domingo, 8 de octubre de 2017

DERECHO A DECIDIR: ¿ELITOCRACIA O DEMOCRACIA?





Lo que sucede en el presente condiciona el futuro, que, como todo lo desconocido, siempre será incierto.

Es falso y tramposo un derecho a decidir planteado como elección entre capitalismo (global) y capitalismo (local), entre Estado (monárquico) y Estado (republicano). Es un dilema tan falso como el planteado entre izquierda y derecha, facciones del mismo sistema único y legal.

Si existiera el derecho a decidir, si fuéramos realmente libres, podríamos elegir entre Elitocracia o Democracia, pero eso está muy lejos de ser posible mientras no exista verdadera libertad de conciencia y el derecho a decidir sea ilegal.

Nada sustantivo ha cambiado, ni puede cambiar, en estos convulsos días. La elitocracia (excluyente) gana y la democracia (incluyente) pierde. El derecho a decidir sigue siendo tan subversivo como siempre.

LA OBVIEDAD, LEY DE LEYES




Mundiales, europeos, españoles y catalanes, vecinos y clientes todos: hoy deberíamos estar tranquilos y agradecidos a Caixa Bank y al Banco de Sabadell, que nos están señalando el buen camino.
Todo cuanto existe está en el presente, lo que sucedió en el pasado no existe, lo que pueda suceder en el futuro no existe, sólo existe lo que es. Y lo que es sólo puede ser hoy, ni ayer ni mañana. Si Todo es presente, si éste es mercado y sólo puede ser mercado y si Todo es y sólo puede ser Dios, acabamos de dar con la sagrada y única ley de leyes, la de la suprema ley de la obviedad: el Mercado es Dios.

Y habiendo quedado al descubierto lo obvio, lo que siempre hemos tenido delante de nuestras narices, la verdadera identidad de Dios, ¿a qué viene darle más vueltas?

miércoles, 4 de octubre de 2017

EL REY DE ESPAÑA LO HA DEJADO BIEN CLARO


       Las fuerzas del orden desalojan a los indignados de la plaza de Catalunya, el pasado 27 de mayo.

Como de costumbre, sólo podemos esperar el triunfo de la Razón, que -como bien sabéis- es propiedad del Estado...y la propiedad es sagrada.

 Ayer, el rey dejó bien claro qué es España y quién es él. Al rey de España, como es perfectamente comprensible, no podemos exigirle que piense antes de hablar, porque su misión consiste en leer lo que le escriben. No se le puede pedir otra cosa, porque él es un mandado fiel, un asalariado más al servicio de España, o sea, del Estado. Por fin, el ser de España, tan cuestionado a lo largo de muchos siglos, ayer quedó aclarado por boca del rey, que no dejó espacio para una duda que ya sólo cabe en la cabeza de la gente desinformada que no ve los telediarios de Tve. España ni es, ni puede ser, otra cosa que un Estado; y el Estado (como todo el mundo pudo comprobar el pasado 1-O) tiene siempre la Razón de su parte. Y por eso, como la Banca, siempre gana, no es para menos, siendo España Una, Grande y Libre.

lunes, 2 de octubre de 2017

MALOS DIAGNÓSTICOS CONDUCEN A PEORES CONSECUENCIAS



¿Que es lo que diferencia la presente crisis respecto a las precedentes?

"El capitalismo no es un eterno círculo sino un proceso histórico. Cada gran crisis acontece en un determinado nivel de acumulación y de productividad superiores a los de la crisis anterior" ... "Las crisis anteriores se superaron porque el capitalismo no había alcanzado todavía su máxima expansión. Un espacio interior quedaba aún disponible para el desarrollo del sistema" ... "Sin embargo, tras la 3ª revolución industrial, al capitalismo ya no le queda espacio para una nueva fase real de acumulación" (De una entrevista a Robert Kurz, el 2 de septiembre de 2012)


MALOS DIAGNÓSTICOS CONDUCEN A PEORES CONSECUENCIAS

Hace un mal diagnóstico de la realidad quien ve la actual crisis del Estado separada de la crisis del Capitalismo

En plena globalización las oligarquías han logrado concentrar todo su poder en una estructura aparentemente indestructible, organizada en dos frentes -económico y político-sólo aparentemente separados. Esta “apariencia” de separación funcionó muy bien durante las últimas crisis, gracias al camuflaje socialdemócrata (el Estado de Bienestar), pero a medida que la globalización avanza, su campo de expansión se agota, ya no hay más campo, ya no hay otro planeta ni otra gente a la que explotar para seguir acumulando capital y poder; y alcanzado ese límite, la apariencia de autonomía de lo económico y lo político ya no se sostiene. 
Desde esa lógica sólo cabe esperar una evolución posible, con una estrategia que no puede ser otra que la de una permanente crisis de Estado,  como única forma de salvar la permanente crisis del capitalismo. 

martes, 12 de septiembre de 2017

ESPAÑA, CATALUÑA Y EL TERCER ESTADO

Manifestación nacionalista contra el nacionalismo

 
«El gobierno despótico es un orden de cosas donde el superior es vil y el inferior está envilecido»
Nicolás Chamfort, seudónimo de Nicolas Sébastien-Roch (1741 -1794), moralista francés, lúcido y escéptico, elegido miembro de la Academia Francesa en 1782.


