jueves, 6 de mayo de 2021

EL MAL YA ESTÁ HECHO

 

Ambiente electoral en Vallecas (foto de David Castro-El Periódico)

El mal ya está hecho y a lo hecho pecho. Ya está la nación española entrenada para lo que venga, que vendrá, a nadie le quepa duda. Y de eso se trataba, de hacernos a la idea.

Si no eres de derechas, ni siquiera se te habrá ocurrido insinuar la más mínima crítica, para no ser etiquetado como mataviejos, antivacunas, negacionista y hasta como fascista. En los medios de comunicación sólo éstos podían expresarse sorteando la censura, junto a un escogido grupito de paranoicos, cuya presencia ha sido convenientemente seleccionada y dosificada. Ni una sola opinión científica disidente, que a nadie le quepa la más mínima duda de que “la verdad es científica” y es una y solo una, que todo el mundo confíe en una ciencia infalible y honrada, que trabaja solo para el interés de la sociedad y que éste es perfectamente compatible con el de la industria farmacéutica. Ninguna duda.

A muy poca gente le escandaliza esta viscosa docilidad social, que por otra parte, tanto satisface a unas izquierdas desde hace mucho tiempo acostumbradas a no pensar sobre su propia deriva y a tragar lo que sea “con tal de que la ultraderecha no llegue al poder”, es lo que dicen ahora, como si la ultraderecha fuera una novedad reciente, como si estas izquierdas acabaran de aterrizar y no hubieran tenido tiempo de enterarse de en qué consiste el poder, de su antigüedad, de quien lo detenta en realidad desde antes de 1978 y desde mucho antes de que existiera el fascismo. No se enteran, piensan que agitando el espantajo del fascismo la gente se asustará y votará en masa a las facciones del bloque liberalprogresista, no saben lo variable que es la masa televidente, no saben de su inmensa capacidad de adaptación y de aguante.

El pasado martes se tiraba una moneda al aire en Madrid y eran muy altas las posibilidades de que el progresismo pequeñoburgués le anticipara el regalo del Palacio de la Moncloa a una coalición de majaderos ultraliberales y trastornados ultranacionalistas. Igual pensaban que podían contar con todos los que aplaudían a las enfermeras y a los policías en los balcones...pero no pasa nada, casi todos son funcionarios de carrera y ya sabían que, pasara lo que pasara en Madrid, ellos seguirían conservando su culo. El poder seguirá en su sitio de siempre y a vivir que son cuatro días.

Y por la mayoría social que no se preocupen, de verdad se lo digo. Que nada de lo que pueda hacer un futuro gobierno de majaderos y trastornados parecerá más insoportable que dos años (de momento) de pandemia; la mayoría volverá a confinarse cuando se lo manden y aplaudirá en los balcones a enfermeras y policías agitando la correspondiente bandera, la que guardan en su balcón, y hasta con las orejas aplaudirán si se lo piden en la tele, porque ya están bien entrenados.

Es inevitable que la aceptación de este nuevo orden psicosanitario vaya normalizándose, de modo que las medidas más extravagantes, como el confinamiento colectivo, no vuelvan a aplicarse aunque solo sea porque la economía no lo aceptará y porque con el colapso económico no tardarán en llegar a ciertas regiones los estallidos sociales, que no serán patrimonio exclusivo de grupos neonazis, por mucho que así lo prefieran los funcionarios de izquierdas.

Lo innegable es que ya hemos entrado en una época de miedo sanitario que servirá de justificación para muchas otras medidas en el futuro. Curada en salud y de espanto, ya nada puede sorprender a una mayoría social perfectamente domesticada. Si antes del 4M me estaba pensando un largo y voluntario confinamiento pospandemia, a día de hoy esta posibilidad ha cobrado mucha más fuerza.

lunes, 3 de mayo de 2021

UN RUMOR BAJA DE LA MONTAÑA

 


Un rumor baja de la montaña y no trae precisamente buenas noticias. Desde algún despacho de un alto edificio de un barrio financiero del norte de Europa, o de la costa este de Estados Unidos (con el beneplácito de los habitantes de los barrios guachis de Madrid) han decidido que nos van a ecologizar.

Con el pretexto de impulsar un capitalismo verde y sostenible —de todos los oxímoron posibles, éste es insuperable— van a destruir muchas de las tierras que habitamos. Cientos de proyectos de parques de aerogeneradores (monstruos que aniquilan la vida allí donde se levantan) se están intentando implantar por toda la península ibérica, por toda Europa, por todo el mundo. Nos han vendido una España vacía (o vaciada, no vamos a discutir a estas alturas por un adjetivo) y ahora van a tratar de llenarla de basura.

¿Se lo vamos a permitir? Pues claro que no. Como ésta va a ser una pelea larga, con muchas posibilidades de frenar tan absurdos proyectos en cada territorio, pero en la que vamos a escuchar los argumentos más falsos y ruines de la Historia —«¿Es que prefieres nucleares?», «Son una energía verde», «Hay que dar vida a esos territorios», «Es riqueza para los pueblos», etc., etc.—, aquí van unas propuestas que desmontan tan fatigosos argumentos:

1. Nada nos detendrá es el documental del colectivo Amassada sobre la lucha contra el megatransformador de Saint Victor (Aveyron, Francia), sus 1.000 aerogeneradores industriales y el mundo que lo rodea. Puedes ver el documental en español pinchando este enlace: 

https://youtu.be/IrSNWXqw0_A

2. La serie danesa La ruta del dinero, cuyo título original es Bedrag está considerada una de las sucesoras de Borgen.Sin lugar a dudas,es una de las mejores series escandinavas de la década y la sucesora más brillante de Borgen, con la que comparte creador. Los trapos sucios y maquinaciones de un mundo empresarial desalmado nos atrapan con sus largos tentáculos en este thriller sobre codicia, dinero y malas decisiones. La empresa de energías renovables Energreen ha tenido en los últimos años un crecimiento tan impresionante como sospechoso. Cuando el cuerpo de un trabajador ucraniano es hallado sin vida en uno de sus parques eólicos, un policía empieza a investigar las discutibles condiciones laborales de la empresa y a colaborar con la policía fiscal danesa para analizar sus prácticas empresariales. La serie está disponible en Filmin.

3. Fernando Castro Flórez recomienda Basura, ensayo sobre la civilización del desecho en su canal de libros «Ojo con el arte». Puedes ver la recomendación completa aquí:

4. Libro:  https://www.pepitas.net/libro/basura

"¿En qué momento se impuso la utopía basura del progreso, esa creencia de que todo lo existente deberá ser tirado a la basura, una y otra vez, en el camino a un futuro indefinidamente mejor?"


sábado, 1 de mayo de 2021

TENEMOS QUE HABLAR Del libro “Los penúltimos días de la humanidad”

 

Incapaces de suponer que las órdenes pudieran ser arbitrarias, 

no tenían la práctica de la desobediencia. Ursula K. Le Guin, Los desposeídos (1974)


Pienso que poco a poco asistiremos a la irrupción de posiciones críticas respecto del manejo de la epidemia por los gobiernos y corporaciones. Al miedo a la muerte por enfermedad hay que sumarle el miedo a la muerte social que supone hoy discrepar, el miedo a que te coloquen la etiqueta de negacionista (en el mejor de los casos) o de fascista, automáticamente, sin más, condenado por no pensar “lo mismo” que la mayoría, obligada a pensar “lo mismo” que los llamados expertos. Si, teniendo argumentos científicos, éstos no soportan la duda ni la crítica, podemos imaginar el grado de tolerancia a la disidencia de sus fieles seguidores, los que en ellos han depositado toda su fe. No puedo imaginar que sea institucionalizado para siempre tal consenso, en su actual modo “viscoso”, como dicen los autores de este libro que traigo. No puedo siquiera imaginar que la discrepancia no logre encontrar resquicios para ir sorteando este estado de alienación colectiva, que tanto se aproxima a la normalización de un estado totalitario. No puedo imaginar la perpetuidad de un pensamiento científico que retuerza su propio método tapando la boca al debate y a toda discrepancia, a sabiendas de que el motor que mueve al conocimiento y hace avanzar a la ciencia es precisamente la duda y el debate con otras hipótesis. Porque la verdadera ciencia no teme a la discrepancia ni a la historia.

