miércoles, 1 de mayo de 2013

POST FESTUM : 1º DE MAYO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MERCANCÍA




No hay nada que celebrar y mucho que reflexionar en este día de exaltación fetichista del trabajo. La reciente muerte de más de trescientos trabajadores muertos en Bangladesh, mayoritariamente mujeres,  es el contrapunto exacto y bárbaro a esta fiesta, día grande del capitalismo triunfante. La foto del desastre cumple su misión en los medios, contribuye a constituir la realidad como espectáculo. Incluso alguno de los más de seis millones de parados en España habrá pensado que, al menos, esos muertos tenían trabajo. No hay contradicción más bárbara en la sociedad contemporánea que la de idealizar la esclavitud del trabajo asalariado, no hay logro más grande del  capitalismo que el de transformar el trabajo en mercancía y el sometimiento a esa ley en servidumbre voluntaria.

Este es el único pésame que se me ocurre en este día, una reflexión acerca de la lógica homicida del trabajo asalariado a partir de dos recordatorios, lo que decía Anselmo Lorenzo en la “fiesta del trabajo” del 1º de Mayo de 1933 y lo que hace unos días decían los medios acerca de los trabajadores muertos en Bangladesh tras el derrumbe del edificio en el que trabajaban:


Portada de ¡Adelante!, periódico de la CNT
de Cuenca, del 29 abril de 1933


La fiesta del Trabajo
¡Fiesta del Trabajo! y en el Génesis, que la masa de ignorantes y de hipócritas acata como revelación divina, se afirma que a una humanidad nacida en un paraíso de delicias se le impuso el trabajo como una maldición, como un castigo, como una venganza, por haber cometido el pecado de vivir, porque quiso saber, porque comió el fruto prohibido del árbol de la ciencia.
¡Fiesta del Trabajo! y en una sociedad enriquecida por la inteligencia y por el esfuerzo de los trabajadores de todas las generaciones y de todos los países, que vivieron en la esclavitud y en la servidumbre y viven hoy sometidos al salario, hay un 40 por 100 de obreros sin jornal a quienes se deja morir de miseria en sus tugurios o se les acorrala a tiros o a sablazos en cuanto se mueven o se atreven a levantar la voz en la plaza pública en defensa de sus derechos.
¡Fiesta del Trabajo! y en nuestro Código Civil, para justificar la usurpación que concede al propietario el monopolio de los frutos naturales, de los frutos industriales y de los frutos civiles, se presume que todas las obras, siembras y plantaciones son hechas por el propietario.
No; los trabajadores conscientes, los que llevan la iniciativa del progreso, los que continúan la obra que se pretendió dejar paralizada en 1789, los que reivindican para todas y para todos la participación en el patrimonio universal, al ver pasar esas procesiones de obreros que llevan a la cabeza sus jefes y sus banderas rojas y pasan ante la benévola tolerancia de las autoridades, la simpatía burguesa y el elogio periodístico los señalan con el dedo diciendo:
— ¡He aquí el cuarto Estado, el fruto del adulterio cometido por la Burguesía y el Socialismo!
— ¡¡Uf, qué asco!!
Cuando los del Quinto Estado, los parias, los que no tienen ni tendrán ya jornal, los reemplazados por las máquinas, los que no tienen acciones de ninguna cooperativa, ni cotizan en ninguna Casa del Pueblo o Bolsa de Trabajo, los que con el nombre de vagabundos presenta Gorki como una vergüenza y como una acusación, aquellos a quienes solidariza la coincidencia de la privación, del hambre, de la rabia y de la sublime indignación, se decidan a echar a rodar el simbólico Banquete de la Vida y hagan mesa redonda para todo el mundo, se celebrará entonces espléndida de Verdad, de Justicia y de Belleza, la Fiesta del Trabajo.
Hasta tanto... el derecho de accesión, el pacto del hambre, el álbum policiaco, el invento mecánico casi diario, el casero, el tendero, el prestamista, la prole hambrienta y otras mil zarandajas sociales, hacen que el 1º de Mayo valga tanto como el 1º de Noviembre.

Anselmo Lorenzo, artículo publicado en 1933, en la portada de ¡Adelante!, órgano de la CNT de Cuenca.




eldiario.es
La maldición de Bangladesh empieza en las tiendas de Europa y EEUU
Las imágenes de los informativos de televisión presentan el derrumbe del edificio de Bangladesh en el que ya se han encontrado 336 cadáveres casi como si fuera una catástrofe natural. Son las mismas imágenes habituales en los terremotos. Edificios convertidos en bloques amontonados de hormigón de los que los equipos de emergencia sacan a los supervivientes, y también los cuerpos sin vida. Los clientes de las empresas radicadas en ese edificio son más cercanas a nosotros. La imagen de arriba es un documento encontrado por un reportero del Financial Times entre los escombros de Rana Plaza. Aparece el nombre de El Corte Inglés y una serie de pedidos diarios de chaquetas. El edificio de ocho plantas albergaba empresas textiles que trabajan, como contratistas o subcontratistas, para varias marcas occidentales, Primark, The Children's Shop y Mango entre otras.

