Esquema clásico del procomún, dibujo original de Carla Boserman |
Vivimos
en una sociedad de mercado, en un mundo en el que todo ha sido transformado en
mercancía…la cultura, la salud, la educación, el tiempo de las personas, toda
la experiencia vital de cada individuo ha sido privatizada y convertida en
mercancía, en una economía de servicios generadora de la efímera ilusión de
bienestar momentáneo, que anula la
libertad y autonomía del individuo humano y se dirige insoslayablemente hacia su propio precipicio sistémico, en acelerada y caótica deriva. Para apreciar los síntomas del caos anunciado no hace
falta esperar, basta pararse un momento y
mirar el mundo : ¿no es ya un caos que el ideal de vida humana se
reduzca a la mera función digestiva, que la existencia se limite al acto
compulsivo de consumir hasta morir?, ¿en qué consiste el cacareado éxito de una
economía, la capitalista, incapaz de gestionar con un mínimo de racionalidad la
abundancia de recursos naturales y humanos, de despreciar la creatividad y el
talento de grandes masas de individuos reducidos a la condición de esclavos
asalariados o, incluso peor, excluidos del mercado por insolventes, seres sobrantes, obsoletos?, ¿cuál es el éxito de un sistema que convierte la vida en un
concurso televisivo y competitivo al modo del Gran Hermano?... entender por qué
esta economía ha logrado tal éxito de audiencia es el inicio de una nueva
conciencia que lleva a la imperiosa necesidad de organizar la vida en sociedad de
manera radicalmente diferente, orientada a la convivencialidad. Pues eso y no otra cosa es la revolución
integral.