Por e-correo, acaba de llegarme un artículo de Jaime
Izquierdo, recién publicado en la edición digital de La Nueva España. Me
gusta, porque explica muy bien lo que a mí me cuesta
tanto acerca del valor de la cultura rural. Conozco personalmente a Jaime a
través de diferentes encuentros y con motivo de mi trabajo anterior, como agente de
desarrollo rural. Hace un par de meses tuve la suerte de escuchar una conferencia suya en Reinosa, invitado por el grupo "País Románico". Para mí es un claro referente en esta materia. Ha sido asesor de la
ministra anterior de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino –con muy escasos resultados, por lo que parece
desde fuera- y no sé si lo sigue siendo de la actual ministra.
Jaime Izquierdo ha
escrito varios libros (1), todos muy interesantes y principalmente dedicados a su reivindicación, convertida en pasión
intelectual, sobre el valor de la
cultura rural. Tengo en común con él a Jhon Berger como referencia intelectual, ética y, probablemente, política. Jaime ha escrito ya unos cuantos libros sobre todo ésto, que si bien están ambientados en el paisaje rural asturiano, tienen un alcance universal (o al menos europeo) a favor de la cultura campesina,... “en el futuro, si queremos conservar el
paisaje y la biodiversidad, y lo que llamamos naturaleza, debemos activar las
culturas campesinas”.
Le considero autor del concepto de
“biocracia” como pecado capital del ecologismo dominante, centrado éste en una
visión parcial (biocrática) del medio natural, que resulta perfectamente asumible por el liberalismo capitalista. En una entrevista, con ocasión de
la presentación de su libro "El regreso del señor Hoffmann y otros relatos
de ambiente entero", decía Jaime:
Efectivamente, hay un juego de palabras con respecto al
"medio ambiente". En castellano, el concepto "medio"
significa mitad, y a mí me da la impresión de que para algunos trabajar con el
medio ambiente es trabajar con la mitad, es decir únicamente con aspectos
vinculados a la fauna silvestre, a la biología de la conservación, sin entender
que los entornos rurales, sobre todo en Asturias, no son naturales, son
culturales. Es la síntesis entre una interacción de diferentes culturas.
También le he oído decir que "los espacios naturales puros no existen, que sin manejo no hay
conservación, que no se puede entender el paisaje asturiano (sic, o de la Cordillera Cantábrica,
o de las montañas europeas) sin la aportación del campesinado. La conservación
depende de que encontremos el sistema agroecológico y económico adecuado.
Podemos imaginarnos un parque cualquiera, si quitas a los jardineros, a los
tres años no hay quien entre…el problema es que trabajar en el campo es muy
sacrificado, sí, y mal remunerado y sin descansos. Por ello, necesitamos
resolver dos cuestiones básicas: la primera es visualizar que sin el manejo no
hay conservación; y la segunda es generar una profesión nueva (¿ecocultor?),
que solvente lo que ya no solventa la vida campesina".
Espero con mucho interés la aparición
del libro que actualmente está preparando,“La casa del padre”, que estará dedicado a esta propuesta crucial. Mientras tanto, podéis leer a continuación el
último artículo de Jaime Izquierdo, recién publicado en la edición digital de La Nueva España: