martes, 4 de abril de 2023

EN LA DERIVA HACIA NO SABEMOS DONDE

Sólo en estos estados extremos, que son a un tiempo de máximo peligro y de máxima exaltación de la vida, le es posible al hombre establecer con sus semejantes y con el resto de los seres una relación que no sea de utilidad económica ni de dependencia política, sino de compasión, es decir, de participación o comunicación existencial. Pero aquello que los seres anhelan comunicar o compartir es la irreductible diferencia que les singulariza, la desgarradura que les separa a unos de otros, la impotencia que les impide trascender su propia finitud. Así, lo que se da a comunicar es la imposiblidad de la comunicación. Lo que se pone en común es la ausencia de comunidad. He aquí la tragedia. He aquí, no obstante, lo único que puede reunir a los hombres; lo único que puede incitarles a vivir soberanamente, "sin padre, sin patria y sin patrón"; lo único, en fin, que puede hacerles arder en común hasta el límite de la muerte.

(Antonio Campillo, “Georges Bataille: la comunidad infinita”)

En ese mismo texto, acerca de la figura de Georges Bataille decía Antonio Campillo que “no es extraño que ahora, treinta años después de su muerte, cuando el cielo de la historia vuelve a cubrirse de negros nubarrones, los escritos de Bataille adquieran una actualidad inesperada”.

La utilidad de leer a Georges Bataille

Siento que convivo en una época de aceleradas transformaciones, que suceden en todos los campos de la actividad humana, pero que experimentamos principalmente en: 1.el paso hacia una sociedad de la información (que ya es un capitalismo de datos) sustentada en internet y su promesa de inteligencia artificial; 2. en la masiva migración de masas humanas empobrecidas hacia las ricas sociedades que alcanzaron su bienestar al coste de la pobreza de esas masas hoy forzadas a emigrar; y 3. el agotamiento de un modelo económico insostenible, basado en el falso supuesto de un crecimiento ilimitado logrado a partir de la disponibilidad de energías fósiles “baratas” e “inacabables”, obtenidas -no se olvide- con violencia.

Si algo más caracteriza a esta época, si hay algo más que la haga completamente singular, es su más trágica herencia del siglo XX, es el exterminio metódico. Por costumbre, nos viene a la memoria el holocausto judío, pero este tenebroso paradigma lo expresó mejor que nadie, con meridiana claridad, aquel oficial norteamericano que al mando de un pelotón asesinó a toda una población (My Lai) en la guerra de Vietnam y que ante un tribunal declaró después que “no había ido a la guerra para usar el sentido común, sino para cumplir órdenes”...y que, además, éstas estaban justificadas, porque él no fue allí para matar a vietnamitas, sino a su ideología, y que no los mató personalmente, no, “porque yo estaba allí representando a los Estados Unidos de América, mi país”. No se puede expresar mejor la banalidad del mal que caracteriza a esta época.

Podríamos resumir todo ello en un inédito paradigma ético, propiamente “moderno”, caracterizado por un sistema de valores propio de las sociedades desarrolladas entre la desaparición de los bloques capitalista/comunista y los años finales del siglo XX, un sistema de valores con fundamento en las ideologías (liberalismo, socialismo, comunismo, fascismo y anarquismo) surgidas de la Ilustración y asentadas en la burguesa revolución industrial. En el tránsito a una sociedad posindustrial, el peso de esa herencia ideológica ahonda en el desconcierto por las novedades de esta nueva época que no acaba de llegar,en la que asistimos a profundas transformaciones, de las que vemos emerger un nuevo sistema social carente de valores estables y de ideologías propias, como anestesiado y excitado por momentos, abocado a una deriva que unos ven como anuncio de colapso y otros como oportunidad de revolución.