ESPAÑA, CATALUÑA Y EL TERCER ESTADO
Antes de que la modernidad pudiera configurarse como obra del Estado, las mismas élites que alumbraron la ideología estatal, llamaban “estados” a otras cosas. Distinguían tres estados: nobleza, clero y pueblo. Los dos primeros estaban integrados por aquellos individuos que no necesitaban producir nada mientras pudieran vivir del trabajo del tercer estado (el resto de individuos, dedicados a trabajar para sí mismos y para los dos estados “superiores”). Lo que caracterizaba esa división social era, fundamentalmente, la forma en que cada uno de esos estados se ganaba la vida: nobleza y clero no trabajaban, no ganaban su sustento con el trabajo, ni manual ni intelectual, eran “trabajadores” a su modo estatal (esencialmente militar y clerical e, incipientemente, comercial). Su sustento provenía de la renta de tierras expropiadas o heredadas y de los impuestos aportados bajo amenaza de violencia armada. En eso consistía la legalidad constituyente del moderno Estado burgués. Solucionada la primera parte del “sistema” con la legalización de la apropiación privada, la hacienda estatal venía a ocuparse de la segunda parte, mediante los Presupuestos del Estado con los que financiar, mediante impuestos sustraídos al Tercer Estado, las necesidades de los dos primeros estados, así como las crecientes necesidades del aparato legal, burocrático y militar necesario al funcionamiento de los nuevos estados surgidos de la revolución burguesa.

lunes, 26 de junio de 2017

LA MODERACIÓN Y LA REPRESENTACIÓN COMO ARGUCIAS

Ilustración de David Plunkert
Comprendo, defiendo y hasta procuro practicar la moderación en las relaciones personales, porque  favorece la empatía y la convivencia. Pero en el ámbito político pienso que las posiciones autodefinidas como “moderadas” no sólo son nefastas en el contexto de la política actual, sino que, además, son rotundamente amorales. No concibo otra política que la dirigida al bien común, sin que quepan argucias, como el  recurso a la moderación, queriendo justificar una moral circunstancial y acomodaticia aplicada a la vida pública, en la que  todo quepa en un mismo paquete “democrático y moderado”: el bien, el mal y todo lo contrario, todo en un espacio de centro moderado, tan falso como amoral.
Son inadmisibles las políticas  mediocres, etiquetadas de  “menos malas”. Buenas a medias o malas a medias. En ambos casos las considero malas por naturaleza y por definición, cuando a priori renuncian a la excelencia moral, a su propio perfeccionamiento. Es moralmente inadmisible cualquier política que anteponga el bien individual al bien común, sin que haya lugar para excepciones, porque esa es la ontológica  naturaleza ética y moral de la política, orientada a ser, necesaria y radicalmente social, comunitaria y democrática.  Si el mal  figura entre las opciones disponibles, ni la sociedad ni el individuo pueden concebir esa forma de libertad sino como neutra e irresponsable facultad de elegir. Tampoco es nada inocente contraponer las libertades individuales al bien común.
Considero la libertad como una facultad prepolítica y exclusivamente individual. Podremos hablar de individuos libres, pero sólo podremos hablar de sociedades libres como metáfora de su autonomía y soberanía, sólo en el sentido de sociedades autogobernadas, en asamblea de individuos libres e iguales. Sólo un individuo aislado, sometido y acosado por su instinto de supervivencia, puede plantearse la elección de bienes exclusivamente  individuales; mientras que la sociedad  no puede sucumbir a la miseria ética de ese individuo “libre”, sometido a su instinto más primario. Ese individuo aislado tiene un sentido utilitario del bien y del mal, sólo pensando socialmente puede plantearse la bondad o maldad de su conducta, aunque esa duda se preste a producir una falsa conciencia, una moral laxa y acomodaticia. Sólo en la práctica de su comportamiento en sociedad, en los hechos de la vida real, adquirimos clara conciencia de lo que está bien o mal, porque la vida humana nunca es sólo individual, siempre es social, como lo es toda forma de vida. Ningún individuo, de ninguna especie, tiene una vida que empiece y acabe en sí mismo, todas las vidas son sociales.


Por imperativo categórico, la sociedad sólo puede ser autónoma y soberana, sólo puede optar por la excelencia moral y política, sólo puede avanzar encaminada al bien común,  a corregir toda contradicción entre bien individual y bien común...por eso, desde la ética personal y desde la moral social, la política está obligada a ser siempre radical y en absoluto moderada.