miércoles, 8 de octubre de 2025

EL 7 DE OCTUBRE Y LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL DE LA INFORMACIÓN

Por el interés de su enfoque como guerra "mundial-mediática", reproduzco a continuación el artículo con este mismo título que fue publicado por la revista "Le Grand Continent" (editada por el "Grupo de Estudios Geopolíticos" de Francia) el pasado 7 de octubre, coincidiendo con el segundo aniversario del ataque terrorista de Hamas en 2023 (*). Al final del texto, he añadido un anexo gráfico, con tres mapas elaborados por esta misma revista, que dan una idea de la evolución "mediática" del conflicto desde sus inicios en 1947 hasta la situación actual, tras 78 años de expansión territorial y ocupación militar permanente. Dan idea de la repercusión de los acontecimientos en el sentido de un claro y progresivo aislamiento internacional del estado sionista de Israel. 

Revista Le Grand Continent, 7 octubre de 2025. "El 7 de Octubre y la primera guerra mundial de la información". Autores: Antoine Jardin y Hugo Mecheron

Desde hace un año, en una superposición de acontecimientos e imágenes, seguimos en directo, día a día, un enfrentamiento de una violencia sin precedentes, que desata y polariza la opinión pública en todas partes. Para Hugo Micheron y Antoine Jardin, el 7 de octubre ha marcado claramente el comienzo de una nueva era: la de la guerra mundial de la información. En el marco de uno de los primeros proyectos de investigación sobre IA, presentan los primeros resultados de una amplia investigación. 

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Desde el 7 de octubre, hemos entrado en una nueva era: la de la primera guerra mundial de la información.

El atentado terrorista de Hamás seguido de la invasión israelí de Gaza marcó un punto de inflexión estratégico en la región. A través de la estupefacción y la intensidad informativa que produjeron, hicieron visible la dimensión global de un enfrentamiento que hasta entonces había sido mucho menos perceptible. Medio Oriente, y Gaza en particular, es ahora el epicentro de un nuevo tipo de guerra.

El 7 de octubre fue un acontecimiento histórico sin precedentes en ese sentido, que puso de manifiesto una situación insuficientemente comentada, documentada y comprendida, como demuestra la explosión de contenidos publicados en las redes sociales.

Los atentados de Hamás desencadenaron inmediatamente un tsunami de reacciones, estableciéndose como tema de debate internacional, multiplataforma y multimedia. El volumen de contenidos producidos, compartidos y comentados inmediatamente después del inicio de la operación «Diluvio Al-Aqsa» alcanzó niveles superiores a los del último pico histórico en este ámbito, provocado por la invasión a gran escala de Ucrania por parte de la Rusia de Putin el 24 de febrero de 2022. La movilización sin precedentes fue visible en todo el mundo y en todas las plataformas sociales: X, Facebook, Instagram, Snapchat, Telegram, YouTube, Discord, etc.

 
Las distintas comunidades activistas invistieron al 7 de octubre de un significado político que iba mucho más allá de la tragedia de Medio Oriente.

Sin embargo, a diferencia de la guerra en Ucrania, el compromiso de los internautas no se ha agotado. Varias semanas después, con motivo de la invasión israelí de Gaza el 21 de octubre, el flujo de contenidos y llamadas a la movilización se mantuvo en niveles excepcionales, confirmando la magnitud sin precedentes del fenómeno.

Otra peculiaridad: el 7 de octubre y sus secuelas se hicieron virales de forma heterogénea en casi todas las principales comunidades activistas en internet. Además de simpatizantes proisraelíes, pro-Hamás y propalestinos, el tema fue cooptado por una amplia gama de movimientos: islamistas de todo tipo, prorrusos, proiraníes, antisemitas, teóricos de la conspiración, extrema izquierda, extrema derecha, supremacistas blancos, activistas antivacunas e incluso escépticos del cambio climático. El conflicto sirvió de catalizador para que estos múltiples movimientos produjeran mensajes sobre temas que, a primera vista eran remotos, pero que se relacionaban con la actualidad de Gaza. Las distintas comunidades activistas invistieron el 7 de octubre de un significado político que iba mucho más allá de la tragedia de Medio Oriente.

La guerra de Gaza también está teniendo un gran impacto político en las democracias occidentales. A las ya profundas divisiones, como las existentes en la izquierda europea sobre la caracterización de las masacres de Hamás, se sumaron en la primavera de 2024 manifestaciones y bloqueos universitarios, así como una renovada amenaza terrorista. Basta una cifra: los intentos de atentado en Europa Occidental se quintuplicaron entre 2023 y 2024, y más de un tercio de ellos iban dirigidos contra objetivos judíos. (1) Las controversias que surgen lógicamente del entrelazamiento de estas dinámicas y los atajos resultantes refuerzan la polarización de unos debates públicos que ya han sido puestos a dura prueba. Se alimentan de la guerra de la información al menos tanto como la alimentan a su vez, prolongándola en las redes sociales.

Está claro que se trata de un fenómeno extraordinario nuevo. La guerra se emancipa de su dimensión física y se traslada al ámbito de la información: más allá de los tradicionales enfrentamientos en tierra, mar, aire y ciberespacio, el 7 de octubre es una revelación mundial de la importancia del conflicto informativo. En este sentido, Hamás parece haber demostrado que es posible sufrir una guerra en el frente militar mientras se libra otra en el frente informativo; en todo caso, sería posible perder en el frente militar mientras se gana en el frente informativo. Queda por ver si el Likud y Benjamin Netanyahu son plenamente conscientes de ello. Si esta hipótesis se hace realidad, representaría un verdadero cambio de paradigma.

Al convertirse en «informativa», la guerra se desmaterializa y el enfrentamiento en torno a Gaza se desplaza: puede infiltrarse en los debates públicos para operar como marcador político en cuestiones mucho más amplias.

En el epicentro informativo de Gaza: características de una nueva guerra

El paradigma de la guerra de la información nos proporciona un nuevo tipo de ejercicio heurístico, basado en nuevas herramientas para estudiarla y, a partir de ahí, documentarla. (2)

Sin pretender ser exhaustivos, tras tener en cuenta más de 10 millones de tuits y cerca de 200 mil artículos y posts en las redes sociales publicados por los medios de comunicación a lo largo del último año, los datos nos permiten proponer algunas pistas iniciales para estudiar sistemáticamente las historias promovidas en las redes sociales por las distintas comunidades y su evolución en el tiempo.

A lo largo del último año, las distintas comunidades implicadas en el conflicto han publicado tres tipos de contenidos bastante diferentes. El primer tipo de mensajes consiste en llamados a la movilización, la acción y las manifestaciones, en apoyo de la causa palestina o de Israel, aunque los primeros son mucho más numerosos que los segundos. La mayoría de los mensajes se publican en Telegram. Transmiten:

1) llamados directos a manifestarse;

2) información logística sobre las concentraciones en cuestión;

3) el número de participantes y las consignas o frases que se difundirán.

