media hora de intenso trabajo quedó acondicionado nuestro vivac al pie del glaciar. (4)

A la madrugada, con la primera luz del día, la niebla se había disipado aunque el cielo estaba muy cubierto. Se olía una tormenta, que afortunadamente no llegaría a alcanzarnos. Al ver por primera vez el panorama y apreciar nuestra situación, nos alegramos de haber equivocado el camino; desde donde estábamos, sin perder altura, podíamos atravesar lateralmente una de las zonas más bellas y poco frecuentadas del macizo. Pasamos por debajo del glaciar de Barrancs para llegar a la altura del arranque de la cresta del pico Espalda del Aneto (3.350 mts), donde por un momento estuvimos tentados de afrontar por esa esbelta arista la ascensión al Aneto, pero la cresta de Salenques se ofrecía ya airosa y prometedora enfrente de nosotros, al otro lado del glaciar de Tempestades, así que optamos por mantener nuestro proyecto inicial, aunque con algún cambio que luego resultaría de mucha mayor envergadura de lo previsto. 

Efectivamente, frente a nosotros, justo por debajo de la zona más espectacular de la cresta de Salenques, descendía un corredor muy vertical, del que solo podíamos ver su parte final en una de las muchas brechas que mellan la arista, en la parte más elevada del glaciar de Tempestades. Nos pareció muy atractivo ese corredor y dejándonos llevar por este primer impulso no lo pensamos dos veces. Sería una variante que añadiría dificultades y también belleza al recorrido clásico de la Salenques-Tempestades.

Desde la rimaya del glaciar, el corredor se nos presentó aún más áspero y difícil de lo que nos había parecido desde lejos. Continuamente escuchábamos la explosión de piedras caídas desde la parte más alta. Sería demasiado arriesgado subir dos cordadas. Ramón y Carlos decidieron no meterse e iniciaron el descenso por el glaciar, para regresar al campamento de Senarta siguiendo el camino que habíamos traído. 

Vicent y yo nos encordamos y enseguida atacamos aquel corredor casi vertical. El primer largo, totalmente en hielo, nos permitió alcanzar la rimaya. Entre el hielo y la roca tuvimos que superar un paso realmente peligroso, bordeando un profundo y oscuro agujero de más de quince metros, que se abría a nuestros pies. El siguiente largo, ya en roca, nos permitió advertir cuál iba a ser la principal dificultad que íbamos a encontrar en la escalada: la roca, aparentemente compacta, se deshacía entre nuestros dedos. A los treinta metros, en terreno más cómodo, apareció un clavo de aspecto primitivo y por debajo de él había unos trozos rotos y podridos de cuerda de cáñamo, ¡de aquellas con las que escalaban los primeros pireneistas a principios del siglo XX!, ¡y aún estaban allí! Aquello quería decir que alguien más había sido atraído por aquel corredor y lo habían escalado quizá hace muchos años. Esto, que resultaba emocionante, no era, por otra parte, nada tranquilizador, porque ¿cuánto tiempo había pasado desde la última escalada por ese corredor?, ¿por qué no venía ninguna referencia al mismo en la guía que llevábamos y que consultamos antes de empezar?... ¡qué estremecedores resultaban aquellos despojos de una antigua cordada justo al comienzo de la escalada, cuando nos disponíamos a enfilar la parte más amplia y central del corredor, que desde allí abajo veíamos continuamente ametrallada por proyectiles invisibles, disparados desde lo más alto de la brecha. Resultaba algo siniestro aquel panorama de despojos, testigos quizá de una derrota contra la montaña, que dotaban al momento de una inusitada tensión...bueno, ¡pues tiramos para arriba, que vamos como de estreno!

Inicio el siguiente largo por el centro del corredor, con la intención de cruzar cuanto antes esa zona peligrosa y continuar junto a la pared por su borde derecho, fuera de la trayectoria directa de las piedras que caían. Ninguno de los dos habíamos subido el casco protector, pero el tamaño de las piedras que caían y su velocidad nos aclaró que de poco nos hubiera servido en el caso de que una de ellas nos alcanzara. ¡Teníamos que cruzar cuanto antes! Esperé una pausa entre los silbidos de las piedras, esa parte era terreno relativamente fácil, pero totalmente descompuesto. Me fie del seguro de Vicent y comencé a trepar lo más rápido que pude. Unos metros más arriba, lo que parecía una zona de arenillas resultaron ser placas de hielo durísimo recubiertas por un cascajillo muy fino. El piolet se hizo imprescindible en aquel paraje, para tallar escalones y superar aquellas inoportunas placas de hielo que añadían dificultades extras y que, sobre todo, alargaban peligrosamente nuestra estancia en el centro del corredor. Enseguida pude comprobarlo, porque a cada golpe de piolet una lluvia de piedras regaba el corredor. Por fortuna, a lo largo de la escalada por el corredor tan solo nos alcanzaron algunas diminutas piedras, aunque en varias ocasiones se nos paralizó el corazón al ver cómo nos pasaban, casi rozando, algunas de considerable tamaño, que rebotaban y se rompían, multiplicándose en pedazos antes de llegar al glaciar.