Por ahora, esta crisis sistémica no permite vislumbrar otra forma de vida alternativa que no consista en ganarle tiempo al tiempo, en una huida hacia adelante guiada por una ética materialista que haga posible una ilusoria prórroga de un “estado de bienestar” que en el tránsito, a no sabemos dónde, vemos agotarse a la par que el petróleo de cuyas rentas vivió.Y como en todo periodo de grandes cambios, cuando las sociedades entran en crisis el miedo aflora por todas partes: miedo a lo porvenir y desconocido, a la inseguridad que ello conlleva, miedo a la pérdida y, en definitiva, miedo a la muerte; una muerte que hasta ahora teníamos relegada al olvido y que una pandemia de obligada inmunidad (aislamiento) nos ha actualizado, sobrevenida, como anuncio de ese incierto futuro al que histriónicamente hubo quien denominó “nueva normalidad”, o sea: más aislamiento por sistema, más carencia de comunidad...que a unos debilita y a otros excita.

El miedo ejerce sus particulares modos de expresión identitaria, como autodefensa del sujeto frente a la pérdida de identidad que supone el aislamiento y desarraigo normalizados en la modernidad y ahora decretados por la "nueva" normalidad. De ahí la efervescencia de múltiples identidades por todas partes, cuyo culmen son, sin duda, las nuevas formas de fascismo, añorantes de comunidad, dispuestas a reeditar la “nación”, el mayor invento del Estado moderno, esa “comunidad” artificial creada a su medida y que emparenta para siempre al Estado con el fascismo.Decía Georges Bataille que “la vida exige hombres reunidos y los hombres sólo se reúnen por un caudillo o por una tragedia” (1). Tal es la confusión que cabe pensar si, por la reunión de ambas causas, no acabarán siendo sacrificados la mayor parte de los hombres.

Sabemos, por experiencia histórica, que en el movimiento de masas estos miedos se expresan en forma de intolerancia y xenofobia, de insensibilidad, insolidaridad y aislamiento radical, buscando un refugio identitario que compense la carencia de comunidad, pero también la impunidad que concede el anonimato en medio de las multitudes. La ausencia de valores y de memoria histórica están favoreciendo este rebrote de nuevos fascismos asociados a espacios identitarios de todo signo, ganando terreno en las democracias liberales que hasta ahora venían siendo capitalizadas exclusivamente por las clases medias.Y el miedo es el mecanismo común al que recurren ambos frentes, en la creencia de avanzar en direcciones contrarias, lo que sólo sucede en su apariencia y para el marketing. Hay miedo para todos: a los efectos del cambio climático, a los grandes desastres naturales, a una próxima guerra mundial en ciernes, al fin del petróleo y a la ausencia de energías realmente alternativas, al desempleo y al exceso de trabajo, a la sobrepoblación urbana y a la despoblación rural, al machismo y al feminismo, al internet del Gran Hermano y al apagón tecnológico...

No es del todo cierta la novedad de esta época, que tanto se parece a la del auge del fascismo y el estalinismo en la Europa del siglo XX, por eso he rescatado el pensamiento de alguien que dedicó su vida a actuar y reflexionar comprometidamente en medio de una sociedad convulsa, no menos que la nuestra, sumida en la deriva hacia estados totalitarios. Me refiero a Georges Bataille (2), quien durante el auge del fascismo y el estalinismo en Europa supo, como nadie, plantear un lúcido análisis de aquella situación de inevitable deriva hacia estados totalitarios, junto a una respuesta personal comprometida. Acabo de leer “Lo que entiendo por soberanía”, de cuya introducción es autor Antonio Campillo, profesor de filosofía de la Universidad de Murcia. Este libro es descargable mediante este enlace:

Lo que entiendo por soberanía

Y para quien todavía no se haya acercado al pensamiento de G.Bataille traigo aquí un texto que me parece una magnífica introducción, de la que es autor el mismo Antonio Campillo:

GeorgesBataille: la comunidad infinita

Notas:

(1) De “La representación de Numancia”, Georges Bataille, en "Crónica nietzscheana")

(2) Georges Bataille (1897-1962) ejerció de bibliotecario en la Biblioteca Nacional de París y en la municipal de Orleans. Mantuvo tormentosas relaciones con los movimientos políticos, literarios y filosóficos de su tiempo: el comunismo, el surrealismo y el existencialismo. Heidegger dijo de él que era la mejor cabeza pensante de Francia. En G. Bataille confluyen ideas de Hegel, Marx, Niestzsche, Weber, Durkhein, Mauss y Freud. Su obra ha ejercido una gran influencia en autores como Foucault, Derrida y Baudrillard.


miércoles, 15 de marzo de 2023

URBANIZACIÓN Y DESPOBLACIÓN, DEL ARTE Y DEL TERRITORIO

 

En la primavera de 2017 el centro de creación artística “Espacio Tangente” de Burgos me invitó a presentar una ponencia en el marco del III Encuentro del Foro Arte&Territorio. Este es el documento que resume el contenido de mi comunicación, que a punto de perderse,  he rescatado y aquí lo conservo a disposición de quien pudiera interesarle.

URBANIZACIÓNY DESPOBLACIÓN, DEL ARTE Y DEL TERRITORIO

Unos días después de presentar esta ponencia, Rubén García (Flash) y yo realizamos la intervención artística que habíamos diseñado en recuerdo de los últimos pobladores de los pueblos que, como Ceniceros (Las Loras de Burgos), quedaron vacíos y abandonados en el olvido en la década de 1.960. La intervención consistió, fundamentalmente, en una jornada poética y reivindicativa de encuentro entre amigos y gentes del lugar, entre los que se encontraban algunos de los últimos pobladores de Ceniceros. Conservo un par de vídeos que resumen el proyecto que denominé “In Memoriam Communitatis”:

vídeo IN MEMORIAM COMMUNITATIS 1

Presentación del proyecto de la intervención a realizar en Ceniceros.

video IN MEMORIAM COMMUNITATIS 2

Resumen de la intervención y el encuentro.

 

martes, 14 de marzo de 2023

CÓMO CAMBIAR EL CURSO DE LA HISTORIA HUMANA, de Graeber y Wengrow


La historia que nos hemos estado contando sobre nuestros orígenes es incorrecta y perpetúa la idea de la inevitable desigualdad social. David Graeber y David Wengrow preguntan por qué el mito de la “revolución agrícola” sigue siendo tan persistente y argumentan que hay mucho más que podemos aprender de nuestros antepasados.

Acabo de revisar y editar una traducción automática al castellano de un artículo de David Graeber y David Wengrow. Seguiré con otros artículos todavía no traducidos ni publicados en castellano.  

El enlace para su lectura en pdf es éste: 

https://es.scribd.com/document/631332892/Como-Cambiar-El-Curso-de-La-Historia-Humana

lunes, 13 de marzo de 2023

SUPERAR LA ANIMALIDAD PRIMARIA DEL PENSAMIENTO MODERNO, BURGUÉS Y PROLETARIO


¿Cómo no ver la correspondencia entre la lucha animal por el dominio sexual y la institución estatal del patriarcado, o entre el primario instinto animal de propiedad territorial y la institución del derecho a la propiedad de la tierra, del conocimiento y del gobierno, como a su concentración y acumulación capitalista?, ¿ y cómo no apreciar que el "éxito" de la civilización dominante  pudiera residir, precisamente, en su “naturalidad”. El predominio de lo que se ha dado en llamar “darwinismo social” es más que evidente en el orden social de la civilización estatal-capitalista y todo intento de reducción a su significación “científica” se derrumba ante la evidencia empírica de su amoralidad, intrínseca, institucional.

Está en juego una comprensión holística del devenir histórico de nuestra especie, la necesidad de una revolución epistemológica y hermenéutica, más cuando hoy sabemos lo que no pudieron saber las generaciones que nos precedieron, cuando a la luz de los últimos descubrimientos arqueológicos han quedado rotos todos los mitos y clichés que pesaban sobre las sociedades antiguas, previas a la civilización estatal-capitalista surgida hace cinco mil años en el Creciente Fértil, fijando la idea de aquellas sociedades como atrasadas y salvajes, en modo que sirviera a justificar el mito del Progreso como propio de la modernidad burguesa/proletaria.