Sin estar de acuerdo con todo lo que se dice en este libro - ni falta que hace - saludo su publicación por la editorial Pepitas de Calabaza, como brisa de aire fresco en medio de esta turbia atmósfera que respiramos.

Los autores del libro, Ander Berrojalbiz y Javier Rodríguez Hidalgo, presentan así su libro:

Quizá sea necesario justificar cómo, no siendo virólogos ni epidemiólogos, podemos permitirnos opinar sobre SARS-CoV-2, covid-19, ffp2, kn95 o BNT162b2. Pues bien, no tenemos justificación. Sin embargo, quienes piensen que este propósito es disparatado estarán defendiendo una posición política tan nítida como la nuestra, y desde luego mucho más dogmática. Pero, como vivimos en Durango y Poitiers, es decir, lejos de los centros donde se toman las decisiones y se crea la opinión, pensamos que tenemos la legitimidad necesaria para expresar nuestro rechazo a la forma en que está tratándose la enfermedad causada por el virus, así como a la anuencia general que rodea esta gestión. Nuestra idea es sencilla: la gravedad de la epidemia, innegable, no basta para amparar el recorte de libertades por todas partes, y mucho menos aún el crimen que está cometiéndose contra los más jóvenes. Estamos convencidos, por lo demás, de que muchas personas compartirán gran parte de lo que diremos a continuación, aunque se trate de ideas que cuesta encontrar en la opinión publicada por culpa de un consenso viscoso que sirve para coartar todo tipo de debate. .../...

Para la editorial, este libro forma parte de la colección “Tenemos que hablar” y lo presenta así:

La desposesión avanza desaforada. En 2020, además de encerrar a toda la población en sus casas, restringir los movimientos a su antojo y barrer los restos de las libertades civiles que aún quedaban en pie, ha logrado situar toda disensión, a cualquiera que planteara una sola duda, en el terreno de la locura o, en el mejor de los casos, de la majadería”.


Los penúltimos días de la humanidad”, de Ander Berrojalbiz y Javier Rodríguez Hidalgo.

Editorial Pepitas de Calabaza: https://www.pepitas.net/libro/los-penultimos-dias



miércoles, 28 de abril de 2021

EPISTEME ES REVELACIÓN (APOCALIPSIS)

 


El horizonte de progreso lineal y acumulativo que hasta hace bien poco guiaba a nuestras modernas sociedades industriales, ahora hace aguas por los cuatro costados. Y nunca mejor dicho cuando cuatro son los jinetes del apocalipsis que cabalgan juntos, generalmente identificados con las crisis ecológica, económica, ética y política.

Yo le añado una crisis del conocimiento (episteme) como quinto jinete. Valga este símil apocalíptico para describir la falla de la civilización en la que sentimos estar, cuya dimensión global, sin precedentes en la historia de la humanidad, parecen justificar esta adjetivación de apocalíptica con significado de catástrofe, pero conviene no olvidar que en nuestra cultura la palabra apocalipsis nos refiere a un contexto bíblico, con significado de “revelación divina”, por lo que el Libro del Apocalipsis también es denominado Libro de la Revelación, último libro del Nuevo Testamento, considerado de carácter profético. Y, sin embargo, desprovista de esta contextualización religiosa, en su origen griego primigenio, apocalypsis o revelación significa “toda acción y efecto de correr el velo que encubre lo desconocido”, algo que nos parece más aproximado a lo que hoy consideramos como objetivo de toda ciencia o conocimiento. Si aceptamos lo ingente de lo desconocido, su revelación progresiva justifica un método de conocimiento necesariamente evolutivo, en contínuo cambio revelador, es decir, todo lo contrario a su estancamiento en paradigmas o modelos inamovibles y ensimismados en los particulares logros de sus investigaciones.

