domingo, 17 de abril de 2022

¿POR QUÉ LAS IZQUIERDAS ESTÁN CONDENADAS A PERDER SIEMPRE, INCLUSO CUANDO GOBIERNAN?

 

La trampa-contradicción entre teoría y práctica (éthica y moral)

Lo resumiré con una explicación sencilla tomada, hasta donde es posible, al margen de la infoxicación totalitaria que promueve la propaganda del conocimiento paracientífico dominante, cuya confusa, deliberada e implícita complejidad esconde, la mayor parte de las veces, aquello que es obvio y que, precisamente por serlo, pasa desapercibido. Ësta es mi respuesta: porque las izquierdas, desde sus orígenes, comparten con las derechas el mismo culto por la Propiedad y la Jerarquía, modernamente actualizadas como Capitalismo y Estado. Siendo así, quienes ocupan la realidad, gracias al poder real que proviene de la alianza propiedad/estado (o sea las derechas), tienen todas las bazas para ganar siempre, incluso cuando temporalmente no gobiernan.

Acabo de leer el último libro de Heleno Saña, esclarecedor como todos los suyos, dedicado a reflexionar sobre la dualidad humana, esa constitución del ser que le permite consciencia de sí, de su propio y libre comportamiento en sociedad; ética y moral, teoría y práctica o costumbre, del ethos o del “ser” social propiamente humano, una dualidad que le permite optar entre obrar bien o mal, no como categorías abstractas, sino como concreto comportamiento social/antisocial, donde las finalidades de individuo y sociedad se identifican. Y aquí reside el nudo gordiano que explica la enfermedad, la esquizofrenía, que padecen las izquierdas, como la autista comodidad de las derechas en un mundo construido a su medida.

Urge desvelar esta perfecta mentira científica, que sostiene una civilización que me permito seguir denominando “neolítica” con científica argumentación histórica. No existen, ni pueden existir, sociedades “libres”, esta expresión es un absurdo oximorón, es como decir “nieve negra”, que se puede decir, cierto, a sabiendas de que es un imposible, porque la nieve es blanca o no es nieve y ésto es una verdad absoluta, ya que lo más que se puede hacer es teñir la nieve de negro. La libertad es cualidad de la conciencia que emana de un cerebro y solo tiene cerebro el individuo, no existe un cerebro colectivo, ni los pueblos ni las naciones tienen cerebro propio, ésta es una expresión literaria, pura ficción, la misma ficción mental que provoca la esquizofrenia en la que están atrapadas las izquierdas desde su común origen proletario/burgués, como mínimo desde la revolución francesa. El individuo social es naturalmente empático, por su conciencia sabe distinguir entre obrar bien o mal, su ethos le lleva a considerar al prójimo como a un igual, le obliga al deber de convivir con normas sociales dirigidas al bien común. Va contra su propia conciencia empática todo orden social que promueva el mal, sea contra él o contra cualquiera de sus iguales, mientras que un individuo carente de empatía, imagina y promueve unas normas “universales” que le favorezcan a él aunque hagan daño a los “otros”. Esta es la patología propia de las derechas, la de un individuo que entiende la sociedad ordenada en función de su propio interés y hace de este deseo una categoría de gobierno universal; de ahí su natural comodidad con el mal social que es en sí el orden jerárquico, el Estado y su imposible democracia, que ordena la sociedad como “natural” sistema de dominio sobre la propiedad de la Tierra, del Conocimiento y de las vidas de los “otros” humanos, los desposeídos, los no gobernantes.

Creerse representante del bien, al tiempo que profesar el culto al mal social que es la Propiedad y el Estado, es el origen de la esquizofrenia mental que destruye a las izquierdas, es lo que frena e imposibilita la revolución integral necesaria. No hay solución al colapso de la civilización que presentimos próximo, que no pase por la cura de estas dos enfermedades: la esquizofrenia de las izquierdas y la autista carencia de empatía que padecen las derechas. Permítame Heleno Saña completar su reflexión: una sociedad sana no puede ordenarse sobre la misma dualidad del individuo, no puede ordenarse sobre esta ambigüa dualidad, que es la propia de la enfermiza doctrina liberal, una sociedad sana solo puede inclinarse éthicamente por el bien moral, del Común humano, necesariamente. Nunca desaparecerá esa tensión o conflicto entre individuo y sociedad, pero no por eso tenemos que admitir que la sociedad legisle a favor del mal, ni siquiera en condiciones de igualdad con el bien.

Pero vayamos al simultáneo origen histórico de izquierdas y derechas: Revolución Francesa, primeras décadas de la revolución industrial y últimos años del siglo XVIII, reinado de Luis XVI, la revolución es el levantamiento popular del llamado Tercer Estado, integrado por burgueses y proletarios, contra los otros dos Estados, los respectivamente integrados por religiosos y nobles, por la autoridad religiosa los primeros, propietarios del conocimiento, y los otros, los feudales señoríos territoriales, como autoridad legal y militar propietaria de tierras y vidas. Los representantes, burgueses y proletarios, de quienes se enfrentan al poder de curas y nobles, se reparten los asientos de la Asamblea, unos a la derecha y otros a la izquierda...y así hasta ahora van ya 233 años.

Espero que alguien pueda convencerme del orígen civil y moderno del Estado-Nación, contra la evidencia histórica de su neolítico orígen religioso, como ciudad-estado, en la región sumeria del Creciente Fértil, hace no menos de 6.000 años. Su legitimidad histórica se sostiene solo a partir de la ancestral, continuada y sumisa creencia en un “orden jerárquico natural”, que establece un orden social naturalmente supeditado a la autoridad política-estatal, cultural y militar, representante en la Tierra de la divina Justicia, que “así reina en la Tierra como en el Cielo”.

Veáse también el mismo origen neolítico/mental de la institución del derecho “natural” de Propiedad, del derecho a la apropiación individual o tribal del Conocimiento, de la Tierra y por extensión, de las especies incluida la humana. Obsérvese el absurdo científico montado históricamente sobre el falso supuesto de que puede ser apropiado aquello que es inasible por ser inmaterial, como lo es la creatividad intelectual, todo el conocimiento humano producido en sociedad y en relación dialéctica y simbiótica con la Naturaleza de la que nuestra especie forma parte inseparable.

Y me digan, con razonamiento bien científico, si la institución del Patriarcado como derecho “natural” a la apropiación de la vida de “mujeres-madres legítimas”, garantes de una herencia igualmente legítima, o la institución de la esclavitud, aún en su contemporánea forma asalariada, como apropiación de la vida de los trabajadores y de la servidumbre de la Hacienda, no provienen ambas instituciones de la atávica creencia en un hipotético “derecho natural” a la Propiedad de la Tierra, del Conocimiento y del Gobierno. Este derecho de presura sobre la Naturaleza y sobre las vidas humanas, al servicio de la Propiedad y el Gobierno, pudo pasar por “natural” durante los religiosos siglos pasados, pero hoy ya no se sostiene, no en un mundo sobrepoblado y al borde del colapso energético, climático, ecológico y existencial al cabo. ¿Quién podrá convencerme, con mínima seriedad científica, que hay una posible solución ecológica (como esa broma de la Transición Energética, del Green New Deal o de la Agenda 2030), mientras persista el neolítico “derecho natural” a la apropiación mercantil de los comunales universales que son la Tierra y el Conocimiento, sobre los que hoy sólo es razonable un derecho de uso igualmente universal?, ¿quién, mientras persista el orden jerárquico que consagra la subordinación de las vidas humanas al orden patriarcal y comercial que gobierna el mundo, esa ancestral alianza de oligarquías propietarias y gobernantes? ¿quién, mientras siga vigente el pacto social por el que nos regimos, un pacto que hemos suscrito (sin saberlo), según la cachonda teoría del filósofo Thomas Hobbes (1), autor de el Leviatán?

Espero otra explicación mejor, a la que me sumaré con entusiasmo. Mientras espero que alguien pueda convencerme con un paradigma mejor, lo que propongo es un nuevo pacto social, un Pacto del Común, global y local, a partir de estos principios básicos: 1º.Principio de posibilidad: sí hay alternativa. 2º.Principio de emancipación universal: la autoconstrucción del sujeto empático, político en modoccomunitario, para el cuidado de sí, de la vida y de la Tierra en su conjunto. 3º.Principio de legítima propiedad: por el derecho de uso responsable del Procomún universal (Tierra y Conocimiento). 4º.Principio de democracia real (local y directa) y de solidaridad global (mancomunada y/o confederal).