Y sin embargo, hoy sabemos de aquellas sociedades antíguas lo que no pudieron saber las sociedades precedentes. Los últimas investigaciones y descubrimientos en el campo de la arqueología y la antropología han puesto al descubierto realidades sociales bien contrarias a los clichés asignados por las ciencias sociales de la Modernidad. Hoy sabemos que hubo grandes concentraciones urbanas con una organización social altamente igualitaria, en las que no se han hallado huellas de templos o palacios, ni de ningún otro rastro de la existencia de élites propietarias y gobernantes, mientras que sí hay rastro de edificios comunitarios y casas sin diferencias significativas. La idea moderna de idílicas democracias-directas, confinadas en pequeñas aldeas campesinas, ha sido desacreditada y hoy tenemos bien claro que hubo sociedades urbanas con antigüedad de más de cinco mil años, en Eurasia y en América, con democracias directas y más igualitarias que las actuales que solo han llegado a ser sucedáneas o representativas.

En el contexto de la expansión del conocimiento científico durante el Renacimiento, los intentos tradicionales de explicación filosófico-religiosa se volvieron cuestionables y ésto condujo al predominio de una filosofía positivista respecto de la interpretación científica de los hechos históricos, que no precisaba de apelar a explicaciones teológicas o metafísicas, como era práctica habitual hasta entonces. Pero ésto se quedó en pura intención filosófica, confrontada por una realidad de sentido contrario, como evidencia la naturaleza abstracta y metafísica, cuasi religiosa, de los nuevos mitos de la modernidad burguesa/proletaria, los del Estado, la Nación, la Propiedad, el Capital-dinero, o la creencia religiosa en la Tecnología y la Ciencia.

Si esa mentalidad positivista centraba su proyecto civilizatorio en una “sociedad del bien”, los hechos históricos han mostrado su perversión epistemológica, como han evidenciado las fracasadas revoluciones burguesas y proletaristas, que no han podido ocultar su voluntad totalitaria, economicista y depredadora. De ahí la mala fama que acompaña al positivismo y a su lógica universalista.

En el camino hacia una revolución integral  del conocimiento, tan necesaria como en los campos de la ética, la ecología, la política y la economía, hay que considerar como hitos fundamentales las ideas de científicos como Charles Darwin (1809-1882), Thomas Kuhn (1922-1966), Reinhart Koselleck (1923-2006) o Jacques le Goff (1924-2014).

En los ambientes intelectuales de la época de Darwin se discutían las ideas de superpoblación y competencia en la lucha por la vida, que defendiera Thomas Malthus en su “Ensayo sobre el principio de la población”, siendo decisiva su lectura para la formulación de la Teoría de la Selección Natural de Darwin. En pleno auge de esta teoría y tras muchas controversias iniciales, el concepto de selección natural fue trasladado a las relaciones sociales.

“La estructura de las revoluciones científicas”, escrita en 1962 por Thomas Kuhn marca un hito en la historia del Conocimiento; en su reflexión Kuhn llegó a concluir que los conceptos de Aristóteles no eran peores que los de Newton, solo diferentes. Con Khun se popularizó el término “paradigma”. Por otra parte, “La historia de los conceptosde Reinhart Koselleck es un riguroso instrumento hermenéutico para la interpretación de las fuentes históricas. La historia de los conceptos tiene como objeto “impedir la incorrecta aplicación al pasado de expresiones y conceptos de la vida jurídica del presente”, de modo que la historia conceptual sea considerada como crítica de la historia de las ideas.

Por otra parte, el medievalista Jacques Le Goff, representante de la Nueva Historia, exploró en profundidad una visión de la Edad Media alejada de romanticismos y otros anacronismos. Combatió los estereotipos predominantes en torno a la Edad Media, analizando esta época en sus fundamentales aspectos de tiempo, trabajo y cultura. Tiempo de la Iglesia, del mercado, del trabajo, de la cultura eclesiástica, de la tradición religiosa y del ritual simbólico del vasallaje, realizando una intensa y amplia aproximación histórica que comprende desde la descomposición del imperio romano hasta el Renacimiento, descubriendo así el espíritu ("mentalidad" según Le Goff) de una época que no fue ni tan uniforme ni tan oscura como suele presentarse.

