Si hablamos de democracia tenemos que estar previamente de acuerdo en dicho concepto, porque de no ser así entraremos de nuevo en el tradicional diálogo de besugos que suele caracterizar a las conversaciones en torno al mismo. ¿Hablamos de la toma de decisiones entre iguales, hablamos de todas las decisiones que afectan a la vida social de los individuos que forman parte de una comunidad? Pues entonces continuemos.
Con
motivo de la supresión de las entidades locales menores (tanto las que
funcionan en regimen de junta vecinal como de concejo abierto) que se avecina,
han surgido múltiples reacciones en defensa de la supuesta democracia directa
practicada en dichas entidades. Incluso, se ha echado mano de la apelación
histórica a los concejos medievales de Castilla y otros reinos mediaveles, como
idílicos espacios de democracia directa. La verdad es que comparados aquellos
con las juntas vecinales y los concejos abiertos actuales, esa referencia histórica
hasta tiene cierta justificación. Pero, la verdad, es que la investigación
histórica se ha encargado sobradamente de demostrar que aquellos concejos
medievales eran tan escasamente democráticos como los actuales. Dichas
apelaciones míticas, que describen unos concejos medievales parecidos a colectividades anarquistas,
ignoran por completo la realidad histórica medieval, marcada por el dominio del
sistema feudal, en cuyo contexto el concejo era sólo un apéndice, una mera
concesión del verdadero poder establecido, detentado por las élites políticas y
religiosas, cuyo poder se sustanciaba a la postre en el feudo, en la propiedad
de la tierra. Los llamados bienes comunales eran ese apéndice, esa concesión de
los poderosos, como lo es en nuestro tiempo el
denominado “estado de bienestar”,
así denominado por los socialdemócratas.
Con
todo, los atrios de las pequeñas
iglesias románicas de nuestro medio rural, al que algunos han denominado
“románico concejil”, no dejan de ser el símbolo de una aspiración, del sueño acerca
de una democracia que nunca existió. Así
me lo recuerda el reciente libro publicado por Félix Rodrigo Mora:
“Tiempo, historia y sublimidad en el románico rural”, en el que
incluye una reflexión sobre el orden concejil
y comunal, en el que, al menos, dirige su atención hacia el contexto
social y político, rompiendo la costumbre de los libros sobre el románico, que
ignoran dicho contexto social, otorgando prioridad a la arquitectura y a su
vinculación con la religión.
Una
larga relación de investigadores históricos, desvinculados de la visión
tradicional impuesta hasta los años setenta por el historicismo oficial, han
concluido en sentenciar la ineludible evidencia de que lo político no puede
descontextualizarse de los aspectos sociales y económicos y que, por tanto, la
institución concejil no es ajena al universo feudal, sino que se encuentra tan plenamente involucrada en el feudalismo
como la actual lo está en el sistema de "democracia" capitalista.
Los
concejos medievales fueron dominados por nuevas élites propietarias (nobles y
comerciantes) que apoyados en su riqueza (poder) se erigieron en
representantes-portavoces de la colectividad, arrogándose la representación
política de la misma, aprovechando los enfrentamientos entre la población en su
propio beneficio.
Para
quien quiera ahondar en este conocimiento histórico de la evolución del sistema
de democracia concejil, valga como muestra el análisis de dicha evolución
realizado por Juan Carlos Martín Cea y Juan Antonio Bonachía, investigadores medievalistas
de la Universidad de Valladolid: “Oligarquías y poderes concejiles en la Castilla bajomedieval: balances y perspectivas”.
En este trabajo, sin dejar de reconocer
la heterogeneidad de dicha evolución democrática, sus autores identifican
algunos rasgos afines que hablan de unas
tendencias comunes en la evolución de las instituciones concejiles de gobierno municipal, concretadas en un "avance inexorable de un modelo CONSTITUCIONAL de gobierno, plasmado en el
triunfo del sistema de regimientos, en
el progresivo afianzamiento de los componentes oligárquicos a costa del
desplazamiento de los sectores del común
de los resortes de poder político y en el creciente sometimiento a los
dictados de las instancias superiores de poder, sean éstas señoriales o
monárquicas”.
Concluyendo,
merece la pena ahondar en estas reflexiones históricas, que tan útiles son para
construir la propuesta que corresponde al tiempo actual, en el que tenemos
que soportar tantas agresiones -y no menos bobadas- acerca del municipalismo y
la democracia directa.
2 comentarios:
Amigo, agradezco mucho la atención que dedicas a mis formulaciones e
ideas.
Debemos unirnos para servir a la verdad y responder desde la verdad a las operaciones ideológicas y las mentiras del sistema.
Me gustaría que nos encontrásemos, conociéramos y pudiéramos hablar un rato.
Podemos hacer grandes cosas juntos.
Con afecto
Félix Rodrigo Mora
Amigo, comparto el mismo sentimiento. Desgraciadamente, la crisis me impide moverme lejos de mi pequeño pueblo, cerca de Aguilar de Campoo, así que estaré atento a tu calendario de intervenciones en algún lugar próximo para propiciar dicho encuentro.
¡Salud y un abrazo!
Nanín
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