Creo que el presente ya está diseñado y que sólo podemos
intervenir en el diseño del futuro. Y creo que a pesar de las inmensas dificultades, en esta tarea podríamos disponer de cierta ventaja sobre el capitalismo, nada interesado por el futuro y
exclusivamente concentrado en el corto plazo, es decir, en el presente.
Lo que sigue son unas pinceladas prospectivas, que comparto públicamente a modo de “munición
para disidentes”, plagiando el título de
un libro de Tomás Ibáñez, psicólogo social, catedrático e histórico activista
libertario. A esta propuesta la denomino “democracia
comunitaria”, pero también podría llamarse de otra manera, si alguien encuentra
una denominación más acertada. La resumo como una propuesta de organización
social basada en los principios morales
de libertad, autonomía, igualdad y fraternidad (¡LAIF!). Como armazón de la misma
propongo tres ideas-fuerza:
A. La
Tierra es
patrimonio de toda la humanidad y la actual apropiación privada del suelo y sus recursos es el principal
obstáculo para la igualdad de las
personas y para el progreso comunitario, haciendo imposible la gestión sostenible de
los recursos naturales y perpetuando la amenaza a la supervivencia de la especie humana.
B. La
Democracia sólo
es digna de tal nombre si no excluye a las personas e integra las
tres dimensiones básicas de la igualdad: social, económica y política.
C. La
Participación
democrática sólo es real si es directa y local, es decir, sin delegación de
poder y ejercida en el ámbito comunitario y vital de las personas.