-Me permito recordar que este "25N" tiene su origen en 1.981, cuando militantes y activistas en favor de los derechos de las mujeres lanzaban sus protestas contra la violencia machista, para honrar a las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), activistas dominicanas contrarias a la dictadura de Rafael Trujillo, que en 1.960 fueron capturadas por un grupo de funcionarios de la “Inteligencia Militar” cuando regresaban a su casa tras visitar a sus parejas en la cárcel de Puerto Plata. Fueron brutalmente golpeadas y luego arrojadas por un barranco en su propio coche, para hacer creer que su muerte fue debida a un accidente.
-El 25N se conmemora en casi todo el mundo desde 1.993 en que la ONU asumió la “Declaración sobre la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer” que, significativamente, contempla la violencia ejercida por el Estado, cuyos dirigentes pueden ser tanto hombres como mujeres.
-Pero esa no es la única contradicción, porque la conmemoración del 25N refiere a un acto criminal de “terrorismo de Estado” y no a un asesinato de mujeres “por ser mujeres”, ya que las personas asesinadas aquel día de 1.960 no eran solo mujeres (las tres hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa), ya que con ellas también fue asesinado un hombre, Rufino de la Cruz, siendo todo el grupo compañeros de militancia en el mismo movimiento político (Movimiento Revolucionario 14 de Junio), fundado un año antes por Minerva Mirabal y su esposo Manuel Aurelio Tavárez, contra la dictadura instaurada en 1.930 por Rafael Leonidas Trujillo.
-La ocultación de Rufino y de su común militancia con las hermanas Mirabal supone una burda tergiversación y manipulación de la historia, que no admite excusa y que contribuye a emborronar el simbolismo y legitimidad de esta conmemoración.
-Desde el 8M de 2022 se vienen celebrando manifestaciones paralelas en estas dos fechas simbólicas, prácticamente en todas las grandes ciudades. El motivo es la división interna del feminismo. Se han abierto dos grandes corrientes, una de ellas es más cercana al pensamiento de Irene Montero, mientras que hay una segunda más cercana al PSOE, que hasta la llegada de Unidas Podemos ostentaba en exclusiva la representación a nivel institucional del feminismo. Por ejemplo, en Valladolid se convocaron tres marchas. Por un lado la de la Coordinadora de Mujeres, a la misma hora que la manifestación del Foro Feminista y 15 minutos antes salió la marcha organizada por la CGT.
-Recuerdo el magnífico trabajo de documentación y análisis que en 2015 realizó Tania Gálvez San José, en su blog “Las interferencias”, explicando al detalle el significado y contradicciones del “25N”, por lo que recomiendo su lectura en este enlace: “Historia del 25 de Noviembre: de un acto de terrorismo de Estado a símbolo de la violencia contra la mujer”
-La crítica en torno al desatino y contradicciones de esta fecha, no me impide reconocer, como también le sucede a la autora de “Las Interferencias”: “que la violencia contra la mujer constituye una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre”.
-Lo que yo propongo para todos los días, con o sin 25N, es no caer en una mera conmemoración rutinaria y no desvincular la erradicación de la violencia contra las mujeres de la ejercida contra todas las personas ninguneadas y explotadas por los Estados y las Empresas de este mundo, ni de la violencia ejercida como robo sistemático de nuestros comunales universales: el conjunto, material e inmaterial, de la Tierra y el Conocimiento humano. Porque si así lo hiciéramos, veríamos cómo estas conmemoraciones enseguida dejarían de estar auspiciadas y hasta convocadas por los Estados. Así dejaríamos de nutrir ingenuamente la nómina ideológica, inequívocamente jerárquica y propietarista, que está en el origen del sistema social dominante a escala global, articulado todo él en torno al binomio institucional “Propiedad-Estado”, ese mismo Orden que se permite convocar las manifestaciones del 25N como cínico gesto de su “modernidad y progresía”.
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Intentaré apuntar aquí una explicación del vínculo sistémico que a mi entender existe entre todas esas violencias, igualmente patriarcales y machistas, que yo entiendo son consecuencia directa del largo predominio, durante la evolución de nuestra especie, de los más primarios instintos animales: los de propiedad o dominio, territorial y reproductivo. Lo entiendo así porque, aunque ya tenemos bien avanzado el siglo XXI, seguimos viendo cómo a escala de especie ha sido impuesto un único modelo de orden social, articulado en torno a las arcaicas instituciones neolíticas de la Propiedad y del Estado, cuyo milenario historial machista o patriarcal de sobra ha cumplido más de cinco mil años.