La pared de la izquierda, algo extraplomada en su parte alta, no ofrecía salida posible y tuvimos que continuar por el fondo del corredor, pegados a su borde derecho, donde el peligro parecía menor a pesar de su verticalidad y a pesar de lo tentadoramente fácil que parecía el centro del corredor. Aquellos cuatro largos de cuerda por la parte central se nos hicieron realmente penosos. Las placas de hielo se sucedían sin solución de continuidad y ninguno de los dos recordábamos haber hecho jamás unos relevos tan precarios, con puntos de seguro tan simbólicos, nunca, en ninguna pared de las que hasta ahora habíamos escalado. Tres largos enteros sin ningún clavo de seguro por medio y las reuniones sobre un anillo de cuerda sujeto a resaltes insignificantes en roca descompuesta...lo que en invierno debía ser, sin duda, una escalada de gozosa dificultad en nieve y hielo, ahora, a principios del verano, se convertía en una alucinante ascensión con el alma colgada de un hilo.

Por fin, tras el quinto largo, yendo Vicent delante, alcanzó un terreno más compacto y seguro, cuya dificultad técnica, algo superior, se veia compensada al poder agarrarnos, por primera vez, a una roca entera donde apoyar firmemente nuestras botas; aún así, continuamos sin seguros, ya que cada vez que intentábamos meter un clavo la roca se resquebrajaba. Cuando me aproximaba a la reunión prevista ví unos metros por arriba y a mi izquierda un clavo del mismo tipo que encontramos al principio del corredor, casi doscientos metros más abajo. Su situación me confirmó que había sido utilizado en una ascensión invernal, parecía lógico, pues la escalada del corredor en verano resultaba peligrosa, como pudimos comprobar, aparentemente fácil, pero muy arriesgada. Inicie lo que parecía que iba a ser el último largo de cuerda antes de alcanzar la brecha, todavía por el borde derecho del corredor. La brecha de la arista se me presentaba cercana y hasta “acogedora”, tan solo unos metros más arriba; no obstante, me vi obligado a dar un buen rodeo, ya que la parte que restaba era bastante vertical y descompuesta; no quería arriesgar lo más mínimo lo que prometía ser un triunfo que teníamos al alcance de la mano, sobre aquel "angustioso" corredor.

Busqué una salida por una zona algo desplomada que tenía a mi izquierda, formada por grandes bloques, y continué luego por una parte tan descompuesta como los tramos de más abajo, que me desanimó nuevamente; advierto entonces que la cuerda está tensa y no veo por delante ningún lugar mínimamente apropiado para instalar la reunión, cuando tan solo quince metros más arriba estaba la plataforma de la brecha, ya en la arista. Resultaba imposible meter un clavo de seguro, imposible poner algún anillo de cuerda en algún resalte...y mucho menos destrepar. Opté por lo único posible, seguir como fuera, entonces le grité a Vicent, al que no veía, que se acercara para darme unos metros de cuerda, los suficientes para llegar hasta la brecha. En aquel tramo batimos nuestro propio record de malos seguros: casi cuarenta metros sin absolutamente nada que pudiera frenar una posible caída hasta el glaciar, doscientos metros abajo.

Vicent subía detrás sin conocer nuestra verdadera situación y cuando pudo verme, su ritmo de trepada se hizo mucho más lento. Yo confiaba plenamente en él, no así en mis propias manos que llevaban ya unos cuantos minutos aferradas a la misma precaria presa, con todos mis músculos en tensión y con claros signos de fatiga. Al fin, Vicent encontró un resalte donde  asegurarse con un anillo de cuerda. Eso me permitió continuar, aliviada ya mi tensión, por un fácil paraje de bloques sueltos hasta lo alto de la brecha, ¡el primer lugar seguro tras cuatro horas infernales pasadas en aquel corredor...ahora tocaba disfrutar el primer trago de agua y el primer cigarro! Fue un momento sencillamente maravilloso el que pasamos en aquel hospitalario  metro cuadrado, en aquella brecha innominada, ya enfilados por la cresta hacia la cumbre del Aneto.

Era casi mediodía y aún nos quedaba por recorrer toda la crestería hasta la cima del Aneto. Tuvimos unos minutos de duda, no estaba claro el itinerario a seguir por entre aquella masa caótica de agujas, torres y bloques.Tras encaramarnos a la parte más aérea de la arista, la ruta nos pareció más evidente y continuamos escalando muy rápidamente para evitar otro vivac. Siguieron varias horas de trepada ligera, alegre, entretenida y sin grandes dificultades, lo que nos fue compensando de la angustia pasada en el corredor. Pasamos la brecha de Tempestades, la de la Espalda del Aneto y el panorama a nuestro alrededor crecía en belleza: glaciares, aristas, lagos, horizontes puntiagudos de un planeta pequeño que nos parecía inmenso desde aquel privilegiado balcón por encima de los tres mil metros, que nos hacía pequeños a nosotros, microscópicos conquistadores en medio del gigantesco tamaño mineral de aquel grandioso macizo pirenaico del Aneto y las Maladetas.

La cumbre del Aneto, como casi todas las cumbres muy visitadas, es algo decepcionante. Las huellas del gregarismo urbano ensucian la amplia cima y una cruz demasiado grande, metálica y fría, agrede a la vista en el punto más alto de los Pirineos. Descendemos casi corriendo y desde el glaciar del Aneto nos desviamos a la izquierda para alcanzar el collado de Coronas, las Maladetas se sucedían hermosas a nuestra derecha. Descendemos velozmente utilizando el piolet, ramaseando, canturreando y casi flotando por el glaciar de Coronas. Nos refrescamos en el lago de Llosas. De vez en cuando echábamos una mirada hacia atrás y hacia arriba que nos permitía apreciar la dimensión del recorrido. Abajo, llegados a la pista forestal de Vallibierna unos montañeros catalanes nos llevaron en su furgoneta hasta el Pla de Senarta, al que llegamos ya entrada la noche. Allí nuestros compañeros, preocupados, se preparaban para salir a buscarnos.

Había sido un día demasiado largo, demasiado complicado y hermoso como para olvidarlo. La noche era fresca y estrellada y me acosté tranquilo y feliz, pensando que al día siguiente haría un buen día para seguir escalando. 

 


 Notas:

1. "Pla": en catalán, es sinónimo del castellano llano o planicie. Es un término geográfico que designa una plataforma o zona llana entre montañas.

2. La primera ascensión al Aneto fue en 1842. La realizaron un militar ruso de nombre Platón de Tchihatchchieff y un botánico aristócrata francés llamado Albert de Franqueville, acompañados por otras cuatro personas, contratadas como guías y porteadores. Tras muchas horas de ascensión - hay que tener en cuenta que antes se partía de muy lejos para subir a la cima- se encontraron con una estrecha y peligrosa arista que los separaba de la cima. Fue el ruso quien comparó aquel angosto paso con el estrecho puente, cortante como un sable, que según escribió Mahoma en Al Coran, "sólo los musulmanes justos podrán cruzar para alcanzar el paraíso", quedando así denominado para siempre aquel paso con el nombre de "Paso de Mahoma".

3. El recorrido completo de la cresta de Salenque-Tempestades permite coronar 9 de los tresmiles más codiciados y complicados del Pirineo: Margalida (3241 m), Forca Estasen (3028 m),Torre de Salenques (3111 m), Primer Resalte Salenques (3127 m), Segundo Resalte Salenques (3148 m), Tempestades (3290 m), Punta Brecha Tempestades (3274m), Espalda Aneto (3350m), Aneto (3404m). De acuerdo con la obra de Juan Buyse, en el Pirineo se registran 212 tresmiles, de los cuales 129 son cumbres principales y 83 secundarias. Además, establece 11 grandes zonas a lo largo de las cuales se distribuyen los tresmiles pirenaicos y que se corresponden con los grandes macizos de la cordillera.

4. En la época en que hicimos esta escalada al Aneto (1.981),  los glaciares ocupaban 641 hectáreas, pues bien, en 2012 la superficie se había reducido a 160 h. Aunque se han tomado medidas restrictivas para proteger los glaciares, éstas son incapaces de detener un retroceso que resulta inevitable, debido a la aceleración del cambio climático en estas últimas décadas.

 

1.Croquis de la escalada por el corredor norte del Margalida, 2.Vista del glaciar de Tempestades desde la arista, 3.El corredor norte en una escalada invernal y 4.Vista de la cumbre del Aneto desde "la Espalda" 

Ida y vuelta: aproximación por Aigualluts (cascada), recorrido de la cresta a la altura del pico Margalida, la cruz en la cima del Aneto y la vista del macizo desde el ibón de Llosás, tras bajar por el collado y glaciar de Coronas.


El acelerado retroceso de los glaciares en el macizo Aneto-Maladetas, en muy pocos años



viernes, 29 de septiembre de 2023

A FRONTADA DESDE FOLDADA

Frontada es un despoblado desde que fuera inundado por el embalse de Aguilar de Campoo en 1963 junto a las poblaciones de Cenera de Zalima, Villanueva del Río y Quintanilla de la Berzosa.

En 2001 la Confederación Hidrográfica del Duero efectuó una reconstrucción de la iglesia (San Andrés) de Frontada,  así como el acondicionamiento del entorno. En la actualidad se puede llegar al despoblado andando o en vehículo todo terreno por una pista de tierra que a día de hoy está bastante deteriorada. El lugar pertenece al municipio de Aguilar de Campoo y está localizado en el territorio del Geoparque Mundial Las Loras. Es un idílico rincón del Geoparque que bien merece  ser visitado, donde además de admirar lo que queda del patrimonio histórico podemos disfrutar de un magnífico entorno natural junto al pantano de Aguilar de Campoo y donde, además, disponemos de una zona recreativa con mesas y barbacoas donde almorzar o merendar disfrutando de la tranquilidad y belleza del lugar.

Para cualquier senderista, la primera parte del acceso actual se hace larga y algo áspera y con vehículo no es fácil ni tampoco recomendable, por eso que una mejor opción, a mi entender, podría consistir en acceder desde la cercana población de Foldada, donde se puede dejar el vehículo y disfrutar de su magnífica iglesia, de su caserío y de un frondoso entorno natural, antes o después de recorrer el camino a Frontada. Quedaría así un sendero circular, tal como indico en el mapa adjunto, que solo precisaría de una mínima intervención para acondicionar un corto tramo que discurre por un vallejo que enlaza un camino agrícola ya existente con la pista de tierra que llega hasta Frontada. Es muy probable que esta alternativa coincida con el camino que antiguamente enlazaba ambas aldeas (Foldada y Frontada). 