El segundo tipo de contenido son los «feeds» en las redes sociales, que proporcionan flujos continuos de información que documentan la situación sobre el terreno. La mayoría de los «feeds» tienen un enfoque específico, que puede agruparse en tres categorías principales:

1) los que se centran en la dimensión estrictamente militar de la noticia;

2) los que se centran en las consecuencias de la guerra, las muertes —con especial énfasis en las víctimas civiles, sobre todo niños— y los daños (la mayoría de las veces causados por la invasión israelí);

3) los que tratan de la dimensión internacional o diplomática del conflicto, transmitiendo, por ejemplo, las posiciones de los dirigentes árabes o extranjeros y las declaraciones oficiales de los portavoces.

Todos estos contenidos, desfavorables o no a Israel, se limitan a retuits o incluyen pequeñas contribuciones editoriales. Sin embargo, incluso cuando son breves, los mensajes suelen estar orientados de tal forma que 1) utilizan una frase, una palabra o un emoji para condicionar la recepción de la información compartida; 2) actúan como filtro emocional para indicar al observador cómo traducir la información compartida y 3) mantienen vivo el fuego emocional, manteniendo los efectos del shock y la indignación causados por la guerra.

Irán en la guerra de la información

Las cuentas proiraníes y pro-Hamas están bien versadas en estas técnicas, y en 2024 también se movilizaron cada vez más dentro de las comunidades en apoyo de la acción militar de Israel.

Estos métodos forman parte de un proceso de narración sutil pero masivo. Refuerzan la indignación y otorgan una fuerte carga emocional a la información que condicionan.

En términos de volumen, Irán es el actor que invierte más masivamente en la guerra de la información, sobre todo en los primeros meses después del 7 de octubre de 2023; tendremos ocasión de hablar de ello en detalle en un artículo dedicado a ello. Los enlaces de la República Islámica en el seno del «eje de resistencia» están presentes en todas las redes y activos en diferentes idiomas, farsi, árabe, francés e inglés, en particular. En francés, se dedican tanto a convocar manifestaciones como a promover contenidos religiosos y políticos.

Los contenidos promovidos por las redes iraníes, rusas y turcas tienden a resonar fuertemente entre sí, sobre todo en su dimensión antioccidental. Producen un campo de fuerza discursivo en las redes sociales que subraya la ilegitimidad y la inmoralidad de las acciones de las capitales europeas. Estas narrativas son tanto más «convincentes» cuanto que tocan la fibra sensible y son retomadas y machacadas por importantes portavoces de comunidades políticas y religiosas muy diferentes en Europa y Medio Oriente. Su difusión masiva da la impresión de una verdad indiscutible a quienes buscan informarse genuinamente en las redes sociales.

En términos de volumen, Irán es el actor que invierte más masivamente en la guerra de la información, sobre todo en los primeros meses posteriores al 7 de octubre de 2023.

Las redes prorrusas, al igual que sus homólogas iraníes, están activas en todos los idiomas. En general, explotan la situación en Gaza para debilitar las posiciones diplomáticas y discursivas de la Unión Europea y Estados Unidos.

Rusia y el subtexto ucraniano

La guerra en Ucrania aparece como una filigrana en casi todas las historias que circulan por estos canales.

Las cadenas prorrusas tienden a promover una cobertura de la guerra en Gaza que incrimina las posiciones occidentales. Los contenidos que denuncian el «doble rasero» de Occidente —también muy apreciados por las redes proturcas y proiraníes— son los más evidentes. Las posiciones adoptadas por los dirigentes europeos son frecuentemente denunciadas por su «indignación selectiva», al estar más preocupados por la situación en el frente ucraniano que por la suerte de los palestinos en Gaza. También son recurrentes los mensajes que insisten en que la situación en Medio Oriente es una prioridad absoluta, frente a Ucrania, que no es más que una cuestión secundaria. Otro aspecto de las narrativas prorrusas es que pretenden asociar directamente las acciones de Israel con las de las potencias occidentales. Por ejemplo, se insiste una y otra vez en la idea de que los partidarios de Israel son los mismos que los de Ucrania. Por último, estas comunidades alaban más o menos sutilmente la diplomacia rusa en Medio Oriente, especialmente en los contenidos en árabe. Se presenta como eficaz y fiable en contraste con la diplomacia occidental, que se considera inmoral, injusta e improductiva.

En la guerra global de la información, las estrategias de influencia operan sutilmente. Las narrativas empleadas no siempre están vinculadas a la política de los países en cuestión. A menudo se conciben de tal manera que pueden ser recogidas por otras comunidades políticas y convertirse en virales dentro de ellas. Así es como el conflicto actual en Medio Oriente puede combinar tan fácilmente cuestiones de política interior y exterior.

Afrontar la guerra de la información: el gran contexto digital del 7 de octubre

Para comprender la conmoción del 7 de octubre, hay que situarlo en su contexto más amplio y volver a examinar las coordenadas de la atmósfera informativa en la que se produjo. El estudio de los fenómenos virales revela cinco grandes tendencias.

Una polaridad activa: la instauración de un clima de insurrección intelectual

La primera de ellas es la enorme polarización que está creando un clima de insurrección intelectual. Esto es palpable a diario en las redes sociales, donde se enfrentan «comunidades» militantes de diversos grados de organización. También se puede ver en el creciente número de disturbios: desde los Chalecos Amarillos en 2018 hasta los disturbios en Inglaterra en el verano de 2024, las virulentas manifestaciones en Alemania y Gran Bretaña después del 7 de octubre de 2023 y los disturbios en Francia en el verano de 2023 tras la muerte de Nahel.

El clima de insurrección intelectual también se reflejó en una tendencia a cuestionar los resultados de las urnas.

El asalto al Capitolio de Estados Unidos el 6 de enero de 2021, provocado en gran medida por una campaña en las redes sociales que cuestionaba la elección de Joe Biden, fue la manifestación más grave de este fenómeno. En contextos políticos polarizados, lo que está en juego en las elecciones aumenta considerablemente y la victoria de un bando no es sinónimo de derrota electoral para el otro, sino de catástrofe inaceptable. La tentación es entonces grande para los perdedores de negar legitimidad democrática a los ganadores y de preferir creer en resultados amañados, utilizando métodos de votación sesgados.

Polarización y parálisis: neutralizar la capacidad de acción política

Una de las consecuencias menos comprendidas de la polarización política y del consiguiente clima de insurrección intelectual es la neutralización de la capacidad de acción política de los gobiernos electos.

En efecto, si la legitimidad de unas elecciones es puesta inmediatamente en tela de juicio por una gran minoría del electorado, como suele ocurrir en Francia, Estados Unidos y varios países europeos, la amenaza no es meramente insurreccional. En realidad, el principal riesgo es la parálisis política. Un presidente o jefe de gobierno mal elegido o muy disputado ve reducido su margen de maniobra y, por tanto, neutralizada en parte su capacidad de acción política en el interior. Para los responsables públicos en tal situación, el costo de tomar la iniciativa aumenta, mientras que el costo de la inacción disminuye, ya que cada decisión puede provocar una reacción potencialmente violenta. Testigo de ello es el movimiento que cuestiona la reforma al sistema de pensiones en Francia: en un contexto así, la inacción política se convierte en una comodidad envidiable, incluso en una forma de sabiduría que hace eco del adagio atribuido a Henri Queuille según el cual «no hay problema para el que la ausencia de solución no acabe llegando a su fin». El riesgo de parálisis política es inherente a la polarización cada vez mayor en las redes sociales.

El declive económico de Europa: el riesgo de una «lenta agonía»

En un momento en que la hegemonía de los regímenes europeos se cuestiona por doquier, la necesidad de actuar nunca ha parecido tan urgente.

En el plano económico, las recomendaciones de Mario Dradhi, publicadas en estas páginas, son implacables y han suscitado un debate continental. La Unión Europea se está quedando rezagada con respecto a Estados Unidos y China en la competencia económica mundial, entre otras cosas por el creciente retraso de la tecnología y la inteligencia artificial. Tiene un modo de invertir la tendencia y escapar de la «lenta agonía» contra la que advierte el informe Draghi, pero el giro es estrecho. Además de medidas sectoriales claramente identificadas, requerirá inversiones considerables. En resumen, su aplicación —que será más o menos la hoja de ruta de la Unión para el ciclo político iniciado con las elecciones de este año— depende de una condición previa: recuperar la iniciativa y romper la parálisis política.

Retrocesos y aislamiento geopolítico: hacer frente a la «astanaización» de las crisis

Además de la inercia política y económica, la Unión también ha sufrido un retroceso geopolítico, que se ha observado espectacularmente desde el inicio de la crisis en Siria, y del que algún día deberían extraerse todas las lecciones. (3)

La guerra civil siria (2011-2019) fue la última gran crisis en Medio Oriente hasta la actual, desencadenada por los atentados del 7 de octubre y la guerra en curso en Gaza y Líbano. La crisis siria fue un momento crucial para Europa: entre su inicio en 2011 y su resolución parcial en 2019, la Unión pasó de ser una potencia activa en la región a un testigo pasivo en menos de una década. Y ello a pesar de que el continente se ha visto afectado por las dinámicas que allí han tomado forma, en particular la crisis de los refugiados del verano de 2015 y el yihadismo del Estado Islámico, en el que participaron 6 mil europeos y que dio lugar a una campaña de atentados sin precedentes.

Si la influencia de Europa en el curso de los acontecimientos en Siria se ha desvanecido, también es producto de una estrategia puesta en marcha por los rivales geopolíticos de la Unión. En 2018, Rusia, Irán y Turquía se reunieron en Astaná (Kazajistán) para negociar una salida al conflicto sirio. La condición previa para cualquier discusión era simple: las potencias europeas debían quedar excluidas del marco de resolución del conflicto sirio. Fue un acuerdo que debía transponerse a otras crisis, y que desde entonces ha dado lugar a la «astanaización» de las relaciones internacionales. De Libia al Sahel, pasando por África Occidental, la exclusión de las potencias europeas de los marcos de intervención y resolución política de conflictos se extiende a otras partes del mundo.

En un momento en que la guerra hace estragos en Gaza y Líbano, Europa ha perdido su capacidad de influir en las posiciones que se adoptan, mientras que la situación en Medio Oriente vuelve a tener un gran impacto en los debates públicos europeos. Como hemos señalado antes, el 7 de octubre fue un catalizador de la dinámica anterior.

Contragolpe a través de la guerra de la información

Al perder su influencia sobre el curso de los acontecimientos en su entorno inmediato, Europa tiende a convertirse en objeto de las transformaciones que allí tienen lugar.

Además de tratar proactivamente de excluir a la Unión de los marcos de resolución de las crisis que afectan directamente a Europa, los rivales geopolíticos y enemigos declarados de Occidente tratan también de explotar el clima de insurrección intelectual.

Utilizando métodos conocidos como guerra de la información, estos actores intentan explotar las divisiones y las fallas identificadas en los debates democráticos occidentales.(4) Mediante múltiples campañas de desinformación o la amplificación de narrativas y tropos ya presentes en las redes sociales, tratan de reforzar la dinámica de fragmentación y polarización política en curso en el ámbito político. (5)

En tiempos de guerra en Gaza y Líbano, Europa ha perdido su capacidad de influir en las posiciones que se adoptan, a pesar de que la situación en Medio Oriente está teniendo un gran impacto en los debates públicos europeos.

Rusia ha utilizado ampliamente estos métodos: desde explotar la polémica sobre las chinches en París en otoño de 2023 hasta orquestar falsos actos antisemitas pocos días después del 7 de octubre. La iniciativa de otro país de Asia Central ha recibido poca atención en Europa a pesar de su gran actividad: Azerbaiyán. Hostil a la acción de la Unión, en particular por el apoyo francés a Armenia, el país está en el origen del Grupo de Iniciativa de Bakú (GIB), cuyo objetivo es apoyar la lucha de los pueblos «mal descolonizados». Utilizando los mecanismos de campaña de información en las redes sociales antes descritos, el GIB se ha implicado explícitamente, por ejemplo, en la amplificación de contenidos hostiles al Estado francés en Nueva Caledonia, apoyando activamente la independencia de la isla y la salida de lo que sus partidarios llaman «fuerzas de ocupación francesas».

Convertirse en ingenieros de la democracia

La polarización política, el auge de un clima de insurrección intelectual, la desvinculación económica y geopolítica de la Unión Europea y la proliferación de campañas de información se han desarrollado conjuntamente en los últimos quince años.

Estas tendencias se retroalimentan y definen las fuerzas centrífugas que amenazan actualmente la estabilidad de las democracias occidentales: han tomado forma al mismo tiempo que la afirmación de las redes sociales como foros privilegiados de concienciación y socialización políticas.

Al tratarse de una cuestión eminentemente política, la tecnología no puede abordarse únicamente desde una perspectiva técnica. Como tal, debe ser abordada por la ciencia política, y aquí es donde entra en juego una última limitación. Los retos que plantean las tendencias descritas anteriormente son extremadamente difíciles de cuantificar, calificar y, por tanto, objetivar. Por ello, a menudo nos ponemos de acuerdo sobre una constatación —la de la fragmentación política de los países democráticos europeos, por ejemplo— sin poder establecer de manera firme e implacable la constatación en sí.

Lo que se desprende de ello es que las transformaciones tecnológicas nos obligan a adaptar nuestros marcos de pensamiento tradicionales para comprender sus efectos en la política. Estas cuestiones no pueden resolverse sin antes poder

1) objetivar las tendencias mencionadas;

2) analizarlas y comprenderlas, en términos de cómo se materializan, cómo operan y qué efectos tienen;

3) ser capaces de producir conclusiones inteligibles y compartibles en las que basar el discurso y la acción políticos.

