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Dada
la fecha, antes
que nada conviene al rigor histórico recordar que el 1º de mayo lo
que se
celebra cada año, el
día internacional del trabajo,
es
en
homenaje a los anarquistas que fueron ejecutados en Estados Unidos,
en 1886, por
participar en las jornadas de lucha por la consecución de la jornada
laboral de ocho
horas.
En torno al Acto “200 años de Carlos Marx”, de la Fiesta del Partido Comunista de Andalucía, que tuvo lugar el pasado fin de semana, leo en eldiario.es un largo artículo titulado “Comunidad, organización y fines: argumentos de Alberto Garzón y Julio Anguita para defender la confluencia” Y en paradigmamedia.org leo algo parecido, pero con el énfasis puesto en este titular: “Si Unidos Podemos no consigue que los militantes trabajen en cada municipio y en cada provincia, no servirá absolutamente para nada”.
A lo
largo de mi vida he conocido gente muy parecida a Julio Anguita,
buena y honrada gente que ha entregado su existencia de forma
generosa y leal a los principios en los que cree. La mayoría son gente adherida al pensamiento
que genéricamente llamamos de izquierdas o progresismo, marxistas
casi todas ellas, algunas anarquistas, sindicalistas o militantes
comunistas. La desolación manifestada
por Julio Anguita el pasado fin de semana en Córdoba, con motivo del
200 aniversario de Karl Marx, hoy es común a todas esas buenas
gentes, y en eso no se les puede negar su comunismo. Pero su honradez y lealtad tiene otra característica, es la
cerrazón intelectual que les lleva a no salirse nunca del mismo surco,
erre que erre, mostrando la otra cara de sus virtudes personales, su
negativa incapacidad para practicar el pensamiento libre, su
renuncia a la autonomía personal, atada a esa cerril lealtad a unos
principios que ellos han identificado como virtud y, lo que es peor,
atada a una organización, partido o sindicato.
“Si
todo lo hacemos en clave electoral estaremos ante la catástrofe
inminente que se está cerniendo sobre la izquierda”...decía
Anguita y reivindicaba el estudio, el pensamiento y la reflexión
como trabajo revolucionario imprescindible, “estudiar, pensar,
reflexionar, es tan revolucionario como ir a la calle a dar voces”.
Sí, don Julio, yo le adjudicaría toda la razón en ésto, a
condición de que ese esfuerzo fuera plenamente libre y consciente,
con libertad de conciencia y no condicionado por apriorismos
ideológicos, no con lealtad cuasi religiosa y, sobre todo, no sin
coherencia entre cómo se piensa y cómo se vive. Sin duda que el
estudio, el pensamiento y la reflexión son buenas prácticas para el cultivo de la
virtud personal, pero cuando hablamos de intervenir en la
transformación de la sociedad, no basta con hacer un profundo y
sesudo estudio de la historia si, además, no lo afrontamos
críticamente, porque si no conectamos los hechos del pasado con sus
consecuencias en el presente, lo más seguro es que todo ese
esfuerzo intelectual nos lleve a formular diagnósticos erróneos e
irreversibles, entonces sí, de insondable profundidad. Y entonces sí
que la melancolía y la desolación es nuestro único destino, mi
apreciado señor Anguita.
Digo
ésto porque en esa intervención Julio Anguita confesó su
“desolación total por un país donde el robo se ha
institucionalizado y la justicia no es independiente, los valores de
solidaridad se han perdido y las organizaciones de la
izquierda y de los trabajadores parecen rotas”
Pero
don Julio: ¿aún necesitamos dos siglos más de estudio y
pensamiento marxista?, ¿es que los fieles y honrados seguidores del
pensamiento de Marx no han torturado suficientemente sus teorías,
hasta adaptarlas a todo tipo de circunstancias y lugares, con una
estrategia de supervivencia que tanto se parece a la de la iglesia católica?, ¿es
que no tiene límite su masoquismo militante, todo por lealtad al
partido, con su supervivencia por delante de todo y aún a costa de
olvidar los principios de origen?...¿Es éste empecinamiento el
mejor homenaje al maestro Karl Marx?
Decía
Julio Anguita: “El momento es grave, este país se está
hundiendo, vuelve el franquismo y una parte importante de la
población está con el franquismo. La izquierda está de capa caída,
no bastan declaraciones, documentos epistolares ni pastorales, ni que
nos refugiemos en la verdad de Marx, ni que nos juntemos con todo
aquel que protesta. No buscamos sólo unir contra el enemigo…El
capitalismo llegará a un momento en que se hunda, ¿y al día
siguiente qué?...si no hemos preparado la organización que lo
sustituya me da miedo, porque la sociedad se transformará en una
tribu de salvajes. Hay que hacer cooperativas, unión de ciudadanos,
aunque no tengan hoz y martillo todo el que luche contra el
capitalismo es mi amigo y camarada”.
