lunes, 21 de julio de 2014

RUTA INTEGRAL "CORDAL DEL LANDILLERO"

CUADERNOS DE CAMINERÍA
RUTA INTEGRAL "CORDAL DEL LANDILLERO"
(Ruesga-Montaña Palentina)

Cima del Pico Hoyovejas, 1516 metros

Hoy camino sólo. De vez en cuando me gusta hacerlo, incluso cuando escalaba me gustaba esa sensación de total autonomía que te obliga a poner mucha más atención en el propio camino y en tus pensamientos. Sabes que no te puedes permitir ningún error, que no tienes a nadie al lado para ayudarte y, sin necesidad de pensarlo, aseguras más cada pisada y, sin querer, ves más cosas, los detalles de cada piedra donde pones el pie, las formas y texturas del paisaje que se abre por delante, percibes el menor ruido que sale de la umbría del bosque. Hace tiempo que quería hacer este cordal al completo, he subido muchas veces por aquí, a distintas cumbres, pero nunca hasta hoy se me había ocurrido hilvanar todas las cumbres que se alzan sobre Ruesga, que limitan el valle por el que habitualmente se pasa desde aquí hacia el contíguo Valle de Tosande. Sé que el paso es por el collado de los Novios, pero al cordal y a la ruta que quiero seguir la he llamado del Landillero por ser éste el nombre de la antígua mina de cobre que allí hubo, cuyos restos todavía se perciben en la cabecera del valle, bajo ese collado, antes de pasar a Tosande. Llego a Ruesga desde Cervera de Pisuerga y dejo el coche junto al embalse, en la zona de baño, para iniciar el recorrido que he planeado con inicio un poco más adelante, tomando el tumbado lomo calizo que prácticamente arranca al pie de la pista que bordea el embalse. 



Inicio la ruta siguiendo el lomo calizo situado encima de esta casa

Una casa solitaria junto al camino queda debajo durante la primera parte de la subida y es una buena referencia para empezar a subir justo por encima de ella. Continúo por terreno calizo hasta dar con los primeros árboles del robledal cuyo borde seguiré durante esta primera parte de la ascensión. 



Apenas he entrado en el robledal y la luz mañanera  que venía disfrutando desaparece repentinamente, el frescor de la sombra alivia este primer descanso al topar con la zona más frondosa del robledal, en el que he visto cruzar una manada de corzos por entre los árboles, allá al fondo.


Trozos de bosque y roca viva se van sucediendo mientras subo por la arista, voy cogiendo altura y ya veo el embalse bastante abajo, también la Sierra de Peñalabra al fondo.



 Ahora puedo ver el bajadón que me espera al final del recorrido, a la vista del pindio perfil del Pico Almonga, que voy dejando atrás y enfrente, al otro lado del valle.



 
Cuando la parte más rocosa de la arista va terminando para dejar hueco a una sucesión de pequeñas praderas, puedo ver enfrente el vallejo por el que ha ido prosperando un estrecho robledal que me es muy conocido y que se inicia junto a la mina del Landillero, que es hermoso en extremo, acabando en un collado, el de los Recuencos, por el que tendré que pasar más adelante y en el que existe una cueva natural, escondida en la base de una de las paredes calizas del cordal.


Voy llegando al último retazo de bosque situado bajo la cima de Hoyovejas, la que está al final del lomo que vengo subiendo desde la orilla del embalse. Y me paro ante un espectacular roble medio seco, a cuya altura el robledal me deja ver por encima la cercana cumbre de Peña Celada, en la que estuve hace unos pocos días y que hoy no entra en mis planes.

 
La mirada se me va hacia el norte, buscando las cumbres de Fuentes Carrionas. Por allá veo al Curavacas y al Espigüete, las más altas cimas de esta parte palentina de la Cordillera Cantábrica.




Y otra vez me sumerjo en el bosque, aquí arriba poblado de altos helechos. Lo atravieso y puedo ver a la salida el primer pico del cordal, el modesto Hoyovejas. Por encima aparecen ya las cumbres que se alzan al otro lado del valle de Tosande.


 


Los metros finales del alto de Hoyovejas son de caliza viva y cortante. Al otro lado de estas rocas oigo un gran ruido provocado, sin duda, por un venado que desde aquí no puedo ver, he debido asustarle y ha salido huyendo peñas abajo, en dirección a Tosande. Alcanzo por fin el hito cimero de Hoyovejas y desde aquí puedo ver la continuación del recorrido previsto, el resto de cumbres del cordal, que me esperan.