 

Mapa del Geoparque Las Loras


Croquis del recorrido circular propuesto, con inicio en Foldada


Detalle del tramo que sería necesario acondicionar mínimamente



Iglesia de El Salvador (Foldada)


Iglesia de San Andrés (despoblado de Frontada)


Esquema de la trama urbana de Frontada antes de la inundación


Cementerio de Frontada, junto a la iglesia de San Andrés


Parte del equipamiento recreativo (panel y barbacoas)


Merendero junto a la iglesia de Frontada 


Pinar de Frontada, camino de regreso a Foldada

Enlaces para ampliar información:

 1. Foldada:

https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/palencia_FOLDADA.pdf

2. Frontada:

https://www.romanicodigital.com/sites/default/files/pdfs/files/palencia_FRONTADA.pdf

3. Información geológica:

http://info.igme.es/cartografiadigital/datos/magna50/memorias/MMagna0133.pdf

 




lunes, 25 de septiembre de 2023

ESTACIÓN CAMPO GRANDE

Nota previa no me acuerdo cuándo exactamente pero tuve que escribir el texto que sigue poco después de morir Franco con escaso margen de error calculo que pudo ser por mil novecientos setenta y muchos aproximadamente el caso es que este escrito es uno de los muchos que han aparecido recientemente en una de las carpetas en concreto esta semana pasada de este mes de septiembre en curso una tarde de éstas en que no sabiendo en qué dar nos pusimos a rebuscar en los cajones de algunos muebles que habitualmente no usamos y allí aparecieron varias carpetas llenas de hojas con notas sueltas escritas unas a bolígrafo y otras a lapicero y unas pocas pasadas a máquina como es el caso de éste texto que aquí pongo transcrito en el que por lo que se ve ya por entonces se me cruzaban en el tiempo emociones y cables de recuerdos amontonados sin orden ni colocación en el tiempo igual que me ha pasado con la memoria de otras partes de mi vida que es lo que te pasa cuando de viejo te das cuenta que tuviste más de una vida porque los que te acompañaron en alguna de ellas desaparecieron sin enterarse los otros compañeros los de tus otras vidas que por un tiempo solo a tí te conocieron pero que no supieron nada de la existencia de esos otros a los que están unidos sin querer a través de tu propia vida lo que sucede sin querer como ahora me sucede a mí solo que en demasía porque ahora hacemos y guardamos fotos en exceso que tienen fecha de todo aunque mañana ya no nos acordemos porque para entonces ya estaremos ocupados en olvidar esas gentes amigas o no conocidas incluso amantes compañeras vecinas de las fotos porque mañana ya estaremos a otra cosa mariposa que si te veo no me acuerdo.

He visto que también guardaba un montón de folios de poemas con muchas tachaduras de muchas palabras se ve que esas no encajaban tras una primera relectura pero detrás de cada línea enmendada puede leerse todavía un primer pensamiento una intención expontánea como esa verdad que se dice que dicen los niños y también los borrachos al escribir eso que sentimos y soltamos casi sin pensar de corazón pero que nos delata porque dice de nosotros de qué nos arrepentimos lo que queremos borrar de nuestra biografía y por fin qué epitafio sería más de nuestro gusto sin duda porque somos inocentes mentirosos sin querer compulsivos en buena medida solo para poder sobrellevar esta vida como podamos con el mínimo dolor y pesar por eso puede que me haya puesto a rescatar estos viejos escritos que tienen más de cuarenta años y algunos incluso más de cincuenta porque luego estuve tan ocupado que la vida no me dejaba tiempo para tanto ni siquiera para ordenar los papeles que iba emborronando con notas sueltas que acumulaba aquejado del síndrome del náufrago porque lo mío son papeles metidos en botellas de cartón tiradas al océano en cajones sin fecha  que no hallaron destinatarios y que ahora devueltos me remiten necesariamente al principio de los tiempos  aquel muchacho que solo pensaba en escalar montañas porque el mundo Normal le parecía sumamente aburrido en la mediocridad de las vidas estadísticas dedicadas en masa solo al trabajo insulso de ganarse la vida solo para ir tirando.  

Y entonces ¿cómo poder vivir? pensaba aquel chico sin apostar uno la vida cada nueva mañana sin colgarla del riesgo y del vértigo y de la extrema belleza de las montañas selvas y desiertos extremos y por qué no decirlo también del Vacío liberador esa patología del presentimiento de lo que pueda ser la muerte en vida con ese nihilismo  prematuro infantil e inmaduro ahora ya lo sé pero el caso es que es ahora cuando tengo un corazón recién reparado podría decirse que ortopédico con el mecanismo dañado cuya memoria interna necesita ser ampliada y puede que sea por eso por lo que estos días me puse a rebuscar las carpetas viejas por los cajones de los viejos muebles que ya no usamos más que para eso para por si acaso cada setenta años nos falla el corazón o la memoria y tenemos que tirar de esas carpetas para reconstruirnos que falta nos hace en estos excesivos tiempos sobreabundantes en fotos selfis datos de nosotros mismos que ahí están en ajenos cajones digitales no sabemos dónde y sin quererlo o puede que sí en este mundo que sigue sin gustarme mitad enfermo del síndrome Negativo sin futuro de Casandra  y la otra mitad del de Diógenes síndrome del acumulador por excelencia de miseria y capital atesorado en una infinidad de bolsas de plástico que hieden yo la verdad es que no he podido ni querido curarme de mi propio síndrome esta patología del náufrago y de ahí quizá venga esta mala salud mía más bien por desgaste en la esperanza que bien mirado no deja de ser también la misma mala salud que  arrastran todos los gatos que cargan con más de siete vidas a cuestas. Este es ese escrito:

 

Marquesina de la Estación del Norte

ESTACIÓN DEL NORTE VALLADOLID CAMPO GRANDE asunto referencia Valladolid fecha cliente dirección muy sr. mío o distinguido cliente don sigue nombre y apellidos me refiero a su pedido de fecha tal del año en curso y me es grato comunicarle que por caja de valores hemos procedido al envío de la mercancía solicitada por Vd. deseamos sea de su conformidad y en factura anexa acompañamos detalle de marca y precio a la espera de haber satisfecho sus deseos reciba un cordial saludo el Jefe. 