Ninguno de nosotros quería entrar. A primera hora de la mañana del miércoles, los trabajadores no querían entrar y se congregaron frente al edificio. Su dueño no hacía más que recordarles que no era nada serio, que el edificio aguantaría "100 años más". Con megáfonos, los capataces les ordenaron que entraran y les recordaron, por si era necesario, que los que se quedaran fuera se quedarían sin paga. "Ninguno de nosotros quería entrar. Los jefes llegaron con palos. Al final, nos obligaron a entrar", dijo después un superviviente.

El edificio se vino abajo a las nueve de la mañana. Las grandes marcas de ropa europeas y norteamericanas alegan que tienen establecidos códigos éticos de buen gobierno en relación a las medidas de seguridad, condiciones de trabajo y remuneraciones. Al final, la prioridad reside en que se cumplan los contratos para que las estanterías de las tiendas siempre estén bien surtidas.

Los trabajadores no tienen elección. Reciben un salario mínimo equivalente a 37 dólares al mes, muy inferior al de industrias similares en China. Es por tanto una fuente de mano de obra barata perfecta para las grandes marcas. Además, algunas empresas de Bangladesh subcontratan parte de los encargos a compañías menores que pagan menos que el salario mínimo. Bangladesh tiene 150 millones de habitantes. El empleo en la industria textil es la única esperanza de las miles de personas que llegan a la ciudad a la búsqueda de trabajo. Se calcula que tres millones de personas trabajan en estas empresas.
El título de este artículo es inexacto. No existe tal maldición. Se trata de decisiones económicas en una cadena de producción que permite fabricar ropa a bajo coste y obtener grandes beneficios.

Resumen del artículo de Iñigo Sáenz de Ugarte, publicado en eldiario.es el 27-04-2013 




 “Desde el punto de vista de la economía nacional, cavar agujeros y luego llenarlos es una actividad enteramente sensata”.

John Maynard Keynes, uno de los más influyentes del siglo XX, con una fuerte repercusión en las teorías y políticas económicas.

“A pesar de consumir la mayor parte del tiempo diario, la abrumadora mayoría de los que trabajan no sienten el tiempo de trabajo como tiempo de vida propia, sino como tiempo muerto y vacío, arrebatado a la vida como una pesadilla. Desde el punto de vista del espacio y del tiempo capitalista, inversamente, el tiempo libre de los trabajadores es tiempo vacío y de ninguna utilidad”. (De “La expropiación del tiempo”)

Robert Kurtz, fallecido en 2012, cofundador y editor de la revista EXIT-Crítica y crisis de la sociedad de la mercancía. 


Una mercancía en cuanto mercancía no se halla definida, por tanto, por el trabajo concreto que la ha producido, sino que es una mera cantidad de trabajo indistinto, abstracto; es decir, la cantidad de tiempo de trabajo que se ha gastado en producirla. De eso deriva un grave inconveniente: no son los hombres mismos quienes regulan la producción en función de sus necesidades, sino que hay una instancia anónima, el mercado, que regula la producción post festum. El sujeto no es el hombre sino la mercancía en cuanto sujeto automático. Los procesos vitales de los hombres quedan abandonados a la gestión totalitaria e inapelable de un mecanismo ciego que ellos alimentan pero no controlan.

De “Las sutilezas metafísicas de la mercancía”, de Anselm Jappe, filósofo alemán nacido en 1962,  teórico de la “nueva crítica del valor”

“Si pasas la mayor parte de tu vida recibiendo órdenes o besando culos, si te acostumbras a la jerarquía, te convertirás en pasivo-agresivo, sadiomasoquista, servil y estúpido, y llevarás ese peso a todos los aspectos del resto de tu vida”
“Eres lo que haces. Si haces trabajo aburrido, estúpido, monótono, lo más probable es que acabes siendo aburrido, estúpido y monótono. El trabajo es una explicación mucho mejor de la creciente cretinización que ocurre alrededor de nosotros que esos mecanismos estupefacientes tan señalados como la televisión y la educación.La gente se pasa la vida regimentada, guiada de la escuela al trabajo y enjaulada por la familia primero y al asilo de ancianos al final, está habituada a la jerarquía y es psicológicamente esclava. Su aptitud para la autonomía está tan atrofiada que su miedo a la libertad es una de sus pocas fobias con fundamento real. Su entyrenamiento en la obediencia en el trabajo se lleva a las familias que ellos forman, reproduciendo de esta manera el sistema en formas diferentes, y se lleva a la política, a la cultura y a todo lo demás. Una vez que has drenado la vitalidad de la gente en el trabajo, probablemente se someterán a la jerarquía y a la especialización en todo. Están acostumbrados a ello.”
“Tu supervisor o tu capataz te da a ti más órdenes durante una semana que toda la polícía durante una década”

Textos extraídos de “La abolición del trabajo”, de Bob Black, publicados en el blog  Los de abajo a la izquierda.





1 comentario:

Muiso dijo...

Sigue nanín, sigue, al menos que nos quede la razón.