Luna de estío,
si le pones un mango
¡un abanico!
Un taburete mínimo, con tres puntos de apoyo, tres patas, tres versos que sirven para sustentar los caóticos mundos. Lo saben quienes suben verticales paredes, dos piernas y una mano, o dos manos y una pierna: se necesitan tres puntos de mínimo apoyo mutuo para no caer al vacío. Una pareja mas un hijo o un amante, o los tres estamentos de cualquier Estado: propietarios, sacerdotes y mercenarios. Incluso el misterio de la amistad y del amor: dos mas la distancia misma que une y separa sus respectivos cuerpos. Verás que siempre buscamos ser comunidad, de tres al menos. Cualquiera que sea la estadística de referencia, la cuenta del desorden siempre exige esa básica suma. La pareja de la guardia civil, pongamos por ejemplo: que se resume en un tricornio invisible. Pasado, presente y futuro; padre, hijo y espíritu santo; el triángulo de los Iluminados que figura en el anverso de un dólar; el de las Bermudas; gobierno, oposición y clientela...siempre un tres en uno, hombres, máquinas e instrucciones de uso, luna, mango y abanico, lo inerte, lo que vivo y lo que sueño. Entonces:
El hombre que diga
“mis hijos son una carga”
no habrá flores para él
En negrita, haikus de Matsuo Basho, poesía del aquí y el ahora, hit et nunc, del humilde asombro de la vida centrada en la sorpresa del momento,
Maravilloso:
ver entre las rendijas
la Vía Láctea
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