Desde la cima podría parecer difícil bajar hasta el collado de los Novios, pero ya conozco este terreno de otras veces y sé que se puede bajar hasta él directamente, aunque con cuidado y echando las manos cuando la ocasión lo requiere; ya se sabe: tres puntos de apoyo y siempre destrepando cara a la pared si el terreno se pone vertical.

Hoyovejas, Peña Celada y Curavacas al fondo

 


Llegando a este primer collado me detengo a contemplar el ramillete de cimas de la cabecera de Tosande, presididas por Peña Redonda. Rodeo la pequeña cima que tengo delante para retomar el cordal camino de las siguientes, más altas y que ya tengo a la vista; la más elevada de ellas es el Pico de Cruces, con una altitud de 1505 metros.



Intento antes escudriñar el bosque que tengo por debajo y hacia el oeste, en Tosande, por ver si diviso desde aquí su famoso bosque de tejos milenarios; pero es difícil sin prismáticos, los tejos se confunden a esta distancia con el gran robledal que inunda las laderas del valle.


Asciendo hasta coger de nuevo la crestería, que se patea sin dificultad antes de bajar a otro collado conocido, el de Recuencos.




Cuando ya veo el collado de Recuencos desde lo alto, una manada de veinte o treinta corzos, que pastaban junto a las vacas, se me han ido también hacia Tosande en cuanto me han oido llegar. Las vacas ni se inmutan y veo abrirse el valle hacia el sur, al piedemonte de la Ojeda y más allá, hasta donde la vista alcanza, hacia las vegas de Herrera y Osorno.






Bajo hasta el collado y encaro la pendiente que me lleva hasta el collado previo al alto de Cruces. Desde este collado vuelvo a ver un magnífico panorama del piedemonte y parameras que se abren al sur. A escasa distancia tengo el Pico del Roblillo, que se separa de la línea del cordal y que es el primero que uno tiene encima al entrar al valle de Tosande por su entrada natural.









Remonto desde el collado la ladera norte del Pico las Cruces, hasta alcanzar el hito cimero en el que existe una señal geodésica, como corresponde a esta cota. Desde aquí veo por debajo el cordal por el que vengo desde Hoyovejas y veo también gran parte de Tosande, con Peña Redonda al fondo y en lo más alto. 


 
Desde Cruces tengo el Almonga a tiro de piedra, aunque con un gran collado de por medio, el del Brezal, que hay que cruzar por entre un laberinto de veredillas que el ganado y los corzos han ido abriendo entre la espesura del matorral.

Por debajo del brezal voy viendo el embalse de nuevo y la sierra de Peña Labra muy lejos, por encima de los Redondos y la Pernía. En la cumbre del Almonga, que ya me es muy familiar, hago un breve descanso para recrearme en el panorama y echar un cigarro antes de emprender el descenso rompepiernas que voy a tomar, siguiendo el borde de la arista rocosa que mira al norte y que marca una línea clara de separación con el bosque.




 

  
Al principio, el descenso es cómodo, luego se inclina y hay que ir haciendo pequeños zigzag para dar descanso a rodillas y tobillos; la verdad es que los quinientos metros de desnivel que se bajan repentinamente desde la cumbre son una paliza si uno -como es mi caso- está desentrenado. A quien ésto le suceda, le recomiendo bajar por el itinerario normal, que sigue un sendero más largo, pero mucho más descansado. Alcanzo el bosque ya casi abajo del todo y lo cruzo para alcanzar la gran pradera por la que discurre un camino agrícola que entra directamente en el caserío de Ruesga. Podría tomar algo de cecina en casa de Juanón y una cerveza con limón, pero llego a la fuente y casi la dejo seca. Con tal empanzamiento, doy por concluida la ruta tras casi cinco horas de travesía. Con todo, ha estado bien, he disfrutado.













2 comentarios:

Matías Argüello dijo...

Qué hermosos lugares! Gracias por permitirme conocer esas zonas. Te cuento que mi abuelo era proveniente de la zona de Velilla del Río Carrión (Camporredondo). Yo soy argentino y quiero ir a visitar esos lugares tan hermosos.

El Balcon De Judas dijo...

Qué buena ruta eh? Muy bien relatada.
Eso de caminar soló te ayuda a reflexionar y a conocerte a ti mismo y poner los cinco sentidos en cada paso que das, y como bien dices escuchas todos los sonidos que nos da la naturaleza y a cualquier ruido giras la cabeza buscando no se qué!!
Es como un reto, yo siempre voy sólo.(casi siempre)
Hice este recorrido el verano pasado, prácticamente el mismo, pero al revés, por si no lo has visto aqui te dejo el enlace: "http://elbalcondjudas.blogspot.com/2013/08/pico-almonga-pico-las-cruces-pico-del.html"
Un saludo y enhorabuena por ese magnífico blog.