Creo que este ensimismamiento es característico de la ciencia académica, heredera del pensamiento ilustrado que diera lugar a la moderna sociedad industrial, enfocada en una mecanicista idea del progreso, que hoy anda maltrecha y atascada, reacia a toda evolución-revelación, a todo cambio de paradigma. Desde la filosofía de la ciencia no puede ser resuelta esta desviación de unas ciencias que al hacerse académicas y oficiales, se resisten a entender que los hallazgos de sus investigaciones son “explicaciones” de la realidad, es decir, metáforas aproximativas y no verdades absolutas, de tal modo que la mejor ciencia sería aquella que consiga explicar lo desconocido en modo más completo, camino de desvelarlo.

Albert Einstein protagonizó uno de los principales cambios de paradigma científico del pasado siglo XX. Recordemos que tuvo que desenvolverse en una época en la que todavía era preeminente, en la ciencia Física, el paradigma de las leyes enunciadas por Newton doscientos años antes, las que definen la mecánica clásica (la de inercia, la de relación entre fuerza y aceleración y la de acción y reacción), según la cual todos los movimientos se atienen a la formulación matemática de estas leyes. El descubrimiento (revelación, una vez más) de la equivalencia entre masa y energía, el revolucionario cambio de paradigma que supuso su teoría de la relatividad, puso patas arriba al conocimiento científico de su época y, sin embargo, su teoría no negaba la hipótesis de Newton, sino que la completaba, aportando una mejor explicación en el horizonte de comprender la esencia y funcionamiento del cosmos, entendido éste como un continuo espacio-tiempo.  

Así, cada nuevo paradigma surge partiendo de otro previo, al que sustituye o completa, sin que por norma le sea necesaria su negación. No obstante, el cambio de paradigma tiende a ser drástico en el campo de las ciencias, más cuando éstas tienden en la madurez a su estabilidad e inmovilidad. Tal es el caso de la Física, que a finales del siglo XIX creía haberlo descubierto todo, sin que le faltase otra cosa que “más mediciones y más precisas”, según la famosa frase que pronunciara Lord Kelvin en 1900. Solo habían pasado cinco años cuando Albert Einstein publicó su trabajo sobre la relatividad, que superaba la mecánica de Newton que fuera el paradigma dominante durante los dos siglos previos. Este es un buen ejemplo para lo que yo pienso que sucede en la actualidad con la ciencia de la Biología y su atadura a la ley de la selección natural de Darwin, como explicaré más adelante. Es buen ejemplo porque la teoría de Enstein redujo las leyes de Newton a un caso especial, como pienso que acabará sucediendo con la teoría darwiniana. El caso es que la mecánica de Newton sigue siendo hoy una excelente aproximación (explicación) en el contexto específico de velocidades que sean lentas en comparación con la velocidad de la luz.

En “ La estructura de las revoluciones científicas”, publicada en 1.962, decía Thomas Kuhn que "...las sucesivas transiciones de un paradigma a otro mediante alguna revolución, es el patrón de desarrollo usual de la ciencia madura". Este libro es un análisis sobre la historia de la ciencia, que marcó un hito en la sociología del conocimiento y la epistemología, provocando la popularización de los términos “paradigma” y “cambio de paradigma”. Fue una obra revolucionaria en cuanto que establecía la necesidad de aplicar una perspectiva histórica a los desarrollos científicos, asumiendo que la ciencia es una empresa humana y que como tal es histórica y, en consecuencia, sujeta a transformaciones. Significó por sí misma un "cambio paradigmático" en la historia, la sociología y la filosofía de la ciencia. Khun decía en esa obra que un paradigma provee al científico de cuestiones tan importantes como éstas: de un entendimiento de la naturaleza esencial del objeto que investiga, de una base a partir de la que puede elaborar maneras nuevas y particulares de observar el mundo y que, como resultado, quienes comparten un mismo paradigma también comparten un acuerdo acerca de las preguntas primarias que deben ser hechas respecto del fenómeno estudiado.