Abordar estas cuestiones pondría fin a la desincronización de la política y la tecnología: una se desarrolla más deprisa que la capacidad de la otra para absorberla y regularla. Los dos primeros puntos son retos importantes para las democracias europeas a los que pueden y deben responder las humanidades y las ciencias sociales. Para lograrlo, primero es necesario producir herramientas a la altura de estos retos y explotar todo el potencial de la IA para producir las herramientas de la investigación aumentada.

Notas al pie
  1. Ver en especial Peter R. Neuman, Die Rückkehr des Terrors: Wie uns der Dschihadismus herausfordert, Rowohlt, Berlín, 2024.

  2. Con una docena de nuestros estudiantes de PSIA (Sciences Po) especializados en el estudio del Medio Oriente contemporáneo, pusimos en marcha un proyecto de investigación para estudiar la primera guerra mundial de la información que estaba tomando forma ante nuestros propios ojos. Además de francés e inglés, dominan el árabe, el turco, el ruso, el farsi, el italiano, el español y el alemán. Se trata del primer proyecto de investigación sobre IA realizado a esta escala en Sciences Po, y fue concebido en la intersección de la ciencia política tradicional y los avances tecnológicos en el campo de la IA. Los estudiantes han recibido formación en el estudio de narrativas políticas en línea, así como en el uso de un «explorador de datos humanos», una herramienta de IA de vanguardia desarrollada desde el verano de 2023 específicamente para este tipo de uso. La investigación consiste en recopilar legalmente contenidos públicos en redes sociales desde el 7 de octubre de 2023, en estricto cumplimiento de las normas establecidas por el RGPD. Para ello, hemos identificado comunidades que se presentan como cercanas a las partes implicadas en el conflicto (pertenecientes al «eje de resistencia proiraní», por ejemplo, o que se presentan como pro-Hamás, israelíes, turcas, rusas, etc.). También hemos recogido los contenidos publicados por una veintena de medios de comunicación europeos, rusos y árabes, con el fin de comparar la cobertura de la guerra por las grandes cabeceras durante este periodo. En total, hemos recogido más de 10 millones de tuits a lo largo del último año y cerca de 200 mil tuits y artículos publicados por estos medios. Los datos nos permiten estudiar sistemáticamente las historias promovidas en las redes sociales por las distintas comunidades y su evolución en el tiempo. Esto permite documentar aspectos clave de la guerra mundial de la información.

  3. Fabrice Balanche, Les leçons de la crise syrienne, Odile Jacob, 2024.

  4. David Colon, La Guerre de l’information. Les États à la conquête de nos esprits, Tallandier, 2023.

  5. Renée DiResta, Invisible Rulers: The People Who Turn Lies into Reality, PublicAffairs, 2024.

     

    ANEXO. 



 
 


Nota: 

(*) El ataque de Hamas comenzó con un lanzamiento masivo de cohetes a primera hora de la mañana del 7 de octubre de 2023, al tiempo que se producían varias incursiones en territorio israelí. Los milicianos  de Hamas atacaron y capturaron varias bases militares y mataron a civiles en algunas comunidades agrícolas (kibutz) próximas a la frontera con Gaza, así como en un festival de música. Tomaron como rehenes a civiles y a militares, a los que trasladaron a territorio gazatí. Este ataque, que duró dos días, supuso la muerte de 1.195 personas, de las cuales 766 eran civiles  (entre ellos, 36 menores de edad) y 373 eran soldados. Además, fueron capturadas 251 personas que fueron apresadas y llevadas a la Franja de Gaza.  

domingo, 28 de septiembre de 2025

SER CONTEMPORÁNEOS

 

 

Contemporáneo es quien percibe la oscuridad de su época (Giorgio Agamben)

  

¿Qué es ser contemporáneos? fue la pregunta que guió uno de los seminarios de filosofía que Giorgio Agamben (1) dictó en el Instituto Universitario de Arquitectura de Venecia. En su definición de lo contemporáneo, plantea que se trata de una particular relación personal con el propio tiempo en que se vive, y que contemporáneo es quien teniendo la mirada fija en ese tiempo, más que sus luces percibe sus sombras.

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Junto a otros notables expertos en historia antigua, el alemán Christian Meier (1929) ha explicado que fue en la Atenas del siglo de Pericles (V a.C.) cuando tuvo lugar un cambio trascendental en el modo de definir la pertenencia social de los individuos. Si hasta entonces (el momento histórico que coincide con el orígen de la Democracia en Atenas) los individuos se incluían en la ciudad/estado (la polis) mediante su status social y, por tanto, con una gran diversidad de condiciones al interior de la misma clase dominante, constituida por “hombres libres”: grandes propietarios, comerciantes, campesinos, militares, sacerdotes, artistas, filósofos….con este nuevo modo de participación social (democracia) surgía el concepto de “ciudadanía” para definir esta especial relación social que denominamos como “política”. Pero siempre conviene recordar que ya en sus orígenes esta “política” de la democracia excluía de participar a las mujeres, a los extranjeros, a los sirvientes y a los esclavos, que constituían la mayoría de la población ateniense. Esta restringida participación “popular” tenía efecto en instituciones como la Ecclesia (la asamblea popular), la Bulé (o “consejo de los 500”) y la Heliaia (tribunal de justicia). En estas instituciones los cargos públicos eran temporales y. en su mayor parte, elegidos por sorteo.

Comparto con Giorgio Agamben que la vida humana no es política por sí, sino más bien pre-política, o mejor todavía, "impolítica". Y que lo político (de “polis”, ciudad) corresponde al orden de lo excepcional: eso que etimológicamente significa “excluir algo e incluirlo mediante su exclusión misma”. Por eso que la vida, impolítica por sí, sea excluida de la ciudad y mediante esta exclusión va a ser incluida y politizada...así, debe ser politizada para convertirla en fundamento del sistema político (el estado-nación-moderno).

Agamben ha definido muy bien el nivel estructural del “estado de excepción”, como la operación subterránea del poder que produce y articula la vida humana como “nuda vida”, esa cosa extraña que no hay que confundir con la vida natural, porque solo es la vida escindida de sí misma e incluida orgánicamente -ésto es la biopolítica- en el sistema de dominación.

Siguiendo la estela del filósofo romano, sostengo que en el mundo contemporáneo ”el estado de excepción”, que siempre fue una suspensión temporal, ahora está integrado como norma, se ha vuelto permanente e institucional, perfectamente integrado en el funcionamiento ordinario del poder político. El estado de excepción es, en palabras de Agamben, “la matriz oculta del orden político contemporáneo”, en el que la vida misma se convierte en objeto del poder.  

Oculta es, por ejemplo, la verdadera propiedad estatal de las tierras y demás “propiedades” incluidas al interior de las fronteras de todo Estado. Porque, sea cual sea la titularidad “legal” de las mismas, el Estado tiene reservado para sí un excepcional poder de expropiación -igualmente “legal”- sobre cualquier propiedad, lo que justifica mediante un supuesto “interés público” que solo puede ser determinado por el propio Estado, lo que da pie a erigirse en “propietario absoluto”, al tiempo que representante y defensor supremo de un "interés público” que de este modo queda perfectamente identificado con el interés del Estado.

