domingo, 1 de abril de 2012

DE LOS BIENES DEL COMÚN



La subversión del lenguaje es utilizada como una de las estrategias más eficientes del  regimen. Alterando el significado de conceptos claves,  logra vaciar éstos de sus significados originales. Por ejemplo, se dice “democracia” en lugar de “oligocracia”, sustituyendo el concepto original de “gobierno del pueblo” por el gobierno de profesionales de la representación, de representantes-intermediarios. Se dice “socialismo” en lugar de socialdemocracia y a su vez, ésta última palabra en lugar de “capitalismo social”, sustituyendo el concepto original de “sociedad igualitaria y sin clases” por el referido a una reforma del  sistema capitalista, orientada a una mejor distribución de los recursos, pero en el marco de dicho sistema, sin cuestionar sus principios. De ahí que cada vez más gente anticapitalista identifique como estrategia cultural prioritaria  la de batallar en este campo de las palabras que representan ideas y conceptos. El  regimen  cuenta con todas las ventajas del poder, la maquinaria cultural y mediática de los estados, controlando la educación, los medios de comunicación, la  producción y difusión de la cultura…penetrando en todos los campos de la vida social. Revertir el lenguaje del poder, devolverle sus significados originales, es una tarea militante  fundamental, irrenunciable.
Ayer mismo, entre gente mayoritariamente de izquierdas, proponía yo la denominación  “del Común”  como apellido para una organización de carácter cultural –un Ateneo- que está naciendo en nuestro territorio; mi propuesta fue mayoritariamente rechazada con tres argumentos que resultaron mayoritarios: 1) que “el común” es un término cuyo significado “es absolutamente desconocido para la gente”, 2) que “carece de gancho, de marketing” y 3) que puede sonar a “comunista”. Resulta apreciable que los tres argumentos tienen, en el fondo, la misma base de pensamiento comercial, la fijación por el marketing. Y todo ello, a pesar de que en el propio manifiesto constituyente del Ateneo se expresa con claridad que éste es “una institución del Común”, o sea, que no pertenece a nadie porque es de todos. Estas posiciones evidencian el éxito del  regimen en la perversión del lenguaje,  cuyo alcance tiene una poderosa dimensión ideológica. El  Común, en su sentido político original  era aplicado al gobierno local en concejo (el concejo del común), como a los bienes del común –comunales-, que tenían entidad jurídica y constituyente por sí misma, por voluntad soberana de cada concejo.
Paralelamente, la propia palabra “concejo” también ha sido progresivamente vaciada de su significado original como “gobierno de la asamblea”, el conjunto de los vecinos de una comunidad local,  del  “común” de los vecinos.  El común y los bienes comunales son palabras-reliquia, residuos etnográficos, débilmente conservados en la memoria de la gente más anciana de nuestros pueblos, en los que durante siglos todo el mundo sabía muy bien qué eran los bienes comunales: las eras, los pastos, los caminos, los lavaderos, la leña del monte, las calles y plazas, las fuentes, todo el agua de riego y de beber, la escuela, el teleclub, el propio concejo, las fiestas y tradiciones del pueblo,…incluso la iglesia era considerada del común cuando era construida por los vecinos del pueblo.  

La evolución del capitalismo, de mercantil a financiero, pasando por industrial, es la historia de una sistemática depredación de los bienes del común, privatizando en forma masiva toda propiedad pública, para extraer de ella todo su valor económico y transformarlo en mercancía comercializable, susceptible de  producir beneficios para el capital. Al tiempo que una inmensa pérdida para la economía social de las comunidades locales.

Tengo el convencimiento, sin embargo, de que  el debate sobre “el común y los bienes comunales” no tardará en situarse en el primer plano de la lucha política. De echo, internet y la polémica sobre la SGAE y los derechos de propiedad intelectual, ya lo han logrado. Son sólo indicios que apuntan hacia una “economía del procomún” como paradigma alternativo de economía social. Mientras, nos queda resistir, defender los bienes del común, los pocos que aún perduran y los que vamos construyendo, como el  modesto ateneo recién nacido en Aguilar de Campoo.

1 comentario:

Rubén García Colsa dijo...

Pues en lo del márketing creo que se equivocan. "Común" y "procomún" son palabras que aparecen cada vez más y que sin tardar mucho llegarán a los medios de masas.
Su utilización es ya moneda corriente tanto en los nuevos conceptos de urbanismo como en las nuevas tendencias de la economía. Media-Lab Prado le ha dedicado varios encuentros y Juan Freire muchos textos. Creo que es perder un tren que viene salirse de esa denominación.
Además estoy totalmente de acuerdo en que en el futuro que nos viene "el común" será un elemento clave en la organización social y a mi personalmente me parece una bellísima palabra.