 Nota:

(1) Leviatán, o La materia, forma y poder de un estado eclesiástico y civil  comúnmente llamado Leviatán, es el libro más conocido de Thomas Hobbes, filósofo y político inglés. Publicado en 1651, su título hace referencia al monstruo bíblico Leviatán, de poder descomunal ("Nadie hay tan osado que lo despierte... De su grandeza tienen temor los fuertes... No hay sobre la Tierra quien se le parezca, animal hecho exento de temor. Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre todos los soberbios") La obra de Hobbes, marcadamente materialista es una justificación del  Estado Absoluto, a la vez que  la proposición teórica del Contrato Social, por el que establece la doctrina del derecho moderno como base de las sociedades y de los gobiernos legítimos.  



domingo, 10 de abril de 2022

CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS, DE MARGA MEDIAVILLA (HABAS CONTADAS)


A Pablo Iglesias no hace falta presentarle, todo el mundo sabe quién es el exsecretario general del partido Podemos y exvicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030 del Gobierno de España entre 2020 y 2021. Pero poca gente sabe quién es la persona que le dirige esta carta abierta, Margarita Mediavilla: licenciada en Ciencias Físicas y doctora  por la Universidad de Valladolid, actualmente es profesora titular en el Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática de la Escuela de Ingenierías Industriales de esta misma Universidad. Sus líneas de investigación se centraron en la ingeniería de control y la robótica hasta el año 2003, en que orienta su investigación hacia la energía y la sostenibilidad. Desde el año 2008 sus líneas de investigación se centran en la Dinámica de Sistemas aplicada a modelos energía-economía-medio ambiente (WoLiM, MEDEAS) y al estudio de la transición hacia las energías renovables en el contexto del agotamiento de los recursos fósiles y cambio climático. Desde el año 2016 trabaja en el proyecto europeo MEDEAS (http://www.medeas.eu/), cuyo objetivo es la creación de una nueva herramienta para la toma de decisiones en la transición de la Unión Europea hacia un sistema energético sostenible. Participa en publicaciones y foros de debate como el blog Ultima Llamada (http://www.eldiario.es/ultima-llamada/), la Revista 15/1515 (https://www.15-15-15.org/webzine/es/) y el Foro Transiciones (http://forotransiciones.org/), así como en movimientos de fomento de la soberanía alimentaria y el consumo ecológico (Ecogermen http://ecogermen.com/) y en Ecologistas en Acción. Sus artículos de divulgación y publicaciones no académicas se recogen en su blog Habas Contadas https://contadashabas.wordpress.com/.

Reproduzco aquí su carta porque en ella Margarita da en el clavo de un debate hasta ahora evitado por las izquierdas, a las  que pienso les va a salir muy caro su acrítico seguidismo pseudocientífico, más bien político, al rebufo de la verdad corporativa del Estado y de la todopoderosa industria farmacéutica.  Aunque se tarde un tiempo, no podrán evitar los juicios y condenas pendientes, menos aún el debate pendiente, a partir de datos realmente científicos. Se tardará, pero no podrán ocultar el manoseo informativo que logró adocenar sumisamente a la sociedad española, la más sumisa de toda Europa, incapaz de exigir de sus gobernantes una información realmente científica y no  pura propaganda.   Este es el texto de la carta, publicada el pasado 5 de Abril en su blog "Habas Contadas":

Estimado Pablo,

Hace unos meses pude ver aquella entrevista tuya en la que arremetías con enorme beligerancia contra quienes han optado por no inyectarse las vacunas covid y defendías la vacunación obligatoria. Me sorprendió enormemente, más que tu mensaje en sí, la vehemencia y seguridad con que hablabas de una medida que, en aquellos momentos, se me antojaba, como mínimo, inmensamente compleja y espinosa.

He de reconocer que la lógica que exponías en tu discurso era clara como el agua y perfectamente coherente. Decías, más o menos, algo así: “si es cierto que las vacunas son la única solución conocida a una enfermedad que está saturando las unidades de cuidados intensivos, es lógico que sean obligatorias para poder proteger a las personas más débiles que necesitarán el cuidado hospitalario”.

Tu razonamiento es lógicamente perfecto. Se basa en valores de solidaridad, cohesión social y cuidado de los más débiles que suscribo completamente. Pero la lógica y los valores sólo son instrumentos útiles cuando se basan en premisas verdaderas. La lógica necesita del empirismo. Sin ese cuidadoso análisis de los datos que nos permite acercarnos lo más honestamente posible a la realidad, la lógica se convierte en entelequia manipulable y capaz de llevarnos a las mayores aberraciones.

Tampoco los valores altruistas sirven para mucho cuando son conducidos ciegamente. No deberíamos olvidar la cantidad de veces que valores como el “compromiso social” el “amor a la patria” y la “caridad cristiana” han sido utilizados a lo largo de nuestra historia para quemar herejes, fusilar ilustrados o enterrar vecinos en las cunetas.

Y me temo, Pablo, que ese razonamiento tuyo tan impecable estaba basado en tres premisas cuya veracidad, a estas alturas, no sé si todavía eres capaz de sostener: que las vacunas eran la única solución y que son seguras y eficaces. Porque imaginemos, por ejemplo, que los datos confirmasen algo que en estos momentos todavía suena bastante “conspiranoico”, pero quizá algún día se convierta en la versión oficial (como tantas otras cosas que han cambiado de bando estos meses): que las vacunas tienen muchísimos efectos adversos y, aunque reducen muertes por covid, causan más ingresos en UCI de los que evitan. Si esta suposición que ahora parece “rocambolesca” se confirmase, Pablo, tu clara y coherente lógica se volvería contra ti y te acusaría de ese crimen que ves en los otros: de la muerte de los más débiles, no tanto por egoísmo, como por inconsciencia.

¿Cuál es la diferencia entre la lógica del ideal solidario y la lógica de la barbaridad extrema? Ninguna. Lo que separa la barbaridad del heroísmo es la conciencia, la sensibilidad ante la realidad, la visión libre de dogmas y prejuicios.

Y bien… ¿qué nos dice la realidad? Para saberlo es preciso revisar los datos, todos los datos, no solo aquellos que aparecen en los medios de comunicación de masas, que sabemos bien (y tú más que nadie, Pablo) a quién pertenecen.

No soy experta en biología, ni médico ni epidemióloga, pero mi trabajo consiste en revisar y analizar cientos de estudios científicos. A mediados de 2020 empecé a analizar estudios sobre esta enfermedad que estaba condicionando tantísimo nuestras vidas y tropecé con un aspecto especialmente insidioso: los ensayos clínicos de los tratamientos precoces. A la luz de los datos que empezaron a destapar notables médicos y científicos de todo el mundo (y que me tomé el trabajo de revisar desde las fuentes originales, cosa que pocas personas hacen) la brillante narrativa oficial del “seguras, eficaces e imprescindibles” se empezó a hacer añicos en mi mente.

No voy a explicar los estudios que me llevaron a dudar en un primer momento y a confirmar, más adelante, que el discurso oficial estaba lleno de peligrosísimas verdades a medias, porque convertiría esta carta en un texto ilegible, pero, para quien quiera tomarse el trabajo de revisarlos, he escrito varios posts[1] y existen buenas recopilaciones[2]. A estas alturas, quien quiere abrir los ojos, puede ver que hay millones de datos que muestran que el discurso oficial sobre la covid y las vacunas ha estado lleno hasta arriba de inconsistencias.

Existen pocas personas en este mundo con conocimientos científicos suficientes para juzgar si, como afirman los doctores de la FLCCC, se conocen ya más de una docena de tratamientos precoces cuya eficacia es superior a la de las vacunas y cuyo uso podría haber salvado millones de vidas; o si, como afirman los doctores Peter McCullough, Tess Lawrie, Luc Montagnier  o Robert Malone, las vacunas covid son las inyecciones más tóxicas de la historia de la medicina[3]. Pero lo que sí tengo conocimientos suficiente para juzgar (tanto yo como cualquier persona que lea inglés, tenga una formación mínima y se tome la molestia), es que existe una cantidad inmensa de información científica sólida y enormemente relevante para la vida de millones de personas que debería hacer sido debatida extensamente en los medios de comunicación, en los parlamentos y en todo tipo de organizaciones sociales  y, durante dos años, ha sido marginada, silenciada, censurada…y, lo que es peor, autocensurada.

