“Si
no sabes para qué hablas” me
decía mi padre con cierta frecuencia, provocando
mi cabreo como respuesta sistémica.
Habitualmente, algo parecido
solemos decirnos unos a otros cuando
no estamos de acuerdo con lo que nos dice un interlocutor al que
suponemos completamente
ignorante de lo que dice.
Hablamos de todo, sepamos o no sobre aquello de lo que hablamos, hablamos
porque somos humanos, el habla es lo que nos
ha hecho
humanos. El conocimiento viene de la experiencia, que incluye el
habla, pero que no es lo mismo; la prueba es que podemos hablar sin
conocimiento alguno de
lo que se habla.
Hablamos
sin parar y,
si calláramos del todo, dejaríamos de ser humanos, o sería
porque estábamos muertos. “No
calla ni debajo del agua”,
decimos de alguien que habla y habla sin cesar y cuyo silencio
agradecemos. Pero seamos compasivos, que ignorar
no es lo
mismo que engañar,
nadie piense que quien no sabe de lo que habla lo esté haciendo con intención de engañar.
Lo
cierto es que
"verdad" es palabra y concepto problemático para el
entendimiento
entre conversadores humanos,
que eso es lo que somos.
La verdad
no deja de ser lo que interpretamos acerca de nuestraparticular
comprensión
o conocimiento de algo, que
siempre será poco, en general, y bastante provisional cuando lo que "sí sabemos” con
certeza es que solo aquello que es inmutable es ciertamente
“verdad”, que
de nada cambiante podemos afirmar que sea verdad definitiva.
Lo
que nos habla la Ciencia (esa
parte de la sociedad dedicada profesionalmente al “saber” mediante un método propio), lo
que la Ciencia
“sabe”, no es, pues, necesariamente
verdad; no lo es
cuando
de
lo que habla, su objeto, es
cambiante. Menos aún lo es cuando, por esa misma Ciencia, sabemos con certeza que lo único realmente
estable es precisamente el cambio mismo. Así,
los científicos, y el resto de humanos, podemos
decir hoy que la Tierra es redonda porque lo
decimos en
presente (es), pero si hubiéramos dicho ésto
mismo hace no muchos años, hubiéramos
sido tachados de ignorantes, de faltar a la verdad y hasta es muy posible que alguien nos hubiera dicho aquello de que ..si no sabes, para qué hablas.
Tampoco sabemos si podremos seguir diciéndolo a futuro, cuando también sabemos que lo más probable es que el planeta acabe hecho trozos informes, como un pedrusco cualquiera de esos que encontramos en cualquier campo, solo que éste flotando errante en el silencio de las esferas.
Deberíamos, pues, poner mucho cuidado en el uso que hacemos de la palabra verdad, todavía más si la usamos con pretensión científica. A
tal respecto, pudiera servirnos este nuevo mandamiento, más o menos
científico, que propongo a mis congéneres: “no
usarás la
palabra “verdad”
en vano y nunca
se te ocurra escribirla con letras mayúsculas”. Pero tampoco vayamos por eso a cortarnos, no, sigamos hablando y no nos agobiemos por buscar la verdad, contentémonos con lo que más se le parezca, por ejemplo, con aquello que sirva a la convivencia y sea lo más conveniente posible al común de las gentes, ¡eso sí que sería una ciencia de verdad!
G
M
T
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