Estructurado el saber académicamente, en modo analógico-mecanicista, parcelado en compartimentos estancos, su comprensión de la realidad estudiada tiene inmensas dificultades para encontrar amplitud y complitud en sus explicaciones, autolimitadas al área de conocimiento que previamente ha compartimentado...y por sus propias contradicciones. Su especialización opera así en contra de su evolución y en contra del método científico en el que dice apoyarse. Y a eso hay que sumarle lo que supone la dependencia de corporaciones políticas, industriales y financieras, dependencia que no solo es funcional y financiera, sino que incluye una inevitable contaminación ideológica, todo eso en un mismo paquete. Así, lo que esas ciencias hacen, con demasiada frecuencia no se corresponde con lo que dicen que piensan...¿nos suena ésto?, ¿acaso no es comparable con lo que sucede en el ámbito de los programas electorales en política?

Pues bien, el caso de la Biología es específico entre todas las ciencias si nos referimos a su resistencia al cambio. Sobre todo, es muy especial si lo comparamos con la ciencia Física que sí ha sabido desarrollarse en forma abierta a la interconexión con otras ciencias, hasta llegar, con la teoría cuántica, a dar explicaciones más completas de la realidad física observada, una realidad que no ignora al observador, sino que lo integra. Es muy especial la inmovilidad de la Biología, su resistencia al cambio de paradigma, sin duda por su tradicional enfoque zoocentrista y, aún más, por su acomodación a la cosmovisión política que todavía es la dominante en nuestra época, la de un orden social competitivo, funcional a los presupuestos mecanicistas de la modernidad burguesa y su ilustrado pensamiento de clase superior. Desde la perspectiva científica, a la teoría de la selección natural le viene muy mal su atadura a este orden político, porque la reduce a su utilidad instrumental al servicio de dicho orden dominante, cuya inversa matriz democrática (totalitarismo estatal) e inversa matriz ecológica (economía capitalista), harán cuanto puedan con tal de evitar el cambio de paradigma. Evitar el debate “biológico”, impedir la visibilidad de todo pensamiento crítico mínimamente disidente, su ignorancia en los medios de masas y en los programas educativos, contrasta con la apertura a la crítica y al debate que tiene lugar en otras áreas del conocimiento, más todavía en una época en que los grandes avances científicos provocan nuevas interrogantes que demandan respuestas más completas, debates abiertos, junto a la cooperación e interrelación de múltiples áreas de la investigación científica. Lo vemos en la Física, en sus interrelaciones cooperativas con la química, la geología y, esperemos que pronto, con la biología. Y lo vemos también con la Historia, que clamorosamente demanda la cooperación con la antropología, la arqueología y, aún en mayor medida, con la sociología y la psicología social.  Y sin embargo, la Biología no puede ser más refractaria ni más cerrada a toda posibilidad de cambio de paradigma; y aún lo es más desde la aparición de la hipótesis Gaia, de James Lovelock y Lynn Margulis, hipótesis que ve y explica el planeta Tierra en su integridad, incluyendo seres vivos, océanos, rocas y atmósfera, funcionando como un organismo vivo que modifica activamente su composición interna para asegurar su supervivencia.  Centrada en su confrontación con la religiosa teoría del Creacionismo y con la hipótesis, del Diseño Inteligente -no necesariamente religiosa-, la biología académica, pública y privada, encuentra falsa excusa para su cierre a toda posibilidad de evolución, y también excusa para ningunear al emergente paradigma de la nueva biología, el que se abre a partir de la hipótesis Gaia.