A pesar de que la pandemia ha salido súbitamente del foco de atención mediático (o quizá, precisamente, por ello) es de una importancia extrema que la sociedad preste atención a las cicatrices que estos dos años han dejado en el tejido social. Creo que no exageran quienes dicen que 2020 dio paso una nueva época histórica con unas tendencias políticas extremadamente preocupantes que algunos llaman “globalismo”.

No creo que lo que estamos viendo estos años sea la manipulación “de siempre”, como me decís muchos amigos y amigas a quienes intento explicar (inútilmente) la imperiosa necesidad de que vuestras organizaciones reaccionen. Y lo creo, no sólo porque la cantidad de información ocultada es varios órdenes de magnitud mayor, sino porque se ha establecido un peligroso precedente que podríamos llamar “la excepción sanitaria”: el miedo a criticar la oficialidad en cuestiones relacionadas con la salud.

Personas y organizaciones que durante décadas habéis sacado a la luz numerosas corrupciones empresariales y gubernamentales, estáis teniendo unos reparos ridículos a la hora de investigar la corrupción farmacéutica que ha acompañado a la pandemia, porque, decís “no ser expertos en medicina”.  Es cierto que la avalancha informativa es inmensa y es lógico que nos sintamos incapaces de distinguir la realidad de la falsedad, pero ¿no podemos siquiera exigir a las autoridades sanitarias que nos expliquen bien los datos y promuevan debates públicos entre científicos sin conflictos de intereses? ¿Tan peligroso es dejar debatir públicamente a todas esas personas a las que se ha silenciado y marginado por ser “antivacunas”? Peligroso…¿para quién?

Podríamos debatir, pero no lo hacemos, porque la manipulación mediática no sólo ha crecido en magnitud sino en calidad. Los medios de incomunicación de masas han trabajado extensamente los prejuicios y han conseguido que la izquierda y gran parte de sus mentes más lúcidas renuncien voluntariamente a saber. ¿Veremos dentro de unos años cómo a la “excepción sanitaria” se suma la “excepción ecológica”, la “excepción política”, o la “excepción tecnológica” y nos acostumbramos a ver con malos ojos el pensamiento crítico y el tener opiniones disidentes de las versiones oficiales en todo?

La ausencia de debates reales sobre este tema ha hecho extremadamente difícil informarse, pero los datos están ahí para quien se tome el trabajo de revisarlos. Lo malo es que revisar los datos no sólo requiere tiempo, también requiere humildad, porque es frecuente que los datos nos digan que todo aquello en lo que creíamos es mentira. Quizá por eso este país ha sido el menos crítico con las vacunas de Europa:  nunca hemos sido muy dados a la humildad ni tampoco al empirismo.

Es mucho más sencillo y agradable “crearse una opinión” a través de las “narrativas” que se nos ofrecen, y durante estos dos años se han utilizado narrativas muy hermosas. Se nos habló de la necesidad de contar con “un estado fuerte que imponga medidas orientadas al bien común”. Esta es una narrativa muy del gusto de la gente de izquierda por todos esos valores “socialistas” del compromiso, la responsabilidad, el esfuerzo colectivo, la sanidad pública, etc. Ha sido también una narrativa “ecologista”, al asociarse la pérdida de biodiversidad con las pandemias e incluso “feminista” por el empleo de la palabra “cuidados”.

Pero, si los insidiosos datos empiezan a hablar, quizá nos demos cuenta de que la preciosa narrativa no era más que un vulgar cuento y no ha habido estados fuertes protegiendo el bien común sino algo mucho más parecido a lo de siempre: gobiernos que actúan al dictado de los grandes fondos de inversión internacionales con los que estamos endeudados hasta las cejas.

He visto que la cuna del hombre la mecen con cuentos, que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos, que el llanto del hombre lo taponan con cuentos, que los huesos del hombre los entierran con cuentos …decía León Felipe

Aquellos que nos decimos de izquierda ¿queremos ver la realidad o preferimos cuentos “socialistas, ecologistas y feministas” porque nos han enseñado que criticar las vacunas es “hacer el juego a la ultraderecha”? Porque… ¿quién nos ha enseñado que los antivacunas son de ultraderecha… quizá los mismos que nos enseñaron que la creación de las vacunas de ARNm fue el más fabuloso ejercicio de la ciencia de todos los tiempos mientras escribían en la letra pequeña del artículo que sirvió para su autorización que había el mismo número de muertes en el grupo placebo que el vacunado y no se podía demostrar que redujeran la mortandad [4]?

El gobierno español participó hace unas semanas en la primera reunión del órgano intergubernamental encargado de la negociación de un acuerdo internacional vinculante sobre prevención, preparación y respuesta ante pandemias promovido por la OMS.  ¿Dónde están todas las organizaciones sociales que se opusieron hace años tan activamente a otros acuerdos internacionales como el TTIP?  ¿Van a investigar qué se está negociando en este nuevo tratado internacional? ¿No es muy probable que, como otros tratados internacionales, esté dirigido por intereses corporativos y destinado poner los beneficios de las grandes empresas por delante de las políticas estatales y la vida de las personas?

¿Por qué ahora no hay reacción del movimiento alterglobalización ante un tratado dirigido por una institución financiada ampliamente por multinacionales farmacéuticas y fundaciones como la de Bill y Melinda Gates?  ¿No es un poco vergonzante que la única oposición a esta oleada globalizadora venga de los sectores ultranacionalistas mientras la izquierda alterglobalizacion se alinea con instituciones internacionales que hace muchos años dejaron de estar controladas por los gobiernos democráticos?

El mundo se ha vuelto mucho más complicado desde marzo de 2020. El tradicional eje derecha-liberal versus izquierda-socialdemócrata partidaria del estado se ha roto. Estamos viendo un panorama mucho más complejo de estados permeados por los intereses corporativos, derechas nacionalistas opuestas al globalismo y clases populares sufriendo los intereses de ambos. A todo ello se suma el choque contra los límites planetarios y un más que probable aumento del autoritarismo de tintes “ecofascistas”. La izquierda debe saber posicionarse en este nuevo panorama y ofrecer alternativas para este mundo tan complejo y no caer en la trampa de todas esas narrativas-cuento con las que la poderosa industria mediática digital nos está intentando adormecer.

Publicada originalmente en Diario 16


[1] https://contadashabas.wordpress.com/2021/12/09/dinamicas-incubadas-en-un-ano-de-pandemia-que-deberian-preocupar-al-mundo-ecologista/   https://contadashabas.wordpress.com/2021/02/09/evidencias-y-noticias-sobre-la-ivermectina/

[2] https://contadashabas.wordpress.com/2021/10/24/la-pandemia-desde-otros-angulos-si-se-nos-permite/  https://covid19criticalcare.com/   https://bird-group.org/  https://worldcouncilforhealth.org/  https://c19early.com/

[3] https://tv.gab.com/channel/endtimeevangelist/view/dr-peter-mccullough-vax-most-lethal-61f2de345eb4cb218eb03ed7

[4] Este dato fue presentado por el doctor Joan Ramón Laporte en el Congreso de los Diputados https://odysee.com/@Ant%C3%ADtesis:5/Joan-Ramon-Laporte-congreso   y puede revisarse en el material suplementario de este artículo (tabla S4)   https://www.nejm.org/doi/suppl/10.1056/NE

domingo, 3 de abril de 2022

NO USARÁS LA PALABRA VERDAD EN VANO

Si no sabes para qué hablas” me decía mi padre con cierta frecuencia, provocando mi cabreo como respuesta sistémica. Habitualmente, algo parecido solemos decirnos unos a otros cuando no estamos de acuerdo con lo que nos dice un interlocutor al que suponemos completamente ignorante de lo que dice. Hablamos de todo, sepamos o no sobre aquello de lo que hablamos, hablamos porque somos humanos, el habla es lo que nos ha hecho humanos. El conocimiento viene de la experiencia, que incluye el habla, pero que no es lo mismo; la prueba es que podemos hablar sin conocimiento alguno de lo que se habla. Hablamos sin parar y, si calláramos del todo, dejaríamos de ser humanos, o sería porque estábamos muertos. “No calla ni debajo del agua”, decimos de alguien que habla y habla sin cesar y cuyo silencio agradecemos. Pero seamos compasivos, que ignorar no es lo mismo que engañar, nadie piense que quien no sabe de lo que habla lo esté haciendo con intención de engañar.

