Antes de que Mayo se estropeara, hace un par de semanas,
hicimos una excursión que teníamos pendiente por algunas de las cumbres de la
Sierra del Brezo, en nuestra comarca, en la Montaña Palentina. Ya conocíamos este
barranco, que habíamos utilizado hace un par de años para subir a Peña Redonda (1.996 mts), la
cumbre que preside esta zona de la Sierra, el primer cordal calizo de la
Cordillera Cantábrica cuando uno se aproxima desde las llanadas del sur, tras pasar Saldaña y atravesar los hermosos piedemontes de Ojeda y Valdavia.
Traspeña de la Peña apenas tiene hoy veinte
habitantes. Justo a la entrada de la población, antes de tomar la pista de
tierra que en dirección norte nos acerca a la sierra, está su hermosa Cruz de
Término, sobre un pedestal con siete escalones; es una filigrana gótica,
tallada en el siglo XV por alguien llamado Portillo. Al regreso de la excursión
es aconsejable entrar al caserío, por echar un trago en su fuente y por admirar
su interesante iglesia de la Transfiguración, cuya fábrica es también del mismo siglo.
Dejamos el coche en el inicio del
mismo barranco por el que pensamos subir, tomando el camino que nos adentra hasta
la misma base rocosa de la montaña.
La gayuba prolifera en esta zona
de la sierra junto con el brezo que le da nombre. En el camino la vemos en
matas abundantes asociadas al encinar que trepa por las rocosas laderas. La gente de por aquí dice que la gayuba es muy buena para curar la infección de vías urinarias.
El camino carretero que seguimos
fue construido en su día para sacar piedra de esta cantera, hoy abandonada.
El pastoreo de cabras debió ser
actividad común por estos pueblos de la sierra. Pegado al camino, encontramos un
refugio de pastor aprovechando una oquedad natural de la peña, en lo que debió
ser aprisco.
A medida que avanzamos por el
camino, la vegetación disminuye y la roca caliza impone su presencia desnuda desde antes de llegar al pie del farallón rocoso.
En este punto el camino
desaparece y se abren dos posibilidades: por la izquierda continúa el barranco
de Santa Eulalia y por la derecha, por un paraje menos abrupto, sube un vallejo
que recoge las aguas de las cumbres de la Silla. Por ese vallejo descenderemos
tras alcanzar y recorrer la crestería.
Los cervunales van escaseando a
medida que cogemos altura y nos adentramos por el barranco, que ahora está completamente
seco, tras derretirse los grandes neveros de las cumbres.
El barranco se estrecha al máximo
en ocasiones y algunas veces obliga a echar las manos para superar sus numerosos
escalones mediante pequeñas trepadas que hacen más entretenido el ascenso.
Algunas encinas aisladas resisten
en la altura las difíciles condiciones del suelo y el clima.
Cuando finaliza la parte más encajonada del barranco, se abre ante nosotros un gran recuenco, probablemente de origen glaciar.
Superado el barranco, éste tiene
continuidad hasta el collado (1.693 mts) junto al Pico Burrián (1.794 mts), en un
paraje habitualmente ocupado por un enorme nevero a pesar de su orientación
Sur. A estas alturas de Mayo, la nieve ya ha desaparecido aquí, aunque aún se
mantiene en la cara norte de la sierra. En este punto nos desviamos a nuestra
derecha para alcanzar el collado que nos asomará al conocido Valle de Tosande,
donde está un famoso bosque de tejos milenarios.
Esta es la primera cumbre (1.705 mts) que pisamos tras superar el collado
y que nos permite enfilar la crestería que aquí comienza en dirección sur. En
esta altitud, mirando al norte, ya podemos ver las cumbres todavía nevadas del
macizo de Fuentes Carrionas.
Desde la crestería tenemos una
impresionante visión panorámica de trescientos sesenta grados. Abajo, la
cabecera del Valle de Tosande y, al fondo, el macizo de Peña Labra y Sierra de
Híjar, también nevados, en el límite con Cantabria. Incluso, más al fondo,
podemos ver la Peña Sagra, que se alza sobre el remoto Valle de Polaciones.
Avanzamos por la crestería en una
sucesión de collados y pequeñas cumbres, que reciben el nombre de Picos de las
Silla y que, a pesar de su modesta altitud (rondan los 1.700 mts de altitud),
ofrecen unos panoramas expléndidos de las altas cumbres de la Montaña
Palentina, como de la inmensa llanura que se abre hacia Castilla. Una de las
cumbres cercanas es muy utilizada como zona de despegue para magníficos vuelos
en parapente sobre este impresionante paisaje de contrastes, en el encuentro de la Cordillera Cantábrica con la cuenca del Duero.
En el punto más prominente de la
crestería se tiene una visión completa de las dos cumbres más elevadas y
emblemáticas de nuestra comarca. A la izquierda, el pico Espigüete (2.450 mts) y
a la derecha el pico Curavacas (2520 mts).
A poco de iniciar el descenso encontramos un abrupto rincón de grandes lajas calizas, donde se están formando tubos de órgano.
Descendimos por este vallejo hasta retomar el
camino inicial, donde habíamos dejado el coche.
Por si alguien se anima a
recorrer estos parajes tan hermosos como poco frecuentados de la Montaña
Palentina, aquí os dejo sendos croquis del itinerario:
1 comentario:
Muy bueno Fernan, habrá que hacerlo
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