lunes, 3 de junio de 2013

PÁNICO A LA DEMOCRACIA REAL

Intervención de Felix Rodrigo Mora en el Ateneo de Madrid

La mayoría de las personas que conozco no pueden imaginar una sociedad sin Estado. Lo comprendo muy bien, porque hasta hace bien poco yo tampoco era capaz. He necesitado que sucediera la crisis actual, he necesitado pasar por la experiencia apasionante del 15M y, sobre todo, he necesitado ponerme a reflexionar en profundidad sobre todo lo que está pasando y en los antecedentes de la historia que hasta aquí nos han traído; he tenido que leer y contrastar más ideas y libros de lo que nunca había hecho en mi vida, he tenido que reflexionar sobre mi propia experiencia vital, a fondo y sin concesiones, para llegar a las conclusiones que hoy animan mi pensamiento y mi voluntad, lo que incluye una constante tensión por la verdad, que me obliga a una permanente indagación y al cuestionamiento de mis propias conclusiones. Aún así, me siento liberado de anteojeras ideológicas, ahora sé que mi pensamiento es deudor de otros pensamientos tanto como fruto de mi propio esfuerzo por comprender el mundo y el tiempo en el que me ha tocado vivir.


Siempre había pensado que la idea de una sociedad de iguales, de personas libres y autónomas que organizan su vida en comunidad, sin la tutela y el dominio de poderes superiores, era una idea hermosa, incluso necesaria, pero absolutamente utópica, imposible de realizar en el mundo real. He oído muchas veces el argumento de que ello es imposible, que ¿cómo cuarenta y siete millones de habitantes podríamos organizarnos por nosotros mismos, sin mediar los representantes políticos a los que estamos acostumbrados?.

Ayer estuve viendo un vídeo de una tertulia celebrada en el Ateneo de Madrid el pasado 25 de mayo, en la que intervenía gente muy heterogénea, mayoritariamente vinculada a organizaciones de izquierda, al 15M y a las mareas ciudadanas. También intervenía Felix Rodrigo Mora, que en los últimos días está siendo objeto de furibundos ataques que, incluso, han rozado la agresión física. Su  intervención provocó una reacción inmediata entre los ponentes como entre el público asistente, focalizando todo el interés de la tertulia en esa intervención, calificada de provocadora por algunos de los intervinientes. Es muy preocupante el grado de intolerancia de quienes perciben como ataque personal aquello que es una reflexión argumentada sobre los errores de la izquierda. Es muy preocupante que cuando eso sucede, las personas que se sienten concernidas por esa crítica recurran al insulto en vez de afrontar el debate en profundidad y con argumentación; y más preocupante es todavía que recurran al uso ofensivo de calificativos como “reaccionario” o “fascista” que, en todo caso, acaban siendo escupitajos lanzados al aire y que acaban  por caer al mismo sitio de donde han salido.

Es cierto que el fascismo es una amenaza constante en Europa, y que lo es ahora, en una época en que las masas desorientadas son fácil presa de la demagogia xenófoba y autoritaria, pero quien quiera desenmascarar fascistas tiene que buscar más cerca, tiene que hacerlo entre quienes hacen apología del Estado, esencia del fascismo. De todos modos, basta leer y escuchar esos ataques a Felix RM para que se descalifiquen por sí mismos, sin más esfuerzo ni ayuda.

Creo que en los próximos tiempos esta confrontación con la izquierda estatista alcanzará una virulencia creciente, será una situación  que habrá que afrontar con calma y resuelta decisión. Es lo previsible, lo que podemos esperar dado el nivel de confusión y desorientación de la izquierda, tanto en el plano ideológico como estratégico, especialmente de las corrientes ideológicas que históricamente se han nutrido del materialismo marxista. Tiene que ser muy duro enfrentarse a la idea de haber contribuido al reforzamiento del capitalismo, de reconocer que el Estado, en cualquiera de sus formas ensayadas, tanto desde la derecha como desde la izquierda, es el instrumento unívoco del poder, absolutamente incompatible con la democracia. Tiene que ser muy duro aceptar las evidencias de la historia, por las que los conceptos de izquierda y derecha se complementan convencionalmente para la reproducción del sistema de dominio que llamamos capitalismo, a través del Estado y el Mercado. Tiene que ser muy duro afrontar el inmenso error de haber colocado a la economía como motor de la historia, abandonando la centralidad del pensamiento ético y humanista, libertario y socialista.

Las asambleas del 15M contribuyeron decisivamente a destapar este pánico de la izquierda ante sí  misma. El grito que exigía “democracia real” fue dicho con demasiada frivolidad reformista, sin reflexión acerca de su verdadera dimensión, de su alcance  revolucionario, sin medir que la democracia real es radicalmente incompatible con el Estado y el Mercado, que su alcance nos asoma a la intemperie en la que brota la libertad, el igualitarismo y la autonomía, un espacio inédito de horizontalidad  que niega la verticalidad de las élites, toda intermediación de la voluntad popular, toda sumisión del individuo, que nos emplaza a pensar y actuar  como sociedad emancipada.

Acomodados en el hábito de analizar sólo los errores del enemigo acostumbrado, de la derecha, va a ser muy duro para la gente de la izquierda enfrentarse a los propios fracasos, revisar y aceptar los gruesos errores cometidos en el pasado. Pero hay que pasar por ello, es un tránsito imprescindible, porque la subversión del pensamiento acomodaticio de la izquierda es condición necesaria para la revolución integral.


1 comentario:

Félix Rodrigo Mora dijo...

Muy, pero que muy bueno. Que claridad de conceptos, y sobre todo, que clase. Felicidades por el comentario, esta batalla la ganará gente honrada y con argumentos como el autor. Salud, Karlos Luckas