Lo cierto es que "verdad" es palabra y concepto problemático para el entendimiento entre conversadores humanos, que eso es lo que somos. La verdad no deja de ser lo que interpretamos acerca de nuestra particular comprensión o conocimiento de algo, que siempre será poco, en general, y bastante provisional cuando lo que "sí sabemos” con certeza es que solo aquello que es inmutable es ciertamente “verdad”, que de nada cambiante podemos afirmar que sea verdad definitiva.

Lo que nos habla la Ciencia (esa parte de la sociedad dedicada profesionalmente al “saber” mediante un método propio), lo que la Ciencia “sabe”, no es, pues, necesariamente verdad; no lo es cuando de lo que habla, su objeto, es cambiante. Menos aún lo es cuando, por esa misma Ciencia, sabemos con certeza que lo único realmente estable es precisamente el cambio mismo. Así, los científicos, y el resto de humanos, podemos decir hoy que la Tierra es redonda porque lo decimos en presente (es), pero si hubiéramos dicho ésto mismo hace no muchos años, hubiéramos sido tachados de ignorantes, de faltar a la verdad y hasta es muy posible que alguien nos hubiera dicho aquello de que ..si no sabes, para qué hablas.

Tampoco sabemos si podremos seguir diciéndolo a futuro, cuando también sabemos que lo más probable es que el planeta acabe hecho trozos informes, como un pedrusco cualquiera de esos que encontramos en cualquier campo, solo que éste flotando errante en el silencio de las esferas.

Deberíamos, pues, poner mucho cuidado en el uso que hacemos de la palabra verdad, todavía más  si la usamos con pretensión científica. A tal respecto, pudiera servirnos este nuevo mandamiento, más o menos científico, que propongo a mis congéneres: no usarás la palabra “verdad” en vano y nunca se te ocurra escribirla con letras mayúsculas”. Pero tampoco vayamos por eso a cortarnos, no, sigamos hablando y no nos agobiemos por buscar la verdad, contentémonos con lo que más se le parezca, por ejemplo, con aquello que sirva a la convivencia y sea lo más conveniente posible al común de las gentes, ¡eso sí que sería una ciencia de verdad!

 


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martes, 15 de marzo de 2022

LA GUERRA DE UCRANIA: ¿POR QUÉ EL IMPERIALISMO SE AGREDE ASÍ MISMO?

 Autor: Karlos Luckas. Fuente: https://karlosluckas.blogspot.com/

 LA GUERRA DE UCRANIA: ¿POR QUÉ EL IMPERIALISMO SE AGREDE ASÍ MISMO?


En unos momentos en que los acontecimientos sobre la crisis bélica de Ucrania se vienen sucediendo en tiempo real, cuando las informaciones son masivas y los análisis abundan, sobre todo en el objetivo de la desinformación, la intención de este análisis es centrarse en aquellas cuestiones geoestratégicas más relevantes que puedan explicar las claves de este conflicto en el marco de las contradicciones inter-imperialistas, y con ello, intentar aportar una explicación basada en lo esencial, aclarando las ideas en medio de un mar de confusiones.

Debe tenerse este análisis como complementario a los ya efectuados por Félix Rodrigo Mora y Antonio Hidalgo. El primero, muy acertado en las cuestiones básicas y de principio, desde una perspectiva revolucionaria; y el segundo, aporta un análisis histórico-político, correcto y muy complet (ambos se pueden consultar en la relación de referencias que se acompaña al final del artículo). 

 


1. El pasado 24 de febrero de 2022, parte de las tropas rusas acantonadas en la frontera de Ucrania comenzaron una operación militar de alto nivel contra dicho Estado, invadiéndolo por varias partes de sus actuales fronteras. Ante ello, la mayoría de los analistas de política exterior y geoestrategia se quedaron perplejos, salvo los estrategas del Pentágono, por una razón muy simple, era justamente la reacción que esperaban de Rusia, de hecho, la deseaban, la buscaban y la propiciaban a partir de una estrategia de continua provocación a Rusia, alentando un cambio de alianzas geoestratégicas de Ucrania desde la crisis de 2013-14, y el contencioso de Crimea, aunque en realidad, el imperialismo occidental viene cercando a la antigua Unión Soviética desde el mismo momento en que ésta comienza a desmoronarse en 1989.

2. Es sabido que, ante el derrumbe de la antigua URSS, a partir de 1989, existió un “pacto” no escrito entre las élites gobernantes de los EE. UU. y Rusia por el que el imperialismo occidental (EE. UU.-Europa) respetaría las fronteras heredadas de la guerra fría en el sentido de que no se extendería la presencia de la OTAN hasta los límites de la nueva Federación Rusa. Sabemos que ello no se cumplió, sino justo lo contrario, en 1997 se toma la decisión, y dos años después se ejecuta, con la ampliación de la OTAN, incorporando a Polonia, República Checa y Hungría, estados todos que pertenecieron al ámbito anterior del Pacto de Varsovia.
 

3. El 11-S significó una agudización de la política exterior imperialista más agresiva por parte de los EE. UU. y, sobre todo, sus aliados más directos, los Estados imperialistas anglosajones, comenzando por Inglaterra, y el sometimiento paulatino de la nueva Rusia, con el pacto de control de armas estratégicas ofensivas de 2002, la invasión de Irak en 2003, y una nueva ampliación de la OTAN con la incorporación de más Estados antiguos “aliados” de la URSS, en 2004, Bulgaria, Eslovenia, Estonia, Letonia, Lituania y Rumanía; posteriormente, Albania y Croacia en 2009. En 2017, se
aprueban los procesos de adhesión en curso de Bosnia y Herzegovina, Georgia y Macedonia (esta última con dificultades por la posición de Grecia). Y finalmente las futuras integraciones previstas de Finlandia, Suecia y Serbia. Lógicamente, aquella que marca el origen del actual conflicto, es la posible incorporación de Ucrania a la UE, y por tanto, a la alianza militar imperialista hegemonizada por los EE. UU., a la OTAN.
 

4. El origen histórico de este conflicto no se encuentra en las simplezas que propagan los medios de “desinformación” de los Estados imperialistas occidentales respecto a una supuesta “maldad” de Putin y argumentos por el estilo. En realidad, lo que sucede es que las diferentes potencias imperialistas mundiales (EE.UU., UE, Rusia y China) se encuentran en estos momentos históricos -como sucede siempre- en una lucha por la hegemonía mundial, partiendo cada una de ellas, respecto de las otras, desde una correlación de fuerzas específica que determina sus políticas imperialistas-militares. Comprender esto requiere especificar la posición actual de cada una de tales potencias.
La primera cuestión es desechar la teoría “conspiranoica” respecto a que el mundo está dominado por una especie de élite multimillonaria que detenta el poder económico, político y militar. La globalización económica, la deslocalización y la migración de capitales en busca de mejores rentas no son más que fenómenos ordinarios de la dinámica del funcionamiento del capitalismo imperialista. Ya Lenin, en su conocido texto El imperialismo, fase superior del capitalismo, lo explicaba, al tiempo que criticaba la posición denominada como ultra-imperialismo. En realidad, los Estados nación modernos, en su fase imperialista, tienen plena vigencia, y son éstos los que deciden, en última instancia, la economía, que nunca ha sido “autónoma”, sino política. Todos los Estados imperialistas, occidentales, orientales o del Oriente Medio, hacen lo propio, invierten masivamente capitales en distintos Estados de todo tipo (EE. UU. invierte en Europa, en China y Rusia, y los demás hacen lo propio, Rusia y China, en EE. UU. y Europa, etc.), son acciones económicas de “beneficio mutuo”, pero siempre prevalecerá, en la perspectiva de la hegemonía mundial, la posición de fuerza de cada cual. Y cuando las condiciones lo exijan, pasarán de unas relaciones económicas de “beneficio mutuo” al enfrentamiento militar. Ello es consustancial con la naturaleza inherente de las dinámicas de los Estados nación y el capitalismo en la época moderna, y la historia de los últimos 300 años lo avalan.

5. Lo más relevante del momento histórico presente es determinar la correlación de fuerzas entre las distintas potencias imperialistas mundiales capaces de disputar la hegemonía mundial (EE. UU.,UE, Rusia y China); solo así podremos conocer los elementos principales de las respectivas estrategias en la compleja geopolítica mundial, y dentro de ésta, la propia situación del conflicto entre Rusia y Ucrania.

