Estamos
en una Unión Europea de habla inglesa, una lengua que, sin embargo,
no es propia de ninguna de las naciones que conforman la Unión,
que sólo es lengua materna de una de las cuatro naciones
(inglaterra, Escocia, Gales e irlanda del Norte) que forman el estado
que conocemos como “Reino Unido de la Gran Bretaña”, un estado
que no forma parte de la Unión Europea que habla inglés.
Con
la globalización estatal-capitalista, la lógica imperial-colonial
avanza implacable, así, el inglés y el chino son ya las lenguas que
se disputan la hegemonía mundial, demostrando que la lengua es
parte fundamental de la guerra comercial y militar generalizada. Y
ésto sucede en paralelo a un proceso de máxima concentración del
poder económico, militar y político, que en su propia lógica sólo
puede resolverse mediante una guerra mundial o mediante un
entendimiento también global: éste es el teatro geopolítico
actual, el teatro de operaciones que manejan los dos grandes estados,
de respectivas hablas -inglesa y china- dominantes en la
globalización estatal-capitalista.
Es
falso que esta globalización permita la libre circulación de
personas. Los emigrantes que no hablen inglés o chino no tienen
posibilidad de integración real, están destinados a ser peones
subalternos del mercado global, perfectamente intercambiables y
desechables en función de las oscilaciones financieras.
Quienes
se mean de risa cuando decimos que deberíamos adoptar el esperanto
(o cualquier otra lengua anacional, neutra e instrumental) como una
de las principales estrategias contra la globalización
estatal-capitalista y en defensa de las culturas y lenguas maternas;
quienes al oírlo exclaman socarronamente que el mundo funciona en
otra frecuencia, que el dominio del inglés (y el chino) “es la
realidad” incuestionable, queriendo o sin querer, se hacen cómplices
del genocidio global que está arrasando la diversidad cultural (en
paralelo con la biodiversidad), en nombre de un falso progreso y de
una falsa multiculturalidad, tapaderas de la postmodernidad
totalitarista -demofascismo- al que vamos de cabeza y, encima, con el
entusiasmo clientelar de las multitudes.
Quienes
hoy se ríen acabarán llorando, lamentando su actual ceguera. La
extrema fragmentación del conocimiento que ha logrado esta
globalización sirve de perfecta tapadera a una lucha de clases
perpetua, institucionalizada, que así -dicha en chino o en inglés-
queda perfectamente disimulada y “modernizada”.
Para
revertir este absurdo suicidio global, sólo cabe pensar en una
revolución holística, integral, radicalmente contraria
(librepensamiento) a la fe religiosa en el Estado (fascismo) y a la
religiosa fe en el dinero (capitalismo), desconectando cuanto antes
de la incuestionable y religiosa creencia en “la realidad”...¿o
es que todavía ni siquiera atisbamos el “juego” de esta
globalización, ahora americanocapitalista y
chinocomunista, consistente en repartirse el mundo, y si no en morir
matando?, ¿es que todavía no vemos que vivimos como cangrejos,
atrapados en una misma red global?...cangrejos nacionalistas,
feministas, ecologistas, neofascistas, populistas, cangrejos
emigrantes y cangrejos autóctonos, cangrejos de derechas y de
izquierdas, pero todos cangrejos, un sólo pueblo mundial de
cangrejos, una subespecie humana criada y reproducida en cautividad.
Los
propietarios de la piscifactoría sí que tienen razones para
descojonarse de la risa, en chino y en inglés.
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