domingo, 12 de diciembre de 2010

LO PEOR Y LO MEJOR DE LA CRISIS


Lo peor de la crisis actual es que empieza a sernos familiar, que nos estamos haciendo a ella,  gracias a las tertulias radiofónicas, al parlamento, a la tele, a la impotencia, al aburrimiento, a la costumbre. Y por eso, el capitalismo volverá a salir de este atolladero momentáneo, reajustando su cuenta de resultados gracias a la colaboración pasiva de la buena y comprensiva  gente, la ciudadanía, sus clientes, que hemos vuelto a entender que tenía que ser así, “porque no había otro remedio”.

Lo mejor es que la crisis puede representar una buena oportunidad para  analizar los errores que nos han traído hasta aquí, para encontrar una explicación al fracaso histórico del socialismo. Para encontrar una explicación a esa incapacidad que hasta ahora nos ha impedido organizar nuestra vida colectiva de un modo más racional y sensato, con más sentido y eficiencia, con más calidad. Los fracasos no sólo son caminos que se cierran, son también caminos de aprendizaje, nuevos caminos que se abren. Y es por eso por lo que tánta gente andamos  dándole vueltas a cuestión tan importante. Y es por eso, por lo que un servidor  lee, analiza, conversa y apunta en este blog algunas notas al respecto:

Socialismos religiosos. Existe un nebuloso socialismo ecuménico, ampliamente representado por el cristianismo utópico (amarás al prójimo como a tí mismo), que nunca llegó a concretarse  políticamente. Ni podrá hacerlo jamás, debido a su componente mágico-irracional, una patología  constituyente que inhabilita  por siempre al  pensamiento religioso, porque  conduce a sus seguidores a severos trastornos de la razón, que les lleva a conversar con estatuas, con extraterrestres y con otros seres imaginarios. El islamismo fundamentalista, aquejado de trastornos similares, está en la actualidad intentando su concreción política  por caminos tan violentos como los que empleara  el  cristianismo en la Edad Media. Pero, por idénticas razones, también está condenado al fracaso. 

Socialismos estatales. Los abundantes ensayos de socialismos estatales (soviético, nacionalsocialista, fascista, cubano, venezolano, albano, chino o vietnamita) también han fracasado o están fracasando, aquejados por patologías próximas a la religiosa, sustentados por  contradictorias e incoherentes oligarquías locales y sectarias, lógicamente corruptas y, a los efectos, equiparables  a sacerdotes y  talibanes. Socialismos mal diseñados y construidos en falso que, como grandes caballos troyanos, están huecos por dentro, donde  alojan  un arma biológica de resultado letal: el  pensamiento individualista/totalitario. Todo un gran rodeo histórico, sembrado de cadáveres, para llegar al  exitoso Estado Chinoamericano, de pensamiento y mercado único, ese sitio, esa intemperie, en la que habitamos desde hace ya demasiado tiempo.

¿Y la socialdemocracia?...pues también, a mi entender, es otro fallido ensayo, al que hay que reconocerle algunos avances, ¿el ensanche de la clase media?, ¿en materia de derechos sociales?... Si bien -como estamos comprobando en la actual crisis-, dichos avances son papel mojado ante el poder de los inversores anónimos, los llamados mercados, propietarios definitivos de toda nuestra Deuda (nacional, municipal, familiar y, quizá, espiritual). Sin que apreciemos la diferencia con otras políticas de derechas y resultando que la única socialización que percibimos es la del reparto de las pérdidas, del desempleo y la pobreza.
Empleados con nómina al servicio de la Propiedad, los partidos socialdemócratas están mansamente entregados a las mieles y promesas del  bicho capitalista, que sigue creciendo, con esas cuatro patazas que nos aplastan, pero que lo sostienen: 1, la ideología egoísta-depredadora-individualista que se concreta en la apropiación privada de la Tierra y sus recursos; 2, las dictaduras y el marketing político de las democracias excluyentes;  3, la dictadura  económico-financiera de los mercados y  4, la utopía  suicida del  crecimiento contínuo.

Valorar los obstáculos del camino y  reconocer las  debilidades propias, es un buen inicio para corregir los errores de navegación. Identificados éstos, el siguiente paso pudiera ser localizar el rumbo que nos permita  corregir la dirección y efectuar  una calculada y tranquila  travesía hacia el destino deseado. Teniendo muy claro ese deseo (la libertad en igualdad de todos los seres humanos), tenemos  la certeza de haber identificado bien el problema-clave: la apropiación privada de la Tierra. También sabemos que no tardando, lo comprenderá  la mayor parte de la sociedad humana. Para que eso ocurra,  primero le toca abrir los ojos a la gente más proclive a estos entendimientos, la gente de la izquierda, la radical y la moderada, la gente libertaria,  la ecologista, la feminista, la gente razonable, sensata y solidaria...  
Armados  de razones y con geológica paciencia, en ello estamos.



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