domingo, 15 de diciembre de 2024

NUESTRA DISPERSIÓN FUNCIONA COMO UN SUMIDERO DE INÚTILES ESFUERZOS

 

La imagen que he colocado para ilustrar este texto es un puzzle con portadas de unos cuantos libros representativos de movimientos sociales y corrientes de pensamiento que a sí mismos se consideran alternativos frente al orden dominante. Seguro que se me olvidan algunos. 
 
El caso es que desde que cambió radicalmente mi visión de la política, a partir de la experiencia colectiva del 15M, llevo todos estos años sin dejar de pensar lo que sucedería  si pudiéramos entendernos. Para ponernos de acuerdo al menos en unos básicos principios generales, de alcance tan local como global, sin renunciar por ello a la pluralidad de nuestras naturales diferencias, esas que nos vienen dadas por nacimiento. 
 
Pienso que además de compartir un mismo sentimiento de constante derrota, también compartimos un sentimiento de imperiosa necesidad por actuar, para cambiar de paradigma y acabar cuanto antes con el modo de vida capitalista que conduce a nuestra especie a la extinción. Esa es la misión que me he propuesto, buscar la explicación a esta falta de entendimiento, como también es mi obsesión dar con una propuesta  política (en el sentido arendtiano de acción con discurso) que pudiera ser útil como herramienta estratégica, más en estos momentos  en que todo el mundo sabe y se queja de todo lo que pasa, pero nadie parece saber cómo organizarnos, ni qué mejor modo de vida sería ese que proponer en lugar del modo capitalista. Y todo ello, en medio de demasiadas ambigúedades y contradicciones heredadas de las fracasadas revoluciones del pasado siglo XX. 
 
Por eso que desde aquel 2011 sigo dándole vueltas a mi propuesta de un pacto glocal del común y lo común. Reconozco tener una  necesidad de reconciliación con la realidad de la política, la misma que en su tiempo apuntara Hannah Arendt, intentando comprender lo que realmente es esencial en la política, eso que pudiera servirnos de fundamento para un básico entendimiento universal, en modo que pudiera ser compatible con la máxima libertad (pluralidad). Este reconocimiento de la universalidad y pluralidad de la política, a partir de un básico sentimiento  de  la necesidad  de convivencia y entendimiento, entre individuos y culturas de nuestra especie, lo pienso como un objetivo que necesita ser preparado y conseguido en común. 
 
Coincido con H. Arendt en distinguir la forma de libertad "interior", de su forma "exterior" o "social" que es la razón de ser de la política y la condición ineludible que sustenta la posibilidad de lo político, lo que siempre, sin excepción, se da en un concreto espacio público (la polis), que a mi entender es comunitaria en modo  ecosocial en todas sus diferentes formas de convivencia, siempre en un concreto espacio político que genera vínculos afectivos de diferente intensidad, a su vez generadores de diferentes formas de comunidad:  doméstica (relativa a la casa común), de vecindad (relativa a la urbe común) y de paisanía (relativa al  paisaje  o país común), todo en un solidario contexto bioético de libre asociación cooperativa a escala de especie, donde no cabe ningún poder superior, ni ajeno a cada comunidad autodeterminada, ningún Estado...ni patriarcal, ni nacional, ni gaitero. Cierto que si el sentimiento íntimo de "libertad interior" tiene importancia para la psicología,  desde el punto de vista político es completamente irrelevante.  
 
Por otra parte, me interesa perfilar el concepto  político de "poder", que en palabras de H.Arendt (de su texto "La condición humana"), "es aquello  que mantiene la existencia de la esfera pública"; añadiendo  a continuación que "el poder solo es realidad allí donde palabra y acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades, y los actos no se usan para violar y destruir, sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades (...) Cabría decir que el poder es siempre un poder potencial y no una entidad intercambiable, mensurable y confiable, como la fuerza (...) El poder surge entre los humanos cuando actúan juntos y desaparece en el momento en que se dispersan" (ibíd., p. 3). Para comprender bien ésto que dice H. Arebdt, hay que aclarar que este "actuar juntos" como fuente del poder, también es aplicable al poder de las élites propietarias y/o gobernantes; no olvidemos que tan "comunidad" puede ser una pacífica comunidad monástica como cualquier banda de violentos criminales.  
 
Sin duda que el poder es algo inestable y frágil, como también señala Arendt. No es algo que se posea como "propio", como la fuerza física o la militar o la policiaca, que es fuerza contable, medible y acumulable. Además, el poder político es efímero por naturaleza, ya que no existe sin una previa organización  de los individuos, porque desaparece cuando éstos están  dispersos, que es lo que nos viene sucediendo en los últimos tiempos: una sistemática dispersión de fuerzas que nos hace extremadamente débiles e irrelevantes. No recuerdo a quién le oí comparar lo que nos sucede -esta dispersión de acción y pensamiento alternativo- con un SUMIDERO DE ESFUERZOS.
 
Por mi parte, mientras me quede este mínimo poder de la palabra, seguiré hasta el final proponiendo la urgente necesidad de un Pacto Comunal -integral y glocal, del común y lo común- de básicos principios y estrategias de emancipación. Porque sin  ajuntamiento  el poder es imposible...para bien y para mal, para los de abajo como para los de arriba.

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