El
franquismo no ha vuelto porque nunca se fue, don Julio, como no se
fue la adhesión sumisa de buena parte de la clase obrera a ese
regimen, tras cuatro décadas de costumbre y adoctrinamiento
estatalista, que no cesó con la jaleada transición a la
Democracia, tan propulsada por el Partido Comunista de España, que
nunca cuestionó las estructuras estatales del capitalismo, tan
“democráticas y progresistas”, sino que muy al contrario,
contribuyó decisivamente a reforzarlo. Primero desde la
institucionalidad burguesa de la segunda república y luego durante
toda la Transición, que lavó la cara al franquismo, jugando el PCE,
junto con todo el izquierdismo por comparsa, el papel de contrapunto progresista,
que avalaba y justificaba entonces, como sigue haciéndolo ahora, la
presunta “democracia” del campante nacionalcapitalismo.
Porque,
señor Anguita, Marx no pudo comprobarlo, pero usted sí: durante
estos dos siglos de marxismo el capitalismo ha aprendido y
evolucionado mucho, ha hecho su propia revolución global y
destructiva, fundiéndose con las burocracias estatales en un único
sistema de dominación, mucho más poderoso y totalitario cuanto más
justificado y camuflado por su apariencia democrática, la que le
otorgan, entre otros actores principales, el progresismo
izquierdista, erre que erre emperrado en seguir viendo al Estado
como la tabla de salvación de la clase proletaria, la que el Partido
les ha prometido. Ya hemos tenido doscientos años de convulsa
historia, ya conocemos el abismo al que nos han traído estos dos
siglos de pugna marxismo/capitalismo, ya tenemos sobrada experiencia
histórica de guerras frías y calientes guerras, ya conocemos los
méritos de los Partidos “Comunistas” de todo tipo y lugar, del
Norte y del Sur, de Oriente y Occidente; los conocemos bien y
tenemos muy presente la impúdica exhibición de sus contradicciones,
de cuando están en la lucha “anticapitalista” y de cuando
están en el Poder...cuando el capitalismo, si es estatal, para
ustedes pasa a ser una “fase necesaria de la revolución
proletaria” y el ideal de emancipación pasa a ser una quimera del
anarquismo romántico, una antigualla premoderna, cuando no una
despreciable propaganda reaccionaria y de ideología pequeño
burguesa...Sí, no me extraña que usted se lamente, señor Anguita,
de lo poco que estudian y reflexionan sus camaradas del PCE.
Con
todo mi respeto, le invito a avanzar en ese camino de estudio, pensamiento y reflexión a
partir de este principio ético y moral básico: el fin no justifica
los medios nunca y menos aún cuando está probado que éstos
determinan el fin perseguido. Fíese muy poco de los camaradas que, como el
joven Garzón, llaman “comunidades” a las mareas de indignados,
al feminismo, al ecologismo, al deshaucismo y al pensionismo,
integrados por las mismas masas proletarias, de circunstanciales
indignados, que en cuanto vean atendido lo suyo, sus particulares
reclamaciones particulares o identitarias, no dudarán en olvidarse
del resto de la humanidad, para seguir sosteniendo, sumisamente, la
resultona “democracia” estatal-capitalista...por vía electoral,
por supuesto.
A
eso han contribuido eficientemente ustedes, a identificar lo público
con lo estatal y/o capitalista, a convertir la política en
actividad intrínsecamente despreciable y corrupta mientras no
atienda nuestros particulares intereses, que conduce a un estado de
indiferencia social (apolítica), preparatorio para una
perfecta sumisión (más o menos indignada) y, por tanto, terreno
abonado para un contínuo revival del fascismo, ora duro, ora blando,
pero siempre camuflado y siempre latente. Todo lo contrario a la idea
comunista primigenia, de autonomía individual y colectiva, de
comunidad y autogobierno.
