Sistema de Elefantes-conservadores y Burros-progresistas |
Siguiendo
la recomendación de mi amiga Ane Elexpe, acabo de leer “No pienses en un
elefante”, de George Lakoff, investigador norteamericano especializado en lingüística
cognitiva, de la que es considerado fundador desde 1.970, un conocimiento que desde entonces viene
aplicando a las ciencias sociales y políticas. El
núcleo de su pensamiento es la “metáfora conceptual”, un mecanismo inconsciente
y automático que genera marcos de referencia moral (valores) a partir del campo
experiencial de cada persona. Según G. Lakoff existen dos concepciones básicas
de la familia, que son la del padre autoritario y la del padre protector, que estarían
en el origen de los dos marcos conceptuales y antagonistas por los que se guían
las personas conservadoras en el primer caso y las personas progresistas en el
segundo.
No
es de importancia menor que el libro fuera escrito en el año 2.004, antes de
las elecciones presidenciales en EEUU, en el contexto de la contienda
político-electoral entre los conservadores y los liberales de ese país y en un
momento tan crítico como el que media entre el atentado terrorista del 11 de
septiembre de 2001 y la invasión de Irak
iniciada en 2003. Como tampoco es un dato menor que, poco después, G. Lakoff fuera contratado
en España como asesor del presidente Zapatero.
Con todo, me ha
interesado su conclusión acerca de que la gente nos posicionamos políticamente movidos no por nuestro propio interés -que es la idea generalizada- sino por valores
morales, aquellos que subyacen en ese “marco conceptual” previo, lo que nos
llevaría a tomar postura no en función de las ofertas concretas de los
programas políticos, sino de nuestra identidad con el cuadro general de valores morales transmitidos
en la comunicación política. Según él, ese proceso de identificación se concreta en dos modelos básicos: padre autoritario/conservadores y padre protector/progresistas. Eso vendría a explicar, por ejemplo, la razón
por la que muchos pobres votan a los conservadores, en contra de sus propios
intereses.
El auge electoral de lo
que se denomina "centro político" podría obedecer al echo de que una gran
parte de nuestra sociedad capitalista comparte hoy los dos marcos conceptuales
y que, por tanto, la inclinación hacia uno u otro lado depende de la eficacia
comunicativa de quien emite la oferta. Dice Lakoff que los progresistas tienen
que aprender del éxito de los conservadores en el manejo de dicho conocimiento
y aplicarlo, corrigiendo su pésima estrategia de comunicación. Allá los
progresistas con esas recomendaciones de G.L., yo no discuto la fundamentación
científica de esas teorías, pero sí su análisis político.
Los dos marcos
considerados por Lakoff responden al esquema moral del par antagónico bien-mal,
asociando el bien al progresismo y el mal al conservadurismo. Pero, ¿y si, como
resultado de un análisis racional y de nuestra propia experiencia, llegáramos a
la conclusión de que ambos pares están escorados hacia el lado del mal?, ¿dónde
ubicar entonces el marco vacío del bien?...yo pienso que Lakoff parte de la
aceptación, sin más, de una referencia conceptual basada en una moral
religiosa, por la que el bien y el mal lo son en función de si la conducta
humana “obedece o no” a la ley de Dios. Esa idea, al cabo, es la matriz de la
cultura occidental-cristiana, que pervive grabada en nuestra genética cultural a pesar de la aparente decadencia del concepto
“Dios” en la sociedad contemporánea. Sostengo que ese concepto no está tan
muerto como parece y que, incluso en las sociedades más laicas, el concepto
“Dios” tiene un rastro poderoso, convertido en instituciones que lo perpetúan y
reproducen, como son: la autoridad, la propiedad, la familia patriarcal y el
estado. El núcleo conceptual de todas estas instituciones es el principio de
jerarquía, como sistema de organización social y como metáfora prima con la que
se han ido construyendo los marcos conceptuales que sirven de referencia al
individuo y a la actual sociedad capitalista. El proceso no ha diferido mucho
en otras culturas religiosas y, en todo
caso, la globalización capitalista se ha
ocupado eficazmente de su homogeneidad y extensión universal. Bien sabemos que la idea "Dios" interesa al capitalismo sólo por su utilidad.
La cultura de la
emancipación humana, hasta ahora derrotada, niega esos principios y se fundamenta
en la afirmación de principios bien diferentes y contrarios, como la autonomía
del individuo frente a su dominio por la autoridad impuesta, el disfrute
comunal de los bienes de la Tierra frente a su saqueo privado y la organización
igualitaria de la familia y la comunidad, frente al modelo oligárquico dominante. Dominantes y
dominados, amos y esclavos son posiciones contrarias, que llevan a visiones del
mundo necesariamente enfrentadas por siempre, excepto, señor Lakoff, si
desapareciera aquello que las origina: la Jerarquía, el todavía sagrado principio organizador de la sociedad humana, la
metáfora conceptual de un dios todopoderoso.
Gracias, Ane, has preparado una buena. Concluyo provisionalmente:
no es bueno pensar en elefantes ni en burros.
Epílogo. El siguiente es un
cuadro-resumen, necesariamente provisional, de comunicación estratégica; un simple intento, a partir de la orientación científica y las recomendaciones de la
linguística cognitiva, pero utilizando los valores de una moral cívica, todavía por construir:
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