El elemento más decisivo y determinante es el declive histórico de los EE. UU., y aliados más inmediatos (el mundo anglosajón). En realidad, el imperialismo de los EE. UU. vino a suponer una prolongación o sustitución del imperialismo de Inglaterra, en apogeo en el siglo XIX, y ya en declive claro a principios de los años 20 del siglo XX. Durante ese siglo, gracias a la posición obtenida por las guerras mundiales, la guerra fría y sus guerras “locales”, realmente de enfrentamiento estratégico con la URSS, los EE. UU. (y aliados anglosajones y europeos) ha ganado la posición hegemónica imperialista mundial, y se ha mantenido como primera potencia militar y económica hasta el presente. Pero, desde los años 70 del siglo XX, a partir de la derrota norteamericana en el Sudeste de Asia, su posición no ha dejado de conocer un proceso de declive histórico, conociendo recientemente un último episodio con el abandono precipitado de Afganistán.
Por tanto, comprender la cuestión del conflicto de Ucrania-Rusia debe ser enmarcado en este contexto. Efectivamente, el fondo de la controversia para los EE.UU. no reside en “enfrentarse a la hegemonía rusa”, ello es solamente una parte secundaria de la estrategia de poder en la política de supervivencia como potencia imperialista dominante, el verdadero rival es la R.P. China, la potencia imperialista en
ascenso, que ya es la primera potencia mundial, desde el punto de vista económico, y aunque aún no militarmente, pero lo será a corto plazo, puesto que se encuentra en pleno desarrollo de la tecnología adecuada, y de los propios armamentos, capaces y necesarios para competir y superar a los propios de los EE.UU. (como las armas hipersónicas).

6. El conflicto Rusia-Ucrania, ¿cómo explicarlo? Veamos la posición geoestratégica de Rusia hoy y sus antecedentes. En realidad, la actual crisis militar Rusia-Ucrania ha sido provocada por los EE.UU. y aliados anglosajones con la finalidad de debilitar a una potencia imperialista que se encuentra en cierta fase de recuperación económica y militar, pero que, sobre todo, es un “aliado estratégico” del rival principal del imperialismo occidental, China, ya sabemos el dicho “los amigos de mis enemigos, mis enemigos son”. El imperialismo yanki-anglosajón, si quiere sobrevivir en este siglo XXI, tiene que debilitar a su máximo rival, que es China, comenzando por cortarle aquellos apoyos que serán decisivos en el futuro, desde el punto de vista económico, energético y militar, teniendo en cuenta que ya hay manifestaciones concretas de inquietantes “acuerdos estratégicos” entre Rusia y China, por encima de sus propias rivalidades históricas que los han enfrentado en el pasado (conflicto chino-soviético en época de Mao, sobre todo a partir de la muerte de Stalin en 1953, conflictos “fronterizos”, y la cuestión territorial de Vladivostok, enclave reclamado por China). A su vez, por su parte, China se manifiesta en este conflicto cada vez más del lado de Rusia, por la sencilla razón de que es plenamente consciente de la estrategia de “cerco” que EE. UU. desea someter a China con esta “provocación militar” ruso-ucraniana.

7. La “trampa” del imperialismo anglosajón. Recordando la historia.
Históricamente, y aún más, en estos momentos en que Rusia se encuentra muy cercada respecto al dominio territorial que heredó del imperio zarista (puesto ya en entredicho en la historia de la época moderna por Napoleón y Hitler), el llamado Eje Báltico-Mar Negro es sagrado para Rusia, y cualquier historiador lo sabe, los yankis los primeros. La razón es sencilla: es completamente esencial para el control efectivo de la soberanía territorial de Rusia. Por tanto, cualquier política de control fronterizo que ponga en peligro esta “soberanía”, sabe perfectamente que encontrará la posición más beligerante posible por parte de las élites gobernantes del imperialismo ruso, les va en ello su propia supervivencia, y lo defenderán con uñas y dientes, y armas nucleares, si hace falta. Por tanto, la estrategia diseñada por los EE. UU. de “cercar” a Rusia por el SE incorporando a Ucrania a la OTAN ha sido un acto “bélico” de primera magnitud, además con pleno conocimiento de causa.
Casualmente quienes aseguraron, de forma insistente, en que Rusia intervendría militarmente en Ucrania fue precisamente EE. UU. ¿Casualidad o premeditación? Veamos algunos hitos de estos hechos:
La Rusia zarista de 1913. Además de los territorios de la Federación Rusa actual, poseía: Finlandia, Letonia, Lituania, Estonia, Polonia, (gran parte), Bielorrusia, Ucrania, Moldavia. Y en el Cáucaso norte: Georgia, Armenia y Azerbaiyán, hasta la frontera con Turquía.
La URSS-Rusia en 1917, después de la revolución de octubre, y en particular, después de la I GM, con el Tratado de Brest-Litovsk, en 1918, tiene que pagar el precio de ceder poder territorial: Desde Polonia, Finlandia, Ucrania, Estados Bálticos, pero Ucrania, (incluyendo la península de Crimea) y Bielorrusia se integran posteriormente en la URSS. Esta situación se mantiene hasta 1984.
El derrumbe de la URSS (1989-1992). Los Estados “federados” se hacen independientes, con todo lo que tenían dentro, tanto en industrias como en armamento. Y Crimea se conserva en el ámbito de soberanía rusa mediante una especie de contrato de arrendamiento.

8. Ucrania, como Estado nación fallido: Esta es una realidad reconocida por cualquier analista histórico que tenga un mínimo de rigor. Efectivamente, como es sabido, la composición etnia y cultural de las comunidades que habitan Ucrania básicamente es: un 77,8% constituida por ucranianos étnicos localizados esencialmente en la zona oeste; un 17,3% de población de origen ruso, localizada en la cuenca del Donbáss, en las regiones del Este autoproclamadas como Repúblicas Populares de Donetsk y de Luhansk, y en Crimea, anexada a Rusia mediante “referéndum de autodeterminación” de marzo de 2014, pero que previamente, en marzo de 1954, ésta fue “cedida” a la RSS de Ucrania por Kruschev en “conmemoración del 300 aniversario de su incorporación al “imperio ruso”. Después existen igualmente comunidades minoritarias de orígenes diversos como son: rumanos y moldavos (0,8%), bielorrusos (0,6%), tártaros (0,5%), polacos, húngaros, búlgaros, griegos, gitanos, judíos.

Sabemos que el nacionalismo es la filosofía política del Estado nación moderno, y que no existe ningún Estado nación que sea étnicamente puro, ni siquiera los clásicos de origen étnico. Sencillamente, ello no es posible. Pero lo que ha sucedido históricamente es que aquellas élites con capacidad de dotarse de un Estado propio, incluyendo un poder militar capaz de sobrevivir a los embates de Estados vecinos, con una población circunscrita a un territorio determinando, solo en tales condiciones, podemos asegurar que se obtiene con ello la capacidad de constituir un Estado nación independiente, incluyendo, como todos, a múltiples comunidades y pueblos en su interior. Como vemos en sus antecedentes históricos, el territorio denominado como Ucrania, básicamente poblado por tribus eslavas en el siglo V a.n.e., comienza a conformar un núcleo poblacional homogéneo con forma estatal monárquica, en parte de dicho territorio, a partir del siglo VII, por el año 882, el denominado Rus de Kiev. Cierto es que durante cientos de años, el núcleo esencial de las comunidades eslavas asentadas en Ucrania ha sufrido numerosos procesos de asimilación y dominación por parte de los Estados más potentes de su entorno: desde las invasiones tártaras y cosacas, pero sobre todo, por parte de las potencias limítrofes de Austria, Polonia y Rusia. Con la Revolución de Octubre de 1917 se proclama la República Popular Ucraniana independiente, y su liberación de Austria y Polonia en 1918, produciéndose una “unificación de varios de sus territorios” bajo el control de la recién creada URSS. Posteriormente, la rusificación promovida por Stalin, de 1921-1929, significó una “integración forzosa” en la URSS acompañada de una muy dura represión de la población originaria. Luego, con el derrumbe de la URSS en 1989, se proclama la República independiente de Ucrania, cuestión que sucede en 1991.
Como podemos comprobar por la historia política de Ucrania, en el conjunto del territorio determinado como tal, no ha existido una élite capaz de mantener un poder único, sobre una base social mínimamente homogénea políticamente capaz de integrar un Estado relativamente estable, sobre todo por el hecho de que en su región circundante existían ya Estados nación imperialistas potentes como Austria, Polonia y Rusia. Esa debilidad estructural ha provocado a lo largo de la historia una fractura poblacional y cultural muy difícil de “asimilar” con los mecanismos propios de los Estados nación modernos (una idea de “patria”, una cultura inventada, un idioma unificado, una educación unificada estatal, etc.), por el contrario, existen regiones en el territorio ucraniano con asentamientos de comunidades de culturas diferentes unas a otras, (la ucraniano-polaca o la ucraniano-rusa, como las más dominantes).

9. Ucrania y su importancia estratégica.
La cuestión de los recursos: el gas. En estos momentos históricos en que ya se empiezan a notar los efectos del “cénit” del petróleo, el recurso del gas es vital para las economías imperialistas occidentales, y Rusia tiene reservas inmensas de este recurso energético que viene suministrando a Europa, en gran parte a través, entre otros, del gaseoducto que atraviesa Ucrania. En particular, el que realiza el suministro a Bielorrusia y a Polonia, pero no a Alemania, que se hace directamente desde Rusia. Ello viene a significar que en el actual conflicto Rusia podría estrangular a Polonia, pero no a Alemania, lo cual es una ventaja para no tener directamente enfrente a una verdadera potencia imperialista que hegemoniza la dirección política y económica de Europa, y con la que necesitará “entenderse” cuando se supere esta crisis.
La cuestión de la importancia estratégica para Rusia del control territorial del Este. Parecía estable el orden geopolítico creado por los vencedores de la II GM, con un potente Consejo de Seguridad formado por cinco Estados con capacidad nuclear, EE. UU., Reino Unido, Francia, RP China y URSS. El final formal de la guerra fría, y el derrumbe de la URSS en 1989 cambia por completo este panorama.
El imperialismo occidental, sobre todo EE. UU. creen que la debilidad de la “nueva” Rusia podría significar su asimilación al capitalismo occidental, y así sucedió en décadas, hasta que las renovadas élites rusas, con Putin a la cabeza, y como consecuencia de cierta recuperación económica y política, con sus enormes recursos energéticos en el curso de la crisis actual, comienza a desplegar una nueva política (económica y militar) propia, con el fortalecimiento del Estado e incrementando su papel imperialista nuevamente, aprovechando que el imperialismo occidental se encuentra en una fase avanzada de declive histórico, y contando además con el ascenso de la R.P. China como potencia imperialista mundial, un aliado potencialmente estratégico para Rusia (ambos dentro de los BRICS).
 

De estas nuevas condiciones, las “licencias” y concesiones rusas del pasado ya no son posibles, como la “cesión” al imperialismo occidental y a la OTAN de las republicas bálticas, o la guerra de Yugoslavia.
La crisis de Ucrania no es más que el primer paso de la recomposición imperialista de Rusia. En ese sentido, para Rusia es esencial el control estratégico de los territorios del este de Ucrania, pues nunca dejará su soberanía en manos de una Ucrania que va directamente encaminada a integrarse en la UE, y en consecuencia, en la OTAN. Crimea, Georgia y Osetia del sur y Abjasia son los más recientes ejemplos. En el conflicto bélico de 2008, Rusia, con las autoproclamadas republicas pro-rusas de Osetia del sur y Abjasia, a pesar de que Georgia continúa como Estado soberano independiente, solicita la integración en la UE y la OTAN, pero sabe perfectamente que, al igual que está sucediendo con Ucrania, su situación estratégica en el Cáucaso le hace una zona vital para los intereses territoriales estratégicos de Rusia, cuestión que lógicamente impedirá ese “cambio de bando” imperialista pretendido por la élites del poder georgianas. La lección de los Estados bálticos ya está aprendida y desde luego, muy difícilmente, la renovada Rusia va a permitir que parte de sus “antiguos” dominios territoriales se vayan diluyendo, incrementado el cerco del imperialismo occidental hacia sus fronteras. Hoy se sabe que las promesas de Bush-padre a Gorbachov de que se respetarían las fronteras vigentes en aquel momento de crisis, y que la OTAN no estaría situada directamente en las líneas de frontera de la antigua URSS, solo fue un “comentarios de sobremesa”. En aquellos momentos de pérdida histórica de poder, en su fase de recomposición política y económica, Rusia tuvo que aceptar cómo los belicistas de Clinton y Bush-hijo expandieran la OTAN hacia el Este, hasta dejar a Moscú a tiro de misil de medio alcance.
Los hechos son los siguientes: la pretendida presencia de la OTAN (ya presente en los Estados Bálticos, Polonia y Turquía), en Crimea, Georgia, Ucrania, y a partir de la crisis militar actual, también con Finlandia y Suecia, significaría. Además el cerco total a la Rusia postsoviética, en fase de recomposición imperial. Ello es claro y evidente, y Rusia está en la obligación de no ceder un palmo más de sus intereses territoriales estratégicos si quiere ser uno de los baluartes imperialistas de este siglo, XXI, y tiene condiciones para ello.

10. La finalidad del imperialismo de los EE. UU. en la crisis ucraniana.
Desde la década de los 90 del siglo XX, en que la URSS se encuentra en una fase de “desguace”, el imperialismo occidental, sobre todo EE.UU. (con sus aliados anglosajones), y Alemania, desde un punto de vista estratégico, aprovecharon aquellos momentos de debilidad de las élites mandantes en la antigua URSS para arrebatarle condiciones materiales de su potencial económico y militar, y que su papel de “rival” esencial desde la II Guerra Mundial, desapareciera en las lucha por la hegemonía mundial. Pero hoy la situación ha cambiado sustancialmente, Rusia se confirma como una potencia imperialista, económica y militarmente capaz de disputar, junto con China, la hegemonía mundial. Por lo tanto, debilitar a Rusia, cercarla militarmente con la OTAN es más parte de la estrategia de debilitar a China, el verdadero rival por el poder mundial de este siglo. Rusia, no solamente es Europa, es Asia, es la antesala de China y el Pacifico (Corea, Japón, India, Australia, etc.).
Para el imperio de los EE. UU. y sus aliados anglosajones, y resto de Europa, en fase de declive histórico, el enemigo principal es la R.P. China, y la crisis provocada en Ucrania no es más que un proyecto de debilitamiento de los posibles apoyos que pueda tener China en un futuro. China tiene la hegemonía económica mundial, pero no la militar. En un enfrentamiento bélico con el imperio occidental, todavía saldría perdiendo, salvo que cuente con una Rusia modernizada económica y militarmente, y eso se pretende impedir.
Los EE. UU. saben perfectamente que mantener el inmenso ejército que tiene desplegado por todo el mundo es algo insostenible en el tiempo, su elevado coste lo hace inviable, cuestión que ni Rusia ni China poseen, pero tampoco sufren ese tremendo gasto. Justamente por ello, los EE. UU. vienen aplicando la política del “caos sostenible” sobre todo en Oriente Medio (Afganistán, Irak, Siria, Libia, Egipto, etc.), cuya finalidad es crear el caos en tales territorios, arrebatárselos a la esfera de influencia de Rusia, para luego abandonarlos, en tal situación de crisis y debilidad, que sus fuerzas armadas puedan entrar y salir de los territorios devastados cuando lo deseen.

Pero persisten dos problemas geoestratégicos: el papel histórico de Israel, como bastión del imperialismo occidental en la región, y Arabia Saudita y Turquía, como “aliados estratégicos” bastante incómodos, y todo ello, con la disputa interimperialista en la zona, con Irán, potencia militar considerable, con posibilidades de armas nucleares, y aliada de Rusia. En este contexto, una Rusia “herida”, acorralada, debilitada puede ser muy peligroso para los intereses del imperialismo occidental en Oriente Medio, pues podría incentivar una acción militar anti-occidental a través de Irán, o incluso en el eje Canarias-Sahara Sahel, o más al sur del continente africano, como Malí, donde Rusia tiene tropas mercenarias (grupo Wagner) haciéndole la competencia a las propias neocolonialistas francesas en la región. De hecho, se están produciendo movimientos “políticos” por agentes de la región, como Marruecos o Israel. El primero, se abstuvo de condenar la agresión miliar de Rusia a Ucrania en la votación promovida por EE. UU. en la Asamblea de N.U. de la ONU del 3-3-22, y que no tenía más sentido que enviar un mensaje a Moscú de “neutralidad”, en un cálculo estratégico que pasa por reconocer la importancia de Rusia en la región, su papel de sostenedor militar de Argelia, y agente con el que contar en la resolución definitiva del conflicto del Sahara. De hecho, Argelia ha comenzado unas arriesgadas operaciones militares con fuego real cerca de la frontera con Marruecos en un claro aviso de que si las cosas se ponen agudas en el conflicto europeo, Rusia apoyaría militarmente un escenario militar en el Sahara en el que Argelia podría, en unos momentos en que cuenta claramente con superioridad militar frente a Marruecos, proceder a la ocupación militar del Sahara, o incluso, entrar en guerra abierta con Marruecos. Respecto del segundo actor, Israel, conocedor de su antagonismo con Irán, no dudaría en hacer desaparecer del mapa a esa potencia nuclear, si tuviera las armas para ello, y Rusia se las proporcionaría en cuestión de pocos días si las condiciones históricas fueran lo suficientemente críticas para su justificación. Ese es el motivo de que Israel fuese precipitadamente a Moscú, en medio de la presente crisis de Ucrania, para “ofrecerse” como intermediario en el conflicto.
 

Por otra parte, queda la posición de la RP China, el gran “rival” del imperialismo occidental y la verdadera razón de la provocación yanki sobre Rusia en el contencioso de Ucrania. Estratégicamente China es perfecta conocedora del plan Biden. China viene estudiando con mucha paciencia la situación pues sabe que el interés occidental es justamente cercar a la R.P. China en su expansión económica, política y militar, finalmente, cuando reúna las condiciones para ello, y sabe también que Rusia es un aliado estratégico, a pesar de sus “diferencias” en el pasado. China es una frontera “segura” para Rusia por el Oeste, pero también lo es Rusia para China por el Este. Y esto es decisivo. Además Rusia posee recursos estratégicos para China, a pesar de las enormes infraestructuras que deberán crearse, pero estamos ya en una nueva época histórica en que grandes cambios se avecinan para todos los actores, sobre todo para Rusia y Europa que tendrán que modificar profundamente sus actuales estructuras de provisión de recursos energéticos. Pero es más, la R. P. China tiene su zona de expansión imperialista de primer orden en sudeste asiático y
en el pacífico, pero antes debe resolver los contenciosos de Corea y de Taiwán. Y, desde luego, una rotura como la provocada en Ucrania (como efecto mariposa), puede tener resultados de “tormenta” en toda Asia. Los planes de rearme japonés, australianos, coreanos del sur, India (azuzada por su anterior imperio colonial, Inglaterra), ya están en marcha. La R. P. China ha pasado de sostener una especie de neutralidad sobre la crisis de Ucrania, a manifestar claramente una posición de apoyo a Rusia, acusando directamente a la OTAN y al imperialismo occidental de la responsabilidad sobre los acontecimientos de Ucrania.

11. Los intereses de los EE. UU. y los de Europa, el papel de Alemania.
Después de la II Guerra Mundial, la potencia imperialista principal del “Eje”, Alemania, cuyos intentos de dominar Europa le vienen desde el momento en que se constituye como Estado nación en el siglo XIX, en que empieza a competir con Inglaterra, en franco retroceso histórico como primera potencia imperialista mundial. Alemania quedó en una situación de derrota aún más humillante con las reparaciones de guerra acordadas en el Tratado de Versalles después de perder la I Guerra Mundial, en 1919. Después de la II Guerra Mundial, Alemania quedó dividida entre los dos bloques imperialistas que iniciarían inmediatamente la guerra fría, el bloque encabezado por EE. UU., y el bloque “socialista”, encabezado por la URSS. Como es conocido, en 1989, con el derrumbe de la URSS se inicia un proceso de recomposición de Alemania, de tal forma que ésta se convierte en la primera potencia económica europea, promotora de la unión europea y con las aspiraciones, de nuevo, de convertirse, mediante la base política y económica de Europa, ahora incrementada, en una renovada potencia imperialista mundial, para lo cual necesita desembarazarse de la presión dominante del bloque imperial EE.UU. y aliados anglosajones (Inglaterra, Canadá, Australia, Sudáfrica). Razones estratégicas de todo orden aconsejan a la “nueva Alemania”, a conformar una alianza estratégica con Rusia, pues ésta ofrece la resolución de muchas de sus carencias “históricas”. Rusia tiene las fuentes de materias primas más grandes del planeta en su inmenso territorio, que son totalmente necesarias para el desarrollo económico de Alemania (y Europa). Rusia es, además, la potencia nuclear más importante, y Alemania no tiene armas nucleares, y Rusia puede servir de “fiel escudero” siempre y cuando sea capaz Alemania de domesticar a ese “oso”, ofreciéndole lo que más quiere Rusia, sentirse parte histórica de Europa y de su propio proyecto imperial. En realidad, ¿la situación en Ucrania perjudica tales proyectos? No está claro. Rusia no ha dejado de suministrar gas a Alemania, a pesar de la crisis, de las condenas y de la ayuda militar alemana, también a Ucrania. Lo decisivo es que Alemania ha declarado, a raíz de la crisis de Ucrania, que se va a rearmar militarmente y así, el Canciller Olaf Scholz, declara la decisión de aprobar un crédito de 100 mil millones de euros para dotar unas modernas Fuerzas Armadas alemanas, al modo de cómo ya lo había hecho Hitler en 1933, y que justamente creó las condiciones del inicio de la II Guerra Mundial. Lógicamente este será solo el primer paso, que seguirá Francia, el otro gran socio de un renovado imperialismo europeo, que ya lo ha declarado, y que serán seguidos de Italia y España. Eso significará un rearme de todos los Estados nación imperialistas europeos, por su propia cuenta, y su previsible posterior integración en una “unidad militar europea”, al margen de la OTAN.

Todo ello nos indica que la crisis de Ucrania significará una aceleración de la historia, de tal forma que los proyectos estratégicos de dominio imperial europeos que se encontraban estancados por razones de tipo económico, coronavirus incluido, verán un impulso incontenible, gracias a que las necesidades bélicas se ponen en primer
lugar en la agenda política a fin de defenderse de la política militar de la Rusia de Putin.


12. Las evidencias. Lo que parece evidente es que, de la crisis de Ucrania, todos los Estados imperialistas de primer orden (EE. UU., Rusia, la UE y China), como los de segundo orden (Brasil India, Sudáfrica, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Canadá), e incluso los de tercer orden (Turquía, Arabia Saudita, Pakistán, Israel, etc.), verán una oportunidad de oro de recomponer sus posiciones de poder. Pero esto es un juego de la teoría de suma cero, de tal forma que lo que ganan unos, lo pierden otros. Y en esto reside lo esencial del asunto geopolítico: aquellos que posean las mejores condiciones político-económicas, y especialmente militares, son los llamados a ganar. En el corto plazo, el imperialismo yanki y sus aliados anglosajones, luego los imperialistas europeos, encabezados por Alemania, en tercer lugar, la propia Rusia, que decantará a su favor aliados estratégicos algo titubeantes como China. Pero será al final China la que tenga las mejores condiciones para vencer en la lucha por la hegemonía mundial del siglo XXI. Su economía es la más potente pues existe el hecho incontrovertible que sustentada sobre la base de la esclavitud y de explotación de sus comunidades y de los pueblos
del mundo en que tienen inversiones de capital, ya es la primera del mundo, su sistema político de dictadura de partido único es estable y es la envidia de las élites del poder mundial.