Su
interpretación del materialismo histórico ha sido connivente con el enemigo, quiero pensar que en su caso ingenuamente. Ha ayudado
sobremanera a la anulación de la individualidad consciente y
responsable, sin la que no se explica la degradación del individuo
medio contemporáneo, producto del sistema de dominación hoy hegemónico, hasta llegar al estado actual de energúmeno en coma moral,
insaciable pedigüeño del estado y consumista compulsivo. Ésto
lo olvidan ustedes, los “marxistas”, en la teoría y en la
praxis, al individuo, cuando mandan en la calle y cuando tienen el
predominio en la cultura y en la mayoría de las universidades, en
todo el mundo. Han oído hablar de ello, pero cierran su inteligencia
a la evidencia, porque la idea de un individuo libre no encaja en su
esquema de lucha de clases, porque entraría en flagrante contradicción con su
diagnóstico histórico y su estrategia “revolucionaria”. Ésta no es su única
contradicción, pero sí es condición necesaria a su errónea -o
amañada al menos- interpretación del marxismo. Que ni el propio
Karl Marx se merece.
La
falsificación de la democracia ha provocado la "apolítica" a
la que antes me refería, indignada, populista, ciudadanista y
transversal como gusta decir el partido universitario que se
anuncia como Podemos. Sobrevivimos en un medio asfixiante, populismo y
biopolítica global que lo invade todo, que coloniza el pensamiento
y las conductas, que nos organiza por intereses e identidades
particulares, que arrasa la diversidad natural y cultural, que nos ha
traído en picado al borde de un abismo-trampa con muy escasas
posibilidades de escapatoria...que no sólo arruina la dignidad de la
vida humana, sino que, además, pone nuestra propia existencia en
grave situación de riesgo, porque se apresta a celebrar todo un
suicidio ritual (virtual-presencial, individual y colectivo), en una
estúpida celebración populista, simultánea de precariedad y
consumo, un happening tecnológico vestido de progresismo y democracia parlamentaria, dicen, fascismo
de nuevo cuño digo.
No,
señor Anguita, no se moleste en imaginar un Frente Democrático, que
ya existe desde mucho antes que Marx escribiera el primer renglón. Es el ancestral frente del Pueblo contra el Estado. Usted me dirá
que bueno, que sí, pero que hay mucho por hacer antes de llegar a
eso. Y yo le digo que no, que siempre es ese momento. Sólo nos
separa un diferente concepto de Pueblo, nada menos, usted cree
que ya existe como clase social, y yo creo que está por
construir y que en eso precisamente consiste la revolución
necesaria. Si es que existe una mínima posibilidad de victoria, tenga la
certeza que será por disolución del artefacto estatal-capitalista y
sólo si somos capaces de reconstruirnos como individuos libres en
comunidades igualitarias y convivenciales. Nunca he oído a un
miembro del PCE predicar en público sobre la naturaleza totalitaria del estado, ni sobre la naturaleza esclavista
del trabajo asalariado, sólo oigo hablar de cooperativas y economías
planificadas (por el Estado). Y a usted también, luego mal vamos.
Aún
así le vuelvo la moneda: yo también le guardo un hueco, aunque
levante el puño y lleve la hoz y el martillo, sí es frente al
capitalismo, pero frente a todos los capitalismos...no me sigan
haciendo trampa. Y perdone mi osadía, señor Anguita, si me permito
animarles a proseguir en el camino del estudio, el pensamiento y la reflexión, al
tiempo que una mínima recomendación: céntrense en el diagnóstico,
que ahí también fallan mucho ustedes.
De
hacer ese esfuerzo, yo les auguro una buena sorpresa: acabarán
descubriendo que el comunismo es democracia y sólo democracia, toda
una revolución integral. Porque en democracia-democracia (*)
hablar de comunismo será redundante y hasta superfluo, tanto como
si hablásemos del oxígeno cada vez que respiramos.
(*)
Usted ya me entiende, democracia-democracia: algo convivencial, cosa de iguales, la tierra, el conocimiento y la democracia plena como bienes comunes y universales, nada de
política, nada de capitalismo y nada de estado.
1 comentario:
la cerrazón no está solo en éstos individuos, sino en muchos otros. Si un avión vuela a 1000 km/hora y la curvatura de la Tierra es de 79 kilómetros en una distancia de 1000 kilómetros, para que el avión se mantenga a 10.000 metros de altura sin salirse de la órbita terrestre, tendría qué estar cayendo morro abajo 22 metros por segundo, ésto es una pendiente continúa del 7%, algo que no nota nadie. Si fuera el viaje con el vilipendiado y retirado Concorde que volaba a 2400 km/hora la caída sería de 111 metros por segundo, con una pendiente continúa del 16%, algo que ningún pasajero ha experimentado jamás.
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