Coincido plenamente con esta reflexión del líder kurdo Abdullah Öcallan: la Modernidad tiene precedentes, al contrario de lo que piensan la mayoría de las ciencias sociales...ya sean de izquierda, derecha o centro. Ningún intelectual de izquierda, incluido Karl Marx, dudó de la singularidad de la Modernidad o de que esta modernidad fuera europea.../...El socialismo real, por otra parte, a pesar de las afirmaciones en sentido contrario, nunca pensó en representar una modernidad diferente, ni teórica ni prácticamente. Aunque los portavoces del socialismo real a menudo afirmaban representar una nueva civilización, se referían al desarrollo y la competencia con el capitalismo en todos los ámbitos. Pensaban que estaban más cerca de las plantillas básicas y los pilares de la modernidad capitalista (el industrialismo, el Estado-nación y el capitalismo de Estado en sustitución del capitalismo privado) que del propio capitalismo, y por ello declaraban que su principal tarea era superar al sistema capitalista. Los experimentos socialistas reales, sobre todo en Rusia y China, demostraron rápidamente ser la sangre fresca que necesitaba la modernidad capitalista. El objetivo primordial de todos los movimientos de liberación nacional, considerado como la cima del éxito, era alcanzar lo antes posible a la modernidad dominante y lograr así una vida feliz. Nadie dudaba realmente de esta orientación teórica y práctica.

Sin embargo, si se examina el contenido y la forma de los últimos cuatrocientos años de modernidad dominante, no sólo llegaremos a la conclusión de que se trata de la manifestación más reciente de los tiempos (modernidades) de los cinco mil años de civilización. Al mismo tiempo, será fácil analizarlas cuando veamos que van de la mano y son eslabones de una cadena.Con mi defensa, tanto en este volumen como en los dos anteriores, intenté echar por tierra esta concepción de una modernidad universal singular y demostrar que siempre existe una alternativa a la modernidad dominante y que, a pesar de todos los intentos de suprimirla y disfrazarla, sigue existiendo en todas sus formas y contenidos como una cara de un par dialéctico de opuestos” (1).

Mi propia reflexión incluso va más allá en la búsqueda de precedentes, como ya dije al comienzo de este escrito, acerca de la sofisticada continuidad y actualización “moderna” de nuestros más primarios instintos animales, de dominio sexual y territorial, institucionalizados en formas sociales de jerarquía, como derecho “natural” al gobierno patriarcal (el Estado) y a la apropiación (capitalista) de la Tierra y el Conocimiento, los bienes comunales universales de los que depende nuestra existencia junto a la de todas las formas de vida.

De acuerdo con Öcalan en que siempre existió, en todas las latitudes, una realidad social más o menos rebelde y siempre opuesta al estado de dominación; de acuerdo en que no podría haber existido éste “Estado” sin la sociedad cotidiana del Común, de la ayuda y el cuidado mutuo en comunidad, sin una básica medida moral y ecológica del comportamiento humano. Sin esa sociedad básicamente comunitaria, oculta bajo el aparataje institucional y tecnológico de la economía convertida en política, no podría sostenerse el orden de la dominación. El problema no reside en su existencia, sino en la continuidad de su hegemonía, que ya tiene una antigüedad que va camino de superar los cinco milenios.

La clave puede consistir, a mi entender, en un cambio radical de paradigma científico o del conocimiento, que sea holístico y no compartimentado, que no separe los campos de la experiencia humana en ciencias Físicas y Sociales, como hace el pensamiento “moderno”. Dados los peligros y amenazas que se aceleran y estrechan sobre el próximo futuro de nuestra especie, necesitamos con extremada urgencia comprender que podemos seguir existiendo “naturalmente”, como animales racionales que han evolucionado a partir de un instinto singular, de conciencia ética y ecológica, que nos distingue del resto de animales y nos hace responsables de cuidar la diversidad y calidad del conjunto de la vida.

En el camino hacia ese nuevo paradigma, empecemos por comprender que en el pasado existieron otras y diferentes “modernidades”, y que siempre tenemos abierta la posibilidad de crear otras formas de vivir, y de organizarnos evitando el Capitalismo y el Estado,  que la actual modernidad ni es tan singular ni tan insuperable.El arqueólogo David Wengrow es autor, junto al antropólogo David Graeber, del libro “El amanecer de todo”. En este vídeo (con subtítulos en castellano) explica muy bien la  existencia de esas antiguas modernidades:

David Wengrow: https://youtu.be/8SJi0sHrEI4

Adjunto también, la versión en audio del libro El amanecer de todo

Nota:
(1) Del libro "Sociología de la libertad" (2008), de Abdullah Ocalan.Este libro es el tercer volumen de una obra de cinco volúmenes titulada "El Manifiesto de la Civilización Democrática". El objetivo general de los dos volúmenes anteriores consistió en aclarar lo que implicaba el poder y la modernidad capitalista. Aquí, Öcalan presenta su original tesis de la civilización democrática, basada en su crítica a la modernidad capitalista.


 

martes, 28 de febrero de 2023

REPENSAR EL FETICHE MODERNO DE "NACIÓN"


Gracias a mi relación personal con la gente de Abya Yala, me llega una videoconferencia de Rafael Bautista Segales  titulada “Pensamiento político y descolonización”, que enseguida suscitó mi interés y que recomiendo ver y escuchar atentamente, mediante este enlace: 

Conferencia de Rafael Bautista Segales

En marzo de 2022 dimitió de su cargo en el gobierno boliviano el escritor, pensador y filósofo boliviano Rafael Bautista Segales, considerado el hombre de confianza de David Choquehuanca (*). Ocupaba el cargo de director general de “Geopolítica del Vivir Bien y Política Exterior” de la Vicepresidencia y renunció, "desgastado", según sus propias palabras, por la “dictadura técnico-administrativa que no le ha permitido continuar la ejecución de proyectos de soberanía hídrica, alimentaria, medicinal y energética".

En su carta de renuncia venía a reconocer que "el laberinto burocrático que creíamos inicial, pero que ha resultado infinito", ha recortado su novedosa experiencia a nivel de la Vicepresidencia. Afirma que nada de ese trabajo fue valorado por “la mezquina y torva mirada de la burocracia convertida en poder desnudo e instrumento de dominación y represión continua”. (Fuente: periódico digital “El insurgente”, Bolivia, 2022).

En su conferencia, Rafael Bautista Segales hace un buen diagnóstico de la situación y lo explica muy bien, lástima que cuando entra a esbozar su propuesta estratégica no pueda evitar incurrir en grave contradicción con su previo y propio diagnóstico. Su propuesta estratégica es perfectamente contradictoria cuando apuesta por un “nuevo” Estado-Nación indígena, manteniendo el mismo fetiche -el de “nación”- inventado por los modernos Estados precisamente para destruir las comunidades convivenciales, incluidas las indígenas. Aún gobernado por una mayoría, fuera indígena o feminista, cualquier Nación-Estado no podría dejar de ser lo que siempre ha sido y es: el fetiche instrumental inventado por el Estado burgués-moderno para la dominación. 

Confiar en ese milagro es tan ilusorio como esperar que el patriarcado desaparezca mediante un parlamento nacional-estatal con mayoría de mujeres. El Estado no puede ser otra cosa que instrumento de dominación y la “Nación” es su fetiche por excelencia. Su disipación es condición necesaria para la superación del paradigma burgués de la Modernidad que propone Rafael Bautista Segales. Es condición  necesaria para todo proyecto revolucionario orientado hacia la descolonización-emancipación de la existencia humana, en todas las latitudes de la Tierra común; lo que es perfectamente compatible con la natural diversidad de culturas y formas de organizar la propia vida y soberanía de las comunidades humanas. 

Superar el fetiche de la “Nación”, propio del sistema estatal-mercantil de dominación, creado por el pensamiento “moderno”, es la última frontera a derribar en el camino hacia la construcción del nuevo paradigma integral de la emancipación humana, necesariamente ético, ecológico y comunitario a escala glocal... ¿pero tánto cuesta imaginar la democracia en su genuina forma comunitaria-directa-convivencial? , ¿la ayuda mutua y la solidaridad entre las comunidades humanas en modo de libre asociación, mancomunada y/o confederada, conservando la plena autonomía de personas y comunidades sin necesidad de sometimiento a ningún aparato estatal?, ¿por qué habría de ser imposible un pacto glocal, entre personas y comunidades, para declarar a la Tierra y al Conocimiento humano como Procomún de uso universal, por la vida en general y por la especie humana en particular?...¿y a qué viene seguir promoviendo esa idea  moderna de una "comunidad nacional", tan extraña a los pueblos y tan propiamente burguesa?

Con todo mi afecto, le digo a Rafael BS que  la revolución comunitaria, integral y glocal, necesaria para superar la distopía patológica en la que estamos atrapados, precisamente consiste  en impedir la destrucción de las comunidades a cargo de ficticias "comunidades nacionales" de creación estatal, para poder llegar así a glocalizar nuestra relación simbiótica con la Tierra común,  a la vez que la empatía entre humanos. Este es el nuevo paradigma que me atrevo a resumir como proyecto de un mundo procomún de la vida...en el que yo soy si Tú eres.

Nota:

(*)David Choquehuanca Céspedes es dirigente sindical y político boliviano de origen aimara. Es el vicepresidente de Bolivia desde el 8 de noviembre de 2020, tras vencer en las elecciones presidenciales con el 55 % de votos en tándem con Luis Arce como presidente, abanderado por el MAS-IPSP. Anteriormente, fue ministro de Relaciones Exteriores de Bolivia entre enero de 2006 y enero de 2017, durante el primer, segundo y tercer gobierno de Evo Morales. Entre 2017 y 2019 también ejerció como secretario general de la alianza ALBA (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América es una organización internacional de ámbito regional, fundada en 2004 por países de América Latina y el Caribe, con énfasis en la lucha contra la pobreza y la exclusión social con base en ideologías de izquierda).



 

sábado, 25 de febrero de 2023

AS BESTAS MODERNAS


Ya dije que el éxito del pensamiento burgués, o moderno, consiste en una sistemática y hábil inversión de conceptos. 

Si aspiras a ocupar el lugar de tu jefe, tienes que hacer tu campaña cantando las maravillas de la empresa moderna e innovadora, abierta a la participación democrática de los empleados, poniendo a parir al viejo modelo de la empresa autoritaria, tienes que mostrar públicamente lo progresista, demócrata y moderno/a que tú eres, y así tu jefatura tendrá un buen seguro por una larga temporada, al menos mientras perdure tu imagen de empresario/a moderno/a en la memoria de tus empleados y empleadas. Y si planeas asesinar a alguien, lo mejor que puedes hacer, previamente, es adularle públicamente, preparar con tiempo tu coartada. Algo parecido es lo que hizo Napoleón, y mira, le valió ser emperador absoluto en contra del absolutismo y en nombre de la libertad, la igualdad, la fraternidad y la República.

Así, con ese inteligente truco, te puedes permitir el lujo de tener una sirvienta guatemalteca a la que tratarás como amiga, porque lo haces para ayudarla, y a la que no contratarás, ni asegurarás, para no humillarla, porque tú eres su amigo, un igual, generoso, progresista y muy moderno. O puedes ser una ejecutiva tan capacitada y eficiente como cualquier machito-ejecutivo-prototipo del patriarcado capitalista, pero tú no, tú tendrás buena conciencia siempre que ejerzas tu patriarcado en defensa del derecho a la igualdad de las mujeres, como conquista tuya, de tu moderna liberalidad y tu feminismo.

Aunque no lo parezca, estoy hablando de “as bestas”, también de la película, cuyo interés, más que en la historia que cuenta, reside en los comentarios e ideas que suscita. La película ha gustado mucho a los ecologistas modernos, partidarios de las energías renovables aunque sospechen que no son renovables, pero que las defienden a condición de que no jodan un imaginario paisaje “rural-natural”, que no existe. Y les ha disgustado a los neorrurales y modernos defensores de un medio social-rural  igualmente imaginario, campesino y tradicional, que tampoco existe. Por lo tanto, me parece a mí que con estos precedentes se trata de una discusión bastante estéril en el fondo, que genera una forzada polarización de opiniones, muy artificial y no menos imaginaria, pero que resulta bien útil al principio moderno de inversión conceptual... ¡qué buen truco! , no me extraña que haya sido exitoso por más de tres siglos.