Su cara de úrcera explicaba a la perfección lo poco satisfactorio que le resultaba aquel trabajo miles de cartas iguales a una mecanografiada cada cuarto de hora no era desde luego nada gratificante estar clavado en aquella oficina de aquella empresa de mierda cuyos negocios le resultaban tan absurdos como ajenos.

El día que le contrataron sin embargo fue divertido bueno fue divertido recordarlo porque en realidad lo pasó canalla la verdad sea dicha aunque hubiera hecho cualquier cosa por salir del almacén de cereales donde antes trabajaba cargando camiones levantando pilas de sacos unas treinta toneladas diarias más o menos pasando por sus costillas hasta las ocho de la tarde desde las seis de la mañana.

Engañó al Jefe con una habilidad interpretativa desconocida una fuerza superior le llenó de locuacidad y dominio de la situación como no había sentido nunca nada parecido desde que estuvo en el Paro recorriendo infinidad de pasillos y guardando colas mirando anuncios entrevistándose con jefes de personal humildemente para dar la imagen que se necesitaba un hombre joven formal trabajador dócil recién casado y ya con dos hijos que mantener era sin duda el derecho a mentir que siente el débil frente al fuerte lo que le sirvió para conquistar el podrido corazón del Jefe.

Pasaron unos meses en los que aprendió los trucos necesarios para trabajar lo menos posible sin dejar por eso de cumplir aparentando la máxima eficiencia laboral que se puede pedir a un auxiliar administrativo a quien se le compra algo más de media vida a precio de saldo cada día. Empezó a frecuentar los talleres de la empresa en el tiempo del bocadillo conversaba con los operarios sobre todo de viajes y de política a ratos que fueron haciéndose habituales y hasta un día hicieron una asamblea y se enteró el Jefe que le dijo no me revuelva a la gente con sus ideas que ya sé que estamos en la Democracia pero el trabajo es el trabajo y ésto es una nave que o remamos todos o se hunde y la nave se hundió a los pocos meses o la hundió el Jefe para salvar otras más rentables de su flota pero él tuvo una suerte de mil demonios porque a los quince días volvió a encontrar trabajo ahora más estable de camillero en el Hospital Provincial.

Vaya muerto asqueroso siempre me tiene que tocar a mí huele que apesta a supositorios y a pescado podrido pero aquí estás cacho bicho elemento hecho un guiñapo te voy a meter en la cámara frigorífica y te vas a quedar tan tieso como todos tus compañeros. Este pasillo me produce escalofríos tan largo y blanco con la claraboya del techo al fondo que sigue todavía rota de cuando se tiró aquel enfermo desde la octava planta vaya trabajo de mierda recoger los deshechos de los cuerpos de la gente.

Deme la Cartilla del Seguro por favor espere en este cuarto que ahora mismo viene el médico al que le importa una mierda pinchada en un palo lo que a usted le pase a estas horas de la noche con lo bien que estaba él en la cama y usted viene a incordiar con que si le duele el estómago de urgencia pues a mí también me duelen los cojones del alma mire el médico ya viene le dice tome estas pastillas y vaya mañana a la consulta de su médico de cabecera celador bájelo a Rayos. Cierto que por dentro todos somos más iguales que por fuera una caja de huesos para sujetar las tripas de los cuerpos con destino a la cámara frigorífica colectiva aséptica y subterránea antes de abonar la tierra tras pasar la claraboya del techo al fondo limpiamente salto olímpico de ejecución impecable salpicando eso sí de rojosangre un poco los laterales del largo pasillo blanco que conduce al final donde hay un letrero luminoso que dice "Velatorio".

Vaya noche de urgencias otra sirena otra ambulancia transportando la muerte o candidatos y esta ciudad dormida que ni se entera la camilla rápido que viene parado avisad al cardiólogo de guardia que es un infarto abrimos la puerta trasera y una rubia ¿despampanante se dice? parece que llora en el asiento delantero aunque también parece estar tranquila si bien tiene dos lágrimas de silicona que decoran sus mejillas sonrosadas y por fin puedo ver su cara azulada inflamada surcada por un rictus de superioridad y una espuma babeante que le sale de la boca y sobre todo su bigote de Rodolfo Valentino y Cruzada Nacional me parece que el Jefe ha muerto cubrámosle la cara con tierra blanca.

Aquel agosto fue gozoso recorrer la playa Talamanca hasta el Faro y encontrarme sus ojos ibicencos poblados los dedos de temblores chapotear de tambores subacuáticos descubrir mi nueva patria de piel de melocotón en los recovecos de sus articulaciones improvisar un himno vital de tiernos gestos e interjecciones entrecortadas ese izar de banderas cuando atardecía al revés que en los cuarteles cuando el mundo y el tiempo se estremecían dejando en su amplia memoria  un confuso rastro histórico o mejor geográfico mañana-ayer-ahora Tierra de Campos-Montaña Palentina- Puerto de Somport- Ibiza-Picos de Europa-Barcelona...quiero ser maestro de escuela o viajero o aún mejor alpinista.