Estos poderes absolutos, de excepción y expropiación, que definen al estado-nación-moderno, constituyen ese oscuro espacio de indeterminación entre la democracia y el absolutismo, tal como lo viene proponiendo Agamben (aunque éste lo refiere solo al estado de excepción): “Occidente ha construido un estado de excepción que no es una dictadura, sino un espacio vacío de derecho, un vacío jurídico, es decir, una zona de anomia en la cual todas las determinaciones jurídicas son desactivadas”, algo que viene a ser como una perversa e íntima solidaridad entre democracia y totalitarismo.

Pues bien, además del estado de excepción, yo añado también el “poder de expropiación”, vengo haciéndolo desde que estuve convencido de que el exclusivo derecho de propiedad, ejercido sobre la Tierra y el Conocimiento humano (lo que en su conjunto yo considero "comunales universales"), es la cuestión nuclear del orden político dominante, ya desde sus remotos orígenes neolíticos, que así extiende su excepcional y absoluto derecho de apropiación sobre todas las formas de vida, incluyendo la vida humana, lo que Foucault denominara “biopolítica”.

Nunca mejor que con ocasión de la última pandemia, hemos podido ser testigos directos, a escala de especie, del excepcional poder absoluto del estado-nación-moderno. Pienso que nuestras sociedades todavía no son conscientes de la real trascendencia histórica, de alcance universal, que tuvo la gestión del estado de excepción durante la pandemia de la Covid19, por la generalidad de los Estados. Ni tampoco es percibida todavía la conexión, que a mi entender se da, entre aquel estado de excepción generalizado y el auge actual del totalitarismo de extrema derecha en sus variantes neo-demo-fascistas. Estoy seguro de que en los próximos años se tendrá la perspectiva histórica suficiente, que pondrá en claro que esta coincidencia no es casual, por mucho que se quiera soslayar por quienes en su día se plegaron sumisamente a la burda aplicación del estado de excepción: a grosso modo o manu militari, pasando por encima de todo debate político y científico, en flagrante contradicción con los propios principios liberales del Sistema, y burlando tanto el método científico como el democrátrico.

Al respecto de esta pandemia, pienso que Agambén acertó en calificar al estado de excepción aplicado entonces como puro y ciego totalitarismo estatal, al tiempo que se equivocó, a mi entender, cuando calificó a la covid-19 como una gripe normal. En aquellos momentos de confinamiento, con la distancia social como norma, que acabó marcando mi propia vida en modo que nunca pude imaginar, me interesó mucho la “filosofía del contacto” que iniciara Agamben con una conferencia publicada a principios de 2020 en el sitio web de la editorial “Quodlibet”, que comenzaba así:

Dos cuerpos están en contacto cuando se tocan. ¿Pero qué significa tocarse? ¿Qué es un contacto? Giorgio Colli ha dado una aguda definición afirmando que dos puntos están en contacto cuando están separados sólo por un vacío de representación. El contacto no es un punto de contacto, que en sí mismo no puede existir, porque cualquier cantidad continua puede ser dividida. Se dice que dos entes están en contacto cuando no se puede insertar ningún medio entre ellos, es decir, cuando son inmediatos. Si entre dos cosas se establece una relación de representación (por ejemplo: sujeto-objeto; marido-mujer; amo-siervo; distancia-cercanía), no se dirá que están en contacto; pero si se pierde toda representación, si no hay nada entre ellas, entonces y sólo entonces se podrá decir que están en contacto”. Es una explicación con alto riesgo de abstracción, contra el que el propio Agamben propuso volver al punto de partida para interrogar a “ese sentido más humilde y terrenal que es el tacto”.

Así, continuaba esa conferencia diciendo que “mientras que con la vista no podemos ver nuestros ojos y con el oído no podemos percibir nuestra facultad de oír, con el tacto tocamos nuestra propia sensibilidad, al tocar y ser tocados. El contacto con otro cuerpo es, por lo tanto, a la vez y en primer lugar también contacto con nosotros mismos”.

Es así como mediante el tacto se genera algo parecido a un sujeto, que en los demás sentidos solo está supuesto en modo abstracto. Esto me pareció muy importante: nos experimentamos a nosotros mismos por primera vez cuando al tocar otro cuerpo, tocamos a la vez nuestra propia carne”. Por eso que en caso de abolir todo contacto, si se impusiera entre nosotros la norma de distancia social, no solo perderíamos la experiencia de otros cuerpos, sino, sobre todo, perderíamos toda experiencia de nosotros mismos: nuestra carne, nuestro propio cuerpo. Sí, porque en esta visión humanista del contacto humano, el sujeto es creado por la afección que recibe por su relación con otro cuerpo-sujeto. Se trata, pues, de una ontología radicalmente diferente: “si hubiera un sujeto de lo político sería aquel que es afectado por la relación entre los cuerpos”. 

*** 

Del pensamiento de Agamben me interesan mucho sus reflexiones acerca de la revolución como “poder destituyente”, que él define no como una forma de abolición o de acción, sino como “la construcción de una forma-de-vida”. Se trata de la destitución de las obras del poder, de desobrarlo, no simplemente de su abolición. Si fuéramos capaces de pensar un poder como potencia puramente destituyente, llegaríamos tal vez a romper la dialéctica entre poder constituyente y poder constituido que ha sido, como ustedes saben, la tragedia de la Revolución”. De todas las revoluciones, hasta ahora, añado yo por mi cuenta.

Argumenta Agamben que “el poder denominado democrático se funda de hecho en la ausencia del  pueblo. Podríamos llamarlo "ademia", ausencia del demos o pueblo. La democracia que tenemos enfrente es algo que se tiene a través del mecanismo ridículo de la representación, que ha capturado la ademia, la ausencia del pueblo en su centro”. Y continúa: la verdadera anarquía no es nada más que la destitución de la anarquía del poder. Y es por ésto que nos sea tan difícil pensar la anarquía como autogobierno, porque al pensarla vemos lo que el poder hizo de ella: una guerra de todos contra todos, un puro desorden…”

A propósito de la construcción de una forma-de-vida destituyente, dijo Agamben que Tiqqun había desarrollado esta definición de manera muy interesante en tres tesis: 1) La unidad humana no es el cuerpo o el individuo, sino la forma-de-vida. 2) Cada cuerpo es afectado por su forma de vida como por un "clinamen", una atracción, un gusto. 3) Mi forma de vida no se relaciona con lo que yo soy, sino con cómo soy lo que soy. Y añadía Agamben, como esclarecimiento y a mayores de la definición de Spinoza (de los seres singulares como “modos” del ser), que  esta sustancia del ser no es más que sus modificaciones, su Cómo.

El “arjé” (del griego) refiere a ese principio fundamental o sustancia primordial de la cual se creía que todo lo que existe se origina y de la cual depende para su existencia. Según pienso, los filósofos presocráticos buscaban inútilmente este arjé para explicar el origen y la naturaleza del Universo, entendiendo que es el elemento que permanece a pesar de los cambios y que sirve de fundamento para toda la realidad. Así, tomando por ejemplo a filósofos presocráticos, Tales de Mileto creía que el arjé, como principio de todo, era el agua; Heráclitó pensó que era el fuego y Pitágoras pensó que el número es el fundamento de todo lo que existe.