Según la ONU, los campesinos son responsables del 80% del alimento producido en el mundo y, sin embargo, también es la población más propensa a sufrir hambre. En Europa solo el 25% de la población habita las zonas rurales. En el Estado español, el 15,9% estaba censada en municipios rurales en 2020. Estos municipios suponen el 82,0% del total y ocupan el 84,0% de la superficie estatal.

Menos de un 4% de la moderna población rural europea es profesionalmente campesina, el resto es perfectamente moderna, dedicada a los mismos oficios que las poblaciones urbanas, de servicios, burocracia y comerciales, con la única diferencia de una mayoritaria presencia de gente mayor, masculina y pensionista, contaminada igualmente de  la urbana modernidad, con sus mismas dependencias del Estado y sus mismos hábitos urbanos, de consumo mercantil y cultural. 

Yo he visto igual solidaridad vecinal en pueblos que en ciudades, pero solo en casos de accidente o catástrofe, y cuando la gente está realmente jodida; pero solidaridad no es comunidad, le falta mucho, lo es solo en modo prepolítico. ¿De qué población rural-tradicional estamos hablando, si no existe?, ¿de la medieval y relativamente asamblearia y comunal; de la que vivió en los industriosos siglos XIX y XX, dispuesta a emigrar en cuanto pudiera; de la europea de los años que siguieron a las dos primeras guerras mundiales; o hablamos de la sociedad rural de los años de la posguerra civil española? Me lo aclaren.

La población rural-tradicional no sobrevivió a la Modernidad, hace mucho que no existe porque emigró o fue emigrada, que viene a ser lo mismo. El desarrollismo económico del Estado franquista, desplegado a partir de los años sesenta y luego la política agraria de la UE, la PAC, era para eso, para "modernizar" los pueblos y campos españoles y europeos, instaurando un modelo de explotación agropecuaria industrial y comercial, dejando tras de sí un rastro de casas molineras deshabitadas y tierras bien baratas, a precio de saldo muy tentador para los modernos negocios del comercio alimentario, del turismo rural-escénico, de los campos de golf y deportes de aventura, como para el negocio inmobiliario dedicado a la construcción de chalets adosados para pijos con jardín, en parcelas próximas a las oficinas y fábricas de la moderna metrópoli...y es que el mundo moderno es burgués (urbano) y no existe otro mundo. 

Y no es de ahora, que ya hace mucho que lo es, gracias a la masiva repoblación de las ciudades con emigrantes campesinos que, por cierto, ha sido reactivada en los últimos años, promovida por los modernos Estados y Mercados de la globalización. Inmigración como negocio, sí, pero con diferente intención: ahora es para desviar el cabreo de las clases medias en la decadencia del Estado de Bienestar capitalista, para contener los salarios con mano de obra barata, para utilizar a los nuevos emigrantes como sospechosos y presuntos competidores en la lucha por el trabajo y la supervivencia, arrojados al mercado como chivo expiatorio, para distracción de las masas urbanas modernas, as bestas.

El paisaje rural que muestra la película engaña con o sin querer, contribuye al exitoso mecanismo de inversión conceptual: el sucedáneo por el original, es decir, cuando el imaginario construye la realidad. Genera polarización y una confusión perfecta, bien palpable en los comentarios que provoca esta película. La sociedad rural retratada en "As bestas", con su bestialidad, con el odio por el extranjero que transpira, con su miserable peseterismo, súbitamente vuelto ecologista, partidario de ecológicas energías que ni son ecológicas ni renovables, oculta en su reverso la patética modernidad de una sociedad rural fosilizada, no menos sumisa, corrupta y moderna que la urbana, solo que bien escenificada tras la tramoya de un salvaje escenario “rural-natural”. Todo muy bien interpretado y al inverso modo moderno. Lo sé porque vivo allí y porque yo mismo llegué impulsado por la imagen idílica de mis abuelos campesinos, Rosa y Nicolás.