Ahora se sorprenderán, sin duda, quienes oigan por primera vez que Charles Fourier (1.772-1.837), considerado el primer socialista utópico, fue el primero en decir que “en cualquier sociedad el grado de emancipación de la mujer es el criterio natural de la emancipación (humana) general”, según reconociera el propio Friederich Engels en “Anti-Düring” (1).
Francisco Fernandez Buey (1943-2012) escribió sobre “Charles Fourier y los elementos positivos de la utopía” y decía en ese texto, a propósito de lo que venimos tratando, que “el cambio producido en una época histórica puede siempre determinarse por el progreso de la mujer hacia la libertad, porque en ninguna parte es más evidente la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad, que en ese criterio definitorio del grado de emancipación general de la sociedad, a partir de la liberación de la mujer, de la opresión que sufre en la sociedad burguesa, que constituye igualmente un tema varias veces abordado por Marx y Engels desde los Manuscritos económico-filosóficos de 1.844 y La Sagrada Familia hasta el reconocimiento abierto hecho por Engels de la paternidad fourierista de esa verdad revolucionaria (y el hecho de que al final Engels utilice exactamente las mismas palabras que Fourier es significativo):
[...] Aún mejor es su crítica [de Fourier] del ordenamiento burgués de las relaciones entre los sexos y de la posición de la mujer en la sociedad burguesa. Él [Fourier] ha sido el primero en decir que en cualquier sociedad el grado de emancipación de la mujer es el criterio natural de la emancipación general” (2)
No un día al año, sino todos los días serán necesarios para no cesar en el propósito de erradicar el “estado de barbarie” que genera esa salvaje ideología propietarista/machista, que sirve a institucionalizar y legitimar la violencia que se haya implícita en el derecho de propiedad sobre las vidas de otros animales, incluidos los humanos, y de modo especial sobre la vida de las mujeres. Esta es una de mis convicciones más profundas. El grado de machismo social dominante es la medida del “estado de barbarie” que corresponde al estancamiento evolutivo de nuestra especie, retenida en su más primario y salvaje estado animal: una civilización de simios profundamente machistas.
Soy consciente de que este pronunciamiento exige algunas puntualizaciones acerca de lo que sea el machismo. Pienso que la ideología machista, todavía insuperada, es el fundamento común y más primitivo de las culturas humanas que consideran como “estado natural” al conjunto simbiótico de la jerarquía social y la economía capitalista o de rapiña, un Estado en el que “lo normal y natural” es que los individuos más brutos dispongan de un natural “derecho” de propiedad y dominio sobre el territorio y sobre otros animales, incluidos los más débiles de la propia especie, caso de las mujeres, especialmente si éstas son consideradas en su condición de hembras reproductoras. Y todo ello con base, como ya dije, en nuestros más primarios instintos animales.
Ésto, para mí es muy importante: ambos instintos, el territorial y el de reproducción, en la práctica vienen a ser el mismo instinto machista, de dominio o propiedad. Se trata de un instinto de naturaleza violenta y salvaje en origen, el mismo que rige como natural “ley de la selva”, que constituye la esencia machista y propietarista del pensamiento político dominante, que sigue siendo hegemónico en las modernas sociedades burguesas, lastrando la evolución de nuestra especie en un estado de barbarie que la espectacularidad de los avances tecnológicos no logra ocultar.
Pienso que caen en contradicción irresoluble quienes crean que se puede ser demócrata-anticapitalista-ecologista-feminista, al mismo tiempo que se defiende a las instituciones jerárquicas y depredadoras del Estado y la Propiedad, encargadas de impedir toda forma de comunidad que no sea virtual y abstracta (como la "nación"), toda forma de democracia que sea real (autogobierno) y no representativa, como las modernas democracias de partido y parlamentarias, así como encargadas de fomentar la privatización (o robo) de la Tierra y el Conocimiento, nuestros comunales universales.
