Palacio de la Diputación Provincial de Palencia. Enrique Martín, del PP, actual presidente. |
La actual crisis sirve de pretexto para
abrir muchos debates, pero especialmente está sirviendo para aquellos que se
proponen la reducción del gasto público y que, por ende, pretenden subsanar el déficit público. Son debates pobres y cansinos, además de interesados y siempre impregnados del sucio chapapote de la clase política, que sirve para tapar tanto la causa coyuntural, la financiera, como la causa de fondo, la "madre de la crisis", o sea, la paupérrima democracia que padecemos. En el contexto de esa aparentemente lógica fiebre ahorradora, todas las tertulias
políticas andan dándole vueltas para
meterle mano a nuestro sistema de gobiernos autonómicos, al que se le asigna una elevada responsabilidad
en el montante del déficit, junto a un alto grado de derroche por razones de ineficiencia, corrupción,
duplicidad de servicios, exceso de cargos y nóminas, etc. Sin embargo, apenas
he oído alguna voz que reclame la reducción del gasto en las diputaciones
provinciales y muchos menos, su desaparición, como propugno y reivindico, desde hace tiempo, en notable soledad. La desaparición de las diputaciones no sólo deberá suceder por razones de
economía en el gasto, que también, sino y sobre todo, por razones democráticas,
es decir, en defensa de la democracia. Me explico: