No hay nada que
celebrar y mucho que reflexionar en este día de exaltación fetichista del
trabajo. La reciente muerte de más de trescientos trabajadores muertos en
Bangladesh, mayoritariamente mujeres, es
el contrapunto exacto y bárbaro a esta fiesta, día grande del capitalismo
triunfante. La foto del desastre cumple su misión en los medios, contribuye a
constituir la realidad como espectáculo. Incluso alguno de los más de seis
millones de parados en España habrá pensado que, al menos, esos muertos tenían
trabajo. No hay contradicción más bárbara en la sociedad contemporánea
que la de idealizar la esclavitud del trabajo asalariado, no hay logro más
grande del capitalismo que el de
transformar el trabajo en mercancía y el sometimiento a esa ley en servidumbre
voluntaria.
Este es el único
pésame que se me ocurre en este día, una reflexión acerca de la lógica homicida
del trabajo asalariado a partir de dos recordatorios, lo que decía Anselmo
Lorenzo en la “fiesta del trabajo” del 1º de Mayo de 1933 y lo que hace unos
días decían los medios acerca de los trabajadores muertos en Bangladesh tras el
derrumbe del edificio en el que trabajaban:
Portada de ¡Adelante!, periódico de la CNT de Cuenca, del 29 abril de 1933 |
La fiesta del Trabajo
¡Fiesta
del Trabajo! y en el Génesis, que la masa de ignorantes y de hipócritas acata
como revelación divina, se afirma que a una humanidad nacida en un paraíso de
delicias se le impuso el trabajo como una maldición, como un castigo, como una
venganza, por haber cometido el pecado de vivir, porque quiso saber, porque
comió el fruto prohibido del árbol de la ciencia.
¡Fiesta
del Trabajo! y en una sociedad enriquecida por la inteligencia y por el
esfuerzo de los trabajadores de todas las generaciones y de todos los países,
que vivieron en la esclavitud y en la servidumbre y viven hoy sometidos al
salario, hay un 40 por 100 de obreros sin jornal a quienes se deja morir de
miseria en sus tugurios o se les acorrala a tiros o a sablazos en cuanto se
mueven o se atreven a levantar la voz en la plaza pública en defensa de sus
derechos.
¡Fiesta
del Trabajo! y en nuestro Código Civil, para justificar la usurpación que
concede al propietario el monopolio de los frutos naturales, de los frutos
industriales y de los frutos civiles, se presume que todas las obras, siembras
y plantaciones son hechas por el propietario.
No;
los trabajadores conscientes, los que llevan la iniciativa del progreso, los
que continúan la obra que se pretendió dejar paralizada en 1789, los que
reivindican para todas y para todos la participación en el patrimonio
universal, al ver pasar esas procesiones de obreros que llevan a la cabeza sus
jefes y sus banderas rojas y pasan ante la benévola tolerancia de las
autoridades, la simpatía burguesa y el elogio periodístico los señalan con el
dedo diciendo:
—
¡He aquí el cuarto Estado, el fruto del adulterio cometido por la Burguesía y
el Socialismo!
—
¡¡Uf, qué asco!!
Cuando
los del Quinto Estado, los parias, los que no tienen ni tendrán ya jornal, los
reemplazados por las máquinas, los que no tienen acciones de ninguna
cooperativa, ni cotizan en ninguna Casa del Pueblo o Bolsa de Trabajo, los que
con el nombre de vagabundos presenta Gorki como una vergüenza y como una
acusación, aquellos a quienes solidariza la coincidencia de la privación, del hambre,
de la rabia y de la sublime indignación, se decidan a echar a rodar el
simbólico Banquete de la Vida y hagan mesa redonda para todo el mundo, se
celebrará entonces espléndida de Verdad, de Justicia y de Belleza, la Fiesta
del Trabajo.
Hasta
tanto... el derecho de accesión, el pacto del hambre, el álbum policiaco, el
invento mecánico casi diario, el casero, el tendero, el prestamista, la prole
hambrienta y otras mil zarandajas sociales, hacen que el 1º de Mayo valga tanto
como el 1º de Noviembre.
Anselmo Lorenzo, artículo publicado en 1933, en la portada de ¡Adelante!, órgano de la CNT de Cuenca.
La maldición de Bangladesh empieza en
las tiendas de Europa y EEUU
Las imágenes
de los informativos de televisión presentan el derrumbe del edificio de Bangladesh
en el que ya se han encontrado 336 cadáveres casi
como si fuera una catástrofe natural. Son las mismas imágenes habituales en los
terremotos. Edificios convertidos en bloques amontonados de hormigón de los que
los equipos de emergencia sacan a los supervivientes, y también los cuerpos sin
vida. Los clientes de las empresas radicadas en ese edificio son más cercanas a
nosotros. La imagen de arriba es un documento encontrado por un reportero del
Financial Times entre los
escombros de Rana Plaza. Aparece el nombre de El Corte Inglés y una serie de
pedidos diarios de chaquetas. El edificio de ocho plantas albergaba empresas
textiles que trabajan, como contratistas o subcontratistas, para varias marcas
occidentales, Primark, The Children's Shop y Mango entre otras.
Ninguno de nosotros quería entrar. A
primera hora de la mañana del miércoles, los trabajadores no querían entrar y
se congregaron frente al edificio. Su dueño no hacía más que recordarles que no
era nada serio, que el edificio aguantaría "100 años más". Con
megáfonos, los capataces les ordenaron que entraran y les recordaron, por si
era necesario, que los que se quedaran fuera se quedarían sin paga. "Ninguno
de nosotros quería entrar. Los jefes llegaron con palos. Al final, nos
obligaron a entrar", dijo después un superviviente.
El edificio se vino abajo a las nueve
de la mañana. Las grandes marcas de ropa europeas y norteamericanas alegan
que tienen establecidos códigos éticos de buen gobierno en relación a las
medidas de seguridad, condiciones de trabajo y remuneraciones. Al final, la
prioridad reside en que se cumplan los contratos para que las estanterías de
las tiendas siempre estén bien surtidas.
Los trabajadores no tienen elección. Reciben un
salario mínimo equivalente a 37 dólares al mes, muy inferior al de industrias similares en China.
Es por tanto una fuente de mano de obra barata perfecta para las grandes
marcas. Además, algunas empresas de Bangladesh subcontratan parte de los
encargos a compañías menores que pagan menos que el salario mínimo. Bangladesh
tiene 150 millones de habitantes. El empleo en la industria textil es la única
esperanza de las miles de personas que llegan a la ciudad a la búsqueda de
trabajo. Se calcula que tres millones de personas trabajan en estas empresas.
El título de
este artículo es inexacto. No existe tal maldición. Se trata de decisiones
económicas en una cadena de producción que permite fabricar ropa a bajo coste y
obtener grandes beneficios.
Resumen del artículo de Iñigo Sáenz de Ugarte, publicado en eldiario.es el 27-04-2013
“Desde el punto de vista de
la economía nacional, cavar agujeros y luego llenarlos es una actividad
enteramente sensata”.
John Maynard Keynes, uno de los más influyentes del siglo XX, con una fuerte
repercusión en las teorías y políticas económicas.
“A pesar de consumir la mayor parte del tiempo diario, la
abrumadora mayoría de los que trabajan no sienten el tiempo de trabajo como
tiempo de vida propia, sino como tiempo muerto y vacío, arrebatado a la vida
como una pesadilla. Desde el punto de vista del espacio y del tiempo
capitalista, inversamente, el tiempo libre de los trabajadores es tiempo vacío
y de ninguna utilidad”. (De “La expropiación del tiempo”)
Robert Kurtz, fallecido en 2012, cofundador y editor de la revista EXIT-Crítica y
crisis de la sociedad de la mercancía.
Una mercancía en cuanto mercancía no se halla definida, por tanto,
por el trabajo concreto que la ha producido, sino que es una mera cantidad de
trabajo indistinto, abstracto; es decir, la cantidad de tiempo de trabajo que
se ha gastado en producirla. De eso deriva un grave inconveniente: no son los
hombres mismos quienes regulan la producción en función de sus necesidades,
sino que hay una instancia anónima, el mercado, que regula la producción post
festum. El sujeto no es el hombre sino la mercancía en cuanto
sujeto automático. Los procesos vitales de los hombres quedan abandonados a la
gestión totalitaria e inapelable de un mecanismo ciego que ellos alimentan pero
no controlan.
De “Las sutilezas metafísicas de la
mercancía”, de Anselm Jappe, filósofo alemán nacido en 1962, teórico de
la “nueva crítica del valor”
“Si
pasas la mayor parte de tu vida recibiendo órdenes o besando culos, si te
acostumbras a la jerarquía, te convertirás en pasivo-agresivo, sadiomasoquista,
servil y estúpido, y llevarás ese peso a todos los aspectos del resto de tu
vida”
“Eres lo que haces. Si haces trabajo aburrido, estúpido, monótono,
lo más probable es que acabes siendo aburrido, estúpido y monótono. El trabajo
es una explicación mucho mejor de la creciente cretinización que ocurre
alrededor de nosotros que esos mecanismos estupefacientes tan señalados como la
televisión y la educación.La gente se pasa la vida regimentada, guiada de la escuela
al trabajo y enjaulada por la familia primero y al asilo de ancianos al final,
está habituada a la jerarquía y es psicológicamente esclava. Su aptitud para la
autonomía está tan atrofiada que su miedo a la libertad es una de sus pocas
fobias con fundamento real. Su entyrenamiento en la obediencia en el trabajo se
lleva a las familias que ellos forman, reproduciendo de esta manera el sistema
en formas diferentes, y se lleva a la política, a la cultura y a todo lo demás.
Una vez que has drenado la vitalidad de la gente en el trabajo, probablemente
se someterán a la jerarquía y a la especialización en todo. Están acostumbrados
a ello.”
“Tu supervisor o tu capataz te da a ti más órdenes durante una
semana que toda la polícía durante una década”
Textos
extraídos de “La abolición del trabajo”, de Bob Black, publicados en el blog Los de abajo a la izquierda.
1 comentario:
Sigue nanín, sigue, al menos que nos quede la razón.
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