Si hubiera podido, habría estado en Madrid el
22 M , aún
considerando errónea la estrategia de quienes promueven estas formas de
resistencia. Hubiera ido por una razón de fraternidad con vecinos, amigos y
muchísimas personas, conocidas o no, que sé participan en estas movilizaciones
con la buena fe y el convencimiento de que sirven para hacer frente al gobierno
y para detener sus continuadas
agresiones a la gente más vulnerable con la excusa de la crisis.
A día de hoy, mi discrepancia con estas
convocatorias es de fondo y no sólo estratégica. Para realizar mi propio
análisis crítico, intento prescindir de todo condicionamiento político, evito en lo posible dejarme influir por la opinión de organizaciones políticas o medios de
comunicación, no menos políticos; ni siquiera por las personas a las que
políticamente me siento más próximo. Ello no me impide saber que, aún en
discrepancia radical con las élites que dirigen la izquierda, quienes
criticamos sus errores tenemos por delante un largo camino que habremos de
recorrer junto a la gente que les sigue, nuestros vecinos, amigos y mucha otra
gente, que no ve otra salida a la encerrona de la crisis en la que estamos
atrapados y que todavía mantiene su fe en los partidos y sindicatos de la
izquierda, porque -todavía- piensan que éstos, por competir con la derecha
gobernante, son de naturaleza contraria, cuando en realidad forman parte del
mismo sistema.