A propósito del orígen o arjé, es digno de mención el pensamiento de Orígenes Adamantius (más conocido como Orígenes de Alejandría) (2) y su doctrina denominada “origenismo”, que afirmaba la preexistencia de las almas, anterior a la creación del Universo, y su evolución mediante la encarnación (tomando un “cuerpo”), teoría que fue rechazada por la Iglesia en el Concilio de Constantinopla, tachada como herejía. Según Orígenes, la “vida”, como proceso de encarnación, fue el modo de castigo divino por el pecado original de desobediencia, una especie de proceso disciplinario necesario para restaurar su original estado angélico o espiritual. Es este concepto de la vida como encarnación y castigo disciplinario lo que hace de Orígenes un filósofo contemporáneo del tiempo que le tocó vivir, a caballo de los siglos II-III, en plena decadencia del imperio romano. A diferencia de los filósofos cristianos de su época, Orígenes no pensó en un infierno eterno como castigo, más bien argumentaba que al final de los tiempos, todos se salvarían, incluso el mismo Satanás, considerando al infierno una fantasía humana contradictoria con el Evangelio.

Y antes que Orígenes, en el siglo previo a nuestra era, Tito Lucrecio Caro (99-55 a. C.) en su poema “de rerum natura” (de la naturaleza de las cosas) rechazaba las posiciones platónicas y pitagóricas acerca de la reencarnación y la inmortalidad del alma, entendiendo la muerte como “el fin de la capacidad de percepción”.

La idea religiosa de un Apocalipsis con Juicio Final se ha hecho contemporánea en modo de Colapso y Crisis sistémica. Pero no hay que olvidar su persistencia a lo largo de la historia humana. El mismo Agamben pone como ejemplo la carta del arquitecto del renacimiento florentino Filippo Brunelleschi, quien vivió de 1377 a 1446, en la que escribiera: «vivimos en una época en que todo se derrumba. En ninguna parte hay un talento a la vista». 

Así que la idea de vivir en un “permanente fin de los tiempos” parece ser una constante idea religiosa, concretamente cristiana, consistente en distribuir a la gente -tras el juicio final- según su grado de sumisión a la ley divina: unos al cielo y otros al infierno. Para ilustrarlo, Agamben ponía el ejemplo de un Santo Tomás para quien una de las grandes alegrías del paraíso consiste en disfrutar del castigo de los pecadores, poniendo este “entretenimiento celestial” en relación con el éxito actual del cine sanguinolento o “gore”. Y yo añado también a todos los espectáculos especializados en catástrofes, apocalipsis y distopías de todo tipo.

Parece que toda esta Cultura del Colapso sirviera de preparación a un futuro próximo en el que, como los portentosos indicios que ya contemplamos a diario en medios y redes sociales,  nos van  acostumbrando a la banalidad orgánica del mal, biopolíticamente atados a un  Estado habitual de  excepción y expropiación permanente...una sistémica y sostenible lucha de clases, crisis, colapso...distancia social y ausencia de comunidad al cabo. O sea, como en la pandemia.

Notas:

(1) Giorgio Agamben (Roma, 1942) es un filósofo contemporáneo, que acaba de cumplir 82 y que,como nosotros, está siendo testigo de la decadencia del último gran imperio, a caballo de los convulsos siglos XX-XXI: el imperio del occidente euroamericano, que con toda seguridad será mucho más efímero que el romano y que pasará a la Historia etiquetado como cristiano (como el imperio romano), además de liberal-burgués, colonial y capitalista.

(2) Orígenes Adamantius (Alejandría, c. 184-c. 253) fue un filósofo, cristiano y hereje, que vivió a caballo de los siglos II-III de nuestra era, siendo testigo directo del comienzo de la decadencia del imperio romano que fundara Augusto César en el 27 a.C. y que colapsaría en pleno siglo V, cumpliendo así cerca de 500 años de existencia.

lunes, 15 de septiembre de 2025

UN CONCIERTO EN SANTA MARÍA DE LOS REDONDOS

  

El pasado sábado nos fuimos por la tarde hasta Santa María de Redondo, aldea de apenas 40 habitantes, situada al fondo del valle glaciar de Los Redondos, ese rincón precioso de La Pernía, en la comarca de la Montaña Palentina, con el propósito de asistir a un concierto de “The Duallists”. Despertó nuestro interés, además de volver a disfrutar del valle, el nombre del grupo musical anunciado, “The Duallists", que cuando busco su significado, resulta que refiere a una novela de ciencia-ficción que trata sobre un conflicto en una mina lunar y los secretos ocultos de su tecnología.

Al llegar no vimos a nadie, estaban las calles vacías, solo dos caballos sueltos deambulaban por medio de la calle principal y tres mastines cabezones y mansos que nos acompañaron desde al aparcamiento hasta la románica iglesia del pueblo, mientras sonaban las campanas llamando al concierto. 

Nos encanta este Valle de Los Redondos, donde el río Pisuerga brota desde el fondo de una cueva catedralicia, sin exagerar, la nombrada Cueva del Cobre situada al abrigo de las altas peñas del macizo de Peña Labra, perfilado también por los altos del Cuchillón y del pico Tres Mares, cumbre ésta así denominada porque en sus faldas nacen aguas que van a parar a las tres grandes cuencas hidrográficas -cantábrica,atlántica y mediterránea- de la península ibérica. Y tras disfrutar una vez más del maravilloso paisaje, que ya presagia un otoño amarillo, allí asistimos a dos descubrimientos, de verdad contradictorios, sin salir de aquella pequeña iglesia de la Asunción:

1. Una brillante actuación musical del dúo gallego "The Duallists" (violín y guitarra) con la que disfrutamos las pocas personas, unas treinta, que son las que aún quedan en el valle tras el paso de Agosto, más unas pocas, como nosotras, llegadas de pueblos cercanos. Dos buenos músicos que nos alegraron la tarde con su luminosa música de folk y blues que, además, tuvieron el detalle de tocar una pieza en homenaje a la gente solidaria que sigue protestando contra el genocidio que está cometiendo el Estado de Israel para aniquilar al pueblo palestino...buena música, mientras se escuchaba de fondo, afuera del templo, el ladrido de tres pacíficos mastines.

2. Por quienes presentaron el concierto supimos que la organización se debía a un programa cultural denominado “Dinamizartj” (1) que subvencionaba la actuación de “The Duallists” (2) en Santa María de Redondo y que enseguida averigüé -a través de su propia web- que forma parte de la Red Cultural del Instituto para la Transición Justa (ITJ), gestionado por la Fundación Ciudad de la Energía (CIUDEN). Ambas entidades son a su vez dependientes de la Secretaría de Estado de Energía del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO)”...o sea, dependientes del mismo ministerio que nos quiere hacer creer que es “ecológico” y “justo” sacrificar a las zonas rurales llenándolas de polígonos industriales repletos de placas solares y descomunales molinos de viento, junto a plantas de biogás, macrogranjas de cerdos, que anticipan la construcción de grandes plantas de hidrógeno verde, que le pondrán la puntilla al “reto demográfico”que ya sabemos consiste en expulsar del territorio rural a la escasa población todavía resistente.

Tras la despedida de la gente conocida, la tarde se ofrecía plácida, expléndida y “redonda” en aquel paisaje magnífico, mientras por delante nuestro varios caballos cruzaban la carretera procedentes de las praderas junto al río, justo bajo las Peñas del Moro. De regreso a casa, todo iba encajando en su desorden sistémico: unos músicos gallegos de nombre inglés, “The Duallists”... un programa cultural denominado “Dinamiz-artj” dedicado a la práctica del “Greenwashing” o Lavado Verde: de un ministerio de ciencia-ficción que ni sabe donde está Santa María de Redondo, ni eso le importa más que el reto demográfico, las energías limpias y la transición justa, todo junto.

Notas:

(1) https://dinamizartj.com/que-es/

(2) https://www.instagram.com/the_duellists_duo_/

jueves, 11 de septiembre de 2025

ANTES QUE NADA, EL COLAPSO DEL SISTEMA ES UN ATASCO EVOLUTIVO

 

Una plaza en la ciudad de Prayagraj, India (foto NG)


Nuestra especie creció muy lentamente durante las épocas prehistóricas, hasta alcanzar la cifra aproximada de 250 millones de humanos a comienzos de nuestra era. La población humana creció con el desarrollo de la agricultura y el comercio, y aunque durante los siglos medievales las hambrunas y la peste negra limitaron el crecimiento demográfico,  aún así, a comienzos del siglo XIX la población mundial se calcula que alcanzaba ya los 1.000 millones de habitantes. En solo 30 años se duplicó esta población, con un crecimiento exponencial que en 2022 sobrepasó los 8.000 millones de humanos.

Se estima que la población humana, actualmente repartida en 195 Estados, continuará creciendo, aunque con ritmo más lento, hasta superar los 9.000 millones en 2037, llegando a casi 11.000 millones de habitantes en 2100. En lo que va de año, el crecimiento demográfico anual supera los 48 millones, que es una cantidad similar a la actual población del Estado español. Solo entre los dos Estados más poblados -los de India y China- reúnen un tercio (2.800 millones) de la población mundial, con densidades de población muy diferentes  que, sin embargo, no son de las mayores: 450 hab/Km2 en India y 150 hab/Km2 en China. La población mundial ya es mayoritariamente urbana, concentrada en grandes aglomeraciones superpobladas, de las que más de 500 superan el millón de habitantes. Entre éstas, hay diez por encima de los 20 millones de habitantes: Tokio-Japón (37), Delhi-India (33), Shanghai-China (29), Daca-Bangladesh (23), Ciudad de México (23),Sao Paulo-Brasil (22), El Cairo-Egipto (22), Pekín-China (22), Bombai-India (21), Osaka-Japón (20).

Durante los últimos cinco mil años, todos los humanos hemos vivido en territorios pertenecientes a un Estado, desde que se creara el primero en Mesopotamia, en los prehistóricos tiempos de la denominada Edad de Piedra o Neolítico (entre los años 10.000 y 3.000 a.C.). Se cumplen, pues, cinco mil años del inicio simultáneo de la Historia y del Estado, a partir de aquella  revolución neolítica que promoviera una nueva forma de vivir, sedentaria y urbana, que diera lugar a la especialización del trabajo y a los primeros asentamientos fijos, encuadrados bajo el dominio territorial y militar de un Reino, siendo esta forma de gobierno monárquico la original de todo Estado.

Todo ello fue sucediendo a consecuencia del cambio radical que supuso el dominio de la agricultura y la ganadería, seguidos de la creciente complejidad “institucionaldel nuevo orden social, estatal y propiamente neolítico: propiedad (privada y estatal), herencia, patriarcado, esclavitud, ejércitos, policías, comercio, mercado, banca, hacienda, empresas, partidos, sindicatos, trabajo servil, esclavo y asalariado, parlamentos, dictaduras, provincias, municipios, democracias representativas...hasta llegar a un punto actual, en que ya no queda un mínimo resquicio de la vida humana que, de una u otra forma, no esté intervenido por los Estados, incluso por los más "liberales".

Conviene precisar que aún hoy se sigue situando el origen de la democracia en la antigua ciudad griega de Atenas, ciudad-Estado bajo el gobierno de Solón en el siglo VI, cuyo sistema de gobierno “asambleario” sería perfeccionado por Pericles en el siglo siguiente (V a.C), pero que seguía considerando un “demos”, pueblo o sujeto soberano igualmente excluyente de mujeres, sirvientes, esclavos y de todos los nacidos fuera de Atenas... o sea, un “pueblo soberano” integrado solo por una mínima élite de “notables”. Así, la “política” (los asuntos concernientes a los habitantes de la “polis), ya desde sus orígenes comenzó siendo una actividad exclusiva, reservada a “políticos” profesionales (propietarios, patronos, sacerdotes, militares e intelectuales), una actividad propia de clases superiores y una forma de gobierno vertical, a la que la mayoría de la sociedad solo puede asistir, hoy como en el siglo V a.C., en calidad de clientela electoral, subordinada y espectadora, o bien permanecer al margen, como "idiotes" desinteresados.

A pesar de tan nefasto expediente histórico del Estado y su “indemocracia”, todavía hay Naciones-Sin-Estado que en nombre de esa no-democracia aspiran a tener un Estado-Nación como aparato de gobierno propio. Todas estas “supuestas naciones” (1) están asociadas a la UNPO, Organización de Naciones y Pueblos No Representados, fundada en 1991 en La Haya (Países Bajos), una organización internacional cuyos 46 miembros son pueblos indígenas, minorías y territorios Sin-Estado, que se consideran “no soberanos y ocupados por otros Estados”.

Tal es la “naturalidad” del Estado y la costumbre de vivir en una Tierra compartimentada en parcelas de propiedad privada y en fronteras estatales, en medio de sociedades fragmentadas en clases y gobernadas por oligarquías, que para la inmensa mayoría de humanos no cabe pensar en otras formas de organizar la vida en sociedad, teniendo que asumir la inversión conceptual que convierte a las oligocracias estatales en “democracias representativas”. Hablamos de un orden estatal tan “natural” y “primitivo” como el orden jerárquico/propietarista, territorial y machista, que predomina entre la generalidad de sociedades animales, en esa mayor parte de la Naturaleza que consideramos como “salvaje”.