Sí, tengo fundadas dudas de que el cambio de paradigma suceda “a tiempo”, pero, de suceder, será revolucionario en mucha mayor medida que lo está siendo ya en otros campos del conocimiento. La Biología dejará entonces de ser sostén ideológico del aberrante regimen político actual, que consume la naturaleza y estructura la sociedad humana fundamentada en el mecanismo competitivo de la selección natural, con falso fundamento científico que no puede ocultar su pretensión de concretarse como proyecto eugenésico, en contra del sentido propio o autopoiético que manifiestan todos los organismos vivos, que a cada instante contrarían la visión mecanicista de una hipótesis de la selección natural secuestrada políticamente desde época victoriana, reducida su significación científica al servicio de ideologías políticas de inequívoca matriz totalitaria, con ecología inversa (economías capitalistas) y democracia inversa (sociedades estatalizadas).

Me pronuncio a favor de la hipótesis científica de Gaia como organismo, formulada por Carlos de Castro (*) a partir de las aportaciones de Lovelock, Margulis, Maturana, Varela, Máximo Sandín y tantos otros investigadores, porque esta hipótesis completa y explica mejor la realidad que observo y siento, además de ser congruente con mi intuitivo sentido integral de la vida, dotada ésta con propósito propio en todas sus formas, que para nuestra especie interpreto como sentido comunitario, convivencial, cooperativo y solidario, perfectamente compatible con el método científico y con la teoría de la evolución (eso sí, liberada ésta de su histórico secuestro).

Ahora, en el curso de la actual pandemia, en medio de un viscoso ambiente mediático nítidamente totalitario, con una razón científica militarizada, abortada toda posibilidad de disidencia, ahora mejor que nunca, puedo comprender la furiosa carga de intuición científica contenida en el viejo eslogan anarquista: “Ni Dios, ni Estado, ni Patrón”. Y es que la intuición empieza a tener reconocimiento científico, cuestión de tiempo. Se lo digo a los negacionistas del conocimiento, de su evolución.

Acabando de escribir ésto, me llega un escrito de Paco Puche (**), publicado en la web de rebelión.org, titulado “De nuevo con Lynn Margulis”, que me reconforta del cabreo que tengo estos días, en los que siento vergüenza ajena ante el espectáculo totalitario-mediático que se repite cada día desde hace más de un año. En ese artículo dice el autor que “el nuevo conocimiento de la biología altera la visión de nuestra evolución como una competición continuada y sanguinaria entre individuos y especies. La vida no conquistó el planeta mediante combates, sino gracias a la cooperación. Las formas de vida se multiplicaron y se hicieron más completas asociándose a otras y no matándolas, como sostuvo Margulis”...”Finalmente, Margulis nos consuela y nos advierte que recuperado del ataque copernicano y de la agresión darwiniana, el antropocentrismo ha sido barrido por el soplo de Gaia. Este soplo, sin embargo, no debería enviarnos a nuevos abismos de desilusión o desesperación existenciales. Antes, al contrario, regocijarnos por las nuevas verdades de nuestra pertenencia esencial, de nuestra relativa escasa importancia, y de nuestra completa dependencia de una biosfera que ha tenido una vida siempre enteramente propia. He aquí la buena nueva”.

Por eso que cuento con que la Tierra hará esta vez lo que viene haciendo desde hace varios miles de millones de años: recomponerse, restaurar el equilibrio que permite la evolución de la vida. Lo hará con o sin humanos, de nosotros depende a condición de comprender que  todo lo que ahora nos sucede es histórico y, como tal, es cambiante.


Notas:

(**) Carlos de Castro Carranza es profesor de Física y de Historia de la Ciencia, biólogo y doctor especialista en energía y modelado del sistema-mundo. Autor de “Reencontrando a Gaia. A hombros de James Lovelock y Lynn Margulis”, libro en el que expone su cosmovisión científica a partir de la Teoría Gaia.

(***) Paco Puche es ingeniero, ecologista, economista y librero jubilado. Miembro de Ecologistas en Acción y de la Red de Economía Ecológica.