Me gusta el resumen y caracterizacioón de las edades históricas y de la civilización capitalista como “crimen”, que hizo Francisco Fernández Buey en su texto sobre Charles Fourier y la utopía: “En la primera y segunda fases el crimen conserva su carácter de nobleza o ferocidad; la tercera fase se torna desvergonzada, abyecta, se quita la máscara y convierte el vicio en sistema razonado. Este es el carácter moral de los siglos comerciales”. (3)
Y también deseo recuperar aquí alguna de las profundas reflexiones de Simone Weil, referentes al estado de civilización y barbarie, que aparecen en toda su obra, pero especialmente en su libro ”L’Enracinement”, ese que Albert Camus calificara como un verdadero “tratado de civilización”. En "Reflexiones sobre la barbarie", escrito el año anterior a la guerra, Simone Weil detecta que muchas personas pensaban que, por efecto del gran poder de la técnica o por una suerte de decadencia moral, se estaba entrando en un periodo de mayor barbarie, en comparación con otros momentos históricos. Sin embargo, ella no creía que fuese así; lo argumentaba diciendo que "para convencerse de ello, bastaba con abrir cualquier texto antiguo: la Biblia, Homero, César, Plutarco.... Aunque también le parecía que la creencia contraria, la de que se estaba dando una disminución progresiva de la barbarie en la humanidad llamada civilizada, tan extendida desde finales del siglo XIX hasta 1.914, era otra falsedad. Simone Weil estaba convencida de que la barbarie forma parte de la naturaleza humana, y que se desarrolla en función de las circunstancias, que son las que le dan o le quitan juego. Y añadía esta observación sobre la condición humana: “Siempre se es bárbaro hacia los débiles. O, al menos, para no negar el poder de la virtud, se podría decir que, salvo al precio de un esfuerzo de generosidad —que es tan rara como el genio—, siempre somos bárbaros con los débiles” (4).
Y no puedo terminar estas notas sin decir lo que pienso acerca del feminismo individualista, tan respetuoso de la tradición subjetivista que es propia de la modernidad burguesa, hoy perfectamente convertido en ideología de Estado. Para ello recurro a Marina Garcés, la filósofa catalana del “Espai en Blanc”, en su interpretación de la filosofía de Merleau-Ponty, sobre la “Condición póstuma, o el tiempo del todo se acaba” (5) y en su ensayo sobre “¿Cómo poner el yo en plural?” (6):
“Lo que la filosofía de la conciencia no puede explicar, sí puede hacerlo la actividad productiva y significativa de nuestra existencia corporal concreta, que es necesariamente social y colectiva. Hombres y mujeres que se frecuentan y que así se explican unos a otros sus vidas en contacto con las formas de opresión. Éste es el mundo común en cuya certeza está la base de la verdad, como decíamos al principio parafraseando a Merleau-Ponty. Hombres y mujeres de cuerpos opacos, de vidas inacabadas, de palabras interrumpidas por el silencio de lo que no saben decir. Hombres y mujeres implicados en un mundo que ya estaba ahí y que a la vez los reclama. Éste es el oscuro terreno de lo común. Éste es el incierto terreno en el que se plantea el problema que, en el fondo, la filosofía política occidental no ha querido abordar: cómo vivir juntos, cómo hacer de la vida un problema común. Partir de la certeza en un mundo común es situarse ahí, como principio y fundamento de una filosofía en la que pueda expresarse una verdadera mirada revolucionaria sobre el mundo que hay entre nosotros.
La creencia en el mundo que comparten Merleau-Ponty y Deleuze no es por tanto una justificación: es una exigencia que nos llama a poner el yo en plural conquistando nuestra libertad en el entrelazamiento. En este ejercicio de la libertad como “despertar en los vínculos” se juega hoy el destino de este mundo único, sin dimensión común, en el que se nos ha vuelto tan difícil decir “nosotros”.
Notas:
(1)Título abreviado del libro de Federico Engels “La subversión de la ciencia por don Eugenio Dühring”, obra clásica de la filosofía marxista.
(2) Francisco Fernández Buey, “Charles Fourier y los elementos positivos de la utopía”, PAPELES de relaciones ecosociales y cambio global.No 149 2020, pp. 129-156
(3) Nota de edición:Charles Fourier, El extravío de la razón, p. 99, véase comparativamente, Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista, edición castellana de Grijalbo, México, 1970 [El autor escribió un prólogo, «Para leer el Manifiesto Comunista», fechado en marzo de 1977, para la reedición del clásico marxiano por El Viejo Topo en 2007]; para la importancia de los mercados coloniales, pp. 23-24. para la repercusión de los mismos en relaciones sociales, p. 26; para la «conversión del vicio en sistema razonado», pp. 25 y ss.
(4) Extraído del texto ”El enraizamiento.Civilización y barbarie en Simone Weil”, de Carmen Herrando Cugota, Universidad San Jorge de Zaragoza.
(5) “Condición póstuma o el tiempo del todo se acaba”, de Marina Garcés, (Nueva Sociedad, 2020)
(6) “¿Cómo poner el yo en plural?”, Marina Garcés, Zaragoza, 2008.
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