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Cervera desde la cumbre del Almonga |
Está
bien a la vista, todo el mundo que va por la carretera entre Cervera y Guardo
la ve, pero la llamo “cara oculta” porque esta parte del Almonga es poco
conocida y apenas sube gente por aquí. Nosotros la tenemos bastante pateada,
nos gusta hacer paseos cortos, por la tarde, al precioso hayedo que esconde la
peña en esta vertiente.
Hoy
hemos subido para hacer el recorrido completo hasta la cumbre. Dejamos el coche
en un camino que sale a nuestra derecha, desde la carretera, poco antes de
llegar al paso a nivel de la estación de Vado. Al final de este camino, que va paralelo a un
arroyo, en el fondo del valle, se abre una campera en el paraje de
Valdefuentes. En esta campera se inicia propiamente la ascensión. Valdefuentes
es un vallejo bonito, con un sendero que asciende entre el robledal con dirección oeste, como para ir a Tosande,
hasta alcanzar un plató más abierto, donde abundan las encinas. Desde ahí
cambiamos de dirección, hacia el NE, para volvernos a meter en el vallejo de
Valdefuentes, donde las encinas desaparecen poco a poco, dando paso a un umbrío y bellísimo hayedo, salpicado de acebos
brillantes, que reflejan los escasos rayos de sol que logran penetrar entre las
hayas.
¡Qué
raro no ver bichos por aquí!, si yo fuera oso, corzo o jabalí andaría por estos
rincones salvajes, donde parece difícil el encuentro con humanos, donde hay
agua, alimento y refugio abundantes…estarán, seguro que sí, ocultos entre las
sombras. Encontramos un cráneo de vaca, que Fini convierte rápidamente en un "kuku-tiesto" (1), añadiéndole unas violetas.
No
hay sendero allá arriba, pero sí
hay, por todas partes, veredillas
que trazan los animales que por aquí trasiegan y que nos ayudan a ganar altura
hasta donde el hayedo desaparece a la altura de los altos roquedos, antes de
alcanzar el collado del Brezal. En estos
altos parajes de prado alpino nos
encontramos un gran rebaño de vacas sesteando al sol del mediodía, con sus
enormes panzas aplastadas contra el pasto fresco. Hasta el collado, jalonan
nuestro itinerario varios acebos ramoneados por los animales, que parecen
esculpidos, como esos setos con formas
que hacen algunos artistas jardineros. Cresteamos, ya sobre caliza pelada, hasta
alcanzar la cumbre, a 1.520 metros, como
señala el pequeño buzón metálico (2) que indica el punto culminante de esta modesta y, al tiempo, tán hermosa altitud. Hemos llegado aquí en apenas dos horas, no
tenemos prisa y comemos tranquilamente al abrigo del viento, extasiados con el paisaje que nos envuelve por todas partes, las cumbres próximas de la Sierra del Brezo, los
gigantes del macizo de Fuentes Carrionas, las de las Sierras Albas, Peña Labra
y la Sierra de
Hijar, hasta Valdecebollas, y hasta que la vista se pierde por las latitudes
burgalesas de las Loras y la enorme planicie de las vegas de Carrión y
Pisuerga, preludio de la Tierra
de Campos, allá al fondo, plana y pegadita al horizonte.
Bajamos
a derecho, buscando el pequeño vallejo
que desemboca más abajo en el principal de Valdefuentes, pero nos desviamos
a nuestra izquierda para alcanzar un camino ancho y bien marcado, que baja en zigzag mientras desciende hasta la misma campera en la que iniciamos la
subida.
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Croquis del itinerario seguido |
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Al inicio, subida por el robledal |
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Entrando al hayedo |
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El pico de las Cruces |
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Un kuku-tiesto para Andrea |
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Ganado en el collado del Brezal |
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Fini, viento y buzón en la cumbre |
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Ruesga, pegada al embalse |
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Ahí va el tren, llegando a la estación de Vado |
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Ya casi abajo, por el buen camino |
La gente nombrada:
(1) Andrea Milde:
(2) Los cuatro que pusieron el buzón de la cumbre en diciembre del 2007:
2 comentarios:
!!!!Ya veo que va a haber al menos un hallazgo!!! Me encanta. Besos Fernán, suerte y ánimo y espero veros -como muy tarde- el 8 de mayo. Andrea
No hay que buscar el sentido de la vida, está en la montaña palentina. Pasear por ella a través de este blog es uno de los momentos más agradables del día. Gracias pareja.
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