13. La posición revolucionaria. Es una evidencia histórica que las guerras son el origen de los Estados, y en la época de la modernidad, el origen de los Estados nación, así viene sucediendo desde el siglo XVII. Primero surgen los Estados nación modernos y luego, sobre la base de sus respectivos potenciales militares, las potencias imperialistas. La guerra revolucionaria es una excepción en los últimos 300 años. De hecho, de tales procesos revolucionarios, con fundamento también en las acciones militares, cuando han tenido éxito, paradójicamente han finalizado constituyendo también Estados nación, y en su desarrollo dinámico histórico, han devenido en potencias imperialistas tan dictatoriales o agresivas, o más, que las propias de origen en un Estado nación liberal: tales son los casos de Rusia y China.
Siendo esto cierto, no cabe duda de que también de las experiencias históricas debemos aprender estrategias y tácticas que en su momento, de forma transitoria, fueron correctas. Es en este sentido en que debemos estudiar la posición de la izquierda ante las perspectivas de la I Guerra Mundial, en particular la lucha de líneas en el seno del influyente y poderoso PSD de Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht, y en particular la posición de Lenin, que se enfrenta tanto a Plejanov como a Trotsky. En 1914, el grupo parlamentario socialdemócrata alemán vota el presupuesto de incremento del armamento para la guerra, es decir, la representación de la ideología socialista, “defensora de la clase obrera”, votaba junto a la burguesía alemana para financiar una guerra imperialista de agresión. Ello significó la bancarrota definitiva de la II Internacional, y el hundimiento de una organización política de izquierdas que tenia más de un millón de miembros, 40 diarios, universidades, publicaciones, bibliotecas, y una base de electores en torno a los cuatro millones. Pero es que, además, ello sucede en todos los partidos hermanos europeos, en que los socialistas se hacen patriotas, salvo el caso serbio y el bolchevique (inicialmente, en la posición de Lenin). En Alemania, dentro del PSD, la oposición la sostiene Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht, cuestión que les costará posteriormente sus propias vidas. Esta oposición la encabezan con la consigna, tan justa como revolucionaria: “el enemigo principal está en nuestro propio país”. En Rusia, Lenin está completamente de acuerdo con la postura de Rosa y Karl, y los diputados bolcheviques votan en contra de los presupuestos de guerra. Ya en el exilio Lenin precisa la posición bolchevique como “derrotismo revolucionario”, que vendrá a significar la definición del gobierno de cada país como “el enemigo de su propio pueblo”, planteando, en consecuencia, la necesidad de crear una nueva Internacional, y estratégicamente defender la política de “transformar la guerra en guerra civil”. Esa es una posición revolucionaria y correcta. Lenin se enfrenta además con la posición “timorata” (así la calificó) de Trotsky, mayoritaria en el partido en aquellos momentos aún (El Manifiesto de la Conferencia) y su tesis de “rechazar el derrotismo revolucionario y abogar por una paz sin anexiones ni indemnizaciones”. La posición de Lenin era dialéctica y muy acertada, como luego se mostraría en la historia con la toma del poder bolchevique en 1917: combinar el derrotismo respecto de la política militarista del Estado, con la lucha por la paz, mediante la guerra civil y la revolución, movilizando al pueblo para derribar el poder del Estado. Otra cuestión diferente es que el concepto mismo de revolución en Lenin, como posteriormente en Mao, no fuera tan diferente al modelo del imaginario moderno social que se inicia con la Revolución Francesa de 1789, y que degenerara rápidamente en un modelo de Estado nación de capitalismo burocrático y de orden político dictatorial.


Lamentablemente, el momento político e histórico actual es el que es. A la crisis de Ucrania, y la mundial, que ya está en curso, difícilmente se le pueda oponer una política acertada como la de Lenin de principios del siglo XX, sencillamente porque no existe un movimiento político revolucionario capaz de promoverlo e imponerlo en todos los frentes de lucha civil y militar. Únicamente, hoy, podemos hacer referencia a la estrategia puesta en práctica por el movimiento popular de liberación del Kurdistán, bajo la dirección del PKK, y su líder, aún encarcelado Abdullah Öcalan (condenado criminalmente a cadena perpetua en la isla de Imrali desde 1999). La guerra inter-imperialista de Siria iniciada en 2011 significó un ejemplo revolucionario al mundo ofrecido por parte de la estrategia político-militar de las fuerzas populares dirigidas por el PKK en las zonas de presencia kurda, como la conocida revolución de Rojava, creando la región autónoma del Norte y Este de Siria y sus siete cantones con un amplio autogobierno de democracia directa en toda la Siria septentrional: Afrin, Jazira, Manjib, Eufrates, Raqqa, Taqba, y Deir ez-Zor. El pueblo kurdo en armas, con las fuerzas populares militares de autodefensa YPG e YPJ, se enfrentaron con éxito, combinando la guerra contra los enemigos fascistas e imperialistas del Estado Islámico, con la revolución, haciendo realidad la tesis de combinar la guerra popular revolucionaria, con la guerra contra las fuerzas militares fascistas invasoras, creando, al mismo tiempo, un poder popular revolucionario de democracia directa en los territorios liberados.

En la actual crisis de Ucrania, la verdad ha de imponerse por si misma, con independencia de sus resultados. Y si hoy es de menester unas consignas, éstas han de ser:

1º Respecto a la guerra en sí, promover el derrotismo revolucionario en los propios Estados nación, impulsando la revolución mediante la movilización popular del pueblo en armas.

2º. El impulso de la revolución ha de significar la conquista de una autentica soberanía popular sobre la base de la democracia directa, ejercida mediante asambleas omnisoberanas, que garanticen la verdadera libertad, basada en la vida comunal, la economía comunal, la libertad de conciencia y la cultura popular revolucionaria.

3º Es evidente que tales propósitos no son viables en estos momentos si antes no se constituye un auténtico movimiento revolucionario de nuevo tipo, integral, que sea capaz de reunir a los que verdaderamente optan por una salida verdaderamente revolucionaria frente al caos que se avecina, en el Estado español, y en todo el mundo.
 

KL
 

Notas y artículos de interés.
 

-Félix Rodrigo Mora. Comunicado contra la guerra entre los estados de Rusia y Ucrania

-Antonio Hidalgo Diego. Guerra en Ucrania: cambio en la geopolíticamundial
 -Público. La mediación de Israel no consigue resolver la crisis de Ucrania

 -ABC. El día en que Kruschev regaló la península de Crimea a Ucrania DW. Alemania invertirá un fondo especial de 100.000 millones de euros en defensa.

-Prensa Obrera. Los bolcheviques y la Primera Guerra Mundial

-El País. El presidente de China, Xi Jinping, pide “contención máxima”en Ucrania para evitar que la situación quede “fuera de control”
-El País. China insiste en culpar a EE UU y la OTAN de la guerra en Ucrania.
-ECSAHARAUI. Guerra Rusia-Ucrania: El petróleo acaricia su máximo de 2008 y el gas sobrepasa la barrera de los 300 euros.
-NIUS-. Los dilemas de Marruecos ante la guerra en Ucrania.
-La Razón. Expertos militares franceses sitúan a Canarias en el “eje de fricción” entre España y Marruecos
-UFVdu. La Crisis de Ucrania - Florentino Portero
-The New York Times. ¿Qué pasaría en la economía global si Rusia invade Ucrania?
-El Confidencial. Slavoj Zizek. 'Goodbye Lenin' en Ucrania: aceptadlo,izquierdistas, Putin es un nacionalista conservador.
-ESglobal. El Donbás y la geopolítica defensiva de Rusia.
-Negocios TV. Bernardo Navazo: "A Estados Unidos no le interesa Ucrania"
-Diego Ruzzain. Rusia VS OTAN con Santiago Armesilla.       

-Canal YT Santiago Armesilla. Conflicto entre UCRANIA, RUSIA y la OTAN: Análisis actualizado..
-Historia Geopolítica. La Guerra en Ucrania  podría  tener consecuencias globales | -Canal 1. Discurso premonitorio de Vladimir Putin ya advertía de las razones de Rusia para atacar a Ucrania.
-El Bosquejo, Programa 10: Geopolítica en Ucrania, con el Equipo de redacción de Amor y falcata.
-Enrique de Vicente. Coronel Pedro Baños: Ucrania, El Poder y la manipulación.
-Negocios TV. Biden y occidente han tirado un Boomerang que les acaba de impactar en el rostro económico.
-RNE. Dezcallar, CNI: "Putin tiene razones pero no razón"
-El País. Los mapas del inicio de la guerra en Ucrania: la ofensiva rusa hasta el 28 de febrero.
-Portal Libertario OACA. No queremos sus guerras, pero el militarismo es la base del sistema actual.
-Swissino.ch, Australia aumentará sus fuerzas militares en casi un tercio 

-El Confidencial. La lección más amarga sobre Ucrania es que Kim Jong-il tenía razón.
-Política Exterior. Francia-Alemania: un eje crucial pero sin ritmo.
-Política Exterior. Sanciones europeas: mitos y realidades.

-Política Exterior. La nueva Rusia y la ampliación de la OTAN
-Política Exterior. Agenda Exterior: ¿nos equivocamos al dialogar con Putin?
-Política Exterior. El lugar de Rusia en el mundo
-Política Exterior. Rusia siempre quiso la guerra