Ya no recuerdo en qué verano fue en aquella isla antes de encontrar trabajo y familia en la Península de obrero oficinista camillero cuentista debió de ser el día o la tarde que nos encontramos a Yonatan la gaviota herida que vino volando de Argelia según afirmaste tú tan segura que cojeaba por la orilla de la playa de Talamanca sin asustarse cuando la tomé en mis brazos y la abrigué con tu camisa los tres juntos mirando a Argelia mientras veíamos hundirse un barco o lo que parecía un barco en un horizonte en llamas justo en la línea donde el mar termina y comienza Argelia podemos guardarla en la bañera del hotel podemos meterla en una caja y llevárnosla a Valladolid una gaviota en un piso de Pucela ¿te imaginas?

Estás loca tranquila Yonatan que no sabe lo que dice te soltaremos cuando estés curada y tú te irás a donde quieras al Bósforo o a los Dardanelos pero no a Valladolid no allí asesina de gaviotas tú estás loca qué iba a hacer en Valladolid una gaviota y entonces qué hago  yo qué hago Yonatan yo un cazador un guerrero un nómada un yo prisionero atado a una nómina  como todos los otros nosotros atados al poste de los sacrificios.

De vacaciones ahora estás de vacaciones tranquilo amor que pronto iremos también nosotros a Argelia desde Valladolid iremos a Argelia o a donde tú quieras que nos amemos una vez más arropados en la sombra de las dunas o los bosques de la orilla arriba de los acantilados como hicimos en este país de lagartijas mediterráneas y aromas dulzones como ensaimadas baleares qué pena no saber nada de botánica ni de zoología ibicenca cuando atamos a ese árbol a Yonatan herida no sea que se lastime o se escape.

Tras el último gemido nuestro entre el vaivén sonoro de las olas escuché pude escuchar como un descosido su cuello roto suspendido de un árbol común colgando para siempre Yonatan de la otra punta de la cuerda estrangulada balanceada por el viento caliente sobre un mar de fondo y entonces contigo me puse a viajar en clase de Tercera desde la estación del tren y luego del aire por Villanubla fue todavía más Campo Grande con destino a Argelia vuelo próximo a llegar. 

Prometimos enmienda y juramos repoblar la isla con hijos y gaviotas libres de heridas en el bar más cercano tomaremos unas copas y antes de la última te juré que un día escribiría un relato en recuerdo de Juan Gaviota nuestro Yonatan amor que prefirió morir antes que volar a Valladolid por muy Campo Grande que fuera.

Peor para mí que me perderé las próximas fiestas quizá mereciera la pena pasar otra borrachera como la de aquel año gracias señor Ayuntamiento cuando éramos un corro de gente naturales de allí tan normales aburridos estudiantes trabajadores mi mujer los amigos un corro torpe ensayando una jota comunera y tú rompiste aquel Círculo Polar Ártico borracha que estabas sin presentarte siquiera  ardiente tu mano diestra y danzaste incombustible que parecías no tocar el suelo solo el aire de la Plaza Mayor festiva incendiándolo para contagiarnos de vida que la emborrachabas colgada de mi mano izquierda.

Los señores barrenderos ya recogían los papeles los cascos rotos los arrugados programas de ferias nuestras sudadas caretas cuando tú me besaste abiertamente me dijiste nos vemos en las próximas fiestas que yo no soy de Aquí que voy a coger el tren luego el avión luego el barco y otro septiembre volveré por Aquí qué mentira más hermosa mi careta la de todos rota en la Plaza Mayor ahora vacía inmensamente Vacía.

Gracias señores barrenderos maldita sagrada Estación del Norte Valladolid Campo Grande andén segundo con destino a todas partes ella se fue por la calle Santiago tan borracha como vino y yo prometí recordarla escribiendo una historia o un cuento pero mucho mucho antes me fui de campamento es barato y divertido madre que sí que podré ver el mar y aprenderé muchas canciones y llevaré uniforme como los militares madre voy a apuntarme aunque ya me lo advirtió la abuela hijo que eso te saldrá muy caro que son muy tristes esas canciones y uniformes casi negros casi como el luto de mis delantales pero yo tomé el tren con otros doscientos niños en la Estación del Campo Grande la abuela cerró los ojos y yo me puse a cantar con otras doscientas voces cuando el tren partía la triste balada del niño que no conocía el mar y aquel campamento duró varios años mi madre llegó a acostumbrarse mi padre no creo y la abuela no hacía más que decirme vuelve hijo que antes de que muera quiero contarte historias que a nadie conté vuelve pronto pero abuela que el tiempo ha pasado olvida ya la guerra que nada adelantas mañana llegaré a casa muchos besos.

Mañana fue tarde me lo decía el telegrama que llegó a la hora de comer en el cuartel la abuela ha muerto ven cuanto antes qué pena perderte las historias que te hubiera contado la abuela si hubieras venido aquella tarde en el balcón del piso en el barrio de las Delicias antes de agacharse definitivamente cuando aún entraba el sol por las rendijas de la persiana hijo ¿ves esta chepa? es de doblarme me dijo una vez la abuela Rosa en diez partos de arrodillarme en cientos de funerales y de dormir tirada en los suelos de las ventas y del traqueteo del carro y de segar la mies para la ganancia ajena la del patrón qué pena y este reclinatorio eterno de los pobres con chepa como la mía de esta tierra qué pena solo llegué a tiempo de la mortaja de la abuela ella que hizo un alto y encogió su chepa a los ochenta para que su inmensa humanidad cupiera en una simple última caja de madera. Llegué demasiado tarde pero justo a tiempo a su definitiva hacienda de un metro cúbico o poco más arrendado al Ayuntamiento de hacerte una promesa abuela te digo que algún día escribiré un cuento en tu honor sin comas ni otros adornos con tinta negra muy negra como las vías del tren abuela como tus delantales o como el techo metálico de la estación algún día abuela con tinta negra.

Para olvidar todavía sin saber el qué me fui a Barcelona-Perpignan dejé de estudiar para ganarme el primer pan con la vendimia y talando un bosque después muy cerca de Carcasonne con Ramón mi  amigo mediterráneo de origen gallego y alpinista como yo sobre todo amigo que conocí en los Pirineos trepando montañas quizá para olvidar como yo quién sabe el qué. Era un cuento de la lechera ahorraremos para cruzar el Océano con la mochila y las botas puestas iremos al puerto de Coruña y de allí a Buenos Aires y de allí a los Andes que recorreremos  la cordillera de Sur a Norte para escalar  todas las paredes de la Tierra del Fuego  lo primero y luego todos los glaciares y picos del camino para dejar atrás mi Campo Grande y tu Mar de Moros y Cristianos tú que ya escribías cuentos y me presentaste a Baroja y a Unamuno junto a Pablo Neruda y a García Lorca y entonces de paso a medias compramos flores que dejamos en la tumba luminosa de Manuel Machado al pasar por Colliure.

Pero en Francia se acabó el trabajo a los pocos días y el carguero gallego nunca fue a Buenos Aires y allí sigue la Cordillera más arriba de los Andes todavía nosotros seguimos trepando otras montañas  por alargar nuestra amistad y también por ellas mismas aquellas hermosas montañas y madrugadas de la Alta Castilla y del Alto Aragón me iré a Valencia unos días ya tengo un trabajo fijo y voy a casarme adiós adiós ésto no cambia nada la vida manda pero es que estoy muy fatigado de no ir a los Andes necesito descansar cambiar de aires yo antes pasaré por Barcelona otra vez escríbeme ya sabes donde siempre: Valladolid Campo Grande.

Otra vez el mar ahora yo solo y la luz de las viñas la costa brava de comerciantes prostitutas barcos gaviotas marroquíes comerciantes homos sapiens compatriotas desconocidos catalanes cosmopolitas estaciones muelles aeropuertos que te llevan siempre a Valladolid quieras o no por la Calle de Montcada museo de Picasso don Pablo el  malagueño de París en esta Barcelona emocionante y absurda de museos de anarquistas de poetas.

No vale la pena la espera el mar no puede moverse ni Barcelona pero yo sí Valladolid me envía un tren que llega en punto que tiene parada en Soria y allí nos miramos tras la retina de las ventanillas frente a frente ella en la vía de al lado yo voy a Valladolid ella a Barcelona caminos paralelos y contrarios cuando ya estábamos enamorados cada cual en su tren los dos viajeros yo camino de Valladolid por Soria en medio de la Nada a mitad de camino en esta red nacional de los Frenos adiós adiós amor hasta siempre mujer desconocida gracias por tu amor provisional tan efímero y definitivo hasta siempre amada subida al otro tren en la otra vía cuando la otra voz la de siempre otra que retumba en los andenes tren tranvía con destino a Valladolid Campo Grande estacionado en vía segunda andén primero va a efectuar su salida con un fuerte pitido oficial puntual grosero que estrangula nuestro adiós en un penúltimo estertor adiós te juro amor extracorpóreo y algún día escribiré un poema de puro amor peatonal artesanal y subversivo ese inocente  destinado como tú bien sabes a ser atropellado en cada adiós sobre las vías de todas las estaciones de todos los años y de todos los días amor.

Todos hablan de amor y muerte y éste cuento no será menos por este orden de aparición en escena primero el recuerdo que amarga o endulza la memoria del cuentista-alpinista embutido en un caleidoscopio de hiel y azúcar  siempre por este orden de aparición en escena: una estación una parada un andén una mujer un hombre dos trenes que se cruzan dos vías paralelas sueños sin freno un volcánico lamento silencioso que burbujea igual blasfemias que oraciones al despedirse de unos hijos que no llegaron a nacer cuyos cuerpos abonarán la tierra de este andén dos vías unas mujer un hombre dos vías etcétera etcétera y un volcánico silencio que sigue y sale del planeta redondo ese infantil planeta que nos dibujara con tiza en la pizarra don Mariano el maestro de mi barrio de la niñez de los Pajarillos en las Antípodas urbanas del Campo Grande.

El viejo don Mariano vino al mundo solo para enseñarnos eso en su vieja escuela de la calle de las Industrias por lo que recuerdo de camino a la Plaza de la Circular y también de la Estación del Campo Grande solo para enseñarnos cuatro cosas vino al mundo don Mariano la imperfecta redondez del Planeta donde nace el Pisuerga Cueva del Cobre y del Ebro que nace en Fontibre provincia de Santander solo para enseñarnos los quebrados y las buenas costumbres además de las provincias españolas del Africa o a santigüarnos con la mano apropiada y a no urgarnos en la nariz todo eso a veces con un palo que la verdad dolía poco o a base de recitados cantarines y monótonos dos más dos cuatro toda la tabla de multiplicar y que Diós existe aunque no lo parezca y que todo lo ve hasta los más ocultos pensamientos y aún así los niños adorábamos a don Mariano que nos enseñaba también por ejemplo que la Tierra era redonda y que después de Valladolid está Zamora al Oeste y luego Lisboa capital de la República de Portugal porque a partir de ahí se extiende el gran Océano con Buenos Aires al fondo en la otra orilla y más arriba por fin la Cordillera de los Andes deberes para el día siguiente que ya es hoy cuatro cuentas de restar más un cuento inventado por nosotros mismos pero pasa que hoy no ha venido a la escuela don Mariano ni vendrá porque le ha hecho novillos traidora la vida.