 

La idea apocalíptica, de vivir en un “final de los tiempos”, parece ser una constante de nuestra especie. Recientemente leí que Filippo Brunelleschi, arquitecto del renacimiento florentino que viviera a caballo de los siglos XIV y XV, acerca de su época dejó dicho:vivimos en una época en que todo se derrumba. En ninguna parte hay un talento a la vista”. Y ahora mismo, hay quienes, como Walter Benjamin, consideramos que el estado de catástrofe no está al final de los tiempos, que “la catástrofe es que todo siga así”...es esta sensación de callejón sin salida o, mejor, de estar caminando en círculo, a toda prisa y sin avanzar, como haciendo girar una enorme jaula de hamster en cuyo interior caminamos sin movernos de un mismo punto, que a la vez es de partida y destino.

Sostengo que a escala de “especie homo” estamos atrapados en un atasco evolutivo que dura no menos de cinco milenios, desde que hicimos aquel radical cambio de vida, de nómadas/cazadores/recolectores a sedentarios/urbanos/agricultores/ganaderos/comerciantes/industriales...en el tránsito de la Edad Antígua a la de Piedra o Neolítico, para la que me apresuro a proponer una nueva denominación, como “Era de la Propiedad”, que me parece más idónea y  a la altura de los tiempos que corren, cuando vamos teniendo sobrado conocimiento científico y perspectiva histórica para justificarlo.

Que un animal que vive en manada y ocupa un territorio, utilice su orina para marcar sus límites, parece un gesto natural y normal en el contexto de una competencia salvaje por el dominio/propiedad de ese territorio, que le sirve al animal para asegurar el alojamiento, alimento y reproducción de su manada...y a los machos, además, para marcar su dominio reproductivo y genético...todo eso es lo que hace “normal” la salvaje “naturalidad” de las sociedades animales más primitivas. Así, de la Marca de Orina al actual Registro de la Propiedad solo hay un cambio de instrumento...sí, porque su significado sigue siendo el mismo,  lo que permite a los machos de la manada afirmar que son de mi propiedad la tierra y las hembras contenidas en mi marca de orina”.

Ese principio animal de propiedad  pudo tener diferentes causas a lo largo del tiempo: porque mi clan o manada llegó primero, porque pude  tomar mi parcela por la fuerza, o porque tenía dinero suficiente para comprarla…en todo caso, acabó siendo necesaria la institución de un “Registrador de la Propiedad” con suficiente autoridad (religiosa, legal, militar o una combinación de todas esas facultades), a partir de una alianza institucional de  propietarios, sacerdotes y guerreros (o sea un Estado), con Leyes y Fuerza bruta suficientes para hacer valer, como la marca de orina,  ese nuevo derecho neolítico de Propiedad (privada y estatal). Recuerdo que "pública" equivale a estatal y que la "comunal" es una forma de propiedad comunitaria, perfectamente incompatible  con la propiedad privada como con la estatal. A quienes defienden con vehemencia la propiedad de la tierra como condición de libertad, les recuerdo que el auténtico propietario de la tierra es quien tiene el poder de expropiación, que es el Estado.   

Todo esa larga historia de  propietarismo primitivo  pudo ser “normal” y "natural" en tiempos en que la Tierra conocida parecía “plana e ilimitada” en todas sus dimensiones; cuando bastaba ir un poco “más allá”, plus ultra, por tierra o por mar, para encontrar nuevos lugares deshabitados u ocupados por pueblos indígenas aún más primitivos, donde poder establecerse tomando el nuevo territorio en Propiedad. 

Pues bien, más de cinco mil años han sucedido, día tras día, desde la fundación de los primeros Estados-ciudad  en las llanuras fértiles de la antigua Mesopotamia (el llamado Creciente Fértil)...y ni la sofisticada complejidad tecnológica/industrial, ni las últimas tecnologías algorítmicas que hacen posible la Inteligencia Artificial en los modernos Estados-Nación-Capitalistas surgidos de la revolución burguesa del siglo XVIII...nada puede borrar el rastro de aquella primera orina animal que permanece fósil en los libros de todos los Registros de la Propiedad, la misma orina que avanzado el siglo XXI le sigue sirviendo a nuestra especie, como a la mayoría de especies animales, para marcar su territorio y hacer valer su salvaje “derecho de propiedad" sobre la Tierra Común,  sobre el  Conocimiento Humano y sobre las Vidas Ajenas.

Por eso que en lo sustancial, me parece a mí que ese “orden salvaje/natural” no ha variado significativamente durante los últimos cinco milenios que cumple la historia de nuestra especie, que sigue fundando su orden social sobre el mismo instinto salvaje de propiedad territorial y reproductiva que sirviera de justificación a la institución sistémica del dominio social (Propiedad/Patriarcado/Estado) que sigue siendo la forma impolítica e indemocrática de una civilización jerárquica que aunque genéricamente la tildemos como “capitalista”, con mayor precisión científica, tendríamos que denominarla, indistintamente, como "primitiva",  “propietarista”, “patriarcal” o “estatista”.

A mi entender, ésta es la gran anomalía de la evolución humana, la que retiene a nuestra especie en su estatus animal más primitivo, con una carga letal, autodestructiva, de desequilibrios ecológicos y morales, de incongruencias y contradicciones que nos sitúan en un desconcierto existencial que ya es predominante a escala individual y de especie, como  un desperdiciado espacio de siglos y oportunidad evolutiva, perdidos entre un gigantesco avance tecnológico y un raquítico desarrollo moral y político.

Si los siglos XIX y XX fueron los del intento de una revolución social fundada sobre la confrontación de clases (burguesía/proletariado), la próxima revolución, que no podrá dilatarse más allá de este siglo, no podrá ser pensada como otro intento más. No, porque ya no queda tiempo para seguir pensando la ecología y la democracia como objetivos o “finalidades”, sino más bien como “principios”. De ahí que yo piense que será una revolución ecosocial en su integridad, radicalmente comunal y democrática,  necesariamente destituyente, a la vez que constituyente. O no será.

 

PD: Tengo pleno convencimiento de que antes de que finalice este siglo, a escala de especie será declarada la propiedad comunal-universal de la Tierra y del Conocimiento humano, lo que marcará el inicio de una nueva civilización racional, simbioética y democrática por principio, superadora del actual Estado salvaje que nos retiene en un ya milenario Atasco evolutivo. En consecuencia, entiendo que la revolución integral necesaria, lejos de ser una cuestión de izquierdas o derechas, es de racionalidad y supervivencia, o sea: una cuestión de especie.


Nota: 

(1) Digo “supuestas naciones” porque entiendo que el concepto “nación” es un invento-necesidad del Estado. Como dice la frase atribuida al emperador Napoleón: “ya tenemos el Estado francés, ahora hay que crear la Nación francesa”, significando que tras la Revolución Francesa se habían establecido las estructuras de un Estado moderno y centralizado, pero que aún faltaba consolidar una identidad y un sentimiento de “unidad nacional”. Para mí, “nación” es un concepto cultural y prepolítico, ya que entiendo por nación el vínculo que une a la gente que habla una misma lengua materna (la que adquiere de nacimiento o nación). Así, por ejemplo, entiendo la nación castellana como la comunidad integrada por el conjunto de hablantes cuya común lengua materna es la castellana, cualquiera que sea el territorio en el que habitan.