“Busca la
simplicidad y desconfía de ella”. Ken Knabb
La discusión acerca de la teoría y la práctica es
recurrente cuando discuto con gente amiga que milita en partidos de la
izquierda. Lo más frecuente es que alguien acabe diciendo algo parecido a ésto:
“hay mucho pico de oro, lo que hay que hacer es actuar, menos teoría y más
caña”. Otra discusión tan recurrente como ésta es la que trata sobre si la revolución es posible o no.
La verdad es que cuando la conversación avanza,
cuando hay oportunidad de profundizar en las ideas y sentimientos más hondos, pareciera que coincidimos; cualquier observador neutral podría afirmar que “en el fondo,
compartimos un pensamiento revolucionario común”. Uno de esos
amigos ha llegado a decirme algo así como que “en el fondo, todos deseamos
una sociedad plenamente democrática, sin capitalismo y sin estado…lo que pasa
es que eso, la revolución, es hoy tan imposible que resulta una idea absurda”.
Soy consciente de que estas conversaciones se han
convertido en un tópico y necesito desentrañar en qué consiste este bloqueo
mental, que se convierte en desprecio por la teoría y en convencimiento de que
la revolución es imposible.
He pensado en todo ésto, una vez más, cuando me
encuentro enfrascado en la lectura de un libro de Ken Knabb, situacionista
norteamericano, cuyas ideas -como las de todo el movimiento situacionista-
siempre me parecieron inspiradoras, porque tienen la frescura del libre
pensamiento y, al tiempo, la solidez de un análisis riguroso de la sociedad
contemporánea. Lo he pensado al subrayar dos párrafos, a poco de empezar la
lectura, que hacen referencia a esos dos tópicos a los que antes me refería:
Sobre la teoría:
“Incluso aquellos que dicen rechazar la teoría están teorizando,
simplemente lo hacen más inconscientemente y caprichosamente, y, por tanto, de modo
más impreciso. La teoría sin casos particulares está vacía, pero los casos
particulares sin la teoría son ciegos. La práctica prueba la teoría, pero la
teoría también inspira prácticas nuevas”.
Sobre la revolución:
“Lo que
hace falta, creo, es una revolución democrática, para abolir tanto el
capitalismo como el estado. Admito que es mucho pedir, pero me temo que no
bastaría con ninguna otra solución de menor alcance para llegar a la raíz de
nuestros problemas. Puede parecer absurdo hablar de revolución, pero todas las
alternativas asumen la continuación del actual sistema, lo que es aún más
absurdo”.
Me resulta especialmente interesante la siguiente reflexión de
Ken Knabb acerca del peligro que corre la teoría de convertirse en ideología:
“Toda teoría puede transformarse en ideología, llegar a ser rígida
como un dogma, ser desviada hacia fines jerárquicos. Una ideología sofisticada puede
ser relativamente segura en ciertos aspectos; lo que la diferencia de la teoría
es que carece de una relación dinámica con la práctica. En la teoría tú tienes
ideas; en la ideología las ideas te
tienen a ti”.
El
libro de Ken Knabb “El placer de la Revolución” (1), puede ser descargado desde
AQUÍ
(1) Me parece más acertado su título
original: “La alegría de la revolución”.
2 comentarios:
Me gusta la idea de que la teoría debe mantener una relación dinámica con la práctica. Añadiría que la teoría también ha de ser dialógica, es decir, re-crearse continuamente con las personas-participantes.
Estoy plenamente de acuerdo, Josemi. Salud y un abrazo
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