Hubo una especie de fiesta de luto en el recreo y corro de los niños antes de hacer el Bachiller en el Instituto Zorrilla donde ya nada será igual ni nada estará en el mismo sitio geografía de antes después de aquello a excepción del Océano de la Cordillera de los Andes que es demasiado grande no como Valladolid o Zamora o Lisboa o Buenos Aires que son mucho más pequeñas. Yo no había hecho los deberes menos mal que don Mariano se murió aquel día pero tengo que hacerlos ya lo sé algún día cuatro cuentas de restar y un cuento inventado por mí mismo. En el Norte de Castilla salió la noticia un anciano maestro de escuela fue atropellado por un tren en el paso a nivel del barrio de La Pilarica cuando se dirigía a su trabajo de todos los días en la calle de las Industrias se da la circunstancia de que hace tan solo una semana había fallecido su esposa en el descarrilamiento ferroviario sucedido en las proximidades de Palencia del que ya dimos cuenta en estas mismas páginas de sucesos del Norte de Castilla.

En la página siguiente leo los anuncios ya no tengo trabajo me despidieron del Hospital Provincial por reiteradas ausencias injustificadas (fue cuando estuve en Barcelona Calle de Montcada y de don Pablo Picasso a orillas del Mare Nostrum) busco trabajo se compra se vende se ofrece se alquila se necesitan jóvenes emprendedores no importa conocimientos ni sexo eso sí con carnet de conducir y sueldo a convenir según experiencia. Me llama el gerente sr. González es para vender cosméticos a domicilio qué mierda de puerta en puerta ya me lo conozco y prefiero pedir limosna pero tú no te preocupes que de hambre no vamos a morir ya saldrá algo oye aquí anuncian unas plazas para la RENFE algo seguro ve y te informas no sé ¡es tan pobre mi expediente! pero también anuncian un concurso de cuentos con cien mil pesetas de premio puedo enviar alguno por probar nada me cuesta ten en cuenta que el año pasado me gané cinco mil pesetas del concurso de la asociación de vecinos con menos de diez folios mecanografiados a doble espacio con original y tres copias en un sobre con lema y plica veré lo que encuentro esta misma tarde miraré en todas las carpetas lo mando y de paso me paso por las oficinas de la RENFE en la Estación del Campo Grande.

Poca gente se enteró yo creo que nadie de mi premio en el concurso de cuentos ya tengo las cien mil pesetas en el bolsillo bueno menos lo que me costó el billete de tren a Lisboa que le dije adiós al Campo Grande y el tren sale dentro de una hora de verdad que yo la quiero mucho pero tambien sé que no podré hacerla feliz sin tener trabajo en esta ciudad la escribiré un día de éstos yo espero que ella lo entienda me embarcaré en Lisboa con pasaje a la Argentina todo allí será más fácil la propondré empezar juntos una nueva vida ahora no lo hubiera entendido tenía que aprovechar esta oportunidad que me vino regalada estoy harto de mi mala suerte no soy tan inútil y puedo ganarme la vida como cualquiera confía en mí ya verás amor como todo cambia y nos reiremos de esta mala suerte y de este Valladolid Campo Grande tren expreso procedente de Hendaya destino Lisboa próximo a llegar efectuará su entrada por vía tres andén segundo por favor no crucen las vías y utilicen el paso subterráneo.

Al día siguiente que ya es hoy el Norte de Castilla traía la noticia en la página habitual de Sucesos el ganador del concurso de cuentos resultó atropellado en la madrugada del día de ayer lunes en la Estación del Norte por el expreso Hendaya-Lisboa cuando intentaba cruzar las vías de forma temeraria según han confirmado numerosos testigos presenciales del trágico suceso inmediatamente fue trasladado su cuerpo al Hospital Provincial donde ingresó cadáver según hemos podido averiguar el finado de cuarenta y un años de edad natural de Valladolid llevaba diez años ingresado en el Hospital Psiquiátrico de la ciudad aquejado de trastornos mentales del que había sido dado de alta provisional recientemente precisamente con ocasión de recoger el referido premio del concurso de cuentos cien mil pesetas.

Seguía la noticia  no se le conoce familia ningún pariente ni siquiera lejano descanse en paz en la página siguiente figura una pequeña esquela sus compañeros de internado ruegan un cuento por el descanso de su alma RIP descanse en paz Nota: el funeral de córpore insepulto tendrá lugar a las cinco de la tarde en la capilla del Hospital Provincial seguidamente se procederá á la conducción del cadáver al cementerio del Campo Grande donde recibirá sepultura en la vía y andén habitual.

Y Aquí estoy cuando retumba por el altavoz la misma otra voz de siempre (creo que está grabada) por favor señores viajeros no crucen las vías utilicen el paso subterráneo clín-clan tren expreso procedente de Lisboa destino París vía Hendaya próximo a llegar efectuará una parada de cinco minutos clin.clan. 

Y así una y otra vez hasta el infinito y más allá Valladolid Campo Grande clin-clan atención señores viajeros tren expreso procedente…